viernes, 17 de junio de 2011

Costo hondureño

Se sabía que no sería fácil la transición, y que se irían sabiendo más detalles de las negociaciones a través de las cuales Honduras transitaría distintos caminos para insertarse de nuevo en la OEA. Lo que divulgó hoy El Nuevo Herald en Miami, sin embargo, arrancó sorpresas.http://www.elnuevoherald.com/2011/06/16/v-print/962726/lobo-pacto-con-chavez.html

Había claridad en que el camino sería difícil y que si Hugo Chávez aceptaba las condiciones de Honduras, habría impuesto otras muchas más elevadas que a la postre podrían retrotraer al país a épocas anteriores al golpe de Estado que terminó con la presidencia de Manuel Zelaya. Lo del diario miamense, que divulgó un supuesto pacto entre Lobo y Chávez para volver a fojas cero y a que se intente de nuevo una constituyente, no debería sorprender tanto. Es que – más allá de que la medida sea buena o mala – estando Chávez de por medio, todo es posible.

Y nadie podría ser tan ingenuo para pensar que la reinserción de Honduras en la comunidad internacional pudiera ser sin costo alguno, sin polarización y sin el ruido que Zelaya, con el manto de inmunidad que se le ha otorgado, está dispuesto a formar para ganar los terrenos perdidos.

Nada está resuelto. Y no parece que Honduras podrá unificarse, la injerencia de Chávez, que todo lo polariza, seguirá dividiendo al país, así como también seguirá dividiendo las aguas en el terreno internacional.

Lobo, por su mandato, es quien tiene la responsabilidad de maniobrar para que el país esté en calma. No el pacto en sí del que también participó el presidente colombiano Juan Manuel Santos, sino su forma y las concesiones ofrecidas por Lobo – de ser cierto lo revelado por El Nuevo Herald – no ayudan a la pacificación interna.  El costo puede ser muy alto.

jueves, 16 de junio de 2011

La potencia y liderazgo de Brasil


Brasil se afianzó como potencia económica y fuerza política mundial desde la apertura que propició el ex presidente Fernando Henrique Cardoso y el juicio político que destronó a su colega Fernando Collor de Melo, cuando se demostró que la democracia iba en serio.

Desde la anterior administración de Inacio Lula da Silva, sin embargo, la intención del país, como en el fútbol, es convertirse en un jugador de peso en el contexto internacional. De ahí que insista en ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, participar en todos los grupos de gobiernos desarrollados e influir en cada conflicto regional.

Por su bien manejada economía, traducida en una drástica caída de la pobreza y la extensión de la clase media, así como por su capacidad energética, Brasil es y será potencia económica. Pero esas fortalezas, ¿lo convierten en el país líder al que todos quisieran imitar?

La ecuación no es simple. El buen liderazgo trae consigo responsabilidades y Brasil todavía no termina de asumirlas. China vale como ejemplo. Acaba de desplazar a Japón como la segunda fuerza económica del planeta, pero por sus sistemáticas violaciones a los derechos humanos está muy lejos de ser el país ideal.

El desafío más acuciante para Brasil sigue siendo la corrupción, ubicado en el puesto 73 de 180 países del Índice de Percepción de la Corrupción según Transparencia Internacional. Un paso al frente fue la renuncia esta semana por enriquecimiento ilícito de Antonio Palocci, el ministro y hombre más fuerte del gobierno de Dilma Rousseff. Sus vicios no son nuevos, se remontan a la época en que debió dejar la cartera de Economía en la presidencia de Lula o luego como diputado federal, cuando su fortuna se multiplicó por 20.

Tampoco son únicos. El soborno, el tráfico de influencias y el enriquecimiento ilícito están institucionalizados. Lo demuestran los ejemplos de los ex presidentes Collor de Melo y José Sarney, de muchos diputados y senadores, a quienes no se exige declaración jurada de bienes y se les permite negocios paralelos, y de muchos gobernadores y alcaldes que regentean sus regiones como caudillos, manipulando a las policías y con la complacencia de una justicia poco independiente.

La corrupción engendra problemas sociales graves. Es responsable del trabajo esclavo en minas y en el campo, y de la deforestación del Amazonas para la agricultura ilegal y el contrabando de madera. La deforestación se multiplicó por seis desde el 2010 y en los últimos dos años, se talaron más de 6.500 kilómetros cuadrados de bosque. Las mafias que operan en las tierras acaban de asesinar a cuatro activistas que luchaban contra de la tala ilegal, de un total de 125 amenazados de muerte, según la Comisión Pastoral de la Tierra.

La violencia y las muertes extrajudiciales no se detienen y siguen en la impunidad. Escuadrones de la muerte en el estado de Sao Paulo cobraron 23 vidas y también en 2010, en Río de Janeiro, la policía fue responsable de la muerte de 505 personas. Mientras tanto, en el interior del país, siguen siendo comunes las violaciones a los derechos humanos, desde asesinatos contra periodistas hasta restricciones a la libertad de expresión.

Para liderar, más allá de ser potencia económica, la presidenta Rousseff necesitará combatir esos males con la misma determinación que ha enfocado su lucha contra la pobreza con “Brasil sin miseria”. Un programa que invertirá 12 mil millones de dólares, hasta el 2014, para derrotar la situación paupérrima de 16 millones de personas que sobreviven con menos de 43 dólares al mes, en un país donde un 1% de la población controla el 46% de las tierras cultivables.

Con ese programa, y la continuación de “Bolsa familia”, implantado por Lula, Brasil tendrá un gran impacto y mostrará su liderazgo, exportando ideas y conceptos a imitar para combatir la pobreza, el hambre y la miseria que afectan a gran parte de la población del planeta. Si a ello le suma remedios y acciones sobre cómo combatir la corrupción, respetar los derechos humanos y cuidar del Amazonas como una reserva de la humanidad, Brasil, recién ahí, podrá graduarse de líder mundial.

miércoles, 15 de junio de 2011

Inflación mentirosa en Argentina


Desde 2007 el gobierno argentino viene tergiversando y manipulando los datos de la inflación en el país a través del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censo), una situación que desencadenó en una serie de fuertes multas y censura de parte de la Secretaría de Comercio contra encuestadoras y compañías privadas e independientes que miden la inflación en el país.

El índice de inflación, según datos de esas compañías que ahora tienen prohibido hacer esas mediciones, alcanza entre el 25 y 30% en 2011, mientras que la cifra oficial no llega ni al 10%. Razón ésta, por la que los diputados nacionales de la oposición decidieron desde ayer hacerle frente al gobierno y al oficialismo divulgando un índice promedio del registrado por las empresas independientes.

No es la primera vez que el INDEC tergiversa índices, como lo ha hecho hasta ahora no sólo con la minimización de la inflación, sino también años anteriores cuando escondió los niveles reales de pobreza, lo que generó una gran confrontación entre el gobierno nacional y la Iglesia Católica.

Lo peor de toda esta manipulación es que el INDEC, un organismo que debería ser autónomo dentro del Estado, ya carece de todo signo de credibilidad, es utilizado como agente de propaganda del gobierno por arriba de su responsabilidad y que se han usurpado los principios más elementales de la libertad de expresión al habérseles prohibido a las compañías privadas e independientes buscar, investigar y difundir resultados de sus pesquisas.

Las consecuencias son graves para el país. La primera, es la falta de confianza que se genera en el público, especialmente porque no hace falta que ni el Congreso o las empresas encuestadoras divulguen datos sino sólo se necesita ir a los supermercados para comprobar que la inflación oficial está muy por debajo de lo que indican los precios de la canasta familiar. La segunda, es la desconfianza a nivel exterior, tanto para los organismos internacionales de crédito como para los inversores. La tercera, es que se establecen disparidades entre la realidad y los presupuestos que se quieran aprobar, así como lo que se establece en materia salarial y de jubilaciones. La cuarta, es la política de persecución de parte del gobierno de quienes solo tratan de recoger la información. Y la quinta – ojalá que no suceda – es que si el Estado permanece con esta política de mentiras y tergiversaciones sin que intervengan los jueces, se permitirá que la impunidad afecte la seguridad jurídica de la nación.

Por ahora, la buena señal es que algunos diputados de la oposición están empezando a poner en ridículo esta gran mentira del gobierno, y buscando formas para que se remedie la situación.

martes, 14 de junio de 2011

Indulto a Fujimori es injusto


Si Alan García o el próximo presidente peruano, Ollanta Humala, resolverían indultar al ex presidente Alberto Fujimori por cuestiones de salud (humanitarias, dirían) se cometería un grave perjuicio en contra de todas las víctimas por las que se le ha acusado y condenado por delitos de lesa humanidad.

Probablemente Fujimori, más que enfermo físico por un cáncer que no es terminal, está realmente enfermo de depresión. Pero ¿quién no tiene esa enfermedad mental sabiendo que todos los días de su vida tendrá que pasársela dentro de una cárcel?

Indultar a Fujimori es darle un privilegio que no tienen otros reos, por lo que la justicia que se ha conseguido hacer en otras épocas se convertirá en una injusticia. Quedará la sensación y los hechos, de que no todos los peruanos son iguales ante la ley. Indultarlo sería un grave error.

lunes, 13 de junio de 2011

TV Viva Nicaragua: No es más que corrupción



Este lunes comenzó a funcionar otro canal de televisión de la familia del presidente nicaragüense Daniel Ortega. El Canal 13 se convirtió en el tercer canal de televisión abierta de propiedad de la familia Ortega, anunciándose que en su trasmisión de señal abierta y por cable de 24 horas, estará regenteada por tres hijos del matrimonio Ortega y Rosario Murillo.

Más allá de cualquier disquisición intelectual que se pueda hacer sobre la función de la televisión pública, lo cierto es que en este caso una vez más se pueden observar juntos dos anti valores democráticos como el nepotismo y la corrupción. La familia Ortega no solamente está manipulando los fondos públicos para tener un nuevo canal de televisión lo que en cualquier país democrático despertaría al menos las sospechas de entes autárquicos como contralorías del Estado por lo que significa el robo de dinero para ponerlo a disposición de un interés personal o partidario, sino que además lo hace a solo cinco meses de las elecciones, lo que obviamente por los antecedentes de los canales 8 y 4, será utilizado también para hacer propaganda con fines políticos.

El Estado no puede ser juez y parte. Justamente debe velar, según lo establece la Constitución, para que los medios no estén en manos de monopolios. El problema es que la familia Ortega y el sandinismo, además de dominar estos canales y otros de cable, también tienen en propiedad a docenas de radioemisoras y hace poco quiso comprar la mayoría accionaria de El Nuevo Diario.

El gobierno nicaragüense, como ocurre en países como Argentina, Venezuela, Ecuador y Bolivia, no tiene frenos para comprar y dominar medios de comunicación, desvirtuando completamente la democracia. Debe intentarse, al menos intentarse, a través de los tribunales, de frenarse esta práctica corrupta con la que se engaña a todo el pueblo.

domingo, 12 de junio de 2011

Humala en Brasil: ¡Qué bueno por Perú!


La primera visita de Ollanta Humala como presidente electo de Perú fue a Brasil. Se trata de una buena señal que no haya ido a Venezuela como muchos temían y que sigue los pasos del presidente salvadoreño Mauricio Funes, quien también escogió a Lula en su momento como el modelo político – económico que propuso a El Salvador.

Hasta ahora las señales son buenas. Su primera reacción después de que se cayó la Bolsa fue nombrar a algunas personas de su futuro gabinete e incluir gente del equipo del ex presidente Alejandro Toledo. La Bolsa se recuperó de inmediato.

Hasta ahora, aunque es tempranísimo adivinar que sucederá en el futuro próximo, Humala cumplió sus promesas de no acercarse a las políticas de Hugo Chávez. Su movida es un voto de confianza para seguir atrayendo inversiones y con el ritmo de crecimiento que logró Alan García.

El viaje a Brasil sirvió a Humala para revisar cómo se redujo la pobreza y miseria que afectaba a más de 35 millones de personas a solo algo más de 16 millones y como varios millones de personas pasaron a engrosar la clase media. Justamente esa “inclusión productiva” es la que Humala ha prometido. Si lo logra y Perú mantiene el ritmo de crecimiento, pronto podrá compararse a otros países de la región como Chile. Ojalá sea así y Humala no se desvíe hacia su amor original: la izquierda.