Un nuevo cimbronazo sufrió el Periodismo
latinoamericano. Sicarios asesinaron al reconocido reportero mexicano Javier
Valdez Cárdenas en plena luz del día en las calles de Culiacán, una ciudad que,
como tantas otras, se ha acostumbrado a las balaceras y a narcotraficantes que reclaman
territorio y asumen autoridad.
El asesinato de Javier no es ni más ni menos
importante que cualquiera de los otros cinco periodistas mexicanos acribillados
este año o del centenar en la última década. Sin embargo, la talla cualitativa
de sus historias, la honestidad de su labor y el respeto de sus colegas por
denuncias contra el narcotráfico que volcó en libros de valiente denuncia, merecen
que su caso se convierta en punto de inflexión, para que ayude a generar
cambios y la profesión salga del oscuro submundo de la violencia y la impunidad.
Es cierto que es tarea única y prioritaria del
gobierno esclarecer el crimen, bajo la obligación estatal que la OEA definió
como las tres P: Prevención, Protección y Procurar justicia. Pero ante la
impericia, negligencia e ineficiencia históricas de muchos gobiernos mexicanos,
los periodistas harían mal en esperar sentados. El gremio necesita asumir sus
responsabilidades.
En la historia del Periodismo latinoamericano
existen casos como el de Javier que por haberse convertido en emblemáticos,
sirvieron para crear conciencia y demostrar que el asesinato de un periodista
tiene efectos devastadores para la libertad de expresión.
Los casos de José Luis Cabezas en Argentina,
Guillermo Cano en Colombia, Tim Lopes en Brasil, Hugo Bustíos en Perú, Jean
Leopolde Dominique en Haití, Jorge Carpio en Guatemala fueron bandera de lucha
del periodismo de esos países, ayudando a que se aquellos asesinatos no fueran
en vano. Todos, medios de comunicación y reporteros, en solidaridad y con
unidad, y en forma consistente, exigieron cambios, presionaron sin pausa y
persistieron tozudamente en sus reclamos.
Era esperado que el caso de Javier concitara el
interés gremial. La indignación, la frustración y la indefensión profesional se
hicieron sentir en marchas al monumento al Ángel de la Independencia en Ciudad
de México o en las plazas de Culiacán y Veracruz, en espacios pagados y
titulares de los medios más prestigiosos, reclamándosele más determinación al
Ministerio Público para administrar justicia.
Todo ello marcha en la dirección correcta. Pero no
es suficiente. Falta una estrategia mancomunada entre medios y periodistas que
mantenga los brazos en lucha, pese a las adversidades. Se necesita una estrategia
consistente, creativa, sostenida en el tiempo y muy contagiosa (viral si se
quiere adjetivar en esta época) como la realizada por aquellos gremios que no
soltaron los casos de Cabezas o Lopes hasta que se hizo justicia y marcaron un
antes y después en la violencia contra periodistas.
También hay que asumir la realidad de México. La
Justicia por sí sola tampoco será un disuasivo automático para los violentos. La
agresión contra el Periodismo es parte del contexto de una guerra intestina que
suma mártires en todas las disciplinas y lugares. La violencia es un problema
cultural.
Mal se haría, sin embargo, en tomar esa guerra como
la excusa para no hacer nada. El Periodismo mexicano hace mucho que se debe una
institución propia y nacional para defender la vida de sus periodistas y la
sostenibilidad de sus medios de comunicación. ADEPA y FOPEA en Argentina o
ANDIARIOS y la FLIP en Colombia son espejos donde imitar respuestas.
El Periodismo mexicano tiene ahora la oportunidad de
asumir sus responsabilidades y debe aprovechar que existen más instrumentos de
lucha que antes. La federalización de los delitos contra periodistas, los
sistemas de protección, el agravamiento de los castigos y el mayor apoyo social
son mecanismos muy importantes, ineficientes y débiles por ahora, pero que
pueden maximizarse y perfeccionarse para el bien de la profesión.
La memoria de Javier exige que el Periodismo luche
por la profesión como él lo hizo, denunciando y reclamando Justicia. Pero los periodistas
no deben reclamar para su propio beneficio, sino para que todo mexicano pueda
defender y gozar los derechos a la vida y a la expresión que les manda su
Constitución. trottiart@gmail.com