A solo dos días de que asuma el nuevo gobierno de Venezuela, las autoridades actuales tratan de seguir manipulando lo establecido por la Constitución para que el presidente reelecto Hugo Chávez pueda estar en funciones, pese a que se encuentra incapacitado por enfermedad y fuera del país. En estas condiciones la Constitución es muy clara, debe asumir el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, y debe quedar de lado el gobierno que en estos momenetos preside el vicepresidente y canciller Nicolás Maduro.
Cabello entonces, ante la incapacidad de Chávez, debería convocar a nuevas elecciones. Lo que parece más probable en el gobierno actual, es que se trate de hacer juramentar a Chávez mediante el Superior Tribunal de Justicia.
Comparto con ustedes, mi columna del fin de semana sobre otros irrespetos a la Constitución por parte del presente gobierno.
"A pocas horas de la
ceremonia de toma de posesión, el gobierno de Venezuela todavía manipula la información
sobre la salud del presidente reelecto Hugo Chávez, como si se tratara de un
secreto de Estado, dejando a los venezolanos en una situación general de
zozobra y al mundo entero en la incertidumbre.
La desinformación
intencionada y la intriga, las armas preferidas de la propaganda totalitaria
que el chavismo importó del régimen cubano, son responsables de la batería de
rumores que, con igual intensidad y al mismo tiempo, ubican a Chávez en todos
los escenarios posibles: muerto; en coma inducido; vivo, pero incapacitado; o
con pedido de prórroga para asumir después del 10 de enero programado.
El vicepresidente Nicolás
Maduro, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, máximos referentes
del chavismo, y el ministro de Información, Ernesto Villegas, son
constitucionalmente responsables por la falta de transparencia que rodea al
estado de salud de Chávez, pese a que desvíen la atención acusando a medios,
redes sociales y al “entramado mediático trasnacional” de crear “rumores
malintencionados”, “guerra psicológica” y desestabilización.
La falta de transparencia
disfrazada de “insuficiencia respiratoria” no sorprende. Ha sido marca
registrada de este gobierno que considera que el mandato que redactó en la
nueva Constitución - “…toda persona tiene derecho a la información oportuna,
veraz e imparcial…” - es solo una obligación para los medios, so pena de ser
censurados o cerrados.
Según Maduro, en su informe
al país por cadena nacional, Chávez le pidió mantener “al pueblo informado
siempre con la verdad, por dura que ella fuera”. Sin embargo, se olvidó que la verdad no se
determina con adjetivos calificativos (situación “delicada, compleja o
imprevisible”), sino con precisión y descripción, por lo que su deber es ofrecer
detalles sobre el tipo de cáncer, gravedad, complicaciones y expectativas de
vida del Presidente.
Todo empezó con Chávez. No solo
eligió a Cuba por su sintonía ideológica con los hermanos Castro o por sus
avances oncológicos, sino porque el régimen promete hermetismo mediante un sistema
informativo estatal propagandístico. Justamente esa “garantía de
confidencialidad”, determinó que el gobierno colombiano eligiera a Cuba como
sede para las negociaciones de paz con las guerrillas FARC, como confesó en
estos días el hermano del presidente, Juan Manuel Santos.
Pese a la confidencialidad y
a la intriga de estilo fidelista, y a los últimos dichos de Maduro y Cabello
sobre que Chávez se estaría recuperando y pronto retomaría las riendas del
país, nunca antes los indicios habían sido tan claros. Es que en un acto que
sonó a despedida, el 10 de diciembre, Chávez ungió como vicepresidente y
sucesor a Maduro antes de marcharse a La Habana para su cuarta operación.
Aquella confidencia pública terminó
por confirmar que el rumor sobre la gravedad de su enfermedad era verdad. Hasta
entonces, esa verdad se manipulaba según la ocasión. Semanas antes y en plena
campaña electoral, un Chávez histriónico, alardeaba sobre su recuperación
física y emocional, jurando que había vencido a su peor opositor: el cáncer.
Muchos todavía creen que el
coctel de medicina y propaganda cubana puede deparar alguna sorpresa; pero
otros, más realistas, creen que aquel nombramiento de Maduro y las
coincidencias de rumores posteriores, revelan que el fin del líder está cerca. Ante
un escenario sin Chávez, en las próximas horas solo quedan por definir acuerdos
sobre las diferentes interpretaciones a la Constitución, para que el desenlace
y la transición sean ordenados y ajustados a derecho.
Que Maduro, Cabello y los
partidarios del chavismo teman, no quieran o no sepan cómo desvincularse de la
figura convocante de Chávez es comprensible. Pero negar y manipular la
información sobre la salud del Presidente o acusar de guerra psicológica o de
desestabilizar al país a quienes reclaman saber la verdad, demuestra el nivel
de arrogancia y autoritarismo con la que se conducen las tareas de Estado.
La desinformación provocada por el gobierno es
el peor tumor de la democracia. En el próximo período, los venezolanos deberían
exigir leyes estrictas para que ese mal sea extirpado de raíz".