El 2010 asoma difícil, lleno de retos y con una pila de problemas acumulados, inercia del año que se fue. Por suerte, una pelota zigzagueante por Sudáfrica servirá de bisagra y respiro, mitigando conflictos y dificultades.
Las ceremonias de quema de monigotes, así como la limpia de espíritus y recuerdos durante el fin de año, no podrán despejar las preocupaciones del 2009, muchas en aumento y predecibles para este 2010: terrorismo y seguridad, economía miserable, inmovilismo electoral, verborragia ideológica y polémicas morales inconclusas.
El fallido atentado en un avión en el aeropuerto de Detroit que casi arranca la vida de 300 pasajeros, recuerda que el fantasma del terrorismo seguirá presente en occidente y que los mecanismos de seguridad pueden fallar. La incertidumbre es parte de la ecuación, más aún, desde que ni siquiera los controles estrictos de la Casa Blanca pudieron bloquear a una pareja de intrusos, ávida por fama y mojigatería.
El nuevo golpe de atención terrorista seguirá concentrando la mirada de EEUU hacia oriente, dejando a Latinoamérica más resentida y rezagada en temas acuciantes como el comercio libre, la pobreza y las migraciones. Barack Obama, con popularidad desgastada, será trofeo fácil de propagandistas como Hugo Chávez y Fidel Castro, que aprovecharán para apretar muy fuerte el torniquete de las libertades individuales, pero acusando al “imperio” por todos sus males y de propagar una invasión ideológica y militar continental desde bases colombianas, a las que dibujan fines malignos alejados del mero combate al narcotráfico.
La diplomacia de la verborragia crecerá, sobre todo si el péndulo ideológico se menea hacia la derecha en caso de que Alvaro Uribe o su partido prosigan en el poder y Sebastián Piñera gane en Chile, sumándose a Ricardo Martinelli en Panamá y a Porfirio Lobo en Honduras. Además, no solo habrá que esperar por Colombia, sino lo que sucederá en las presidenciales de este año en Brasil, Costa Rica y Haití.
Los perpetuos y desgastantes procesos electorales que eternizan gobiernos y partidos, seguirán inmovilizando a países enteros, como ya sucede en Argentina y México, en donde toda actividad y agenda pública está condicionada por precandidatos y sufragios que recién se celebrarán en 2011 y 2012, respectivamente.
La comunidad latinoamericana deberá asumir consensos en varios frentes. Tendrá que revisar una Carta Democrática que todos leen pero nadie aplica y examinar los estándares de una OEA, cuya eficacia todos cuestionan. En ese contexto, no se podrá deslegitimar por siempre al nuevo gobierno hondureño que asuma el 27 de enero, y sí observar las intenciones de Manuel Zelaya, que no querrá desaprovechar apoyos ni candelero internacional.
Más allá de los conflictos políticos y limítrofes, varias postergaciones sociales irresueltas necesitarán más atención. Por un lado, de Chile a Ecuador o de Perú a Guatemala, las poblaciones indígenas vienen reclamando con creciente firmeza e impaciencia mayores derechos, más tierras y menos desigualdad. Por el otro, aunque la crisis económica se mitigue, la miseria se agravará si Latinoamérica continúa dependiente solo del aumento de las materias primas, y siga renuente a la globalización y el desarrollo, postergando tecnologías, innovación y educación.
El cambio climático, tras el fracaso en Copenhague, será la oportunidad en México de pedir una justa indemnización de los países ricos, pero también de presentar propuestas de reducción de gases como ya lo hizo Brasil con una reciente ley y planes para detener la desforestación, el mal con el que la región contribuye al calentamiento global.
Polémicas incipientes que surgieron sobre conducta y moral en el 2009, seguramente se revitalizarán este año. Entre ellas, la legalización de las drogas para reducir el narcotráfico y de los matrimonios entre homosexuales hasta para atraer turismo internacional; la adopción de hijos por parte de matrimonios del mismo sexo y el abuso del botox como fuente irrelevante de juventud.
Los gobiernos insistirán en vigilar la información, pero no podrán con la comunicación. Continuarán intentando maniatar a los medios con leyes y decretos con tal de aplacar el disenso, pero al expandir el uso de internet y la banda ancha para facilitar el desarrollo, indirectamente incentivarán el tráfico en las redes sociales y mejores formas de comunicación interactiva y libertad de expresión. El control será incontrolable.
viernes, 8 de enero de 2010
martes, 5 de enero de 2010
El arte de Brito
Empece las vacaciones y tuve un encuentro cercano-mental con el arte, una de mis pasiones. En el aeropuerto de Miami entramos curiosos con mi esposa al nuevo local del artista brasilero Brito a ver su arte y merchandising. Es el artista mas conocido y prolifico de Miami cuyas obras planas, simples, graciosas y extremadamente coloridas inundan espacios publicos de la ciudad, asi como las casas de magnates en Coco Plum, Pinecrest o Coral Gables o de clase media en Miami Sprigs, Miami Lakes o Hialeah. Tiene obras de todo los tamanos y precios, de ahi su popularidad y apreciacion en todos los estratos sociales, valores comerciales y de mercadeo que los expertos del arte desprecian o, al menos, tratan con indiferencia.
Muchos los habra tambien que su desprecio no es mas que la expresion de su envidia, ya que el arte de Brito no radica tanto en la estetica de la repeticion de garabatos infantiles, sino en la forma que se ha conectado con un publico al que ha ganado a base de mercadeo riguroso y a hacer mucho de lo que otros artistas pop hicieron: codearse con las estrellas que decoran las tapas de revistas con el unico interes de vender.
Siendo el arte de Brito mas efimero, estatico y menos generoso en creatividad que el de otros artistas pop, como Wharhol, por ejemplo, el brasilero nunca llegara a las "ligas mayores" de sus precios, aunque sus obras atisben en algunos umbrales de museos.
Pero no pareciera que Brito se sienta incomodo en las periferias del gran arte porque ya con su marca registrada y reconocida, parece contentarse con un merchandising y popularidad que muchos de kos grans solo buscaron y consiguieron despues de muertos.
El arte no deberia ser comercial y ante ellos reniegan muchos, tal como mi hermano Gerardo, un inagotable creador y artista cuya obra es primero una reflexion interna desinteresada de la apreciacion externa. Es recien cuando el artista la expresa que empieza a pensar en el publico, en su impacto, en su influencia.
Y el publico reacciona ante la obra con una gran carga emotiva, con su contexto y el del artista. Ya entran en juego trazos conocidos, colores preferidos, memorias asociativas todo lo relativo a su experiencia y contexto interno. Y por otro lado, aprecia diferente una raya roja sobre un fonde blanco que haya hecho el pintor de su barrio que esa misma raya que haya estado colgado en el Museo de Arte Contemporaneo de Nueva York o que haya sido Picasso el autor.
Esa es la contemporaneidad de Brito. Primero piensa en marketing, en su publico, en los potenciales, y despues hace la obra. La acomoda a los gustos que su audiencia demanda. Su obra se cotiza no por su creatividad, sino por repticion y volumen, una forma tambien valida de alcanzar el exito artistico.
Empece las vacaciones y tuve un encuentro cercano-mental con el arte, una de mis pasiones. En el aeropuerto de Miami entramos curiosos con mi esposa al nuevo local del artista brasilero Brito a ver su arte y merchandising. Es el artista mas conocido y prolifico de Miami cuyas obras planas, simples, graciosas y extremadamente coloridas inundan espacios publicos de la ciudad, asi como las casas de magnates en Coco Plum, Pinecrest o Coral Gables o de clase media en Miami Sprigs, Miami Lakes o Hialeah. Tiene obras de todo los tamanos y precios, de ahi su popularidad y apreciacion en todos los estratos sociales, valores comerciales y de mercadeo que los expertos del arte desprecian o, al menos, tratan con indiferencia.
Muchos los habra tambien que su desprecio no es mas que la expresion de su envidia, ya que el arte de Brito no radica tanto en la estetica de la repeticion de garabatos infantiles, sino en la forma que se ha conectado con un publico al que ha ganado a base de mercadeo riguroso y a hacer mucho de lo que otros artistas pop hicieron: codearse con las estrellas que decoran las tapas de revistas con el unico interes de vender.
Siendo el arte de Brito mas efimero, estatico y menos generoso en creatividad que el de otros artistas pop, como Wharhol, por ejemplo, el brasilero nunca llegara a las "ligas mayores" de sus precios, aunque sus obras atisben en algunos umbrales de museos.
Pero no pareciera que Brito se sienta incomodo en las periferias del gran arte porque ya con su marca registrada y reconocida, parece contentarse con un merchandising y popularidad que muchos de kos grans solo buscaron y consiguieron despues de muertos.
El arte no deberia ser comercial y ante ellos reniegan muchos, tal como mi hermano Gerardo, un inagotable creador y artista cuya obra es primero una reflexion interna desinteresada de la apreciacion externa. Es recien cuando el artista la expresa que empieza a pensar en el publico, en su impacto, en su influencia.
Y el publico reacciona ante la obra con una gran carga emotiva, con su contexto y el del artista. Ya entran en juego trazos conocidos, colores preferidos, memorias asociativas todo lo relativo a su experiencia y contexto interno. Y por otro lado, aprecia diferente una raya roja sobre un fonde blanco que haya hecho el pintor de su barrio que esa misma raya que haya estado colgado en el Museo de Arte Contemporaneo de Nueva York o que haya sido Picasso el autor.
Esa es la contemporaneidad de Brito. Primero piensa en marketing, en su publico, en los potenciales, y despues hace la obra. La acomoda a los gustos que su audiencia demanda. Su obra se cotiza no por su creatividad, sino por repticion y volumen, una forma tambien valida de alcanzar el exito artistico.
Empece las vacaciones y tuve un encuentro cercano-mental con el arte, una de mis pasiones. En el aeropuerto de Miami entramos curiosos con mi esposa al nuevo local del artista brasilero Brito a ver su arte y merchandising. Es el artista mas conocido y prolifico de Miami cuyas obras planas, simples, graciosas y extremadamente coloridas inundan espacios publicos de la ciudad, asi como las casas de magnates en Coco Plum, Pinecrest o Coral Gables o de clase media en Miami Sprigs, Miami Lakes o Hialeah. Tiene obras de todo los tamanos y precios, de ahi su popularidad y apreciacion en todos los estratos sociales, valores comerciales y de mercadeo que los expertos del arte desprecian o, al menos, tratan con indiferencia.
Muchos los habra tambien que su desprecio no es mas que la expresion de su envidia, ya que el arte de Brito no radica tanto en la estetica de la repeticion de garabatos infantiles, sino en la forma que se ha conectado con un publico al que ha ganado a base de mercadeo riguroso y a hacer mucho de lo que otros artistas pop hicieron: codearse con las estrellas que decoran las tapas de revistas con el unico interes de vender.
Siendo el arte de Brito mas efimero, estatico y menos generoso en creatividad que el de otros artistas pop, como Wharhol, por ejemplo, el brasilero nunca llegara a las "ligas mayores" de sus precios, aunque sus obras atisben en algunos umbrales de museos.
Pero no pareciera que Brito se sienta incomodo en las periferias del gran arte porque ya con su marca registrada y reconocida, parece contentarse con un merchandising y popularidad que muchos de kos grans solo buscaron y consiguieron despues de muertos.
El arte no deberia ser comercial y ante ellos reniegan muchos, tal como mi hermano Gerardo, un inagotable creador y artista cuya obra es primero una reflexion interna desinteresada de la apreciacion externa. Es recien cuando el artista la expresa que empieza a pensar en el publico, en su impacto, en su influencia.
Y el publico reacciona ante la obra con una gran carga emotiva, con su contexto y el del artista. Ya entran en juego trazos conocidos, colores preferidos, memorias asociativas todo lo relativo a su experiencia y contexto interno. Y por otro lado, aprecia diferente una raya roja sobre un fonde blanco que haya hecho el pintor de su barrio que esa misma raya que haya estado colgado en el Museo de Arte Contemporaneo de Nueva York o que haya sido Picasso el autor.
Esa es la contemporaneidad de Brito. Primero piensa en marketing, en su publico, en los potenciales, y despues hace la obra. La acomoda a los gustos que su audiencia demanda. Su obra se cotiza no por su creatividad, sino por repticion y volumen, una forma tambien valida de alcanzar el exito artistico.
Muchos los habra tambien que su desprecio no es mas que la expresion de su envidia, ya que el arte de Brito no radica tanto en la estetica de la repeticion de garabatos infantiles, sino en la forma que se ha conectado con un publico al que ha ganado a base de mercadeo riguroso y a hacer mucho de lo que otros artistas pop hicieron: codearse con las estrellas que decoran las tapas de revistas con el unico interes de vender.
Siendo el arte de Brito mas efimero, estatico y menos generoso en creatividad que el de otros artistas pop, como Wharhol, por ejemplo, el brasilero nunca llegara a las "ligas mayores" de sus precios, aunque sus obras atisben en algunos umbrales de museos.
Pero no pareciera que Brito se sienta incomodo en las periferias del gran arte porque ya con su marca registrada y reconocida, parece contentarse con un merchandising y popularidad que muchos de kos grans solo buscaron y consiguieron despues de muertos.
El arte no deberia ser comercial y ante ellos reniegan muchos, tal como mi hermano Gerardo, un inagotable creador y artista cuya obra es primero una reflexion interna desinteresada de la apreciacion externa. Es recien cuando el artista la expresa que empieza a pensar en el publico, en su impacto, en su influencia.
Y el publico reacciona ante la obra con una gran carga emotiva, con su contexto y el del artista. Ya entran en juego trazos conocidos, colores preferidos, memorias asociativas todo lo relativo a su experiencia y contexto interno. Y por otro lado, aprecia diferente una raya roja sobre un fonde blanco que haya hecho el pintor de su barrio que esa misma raya que haya estado colgado en el Museo de Arte Contemporaneo de Nueva York o que haya sido Picasso el autor.
Esa es la contemporaneidad de Brito. Primero piensa en marketing, en su publico, en los potenciales, y despues hace la obra. La acomoda a los gustos que su audiencia demanda. Su obra se cotiza no por su creatividad, sino por repticion y volumen, una forma tambien valida de alcanzar el exito artistico.
Empece las vacaciones y tuve un encuentro cercano-mental con el arte, una de mis pasiones. En el aeropuerto de Miami entramos curiosos con mi esposa al nuevo local del artista brasilero Brito a ver su arte y merchandising. Es el artista mas conocido y prolifico de Miami cuyas obras planas, simples, graciosas y extremadamente coloridas inundan espacios publicos de la ciudad, asi como las casas de magnates en Coco Plum, Pinecrest o Coral Gables o de clase media en Miami Sprigs, Miami Lakes o Hialeah. Tiene obras de todo los tamanos y precios, de ahi su popularidad y apreciacion en todos los estratos sociales, valores comerciales y de mercadeo que los expertos del arte desprecian o, al menos, tratan con indiferencia.
Muchos los habra tambien que su desprecio no es mas que la expresion de su envidia, ya que el arte de Brito no radica tanto en la estetica de la repeticion de garabatos infantiles, sino en la forma que se ha conectado con un publico al que ha ganado a base de mercadeo riguroso y a hacer mucho de lo que otros artistas pop hicieron: codearse con las estrellas que decoran las tapas de revistas con el unico interes de vender.
Siendo el arte de Brito mas efimero, estatico y menos generoso en creatividad que el de otros artistas pop, como Wharhol, por ejemplo, el brasilero nunca llegara a las "ligas mayores" de sus precios, aunque sus obras atisben en algunos umbrales de museos.
Pero no pareciera que Brito se sienta incomodo en las periferias del gran arte porque ya con su marca registrada y reconocida, parece contentarse con un merchandising y popularidad que muchos de kos grans solo buscaron y consiguieron despues de muertos.
El arte no deberia ser comercial y ante ellos reniegan muchos, tal como mi hermano Gerardo, un inagotable creador y artista cuya obra es primero una reflexion interna desinteresada de la apreciacion externa. Es recien cuando el artista la expresa que empieza a pensar en el publico, en su impacto, en su influencia.
Y el publico reacciona ante la obra con una gran carga emotiva, con su contexto y el del artista. Ya entran en juego trazos conocidos, colores preferidos, memorias asociativas todo lo relativo a su experiencia y contexto interno. Y por otro lado, aprecia diferente una raya roja sobre un fonde blanco que haya hecho el pintor de su barrio que esa misma raya que haya estado colgado en el Museo de Arte Contemporaneo de Nueva York o que haya sido Picasso el autor.
Esa es la contemporaneidad de Brito. Primero piensa en marketing, en su publico, en los potenciales, y despues hace la obra. La acomoda a los gustos que su audiencia demanda. Su obra se cotiza no por su creatividad, sino por repticion y volumen, una forma tambien valida de alcanzar el exito artistico.
Empece las vacaciones y tuve un encuentro cercano-mental con el arte, una de mis pasiones. En el aeropuerto de Miami entramos curiosos con mi esposa al nuevo local del artista brasilero Brito a ver su arte y merchandising. Es el artista mas conocido y prolifico de Miami cuyas obras planas, simples, graciosas y extremadamente coloridas inundan espacios publicos de la ciudad, asi como las casas de magnates en Coco Plum, Pinecrest o Coral Gables o de clase media en Miami Sprigs, Miami Lakes o Hialeah. Tiene obras de todo los tamanos y precios, de ahi su popularidad y apreciacion en todos los estratos sociales, valores comerciales y de mercadeo que los expertos del arte desprecian o, al menos, tratan con indiferencia.
Muchos los habra tambien que su desprecio no es mas que la expresion de su envidia, ya que el arte de Brito no radica tanto en la estetica de la repeticion de garabatos infantiles, sino en la forma que se ha conectado con un publico al que ha ganado a base de mercadeo riguroso y a hacer mucho de lo que otros artistas pop hicieron: codearse con las estrellas que decoran las tapas de revistas con el unico interes de vender.
Siendo el arte de Brito mas efimero, estatico y menos generoso en creatividad que el de otros artistas pop, como Wharhol, por ejemplo, el brasilero nunca llegara a las "ligas mayores" de sus precios, aunque sus obras atisben en algunos umbrales de museos.
Pero no pareciera que Brito se sienta incomodo en las periferias del gran arte porque ya con su marca registrada y reconocida, parece contentarse con un merchandising y popularidad que muchos de kos grans solo buscaron y consiguieron despues de muertos.
El arte no deberia ser comercial y ante ellos reniegan muchos, tal como mi hermano Gerardo, un inagotable creador y artista cuya obra es primero una reflexion interna desinteresada de la apreciacion externa. Es recien cuando el artista la expresa que empieza a pensar en el publico, en su impacto, en su influencia.
Y el publico reacciona ante la obra con una gran carga emotiva, con su contexto y el del artista. Ya entran en juego trazos conocidos, colores preferidos, memorias asociativas todo lo relativo a su experiencia y contexto interno. Y por otro lado, aprecia diferente una raya roja sobre un fonde blanco que haya hecho el pintor de su barrio que esa misma raya que haya estado colgado en el Museo de Arte Contemporaneo de Nueva York o que haya sido Picasso el autor.
Esa es la contemporaneidad de Brito. Primero piensa en marketing, en su publico, en los potenciales, y despues hace la obra. La acomoda a los gustos que su audiencia demanda. Su obra se cotiza no por su creatividad, sino por repticion y volumen, una forma tambien valida de alcanzar el exito artistico.
lunes, 4 de enero de 2010
Danilo Arbilla: Un grande
El título lo dice todo. Quiero compartir con ustedes hoy, un homeneaje que Claudio Paolillo, director del semanario Búsqueda en Uruguay, le hace al periodista Danilo Arbilla, su amigo, jefe y mentor, tres características que también tuve y tengo el honor de compartir con Danilo.
Un justo reconocimiento para quien da un nuveo paso en la profesión, dejando las responsabilidades directas y asumiendo ahora en su retiro la vocación por la escritura, sus columnas, su golf, sus amigos y su familia.
Esta es la columna de Paolillo:
Un grande
“Esta edición de Búsqueda es la última en la que Danilo Arbilla aparece en su staff con un cargo de responsabilidad directiva (“Consejero Delegado”, lo que en Estados Unidos se asemeja a la noción de “publisher” y, en criollo, quiere decir que es quien tiene la última palabra). Para los lectores atentos de Búsqueda, esto no constituye una novedad. En su edición del 22 de octubre pasado, en la página 2, un comunicado del Consejo Editorial del semanario anunciaba que “a comienzos de enero próximo, al conmemorarse el 39º aniversario de la fundación de Búsqueda, se habrá de concretar el alejamiento de Danilo Arbilla” en el marco de un acuerdo contractual con los accionistas, satisfactorio para ambas partes.
Arbilla, quien fue, primero, Jefe de Redacción, Editor General y Director-Editor Responsable de Búsqueda, y luego Director Periodístico de Búsqueda y de galería, había ya abandonado la tarea de conducción diaria de ambas publicaciones hace cinco años (el 31 de diciembre de 2004) pero, a pedido de los accionistas y de los nuevos directores, se había quedado en un nuevo cargo, el de Consejero Delegado, para oficiar como nexo e interlocutor entre los propietarios y las direcciones, para asesorar a unos y a otros, para editar libros de la “Colección Búsqueda”, para actuar como “tribunal de alzada” si algún conflicto aparecía en el horizonte y —lo más importante de todo— para compartir con todo el personal, especialmente con los periodistas, sus enormes conocimientos y su vastísima experiencia profesional, de ese modo no sistemático pero permanente y casi imperceptible con que desparrama enseñanzas invalorables, día tras día.
Desde hace un par de años, Arbilla venía diciendo que creía cumplida esta etapa como Consejero Delegado. Él advertía que, de algún modo, había llegado el momento de “soltarles la mano” a Búsqueda y galería —ambas creaciones principalmente suyas— debido al propio desarrollo de las publicaciones. Y, sobre todo, deseaba cumplir con algo que sostuvo desde siempre: “quiero que Búsqueda dure 100 años”. Para eso, necesariamente, la institución tiene que sobrevivir a las personas (a Arbilla y a quienes vayamos pasándonos la antorcha con el transcurso del tiempo).
Y, en aplicación de su propia convicción de que “hay que saber retirarse a tiempo”, Arbilla seguirá colaborando con sus columnas en Búsqueda y en galería, pero dejará de ocupar cargos de dirección en el semanario después de 35 años ininterrumpidos.
Se trata del retiro de un grande. De una de esas personas que aparecen muy de vez en cuando en el firmamento de cualquier profesión —en este caso, el periodismo— y que dejan tras de sí un tremendo legado para quienes tienen la fortuna de poder aprovecharlo.
¿Cuál es, pues, el legado de Arbilla para quienes seguiremos conduciendo y trabajando en estas publicaciones que él inventó y moldeó?
* Arbilla nos deja el legado de su incansable lucha por la libertad. A lo largo de su extensa carrera, él ha librado batallas de todo tipo en defensa de la libertad y, en especial, de la libertad de expresión. No por casualidad, es un referente ineludible en Uruguay y fuera de fronteras cuando se ciernen amenazas sobre la libertad de prensa. Cuando dictaduras o regímenes autoritarios, de izquierda o de derecha, han querido aplastar este derecho humano en América, ahí ha estado siempre la voz y la acción de Arbilla para sumarse a los ciudadanos y a los colegas que, a veces solitariamente, se animan a enfrentar a las siempre cambiantes fuerzas del oscurantismo antiliberal. También lo hizo en Uruguay, durante la dictadura militar, por más que a veces se escuchen imbecilidades de ignorantes o envidiosos que no le llegan a la altura de los talones.
* Arbilla nos deja el legado de su condición de “orejano” que siempre le permitió no “cabrestear” ante los poderosos de turno. Siempre nos inculcó la noción de que el presidente de la República merece el mayor de los respetos por su investidura pero, al mismo tiempo, nos instó a no olvidar jamás que es nuestro empleado, no nuestro mandante. Arbilla nunca aflojó cuando le tocó pelear. Contra gobernantes dictatoriales, contra gobernantes democráticos, contra militares opresores, contra empresarios prepotentes, contra sindicalistas patoteros o contra chantajistas desgraciados. Nunca tuvo miedo. O, si lo tuvo, nunca nos lo transmitió. Actuó, en esas ocasiones, con la fuerza y la convicción de Edward R. Murrow, el legendario periodista norteamericano que se atrevió a enfrentar a Joseph McCarthy en un tiempo de oprobio para los Estados Unidos. Y, como Murrow, nos enseñó a no ser ganados por el miedo en tiempos de sinrazón y a no comportarnos como periodistas “temerosos de escribir, de hablar, de asociarnos y de defender causas aunque sean, en el momento, impopulares”.
* Arbilla nos deja el legado de gozar del periodismo como un fin en sí mismo. El domingo pasado, en “El País”, él recordó que el periodismo “nos permite nacer y morir todos los días” y que eso es lo “maravilloso” de esta profesión. Arbilla se aburrió de rechazar planteos para actuar en cargos políticos porque, como dice habitualmente: “sólo quiero ser periodista”. No sé si fue con las mismas palabras, pero ante tentadoras sugerencias de distintos gobernantes, hizo lo mismo que Indro Montanelli, el gran periodista italiano a quien, en 1992, el presidente Francesco Cossiga le propuso nombrarlo senador vitalicio de la República de Italia. “Desafortunadamente, el ideal que tengo de ser un periodista absolutamente independiente me impide aceptar esta oferta tan halagadora”, respondió entonces Montanelli. Algo así les contestó Arbilla a sus generosos oferentes uruguayos.
* Arbilla nos deja el legado, claro está, del periodismo independiente. En un país cuya prensa casi no conocía esa categoría hasta el comienzo de la dictadura militar en 1973 (antes, prácticamente toda la prensa había sido partidaria), Arbilla fue introduciendo, a través de Búsqueda en la década de los ‘80, la idea de que el periodismo independiente y honesto no sólo era posible sino que, además, era redituable. Ahora son fácilmente reconocibles expresiones de periodismo independiente en casi todos los medios de comunicación. Pero en aquél tiempo, en Uruguay, era como inventar la pólvora. Tanto éxito tuvo aquélla apuesta que Carlos Núñez, un periodista de la vieja guardia ya fallecido, llegó a escribir a mediados de los ‘80 en la publicación “Mate Amargo” que, en periodismo, Arbilla le había puesto “el mango a la pelota”. Es que él nos enseñó que tendríamos siempre un lugar preferencial en la platea para contar al público lo que pasa arriba del escenario, pero que subirse a él no debe ser siquiera una aspiración para un periodista…si quiere seguir siendo independiente.
* Arbilla nos deja el legado de que el capitán del barco es el primero a la hora de la responsabilidad, tanto en las verdes como en las maduras, y de que lo mejor para el funcionamiento armónico de una empresa periodística es que quien está a cargo procure ser justo y generoso con el personal.
Cruzando toda esta herencia de grandes valores, Arbilla nos deja otros legados prácticos para saber afrontar los dilemas éticos que todo periodista que se precie tiene que dirimir al menos una vez por semana: evitar los conflictos de interés o la mera apariencia de su existencia; manejar de un modo serio, profesional y responsable las relaciones con las fuentes de información; cuidar la privacidad de los individuos en el entendido de que las personas públicas, especialmente las que piden al pueblo que les dé su voto para conducir temporalmente sus asuntos, son quienes más obligadas están a exponer todo lo que hacen mientras permanecen en el poder; mantener con los lectores una actitud atenta, escuchándolos, publicándoles en toda la medida de lo posible sus propios puntos de vista, respetando su derecho a conocer lo que pasa y sabiendo que las personas comunes y corrientes son inteligentes y detectan inmediatamente las posturas arrogantes o despreciativas hacia los demás; admitir los errores cuando incurrimos en ellos y difundir lo antes posible las correcciones que sean necesarias; no creernos el cuento de que somos “poderosos” sólo porque solemos estar cerca de quienes están en el poder; tolerar y difundir las opiniones diferentes a las nuestras, especialmente aquellas más radicalmente distintas; no creernos dueños de la verdad y transitar el periodismo diciendo lo nuestro con firmeza pero, como dice el lema de Búsqueda, “no como hombre sabedor sino buscando junto con vosotros”; trabajar con rigor y con la mayor imparcialidad posible cuando informamos a los lectores; tener presente que las presiones indebidas son una consecuencia inevitable del trabajo periodístico bien hecho y que sólo consiguen algún efecto cuando uno cede ante ellas; y aceptar que, como la verdad sigue siempre un camino tortuoso antes de salir a la luz, no hay que desfallecer en su procura.
Ahora que Arbilla se aparta de este proyecto para permitirle crecer con la fuerza de los que venimos empujando desde abajo, podrán variar en alguna cosa los estilos de conducción, los soportes a través de los cuales los contenidos periodísticos son difundidos podrán ser diversificados al influjo de las nuevas tecnologías si eso favorece el acceso del público a la información y, si nos da la capacidad, los que seguimos quizá podamos dejar nuestras propias huellas.
Pero hay algo acerca de lo cual los lectores de Búsqueda y galería pueden estar seguros: no desandaremos las huellas dejadas por Arbilla porque las hemos hecho propias y porque mal anda por la vida aquél que olvida de dónde viene y se desentiende de las enseñanzas de sus maestros.
Seguiremos haciendo periodismo independiente, aunque eso pueda a veces molestar a algunos, y trataremos de estar a la altura de las circunstancias y de nuestras nuevas responsabilidades para mejorar el producto de nuestro trabajo, apelando a la simple fórmula de los grandes periodistas como Arbilla: en el periodismo lo que hay que hacer es contar historias. Buenas historias. Para poder “nacer y morir todos los días”.
Claudio Paolillo
Un justo reconocimiento para quien da un nuveo paso en la profesión, dejando las responsabilidades directas y asumiendo ahora en su retiro la vocación por la escritura, sus columnas, su golf, sus amigos y su familia.
Esta es la columna de Paolillo:
Un grande
“Esta edición de Búsqueda es la última en la que Danilo Arbilla aparece en su staff con un cargo de responsabilidad directiva (“Consejero Delegado”, lo que en Estados Unidos se asemeja a la noción de “publisher” y, en criollo, quiere decir que es quien tiene la última palabra). Para los lectores atentos de Búsqueda, esto no constituye una novedad. En su edición del 22 de octubre pasado, en la página 2, un comunicado del Consejo Editorial del semanario anunciaba que “a comienzos de enero próximo, al conmemorarse el 39º aniversario de la fundación de Búsqueda, se habrá de concretar el alejamiento de Danilo Arbilla” en el marco de un acuerdo contractual con los accionistas, satisfactorio para ambas partes.
Arbilla, quien fue, primero, Jefe de Redacción, Editor General y Director-Editor Responsable de Búsqueda, y luego Director Periodístico de Búsqueda y de galería, había ya abandonado la tarea de conducción diaria de ambas publicaciones hace cinco años (el 31 de diciembre de 2004) pero, a pedido de los accionistas y de los nuevos directores, se había quedado en un nuevo cargo, el de Consejero Delegado, para oficiar como nexo e interlocutor entre los propietarios y las direcciones, para asesorar a unos y a otros, para editar libros de la “Colección Búsqueda”, para actuar como “tribunal de alzada” si algún conflicto aparecía en el horizonte y —lo más importante de todo— para compartir con todo el personal, especialmente con los periodistas, sus enormes conocimientos y su vastísima experiencia profesional, de ese modo no sistemático pero permanente y casi imperceptible con que desparrama enseñanzas invalorables, día tras día.
Desde hace un par de años, Arbilla venía diciendo que creía cumplida esta etapa como Consejero Delegado. Él advertía que, de algún modo, había llegado el momento de “soltarles la mano” a Búsqueda y galería —ambas creaciones principalmente suyas— debido al propio desarrollo de las publicaciones. Y, sobre todo, deseaba cumplir con algo que sostuvo desde siempre: “quiero que Búsqueda dure 100 años”. Para eso, necesariamente, la institución tiene que sobrevivir a las personas (a Arbilla y a quienes vayamos pasándonos la antorcha con el transcurso del tiempo).
Y, en aplicación de su propia convicción de que “hay que saber retirarse a tiempo”, Arbilla seguirá colaborando con sus columnas en Búsqueda y en galería, pero dejará de ocupar cargos de dirección en el semanario después de 35 años ininterrumpidos.
Se trata del retiro de un grande. De una de esas personas que aparecen muy de vez en cuando en el firmamento de cualquier profesión —en este caso, el periodismo— y que dejan tras de sí un tremendo legado para quienes tienen la fortuna de poder aprovecharlo.
¿Cuál es, pues, el legado de Arbilla para quienes seguiremos conduciendo y trabajando en estas publicaciones que él inventó y moldeó?
* Arbilla nos deja el legado de su incansable lucha por la libertad. A lo largo de su extensa carrera, él ha librado batallas de todo tipo en defensa de la libertad y, en especial, de la libertad de expresión. No por casualidad, es un referente ineludible en Uruguay y fuera de fronteras cuando se ciernen amenazas sobre la libertad de prensa. Cuando dictaduras o regímenes autoritarios, de izquierda o de derecha, han querido aplastar este derecho humano en América, ahí ha estado siempre la voz y la acción de Arbilla para sumarse a los ciudadanos y a los colegas que, a veces solitariamente, se animan a enfrentar a las siempre cambiantes fuerzas del oscurantismo antiliberal. También lo hizo en Uruguay, durante la dictadura militar, por más que a veces se escuchen imbecilidades de ignorantes o envidiosos que no le llegan a la altura de los talones.
* Arbilla nos deja el legado de su condición de “orejano” que siempre le permitió no “cabrestear” ante los poderosos de turno. Siempre nos inculcó la noción de que el presidente de la República merece el mayor de los respetos por su investidura pero, al mismo tiempo, nos instó a no olvidar jamás que es nuestro empleado, no nuestro mandante. Arbilla nunca aflojó cuando le tocó pelear. Contra gobernantes dictatoriales, contra gobernantes democráticos, contra militares opresores, contra empresarios prepotentes, contra sindicalistas patoteros o contra chantajistas desgraciados. Nunca tuvo miedo. O, si lo tuvo, nunca nos lo transmitió. Actuó, en esas ocasiones, con la fuerza y la convicción de Edward R. Murrow, el legendario periodista norteamericano que se atrevió a enfrentar a Joseph McCarthy en un tiempo de oprobio para los Estados Unidos. Y, como Murrow, nos enseñó a no ser ganados por el miedo en tiempos de sinrazón y a no comportarnos como periodistas “temerosos de escribir, de hablar, de asociarnos y de defender causas aunque sean, en el momento, impopulares”.
* Arbilla nos deja el legado de gozar del periodismo como un fin en sí mismo. El domingo pasado, en “El País”, él recordó que el periodismo “nos permite nacer y morir todos los días” y que eso es lo “maravilloso” de esta profesión. Arbilla se aburrió de rechazar planteos para actuar en cargos políticos porque, como dice habitualmente: “sólo quiero ser periodista”. No sé si fue con las mismas palabras, pero ante tentadoras sugerencias de distintos gobernantes, hizo lo mismo que Indro Montanelli, el gran periodista italiano a quien, en 1992, el presidente Francesco Cossiga le propuso nombrarlo senador vitalicio de la República de Italia. “Desafortunadamente, el ideal que tengo de ser un periodista absolutamente independiente me impide aceptar esta oferta tan halagadora”, respondió entonces Montanelli. Algo así les contestó Arbilla a sus generosos oferentes uruguayos.
* Arbilla nos deja el legado, claro está, del periodismo independiente. En un país cuya prensa casi no conocía esa categoría hasta el comienzo de la dictadura militar en 1973 (antes, prácticamente toda la prensa había sido partidaria), Arbilla fue introduciendo, a través de Búsqueda en la década de los ‘80, la idea de que el periodismo independiente y honesto no sólo era posible sino que, además, era redituable. Ahora son fácilmente reconocibles expresiones de periodismo independiente en casi todos los medios de comunicación. Pero en aquél tiempo, en Uruguay, era como inventar la pólvora. Tanto éxito tuvo aquélla apuesta que Carlos Núñez, un periodista de la vieja guardia ya fallecido, llegó a escribir a mediados de los ‘80 en la publicación “Mate Amargo” que, en periodismo, Arbilla le había puesto “el mango a la pelota”. Es que él nos enseñó que tendríamos siempre un lugar preferencial en la platea para contar al público lo que pasa arriba del escenario, pero que subirse a él no debe ser siquiera una aspiración para un periodista…si quiere seguir siendo independiente.
* Arbilla nos deja el legado de que el capitán del barco es el primero a la hora de la responsabilidad, tanto en las verdes como en las maduras, y de que lo mejor para el funcionamiento armónico de una empresa periodística es que quien está a cargo procure ser justo y generoso con el personal.
Cruzando toda esta herencia de grandes valores, Arbilla nos deja otros legados prácticos para saber afrontar los dilemas éticos que todo periodista que se precie tiene que dirimir al menos una vez por semana: evitar los conflictos de interés o la mera apariencia de su existencia; manejar de un modo serio, profesional y responsable las relaciones con las fuentes de información; cuidar la privacidad de los individuos en el entendido de que las personas públicas, especialmente las que piden al pueblo que les dé su voto para conducir temporalmente sus asuntos, son quienes más obligadas están a exponer todo lo que hacen mientras permanecen en el poder; mantener con los lectores una actitud atenta, escuchándolos, publicándoles en toda la medida de lo posible sus propios puntos de vista, respetando su derecho a conocer lo que pasa y sabiendo que las personas comunes y corrientes son inteligentes y detectan inmediatamente las posturas arrogantes o despreciativas hacia los demás; admitir los errores cuando incurrimos en ellos y difundir lo antes posible las correcciones que sean necesarias; no creernos el cuento de que somos “poderosos” sólo porque solemos estar cerca de quienes están en el poder; tolerar y difundir las opiniones diferentes a las nuestras, especialmente aquellas más radicalmente distintas; no creernos dueños de la verdad y transitar el periodismo diciendo lo nuestro con firmeza pero, como dice el lema de Búsqueda, “no como hombre sabedor sino buscando junto con vosotros”; trabajar con rigor y con la mayor imparcialidad posible cuando informamos a los lectores; tener presente que las presiones indebidas son una consecuencia inevitable del trabajo periodístico bien hecho y que sólo consiguen algún efecto cuando uno cede ante ellas; y aceptar que, como la verdad sigue siempre un camino tortuoso antes de salir a la luz, no hay que desfallecer en su procura.
Ahora que Arbilla se aparta de este proyecto para permitirle crecer con la fuerza de los que venimos empujando desde abajo, podrán variar en alguna cosa los estilos de conducción, los soportes a través de los cuales los contenidos periodísticos son difundidos podrán ser diversificados al influjo de las nuevas tecnologías si eso favorece el acceso del público a la información y, si nos da la capacidad, los que seguimos quizá podamos dejar nuestras propias huellas.
Pero hay algo acerca de lo cual los lectores de Búsqueda y galería pueden estar seguros: no desandaremos las huellas dejadas por Arbilla porque las hemos hecho propias y porque mal anda por la vida aquél que olvida de dónde viene y se desentiende de las enseñanzas de sus maestros.
Seguiremos haciendo periodismo independiente, aunque eso pueda a veces molestar a algunos, y trataremos de estar a la altura de las circunstancias y de nuestras nuevas responsabilidades para mejorar el producto de nuestro trabajo, apelando a la simple fórmula de los grandes periodistas como Arbilla: en el periodismo lo que hay que hacer es contar historias. Buenas historias. Para poder “nacer y morir todos los días”.
Claudio Paolillo
Terrorismo de Estado
Muchos fujimoristas están decepcionados con la ratificación de la Corte Suprema de Justicia peruana que ratificó la sentencia de 25 años contra el ex presidente Alberto Fujimori, objetando que se trató de un proceso no apegado a justicia sino a la política, ya que es un contrasentido condenar a alguien como terrorista justamente por haber controlado al terrorismo.
Es verdad que Fujimori luchó desde su presidencia contra el terrorismo de Sendero Luminoso, pero más cierto aún, es que utilizó prácticas ilegítimas y que con ellas cometió innumerables violaciones a los derechos humanos. Negar esa realidad es como dejar pasar por alto el terrorismo de Estado que practicaron dictadores como Pinochet, Videla, Stroessner, Castro y tantos otros que pulularon y viven en nuestra América Latina.
El terrorismo es condenable desde todos los puntos de vista, pero cuando sus métodos son utilizados por el propio Estado es doblemente condenable, puesto que el Estado es quien obligatoriamente debe estar apegado a la ley y a las garantías que dicta la propia Constitución, a la que está llamado a proteger y hacer cumplir.
Perú está cicatrizando sus heridas y ojala que las mantengan cerradas así sea combatiendo al terrorismo que aún queda y que puede fortalecerse a costas del negocio del narcotráfico, o que se dicte un indulto para perdonar las ofensas de Fujimori en caso de que Keiko, su hija, llegue a la presidencia a través de las elecciones de 2011.
Es verdad que Fujimori luchó desde su presidencia contra el terrorismo de Sendero Luminoso, pero más cierto aún, es que utilizó prácticas ilegítimas y que con ellas cometió innumerables violaciones a los derechos humanos. Negar esa realidad es como dejar pasar por alto el terrorismo de Estado que practicaron dictadores como Pinochet, Videla, Stroessner, Castro y tantos otros que pulularon y viven en nuestra América Latina.
El terrorismo es condenable desde todos los puntos de vista, pero cuando sus métodos son utilizados por el propio Estado es doblemente condenable, puesto que el Estado es quien obligatoriamente debe estar apegado a la ley y a las garantías que dicta la propia Constitución, a la que está llamado a proteger y hacer cumplir.
Perú está cicatrizando sus heridas y ojala que las mantengan cerradas así sea combatiendo al terrorismo que aún queda y que puede fortalecerse a costas del negocio del narcotráfico, o que se dicte un indulto para perdonar las ofensas de Fujimori en caso de que Keiko, su hija, llegue a la presidencia a través de las elecciones de 2011.
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