La primera visita de Ollanta Humala como presidente electo de Perú fue a Brasil. Se trata de una buena señal que no haya ido a Venezuela como muchos temían y que sigue los pasos del presidente salvadoreño Mauricio Funes, quien también escogió a Lula en su momento como el modelo político – económico que propuso a El Salvador.
Hasta ahora las señales son buenas. Su primera reacción después de que se cayó la Bolsa fue nombrar a algunas personas de su futuro gabinete e incluir gente del equipo del ex presidente Alejandro Toledo. La Bolsa se recuperó de inmediato.
Hasta ahora, aunque es tempranísimo adivinar que sucederá en el futuro próximo, Humala cumplió sus promesas de no acercarse a las políticas de Hugo Chávez. Su movida es un voto de confianza para seguir atrayendo inversiones y con el ritmo de crecimiento que logró Alan García.
El viaje a Brasil sirvió a Humala para revisar cómo se redujo la pobreza y miseria que afectaba a más de 35 millones de personas a solo algo más de 16 millones y como varios millones de personas pasaron a engrosar la clase media. Justamente esa “inclusión productiva” es la que Humala ha prometido. Si lo logra y Perú mantiene el ritmo de crecimiento, pronto podrá compararse a otros países de la región como Chile. Ojalá sea así y Humala no se desvíe hacia su amor original: la izquierda.