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julio 15, 2012

Paterno no debe tener estatua


Cerca de comenzar los Olímpicos de Londres, el deporte no deja de dar sacudones y sorpresas. Hay líos para todos los gustos, desde partidos arreglados en Italia, matufias de Joseph Blatter en la FIFA, sospechas muy serias de dopaje de Lance Astrong, hasta la inocencia sorpresiva de John Terry por sus expresiones racistas contra Anton Ferdinand.

Pero tal vez el que mayor sorpresa deparó al mundo del deporte fue el caso de Joe Paterno, el coach de fútbol americano de la universidad Penn State, sobre quien esta semana se debatió ampliamente si se debe retirar su estatua de bronce a metros del estadio de fútbol colegial. No es para menos, pese a la idolatría que despertaba Paterno en vida, luego de su reciente muerte quedó enlodado por haber permitido que su asistente, Jerry Sandusky cometiera abusos sexuales contra menores, incluso en las duchas del vestuario deportivo de la universidad.

El peor problema de todos fue que Paterno supo de la conducta de su asistente 14 años atrás y no hizo absolutamente nada para detenerlo. Peor aún, Paterno convenció a las autoridades de la universidad de esconder el hecho que Sandusky había violado a un niño en la ducha de la universidad.
Esta actitud vergonzosa no puede soslayarse y quedar tapada por los méritos, logros y récords que Paterno consiguió en Penn State. Se trata de una actitud tan bochornosa como la de los obispos católicos que por años no solo venían tapando el tema de los sacerdotes pederastas, sino que los cambiaban de parroquias a sabiendas de su desviación.

La estatua de Paterno debe ser retirada de la universidad.

noviembre 11, 2011

Fútbol: Tragos y prostitutas


Últimamente el fútbol de seleccionados nacionales nos viene dando varias sorpresas. Si el de México hace poquito nos sorprendió cuando ocho jugadores antes de la Copa América invitaron prostitutas a sus cuartos de hotel en Quito, tras un partido de preparación contra Ecuador; esta semana Claudio Borghi, el director técnico de Chile, nos deslumbró cuando echó de la concentración a cinco jugadores por llegar borrachos, antes del partido de hoy contra Uruguay.

No es para menos. Al argentino Borghi, que es más permisivo que su antecesor el “Loco” Bielsa, le debe haber dolido en el alma tener que expulsar a Jorge Valdivia (Palmeiras), a Arturo Vidal (Juventus), a Jean Beausejour (Birmingham), Carlos Carmona (Atalanta) y Gonzalo Jara (Brighton Hove Alvion), sabiendo además que no podrá contar con ellos en toda la eliminatoria rumbo al Mundial 2014, ya que las multas serán altas y las sanciones podrán alcanzar hasta los 50 partidos de suspensión.

Anoche escuchando en la radio al famoso comentarista y relator Andrés Cantor, decía que Borghi hubiera tenido que disciplinar a los jugadores, pero no hacer público el por qué. Haciendo una analogía, dijo que si él hubiera llegado pasado de copas al estudio de radio, su jefe lo hubiera apartado del micrófono, disciplinado quizás, pero no hubiera dicho nada en público.

Creo que Cantor se equivoca. Borghi hizo lo correcto. Aquí no se trata de hacer escarmiento público, pero sí de disciplinar a quienes tienen la representación de la camiseta de un país o, incluso, de una hinchada. Valga para eso lo que sucedió en el caso de México con los ocho jugadores suspendidos por seis meses por el tema de las prostitutas y por el escándalo anterior mexicano durante la Copa Oro en el que cinco jugadores dieron positivo por dopaje, aunque culparon al consumo de carne vacuna por la irregularidad. En ambos casos las autoridades dudaron en hacer pública las maniobras de los jugadores, y el escándalo creció en forma desproporcional.

Como cualquier entrenador, Borghi tiene la responsabilidad no solo de que su equipo se clasifique, de que juegue bien, sino de de decir la verdad, mantener la disciplina y la concentración para que el equipo alcance sus objetivos. Su conducta pueda ser que le ocasione tropiezos a corto plazo, pero a mediano y largo plazo, el fútbol chileno sale ganando.

Era de esperar que los jugadores chilenos le echen la culpa a los medios y a los periodistas por inflar el escándalo, sin advertir que fue la conducta de ellos – y de más nadie – la que perjudicó al equipo y a Chile. Y por ello deben sentirse responsables y ser castigados de acuerdo a los parámetros de la asociación futbolística de su país. La medida de disciplina no es solo contra ellos, sino a favor del futuro del fútbol chileno.

A Borghi no le cabía otra cosa, y si no disciplinaba, él debería ser el responsable número uno. Así quedó demostrado esta semana en el fútbol americano estadounidense, donde el coach más ganador de la historia, Joe Paterno, fue expulsado de las filas de la Universidad de Pensilvania, porque no hizo lo suficiente por tomar medidas contra un asistente de quien se había denunciado  que había abusado sexualmente de menores, hasta en los vestuarios del equipo.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...