Este fue el titular del diario venezolano
2001 por el que Nicolás Maduro se enfureció al punto que le pidió a la Fiscal
General del país poner preso y multar al director del matutino por decir
mentiras, cochinadas y crear zozobra en la población, una medida que días atrás
su gobierno adoptó contra Globovisión, por un programa en la que se criticaba
el desabastecimiento.
Maduro no es tonto. Bien asesorado por los de
la isla, sabe muy bien que aunque se hable muy mal de él, pero que se hable,
sigue siendo un instrumento formidable de propaganda y de enmascarar problemas
mayores. Por eso Maduro en estas últimas semanas está apareciendo en todo lugar
y con todo, casi de la misma forma omnipresente en que lo hacía Hugo Chávez.
Y como su antecesor, Maduro lo hace sin
vergüenza con tal de que su nueva noticia tape a la otra. Por eso mientras
todos los medios y en el Congreso nacional los diputados opositores se
desbocaban en contra de los poderes extraordinarios que pidió para convertirse
en legislador, los sorprendió con la creación del nuevo juguete, que al estilo
de la dictadura cubana, servirá para controlar, espiar y pedir información a
todo el mundo sin discriminar, ya sean entes públicos como privados, porque
todos, según su cosmovisión, deben velar por la patria.
Así anunció el nuevo juguete, militarizado, que en directa y exclusiva comunicación con
él, le permitirá combatir “al enemigo interno”: Se trata del Centro Estratégico de
Seguridad y Protección de la Patria (CESPPA), cuya justificación remontó al día
en que expulsó a tres diplomáticos estadounidenses acusándolos de conspiración,
por el solo hecho de reunirse con representantes de ONGs y legisladores de la
oposición del interior del país.
El CESPPA, así como todos
los demás elementos de control importados de Cuba, tiene el simple propósito de
intimidar, con la intención de que se practique la autocensura y
autorregulación ante las críticas y opiniones.
Se puede decir que Maduro
ni es estadista ni lúcido gobernante, la economía y la política venezolanas son
prueba de ello. Pero sí es un aplicado alumno de la propaganda más burda,
aquella que dio sus frutos durante la Guerra Fría y que, aunque esté
descompasada con los tiempos modernos del internet, puede ayudarle a creerse
amo y señor, sintiéndose que tiene la sartén por el mango.
Cuando escribo estos post
y repito sobre Maduro porque es un generador importante de groserías y noticias
a granel, pienso en la difícil tarea que tienen los medios de comunicación y
periodistas que están obligados a informar sobre todos los asuntos. Todos
entendemos que Maduro, así como Chávez, entiende sobre estas debilidades
(informativas) y las aprovecha al máximo.