sábado, 24 de marzo de 2018

El Facebook nuestro de cada día: Los usuarios también somos responsables


La confianza es la mayor víctima tras el robo de datos personales de 50 millones de cuentas en Facebook. Mark Zuckerberg y la ladrona Cambridge Analitycs deben admitir y pagar culpas. Pero los gobiernos, las consultoras y los usuarios también deberían asumir su cuota de responsabilidad.

Zuckerberg es el máximo responsable. Su falta de transparencia derivó en su condena. Salió tarde a dar explicaciones. Supo del robo hace dos años pero esperó a que lo convocaran los parlamentarios de Washington, Londres y Bruselas, siempre hambrientos por regular. Tampoco le ayuda no haber hecho mucho sobre los trolls rusos que bombardearon con noticias falsas a 126 millones de sus usuarios durante las elecciones pasadas.

Los rusos o Cambridge Analytics no son los únicos malos de la película. Todos los gobiernos y políticos durante procesos electorales se amañan con modernas consultoras que hacen gala de su eficiencia para manipular electores en las redes sociales. Muchos gobiernos tienen ejércitos de cibermilitantes que navegan las redes apagando fuegos, críticas y disensos. Las actuales campañas en México y Colombia, así como la anterior de Argentina, están regadas de los mismos pecados sufridos en EEUU, excepto que nadie los transparenta.

El caso Cambridge Analytics tiene gran impacto por la masiva fuerza movilizadora de Facebook, pero no implica que los 50 millones de usuarios de ahora y los 126 millones de antes, a los que se bombardeó con noticias falsas y propaganda encubierta, se hayan tragado el sapo de que el papa Francisco apoyaba a Donald Trump o que Hillary Clinton hizo un pacto con el diablo y los terroristas musulmanes. Facebook tampoco es la única empresa que ha sido afectada por robo de datos. Yahoo, MySpace, eBay, Sony, American Express y muchas otras empresas en el mundo, privadas y públicas, sufrieron robos con efectos aún más perniciosos para los usuarios.

Está claro que la mala praxis de Facebook debe ser reparada de inmediato. Pero no hay que confiar en aquellas personas o movimientos que piden a los usuarios boicotear o eliminar sus cuentas de la red social. Es una petición contra natura que afecta libertad de expresión, tanto como aquellos llamados de Trump a que el público no lea el New York Times, el de Cristina Kirchner contra Clarín o los de Hugo Chávez a apagar Radio Caracas Televisión y CNN en Español. Más que plegarse a esas demandas, habría que investigar quienes están detrás de ellas, ya que gobiernos como los de la inexistente Primavera Árabe, de Rusia, China, Cuba, Venezuela y Nicaragua, por citar algunos, le tienen pavor al empoderamiento de las masas en las nuevas plazas públicas, esas que ahora les resulta difícil controlar.

Los usuarios también tenemos una alta cuota de responsabilidad individual. Es cierto que las redes sociales pueden ser dañinas y crear adicción, razón por la que Tim Cook de Apple se las ha prohibido a su sobrinito y casi toda universidad de prestigio tiene enjundiosos estudios sobre ellas, así como antes sobre la adicción insana a la televisión y los videojuegos.

Ciertamente que en las redes vivimos sometidos a presiones sociales, somos adictos a los likes y a empatizar con aquellos que piensan como nosotros. Pero no podemos culpar a los demás de todos los males a los que estamos expuestos, así sea a Johnny Walker por nuestro alcoholismo, a Marlboro por nuestro tabaquismo o a McDonald’s por nuestra predilección por la comida chatarra. Toda adicción depende de una elección personal.

Facebook ya no es la plácida carretera de campo donde pasar lindas horas. Ahora es una autopista embotellada en la que se debe circular con mucha precaución para evitar accidentes. Si bien en este caso solo 270 mil usuarios de 50 millones habían autorizado el acceso a sus datos para un test psicosomático, Facebook es explícito a lo que nos exponemos cuando navegamos en su red, aunque lamentablemente deja muchas cosas en letra chica.

Más transparencia de Facebook, con más y mejores advertencias, nos ayudaría a los usuarios a tomar mejores decisiones. Sería contraproducente que por esta crisis de confianza perdamos de vista que esta y otras redes sociales empoderan una comunicación más abierta y democrática, o que terminemos por enlodar el clima de libertad de expresión que tanto cuesta conseguir y mantener. trottiart@gmail.com