viernes, 20 de diciembre de 2013

De Francisco a Pepe: El rescate de la austeridad

Primero fue la revista Time que escogió al papa Francisco por sobre Edward Snowden como la Persona del Año. En un largo y claro reportaje, los editores de Time dijeron que la austeridad, el don de conectarse con la gente y las profundas reformas en el Vaticano en tan corto tiempo, y que empezaron con muestras de frugalidad personal, hicieron del Pontífice el único líder del mundo que se diferenció del resto.

Quedaron en el camino de esa elección otras personas que también influenciaron el mundo y la forma de percibirlo y apreciarlo. El segundo lugar le perteneció a Snowden, por lo que demostraron sus denuncias sobre el masivo y escandaloso programa de espionaje del gobierno de EE.UU. que en aras de la seguridad nacional invadió la privacidad de ciudadanos y vigiló a líderes amigos y enemigos por igual.

Y ahora apareció la prestigiosa revista The Economist que eligió como el personaje del año, no a una persona o un hecho como habitualmente lo hace, sino a un país. El agraciado fue el más chico de Suramérica, Uruguay, que con 3.3 millones de habitantes se proyectó mundialmente sobre la base de la flamante ley que legaliza el consumo y estatiza la producción y distribución de la marihuana, legalizó los matrimonios gay como ya se había hecho en Argentina, y tiene un presidente, José “Pepe” Mujica, cuya filosofía austeramente campesina, muestra que también se puede ser Presidente sin tanta pompa, lujos y poder.

A diferencia de otros, Mujica, como militante de izquierda y que de joven fue Tupamaro junto a su esposa, jamás abandonó sus ideales y forma socialista y frugal de vivir, aquellos que otros comunistas la dictan a los demás, pero desde sus Mercedes y privilegios en el poder. Mujica todavía hoy, en un mundo que pide a gritos ejemplos, dona el 90% de su salario, vive en su chacra de pocas hectáreas, cultiva la tierra y recoge hortalizas desde su tractor y, mejor aún,  enseña a niños y jóvenes pobres cómo ganarse la vida en el campo.


En un mundo en el que el consumo distorsiona los valores y la trivialidad propone tentaciones, la elección del Papa argentino y del Presidente uruguayo se hace la más apropiada. La vida de estos dos líderes - marcadas por la humildad, el desprendimiento y el servicio, y por el coraje para cambiar las cosas después de los 70 años - invita a la reflexión, justo a tiempo para esta época navideña.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Miami, David Beckham y regalo de Navidad

Miami tiene todo, bueno, casi todo lo que tienen las ciudades importantes. Si algo le faltaba es el fútbol y eso parece que vino ayer en paquetito y con moñito de regalo de Navidad. La noticia más optimista del año para la expansión de la ciudad a otro nivel, la dio el Concejo de Miami-Dade al votar a favor de iniciar las negociaciones con el famoso y carismático inglés, David Beckham, para aceptar su propuesta de atraer un equipo profesional de fútbol de la MLS.
A Miami, con las franquicias de los deportes profesionales más importantes, entre ellos el Heat, los Marlins y los Dolphins, y a pocos kilómetros los Panthers en Fort Lauderdale, solo le faltaba atraer el fútbol de la MLS después de que años atrás los Strikers abandonaran la zona sin el acompañamiento de una población latina que miraba de reojo.
Hoy la visión es distinta. La población de Miami es más hispana y heterogénea y los residentes de siempre, americanos y latinos por igual, aprendieron a ver el soccer con más cercanía, después de que la MLS y la FIFA vienen machacando con la fiebre del mundo a fuerza de buen juego y mercadotecnia. Y a esto hay que sumarle la visión de Beckman de hablar de fútbol cuando el Mundial de Brasil está en boca de todos y ya se palpita.
Beckham tiene mucho que ver con esa nueva visión del fútbol, y trajo lo que otras luminarias y grandes futbolistas como Pelé, Beckenbauer, y muchos otros no pudieron. Esa mezcla de buen fútbol, pelotas curvas, golazos y pases milimétricos, combinados con una gran dosis de celebridad y entretenimiento que descargó desde Los Angeles o Hollywood para todo el país. Y esa mezcla explosiva no hubiera podido tener mejor destino que Miami, ciudad que siempre fue buena en todos los deportes, pero que tiene un valor agregado para el mundo después de que hace tres años aterrizara uno de los mejores embajadores del deporte: Lebron James, el Rey.
Beckham tiene todos los condimentos. Fama, visión e integridad para los negocios, y una figura imantada para las multitudes. Miami, Fútbol y Beckham son una excelente combinación, una propuesta que supera a otras que en el pasado de la ciudad se intentaron sin éxito.
Todavía falta tiempo para que la propuesta cuaje y tal vez el mayor escollo será la intención de la firma Beckham Brand Limited de querer construir el estadio - con fondos privados y pagando el alquiler del espacio si es público – en el Puerto de Miami. Es verdad que ese lugar tiene un atractivo importante, por cuanto está a pocas cuadras del downtown de Miami, con una vista espectacular de la ciudad, un espacio donde converge el transporte público, evasivo en otras áreas de Miami. Pero también es cierto que le sumará una carga demasiado pesada para el centro, donde el tráfico es descomunal, y para el puerto, uno de los más activos del mundo en cuanto a pasajeros de cruceros y cargas que llegarán en barcos de gran calado cuando pronto quede terminada la expansión del Canal de Panamá.

Para nuestro bien como amantes del fútbol y para Miami para fortalecer su imagen como gran imán turístico del mundo, ojalá que las pretensiones de construir un estadio en un lugar no tan factible, no descarrilen ni la propuesta ni la inversión económica y humana a futuro. Ojalá que Miami se dé el gusto de aceptar este regalo de Navidad.      

lunes, 16 de diciembre de 2013

El apretón de manos no tan significativo

Mientras Barack Obama y Raúl Castro se saludaban sonrientes y mirándose a los ojos con un apretón de manos en el funeral de Nelson Mandela en Soweto, todo el mundo maquinaba diferentes escenarios según sus convicciones o deseos.

Muchos se creyeron testigos de un hito histórico. Interpretaron con optimismo que estos dos países enemigos desde que la revolución bajó de la Sierra Maestra, pudieran tejer una nueva relación que termine por derribar el embargo de EE.UU. sobre Cuba. Son los que auguraban mayor acercamiento entre ambos países, desde que Obama flexibilizó los viajes hacia la isla y Raúl iniciara reformas económicas, inimaginables en la era de su hermano Fidel.

Muchos otros se indignaron con Obama. Le estrechó la mano a un dictador hipócrita, que habiendo ido a celebrar la vida de Mandela en contra del apartheid, mantiene intacta la discriminación política y social en su país, privilegiando solo a aquellos que comulgan con el partido comunista o el gobierno. Son los que detectaron que en el preciso momento que Raúl se golpeaba el pecho alabando a Mandela por su liderazgo consagrado a la “libertad y la justicia”, en Cuba la Seguridad del Estado apaleaba y detenía a 150 disidentes por conmemorar el Día Internacional de los Derechos Humanos.

El apretón que para Raúl fue un gesto de dos personas civilizadas, no fue para Obama más que un saludo cordial, como aquel del 2000 entre Bill Clinton y Fidel Castro en Naciones Unidas. Aunque los ingenuos creyeron ver el verdadero final de la Guerra Fría, nada cambió desde entonces. Cuba sigue siendo un país donde los que piensan distinto terminan en la cárcel, como Mandela; sufren restricciones o, visa de salida o barca precaria de por medio, ven que sus sueños solo se cumplirán en el exterior, como anhelan los 44 mil cubanos que este 2013 abandonaron su isla para siempre.

Lejos de los optimistas, indignados e ingenuos, otro grupo, más realista, observó que Obama puso las cosas en su lugar. Directo y lapidario, no dejó dudas sobre la filosofía estadounidense en torno a la democracia y la libertad, aun cuando muchos lobos disfrazados de oveja también subían al podio del estadio a rendir honores a Mandela: “Hay muchos que expresan solidaridad con la lucha de Mandiba por la libertad, pero no toleran el disenso de su propio pueblo”.

Aunque muchos desearían que el apretón de manos sea el preludio a relaciones más armoniosas, no consideran que EE.UU., cuando se trata de democracia, nunca podrá relegar su filosofía, porque de lo contrario estaría borrando con el codo un siglo entero de diplomacia, invasiones, guerras, golpes, bloqueos, embargos y sanciones económicas que ha hecho en nombre de ella. Así que por más que Obama haya decidido flexibilizar algunas restricciones, debido a una mayor apertura económica en Cuba, jamás podría restablecer relaciones diplomáticas si el gobierno castrista no emprende reformas políticas a profundidad.

Estas reformas no parece que ocurrirán pronto, mientras los Castro sigan atornillados al poder. Sería rarísimo que se reforme la Constitución para que el Partido Comunista deje el monopolio de la política, para que de las elecciones participen los que opinan diferente al gobierno, que se libere a los presos de conciencia, que se permita a los medios ser libres e independientes, que nadie sufra represalias por disentir, que todos tengan el derecho a entrar y salir del país, que la empresa privada comparta la economía, que haya sindicatos, que la educación no sea adoctrinamiento y que, en definitiva, cada quien tenga derecho al libre albedrío.

Se podrá disentir y discutir sobre si el embargo y la ayuda a los disidentes, a través de programas del Departamento de Estado para promover la democracia, cumplen todavía hoy su propósito o son eficientes. Pero lo indiscutible, es que Cuba siegue siendo el mayor receptor de fondos del gobierno estadounidense, muestra inequívoca de que EE.UU. mantiene y seguirá ejerciendo presión sobre los Castro.

Si Cuba no hace reformas políticas que puedan convencer no solo a Obama sino al Congreso estadounidense, el único que puede tomar la decisión de levantar el embargo, este apretón de manos, como el anterior de Clinton y Fidel, quedará solo como una insignificante referencia anecdótica.