La polémica se armó fuerte y fue aprovechada
por el candidato republicano Mitt Romney, un poco para mitigar los efectos de
los abucheos que recibió al criticar el Obamacare en una conferencia proselitista
de miembros de raza negra esta semana.
Es que apenas Barack Obama pronunció el
jueves aquella frase “en mi opinión, lo que ha hecho Chávez en los últimos años
no representa un peligro para nuestra seguridad nacional”, era sabido que le
lloverían las críticas. Al senador republicano por la Florida, Marco Rubio, y a
Romney no le quedaba otra. A pedir de boca encontraron un motivo para tratar de
descarrillar la popularidad que Obama tiene entre los hispanos, especialmente
después de que detuvo la política de deportación de indocumentados por dos
años.
Pero más allá de lo electoral, lo de Obama es
medio ingenuo. No porque Chávez represente una amenaza real, ya que todo el
mundo sabe que lo único que hace es fanfarronear, pero sí porque su desafío ha
consistido en atraer a su país y a la región, a gobiernos que, como Irán, nada
tienen de democráticos, pero sí mucho de apoyo al terrorismo. Y esto sin siquiera entrar a hablar de los
nexos con la dictadura castrista o con los narcoterroristas de las Farc, muchos
de los cuales siguen en territorio venezolano.