Mostrando entradas con la etiqueta fútbol. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta fútbol. Mostrar todas las entradas

julio 06, 2018

El fútbol: ¿cambios o evolución?


El fútbol cambia en forma pendular y cíclica como la política. En este Mundial de Rusia se reinventaron estrategias y prácticas de juego descartándose modelos agotados. Todavía no se puede hablar de evolución.

La diferencia entre cambios y evolución es más claro en la política. Argentina, Ecuador y México mutaron de ideología de un pestañazo, de izquierda a derecha y viceversa, aunque son cambios cosméticos y temporales. Un proceso evolutivo implica mayor profundidad en el tiempo y una mejora cultural. La democracia evolucionó con el “nunca más” a las dictaduras militares, el voto universal y, mucho antes, con la disolución de las monarquías.

En el fútbol pasa algo similar. Este Mundial pareciera suscribir el acta de defunción para el toque y posesión de pelota que encarnó Pep Guardiola y antes el jogo bonito brasilero. Los equipos ahora son más verticales y defensivos, equilibrados; con cambios de ritmo vertiginosos y jugadores más versátiles en todo el campo. Francia, Croacia, Bélgica – también Brasil pese a quedar fuera - encarnan esa especie de “fútbol total” que tampoco es nuevo ni revolucionario. Fue la marca registrada de Rimus Michel en su naranja mecánica liderada por Johan Cruiff y que mucho antes adelantó Alfredo Di Stéfano.

¿Se reinaugura así una época de fútbol más agresivo y eficiente al estilo madridista que opacará al paciente y vistoso estilo del Barza? ¡Habrá que esperar! Un Mundial es escueto, no todos los estilos se miden entre sí y la lotería de los penales sepulta o encumbra equipos que en campeonatos de largo aliento no tendrían chance. Rusia ejemplifica el escenario. Y si la “furia roja” hubiera acertado un gol más, no se hablaría hoy del agotamiento del toque inteligente de pelota.

A diferencia de las mutaciones temporales, la evolución proviene de cambios  estructurales. El fútbol progresó cuando se permitió a los arqueros usar las manos, se agregaron los mediocampistas para equilibrar el juego y se asentó a principios del siglo pasado la ley del offside todavía vigente. Muchas décadas después se perfilaron los esquemas actuales de juego, como el 4-2-4 y el 4-3-3, y en Rusia se descartó la defensa de solo 3 que probó Sampaoli con malísimos resultados.

En el fútbol el equilibrio terminó siendo esencial, como lo afirma Tite y antes Carlos Bianchi. Se robó el mantra de la NBA que acuñó Pat Riley y elevó Lebron James a la máxima expresión: un buen ataque empieza con una excelente defensa.

La asistencia en video del referí, el VAR, inaugurada en Rusia está encaminada a generar un cambio profundo en el fútbol. Más allá de que es perfectible y que es impráctica para todos porque crea una brecha entre ligas profesionales y amateur y entre países pudientes con los de menores recursos, el VAR atrae una expectativa de mayor equidad e imparcialidad. Se trata de un progreso tan significativo como cuando en 1995 la FIFA obligó a desterrar la especulación del empate y dinamizar el juego. 
Entonces, como ya se practicaba en Inglaterra e Italia, la FIFA pidió a las ligas de todo el mundo que se otorguen tres puntos al ganador, dejando en el limbo a los usureros del empate.

Una mutación menos disruptiva, pero transversal a todos los cambios, es la nueva anatomía de los deportistas, ayudados por una mejor alimentación y preparación, así como por las estadísticas de rendimiento que elevan los estándares de la performance. La ciencia y la tecnología deportiva están transformando la fisonomía de todos los deportes. Hoy es usual ver tenistas de dos metros de altura, basquetbolistas que parecen fisicoculturistas y futbolistas que pueden competir en carreras de 100 metros llanos. Y todos, jubilándose a mayor edad que sus colegas en décadas pasadas.

Habrá que esperar un tiempo para saber si el fútbol está evolucionando o simplemente cambiando. Por ahora el Mundial divierte y advierte que hay lugar para los creativos, pero no para los improvisados y los que tienen ideas preconcebidas. En el primer caso, Sampaoli, no sobrevivió con la cualidad de la improvisación que resaltó en su libro pre mundialista, mientras que Gary Lineker, ante la paridad deportiva, se tuvo que tragar su famosa frase: “el fútbol es un juego simple; veintidós hombres van detrás de un balón por 90 minutos y al final los alemanes siempre ganan”. trottiart@gmail.com

enero 04, 2016

FIFA, justicia y moral

La fiscal general estadounidense Loretta Lynch cumplió su palabra. Tras anunciar en junio que "iremos por más" después de culminar la primera etapa de investigación sobre corrupción en la FIFA, este diciembre encauso a otros 30 malandras de alto vuelo que usaban a la máxima institución del fútbol para sus chanchullos.

El mensaje de Lynch fue contundente camino al 2016. Dijo que la espiral de corrupción que  se viene fraguando desde hace 25 años desde la FIFA, por un total de 200 millones de dólares, es repugnante, inadmisible e intolerante y que perseguirá a cualquier culpable que permanezca en la sombra: "Nadie escapara de nuestro foco".

Sin dudas fue una de las mejores noticias del 2015. Una forma de terminar el 2015 con la esperanza de que se puede combatir la corrupción y que la justicia, tarde o temprano, cuando existen recursos, rigurosidad profesional  e independencia, puede corregir errores y crear disuasivos para que otros corruptos desistan de sus fines.

Que haya corrupción entre gobiernos y la empresa privada especialmente en su relación con el Estado es lamentablemente normal. Lo que aquí  sorprende es la avaricia de dirigentes de todos los colores y nacionalidades, como el ex presidente de Honduras Rafael Callejas o un juez constitucional de Guatemala, que se mantuvieron unidos por 25 años dentro de una rosca sin fin.

Lo importante es que la FIFA, que se manejaba como un Estado con sus propias reglas y sanciones y castigaba los "delitos" como si fueran fallas éticas, se ha quedado sin la inmunidad de sus propios privilegios. Todo esto, porque los corruptos usaron entidades crediticias de EEUU para sus transferencias y conspiraron para lavar dinero.

Lo que se vio este diciembre y se verá en 2016 ya no es tanto la rigurosidad Investigativa de la ministra de Justicia de EEUU, sino la acción de soplones y arrepentidos que, a cambio de reducción de penas y multas, "traicionarán" a sus antiguos colegas con tal de salvar en algo su pellejo. Si el grupo de corruptos no ha tenido moral para traicionar a todo el mundo del fútbol, menos lo tendrá para delatar a sus propios compañeros de faena.

El último peso pesado acaba de caer esta semana, el resistido secretario general Sepp Blatter, que aunque pende sobre el una investigación de las justicias suiza y estadounidense, término acusado por falta de moral. El tribunal de ética de la FIFA decidió que el y su pupilo, el célebre Michel Platini, no podrán participar de ninguna actividad en el fútbol por ocho años por un desfalco de unos dos millones de dólares.

La única diferencia que hay entre este diciembre y junio, es que la opinión pública y los medios ya no le dieron tanta atención a los hechos. No es porque los delitos sean menos graves - fraude, asociación ilícita y conspiración para el lavado de dinero entre dirigentes de la FIFA y ejecutivos de empresas de mercadeo deportivo -  sino porque las denuncias ya no son novedad y la corrupción, lamentablemente, está institucionaliza y aceptada.

Seguramente las acciones de la fiscal general estadounidense darán sus frutos para el 26 de febrero cuando la FIFA tenga que elegir a sus nuevas autoridades. Pero más allá de las elecciones, lo importante será que la institución, por respeto al mundo del fútbol, cree una estructura de controles éticos internos, con compliance officers y Ombudsmen, para que ayuden disparar las alarmas anti corrupción y disuadan a otros dirigentes que puedan seguir viendo a la FIFA como su botín como ha ocurrido por más de dos décadas impunes.  

junio 15, 2015

Fútbol, revancha, consuelo y distracciones

Es verdad que el fútbol da revancha. Ese es el sentimiento de varias selecciones latinoamericanas que participan en la Copa América de Chile después de fracasar en el último Mundial de Brasil. Para las favoritas, sin embargo, levantar el trofeo será premio consuelo.

Argentina quiere olvidar que dejó escapar su tercera estrella mundial en el Maracaná; Brasil necesita despejar los fantasmas del 7 a 1 en el Mineirao; Colombia pretende demostrar que su fútbol no es casualidad y Chile codicia, ahora o nunca, su primera Copa relevante sacando pecho de local.

A diferencia de los Mundiales, esos agujeros negros que consumen y paralizan toda la realidad del globo y que hacen que “la mano de Dios”, el cabezazo de Zidane o el mordisco de Suárez sean más trascendentes que un tsunami o un terremoto, la Copa América no tiene ese poder para distraer y tapar la corrupción que envuelve al fútbol y a los países que se dan cita.

Este torneo no tiene la fuerza para que el escándalo FIFA pase desapercibido, menos con asociaciones nacionales tan comprometidas con la corrupción como las de Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela, países que puntean en la lista de  dirigentes y empresarios detenidos por soborno, extorsión y lavado de dinero.

Tampoco esta Copa es tan potente para que las poblaciones se distraigan de sus pesares. El anfitrión Chile, hasta hace poco considerado el país menos corrupto de América Latina, todavía no puede salir de una espiral de podredumbre y beneficios que involucraron al hijo de la Presidenta, a todos los partidos políticos y que obligó a Michel Bachelet a cambiar todo su gabinete.

Dilma Rousseff viene haciendo malabares y lamentando que algunos de sus ministros terminen en la cárcel por desfalco de las arcas públicas. Cristina Kirchner sigue  escapando de acusaciones por malversación, distrayendo con visitas al papa Francisco y dando índices de pobreza menores a los de Alemania y Dinamarca. Y el régimen de Nicolás Maduro sigue consolidándose con autoritarismo, escasez e inflación, además de seguir con su perorata de acusar al imperio por inventar que su presidente del Congreso, Diosdado Cabello, es el jefe narco del Cartel de los Soles.

A la FIFA y a varios gobiernos le fascinaría que este torneo aporte el pan y circo acostumbrado. Pero esta vez no funcionará. Es que la corrupción es epidemia en América Latina y el escándalo FIFA es muy reciente, grande e inolvidable. Además, la institución tiene más flancos débiles. Ahora se le sumaron las críticas por discriminación contra las mujeres, después de que exigió pruebas de género para los países que participan del Mundial Femenino que se juega actualmente en Toronto, como si se tratara de simples controles antidoping. Las mujeres tampoco le perdonan que las discriminen sobre el juego de hombres, haciéndolas jugar sobre césped sintético como aprendices de balón.

La FIFA también tendrá que cambiar sus políticas sobre derechos televisivos del fútbol femenino, ya que la escasa divulgación no está incentivando esta disciplina en todo el mundo, como es potencia en EEUU, Alemania y Noruega. El tema es relevante en un contexto más amplio. En EEUU, un estudio de la Universidad del Sur de California demostró que el deporte femenino solo tuvo un 3.2% de exposición televisiva, porcentaje incluso inferior al 5% registrado en 1989.

Pese a los problemas, esta Copa América tiene varios retos, entre ellos, el de ratificar que los mejores futbolistas están de este lado del mundo y que Chile, Ecuador y Venezuela deben comenzar ya su carrera por los títulos detrás de los 15 y 14 que Uruguay y Argentina obtuvieron de los 43 disputados desde 1917. Sin embargo, el desafío mayor tiene que ver con la globalización y las expectativas. Es que la gente se acostumbró a la calidad del fútbol de equipos, como los del Barcelona, Real Madrid, Manchester City, PSG o el Borussia Dortmund, y espera que el juego de seleccionados esté a la altura.

Si los equipos y las individualidades no dan la talla, si el Messi argentino no juega como el Messi catalán, si Neymar y Alexis no hacen piruetas y golazos, si Falcao y James no la embocan desde fuera del área y si Vidal y Alves no quedan entre los mejores del torneo, la Copa será para olvidar o solo servirá como puesta a punto para las eliminatorias de Rusia 2018. 

abril 12, 2014

Beckham, Miami, f'útbol y cambio climático

A tiempo con la fiebre por el Mundial de Brasil, el icónico emprendedor David Beckham trazó una irresistible propuesta para Miami: Dotar a la “ciudad del sol” con un club de fútbol profesional.

El sur de la Florida no tuvo buenas experiencias con la “pasión de multitudes”, que siempre prefirió al béisbol sobre el fútbol. Pero la más reciente ola migratoria suramericana, europea y global, definida por los 107 idiomas que se hablan en las escuelas públicas de Miami, es suelo propicio para el proyecto del ex capitán del Manchester United.

Además, Beckham y Miami están hechos uno para el otro. Tienen buena imagen y fama mundial. Es verdad que aparentan superficialidad, él casado con una ex “spice Girl” y vendiendo Gillete; y Miami por sus playas y gente tirada al sol todo el tiempo, con tatuajes, implantes y mucho botox. Sin embargo, ambos tienen más profundidad. La destreza para el marketing lleva a Beckham a buscar un lugar junto a los cruceros del puerto de Miami para su estadio y un centro comercial revolucionario, para que el fútbol sea inversión, negocio y espectáculo.

Miami, por su lado, en los últimos 20 años se consolidó como centro de atracción e inversión internacional, referencia para el arte, la moda, la música, la tecnología, los negocios inmobiliarios, las grandes convenciones como el Art Basel y los Mega conciertos, como el festival de música Ultra, que en su última versión esta semana atrajo a 160 mil jóvenes de todo el mundo.

Miami es imán y termómetro. Atrae lo que otras sociedades rechazan o expulsan. Los inmigrantes cubanos son la muestra perfecta, aunque últimamente debido a las crisis suramericanas, políticas y económicas, la ciudad dio refugio a argentinos, brasileños, colombianos y venezolanos, que llegaron con sus miedos pero también con inversiones millonarias. Sumados a rusos, canadienses y asiáticos, todos con efectivo en la mano, demandaron mayor construcción de apartamentos que se agotan antes de inaugurarse. Es también una burbuja, pero real, muy distinta a la del 2008, cuando la construcción se disparó por los créditos hipotecarios que los bancos no pudieron cobrar, despertándose una crisis financiera de proporción mundial.

Obviamente en toda esa maroma de crecimiento - a la que también contribuyen los viejos que vienen a pasar sus últimos inviernos - aparecen los corruptos. Miami es la capital del fraude del servicio federal de salud para ancianos y también del hipotecario. A ello se le suma la corrupción de una clase política que dilapida recursos o soborna, aunque a diferencia de otros lares, son delitos que se pagan caros. Solo en los últimos meses fueron encarcelados cinco alcaldes de municipios de la zona metropolitana.

Como en cualquier ciudad en constante y rápido cambio, Miami también muestra signos de desigualdad. Solo basta recorrer barrios, desde el pobrísimo Pequeño Haití, hasta el opulento Key Biscayne u observar pordioseros esquivando Ferraris y Maserattis. Y tiene desafíos. Es que la construcción de grandes edificios en el downtown, centros comerciales y estadios como el que propone Beckham, seguirán siendo dolor de cabeza para los urbanistas y para quienes todavía no adivinan proyectos de transporte público y cómo alivianar el infernal tráfico.

Pero los políticos locales serían muy inconscientes si sólo se quedan en cuestiones de corto plazo, en administrar la riqueza, regocijarse por los 14 mil empleos que creó la industria del turismo en estos primeros meses o en el debate sobre si le darán a Beckham fondos públicos y un lugar en el puerto para su proyecto, lo que es ahora factor de fuerte disputa.

Los mayores desafíos para Miami y el sur de la Florida están en su futuro y no tiene que ver ni con su crecimiento ni con el fútbol, sino con su mayor cualidad y privilegio: La geografía. Se trata del cambio climático, con su amenazante aumento del nivel del mar y el calentamiento de las aguas que provocarán más cantidad de huracanes con mayor fuerza destructiva; y seguros elevadísimos.

Más allá de su imagen como la “capital del sol”, de sus íconos y propuestas deportivas, el después de Miami está ahora atado a los proyectos que puedan idear sus dirigentes para minimizar el impacto económico y social del calentamiento global.

diciembre 18, 2013

Miami, David Beckham y regalo de Navidad

Miami tiene todo, bueno, casi todo lo que tienen las ciudades importantes. Si algo le faltaba es el fútbol y eso parece que vino ayer en paquetito y con moñito de regalo de Navidad. La noticia más optimista del año para la expansión de la ciudad a otro nivel, la dio el Concejo de Miami-Dade al votar a favor de iniciar las negociaciones con el famoso y carismático inglés, David Beckham, para aceptar su propuesta de atraer un equipo profesional de fútbol de la MLS.
A Miami, con las franquicias de los deportes profesionales más importantes, entre ellos el Heat, los Marlins y los Dolphins, y a pocos kilómetros los Panthers en Fort Lauderdale, solo le faltaba atraer el fútbol de la MLS después de que años atrás los Strikers abandonaran la zona sin el acompañamiento de una población latina que miraba de reojo.
Hoy la visión es distinta. La población de Miami es más hispana y heterogénea y los residentes de siempre, americanos y latinos por igual, aprendieron a ver el soccer con más cercanía, después de que la MLS y la FIFA vienen machacando con la fiebre del mundo a fuerza de buen juego y mercadotecnia. Y a esto hay que sumarle la visión de Beckman de hablar de fútbol cuando el Mundial de Brasil está en boca de todos y ya se palpita.
Beckham tiene mucho que ver con esa nueva visión del fútbol, y trajo lo que otras luminarias y grandes futbolistas como Pelé, Beckenbauer, y muchos otros no pudieron. Esa mezcla de buen fútbol, pelotas curvas, golazos y pases milimétricos, combinados con una gran dosis de celebridad y entretenimiento que descargó desde Los Angeles o Hollywood para todo el país. Y esa mezcla explosiva no hubiera podido tener mejor destino que Miami, ciudad que siempre fue buena en todos los deportes, pero que tiene un valor agregado para el mundo después de que hace tres años aterrizara uno de los mejores embajadores del deporte: Lebron James, el Rey.
Beckham tiene todos los condimentos. Fama, visión e integridad para los negocios, y una figura imantada para las multitudes. Miami, Fútbol y Beckham son una excelente combinación, una propuesta que supera a otras que en el pasado de la ciudad se intentaron sin éxito.
Todavía falta tiempo para que la propuesta cuaje y tal vez el mayor escollo será la intención de la firma Beckham Brand Limited de querer construir el estadio - con fondos privados y pagando el alquiler del espacio si es público – en el Puerto de Miami. Es verdad que ese lugar tiene un atractivo importante, por cuanto está a pocas cuadras del downtown de Miami, con una vista espectacular de la ciudad, un espacio donde converge el transporte público, evasivo en otras áreas de Miami. Pero también es cierto que le sumará una carga demasiado pesada para el centro, donde el tráfico es descomunal, y para el puerto, uno de los más activos del mundo en cuanto a pasajeros de cruceros y cargas que llegarán en barcos de gran calado cuando pronto quede terminada la expansión del Canal de Panamá.

Para nuestro bien como amantes del fútbol y para Miami para fortalecer su imagen como gran imán turístico del mundo, ojalá que las pretensiones de construir un estadio en un lugar no tan factible, no descarrilen ni la propuesta ni la inversión económica y humana a futuro. Ojalá que Miami se dé el gusto de aceptar este regalo de Navidad.      

noviembre 11, 2011

Fútbol: Tragos y prostitutas


Últimamente el fútbol de seleccionados nacionales nos viene dando varias sorpresas. Si el de México hace poquito nos sorprendió cuando ocho jugadores antes de la Copa América invitaron prostitutas a sus cuartos de hotel en Quito, tras un partido de preparación contra Ecuador; esta semana Claudio Borghi, el director técnico de Chile, nos deslumbró cuando echó de la concentración a cinco jugadores por llegar borrachos, antes del partido de hoy contra Uruguay.

No es para menos. Al argentino Borghi, que es más permisivo que su antecesor el “Loco” Bielsa, le debe haber dolido en el alma tener que expulsar a Jorge Valdivia (Palmeiras), a Arturo Vidal (Juventus), a Jean Beausejour (Birmingham), Carlos Carmona (Atalanta) y Gonzalo Jara (Brighton Hove Alvion), sabiendo además que no podrá contar con ellos en toda la eliminatoria rumbo al Mundial 2014, ya que las multas serán altas y las sanciones podrán alcanzar hasta los 50 partidos de suspensión.

Anoche escuchando en la radio al famoso comentarista y relator Andrés Cantor, decía que Borghi hubiera tenido que disciplinar a los jugadores, pero no hacer público el por qué. Haciendo una analogía, dijo que si él hubiera llegado pasado de copas al estudio de radio, su jefe lo hubiera apartado del micrófono, disciplinado quizás, pero no hubiera dicho nada en público.

Creo que Cantor se equivoca. Borghi hizo lo correcto. Aquí no se trata de hacer escarmiento público, pero sí de disciplinar a quienes tienen la representación de la camiseta de un país o, incluso, de una hinchada. Valga para eso lo que sucedió en el caso de México con los ocho jugadores suspendidos por seis meses por el tema de las prostitutas y por el escándalo anterior mexicano durante la Copa Oro en el que cinco jugadores dieron positivo por dopaje, aunque culparon al consumo de carne vacuna por la irregularidad. En ambos casos las autoridades dudaron en hacer pública las maniobras de los jugadores, y el escándalo creció en forma desproporcional.

Como cualquier entrenador, Borghi tiene la responsabilidad no solo de que su equipo se clasifique, de que juegue bien, sino de de decir la verdad, mantener la disciplina y la concentración para que el equipo alcance sus objetivos. Su conducta pueda ser que le ocasione tropiezos a corto plazo, pero a mediano y largo plazo, el fútbol chileno sale ganando.

Era de esperar que los jugadores chilenos le echen la culpa a los medios y a los periodistas por inflar el escándalo, sin advertir que fue la conducta de ellos – y de más nadie – la que perjudicó al equipo y a Chile. Y por ello deben sentirse responsables y ser castigados de acuerdo a los parámetros de la asociación futbolística de su país. La medida de disciplina no es solo contra ellos, sino a favor del futuro del fútbol chileno.

A Borghi no le cabía otra cosa, y si no disciplinaba, él debería ser el responsable número uno. Así quedó demostrado esta semana en el fútbol americano estadounidense, donde el coach más ganador de la historia, Joe Paterno, fue expulsado de las filas de la Universidad de Pensilvania, porque no hizo lo suficiente por tomar medidas contra un asistente de quien se había denunciado  que había abusado sexualmente de menores, hasta en los vestuarios del equipo.

julio 17, 2010

Fútbol y tecnología

Nunca antes la tecnología influenció una Copa del Mundo como la que feneció el pasado domingo en Sudáfrica; desde la captura de masivas audiencias, por primera vez por internet y televisión high definition, o en 3D, con iPad o YouTube, hasta la manipulación digital del zumbido de las vuvuzelas para que no afectaran la trasmisión. Todo el Mundial tuvo una proyección digital.
Incluso la experiencia de juego de los futbolistas pareció distinta. Su relación con los fanáticos ahora se cultiva en las redes sociales, en Twitter o Facebook, donde Cristiano Ronaldo es el más popular de los atletas con unos siete millones de seguidores y, ya sea por el polémico tecno-balón Jubilani, errático e impreciso, o el pasto híbrido, casi artificial, o las camisetas impermeables o los botines que consiguen mejor comba, la forma de jugar también fue, en gran medida, diferente.
Pero en lo que respecta a la esencia del fútbol, el juego limpio, existe un profundo desfasaje tecnológico. La tarjeta roja que en el Mundial le sacaron a los árbitros Jorge Larrionda y Roberto Rossetti, aniquilados por dos errores garrafales, debería adjudicársele a Joseph Blatter, el presidente de la FIFA, por haberse resistido a aplicar la tecnología al arbitraje, lo que ha permitido que el fútbol pueda llegar a ser cada vez más sucio y menos justo.
Tras el silbatazo final que consagró a los españoles, el mayor desafío de Blatter no será encontrarle trabajo al pulpo alemán Paul, evitar que el inglés Mick Jagger pasee su mufa por los estadios o lamentarse que la modelo paraguaya Larissa Riquelme no haya llegado a desnudarse, sino escoger entre incorporar árbitros adicionales al lado del arco, implantar un transistor dentro de la pelota o pedir prestado el hawk-eye al tenis, para que equipos y fanáticos tengan mayores garantías de que no terminarán defraudados.
Si algo se le debe agradecer a las desgracias del gol en off-side de Carlos Tévez contra México o el no cobrado de Frank Lampard contra Alemania, y de la repetición accidental de esas jugadas en los mega televisores de los estadios, es que la presión de las masas obligó a la FIFA no solo a pedir perdón a los seleccionados afectados, sino a reconsiderar el uso de la ciencia.
Apoyado por jugadores, directores técnicos, comentaristas deportivos y expertos, Blatter argumentaba en contra de la tecnología, principalmente, porque el fútbol es un deporte dinámico que no puede ser detenido a fin de revisar cada decisión y por su universalidad, al considerar que los mismos principios o la tecnología no podrían aplicarse en igualdad de condiciones (razones presupuestarias) en todas las ligas amateurs y profesionales de los 208 países que componen la FIFA.
Fueron éstos; argumentos siempre débiles. Es que la tecnología no debería ser usada a discreción, sino en situaciones decisivas, y solo en un par de jugadas por bando, como ocurre en el tenis o el básquet, deportes que por ello no han perdido dinamismo ni universalidad (pregúntele sino a Rafa Nadal o a Lebron James), a pesar de que el replay y el ojo de halcón se usan solo para campeonatos importantes y en ligas pudientes.
La tecnología no solucionará todos los problemas. Tampoco reemplazará a los referí. Es solo una herramienta objetiva, jamás podrá suplantar los criterios e interpretación arbitrales, como la intencionalidad o no de una mano o de una plancha. Pero indudablemente será un auxiliar que ayudará a la precisión y equidad del juego. Si los árbitros Rosseti o Larrionda hubieran tenido la posibilidad de acudir a un monitor, revisar las jugadas, y revertirlas, no habrían sido “excomulgados” y hubieran podido llegar a pitar en la final, su máxima aspiración.
Con un arbitraje asistido y supervisado por la tecnología también se evitarían muchas de las sospechas de corrupción y partidos arreglados como sucedió en las ligas europeas, y se impedirían muchas de las trifulcas campales que año tras año empañan la Copa Libertadores, desgastando audiencias, fanáticos y relaciones entre países.
La tecnología nos ha convertido a los fanáticos en mejores jueces y más inteligentes. Le toca ahora a la FIFA corresponder esos atributos. Esperemos que no nos haga una mala jugada.

diciembre 28, 2008

El error del fútbol argentino

Si algo me gustaba del fútbol argentino sobre el de otras ligas y principalmente las europeas, es que desde 1980 se comenzó con dos campeonatos cortos al año en lugar de los interminables torneos que consagraban a un solo campeón.

¿Cuál es la ventaja de dos campeonatos por año? El Clausura y el Apertura, a cambio del Metropolitano y luego el Nacional, permiten que haya diversidad de campeones todos los años, ayudando a clubes más chicos, con menos presupuesto y menos jugadores o estrellas, a que también se consagren.

Los equipos chicos, en todos los campeonatos, suelen tener mayor aire para acomodarse arriba de las tablas de posiciones e las primeras fechas, pero a medida que pasan los sábados y domingos, sus esfuerzos se van desdibujando, muchas veces por las lesiones de sus mejores jugadores, falta de recambio o y porque no tienen tantos refuerzos en el banco de suplentes.

Los torneos largos, con raras excepciones, suelen perder interés a medida que las brechas entre los primeros (a veces sólo un equipo) se hace inalcanzable, por ello siempre terminan a final de año consagrándose los mismos equipos. Los cortos, sin embargo, permiten a equipos más chicos o menos populares estar en mayor igualdad de condiciones lo que agrega mejores condimentos que alimentan la ilusión y esperanza de cada hincha, aspectos que en definitiva son los que motivan la pasión por el fútbol.

A contrapelo de lo que fueron los dos campeonatos de este año en que el último se definió en un triangular y en el anterior hubo hasta la últimas fechas como cuatro contrincantes por el título, el presidente de la AFA, Julio Grondona, ya dijo que en los campeonatos menores se estableció el mecanismo de jugar uno solo al año y que el experimento decidirá que se hará en la Primera A, lo que no deja mucho lugar para la imaginación.

De implementarse esta formalidad, también se desmembrará el activo mercado de pases que favorecía a los equipos con necesidad de obtener ganancias y a los futbolistas la ilusión de pasar a clubes más grandes para seguir la ilusión de sus carreras profesionales.
Desde todo punto de vista, sería lamentable volver a los interminables torneos de antaño. Sería el peor puntapié que dará el fútbol argentino.

noviembre 20, 2008

Maradona 1 - Escocia 0

No fue un partido amistoso ni normal. El 10 estaba ahí en el primero de su liderazgo como técnico y el mundo y la prensa toda lo vio así, incluso opacando otros partidos importantes y hasta las clasificaciones por la Concacaf. Argentina no jugó contra Escocia, eso fue anecdótico. Juagaba Maradona vs. Escocia. Ganó, como suele ocurrirle a los técnicos debutantes aunque con un margen menor y juagando no muy bien.

Con Maradona se abrió otra etapa en el fútbol argentino. Muchos no lo quieren otros lo aman, pero todos están pendientes que sus berrinches aparezcan en medio de algo importante y deje a todo el mundo parado. La semana pasada estuvo ya al borde de suicidarse públicamente, cuando se entonó con Grondona por “bancar” a Ruggeri a quien quería en su cuerpo técnico.

El futuro es incierto pero no se podrá negar que será divertido. Lo que nadie puede dudar es que Maradona sabrá darle al equipo lo que le faltó en los últimos años: garra, corazón, incentivo, o aquella palabra que se usa en el fútbol que sirve mejor para describir la carencia.

Con Maradona se emprende un viaje para soñar, aunque algunos teman que esté lleno de alucinaciones. Yo confío en su sabiduría de jugador, habrá que ver si la puede trasladar a la de técnico. Para el bien del fútbol, si regala un 50% de lo que fue como jugador, estamos salvados.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...