Con su forma soberbia de gobernar, la presidente de
Argentina, Cristina Kirchner, ha polarizado a la sociedad. La polarización es
consecuencia directa de los gobiernos más autoritarios, aquellos que aunque soportan
estoicamente la crítica hacen o dicen siempre lo que les place, evadiendo la
discusión y la negociación ante el disenso. Momentos de polarización intensa, a
veces más o menos controlado por el autoritarismo, se vivieron en Argentina ya
sea en épocas de militares o de gobiernos como el de Perón o Frondizi y se
viven en países latinoamericanos con gobiernos similares.
La polarización en Argentina, entre aquellos que aman
u odian al gobierno, aman u odian a Cristina, es cada vez más profunda y una
muestra de ello se puede ver claramente en los sentimientos que los ciudadanos expresan
en los comentarios que siguen a las notas periodísticas. Por cualquier motivo,
los insultos de uno y otro bando afloran como en estadio de fútbol. De
cualquier tema, se termina siempre en el descrédito y el agravio, y de lo
político y social se termina en lo personal.
Hoy el diario La Nación de Buenos Aires tomó un
camino distinto, pese a que algunos otros medios pudieran criticarlo por
imponer censura previa. Debajo de sus notas sobre la operación quirúrgica que
Cristina tendrá hoy y notas relativas del traspaso al poder al vicepresidente
Amado Boudou, se aplicó la frase: “La nota fue cerrada a comentarios
debido a la sensibilidad del tema”.
La frase connota esa polarización, es decir se
cierran los comentarios a sabiendas que el tema de la presidente acarrearía
comentarios injuriosos y subidos de tono en momentos que se merece mayor
respeto. El diario Clarín, por dar otro ejemplo, seguía esta mañana abierto a
los comentarios de la gente y el resultado fue el mismo de siempre, polarización intensa y comentarios
irrespetuosos.
Podrá decirse que La Nación optó por censurar y no
confiar el proceso democrático del disenso aunque este a veces sea doloroso.
Fue, seguramente, un proceso y decisión editorial que dentro del diario también
habrá tenido adeptos y detractores, por lo que sería importante que el
periódico explique a sus lectores e internautas ese proceso y esa decisión.
La polarización también se hace evidente cuando no
se administra el riesgo. El gobierno poco hizo para ayudar en el proceso
judicial que se le siguió al vicepresidente, atornillándolo al poder cuando se
merecía obligarlo a dar un paso al costado para someterse a la justicia. Hoy,
por aquellas malas decisiones, Argentina está gobernada por un presidente
interino en funciones que obliga la Constitución, pero a quien Cristina no le
confía el poder, y con varios procesos judiciales que merman su capacidad
gubernativa y la confianza mínima del público que el puesto requiere.
Boudou está investigado y procesado en media docena
de casos, especialmente en lo concerniente a su patrimonio que no es compatible
con su salario como funcionario, al caso de la imprenta de papel moneda que
quedaría para sus colaboradores más cercanos y, entre otros, por la compra de
automóviles de lujo.
Es evidente que el período de Boudou, marcado por la
campaña electoral en víspera de los próximos sufragios legislativos, será de
polarización y desconfianza aún mayores.