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abril 15, 2025

El Nobel de la Libertad

 

Mario Vargas Llosa acompañado por mi esposa,
Graciela, en una reunión SIP en 2015.

Rindo homenaje al escritor que honró siempre a la libertad. Escribí esta columna en octubre de 2010 cuando Mario Vargas Llosa recibió su Nobel, un premio que superó su lado literario. Todavía está vigente. La titulé: “El Nobel de la Libertad”.

El único sorprendido por el Premio Nobel de Literatura fue Mario Vargas Llosa. Para el resto de los mortales era un galardón anunciado o, mejor dicho, esperado; ni siquiera un asomo de polémica como el año pasado cuando Barack Obama recibió el de la Paz, sino alegría y festejos, porque la Real Academia de las Ciencias de Suecia desde hace años estaba en deuda con el autor.

Fue un premio que “hizo justicia enorme”, como dijo el presidente peruano Alan García, pensando, como muchos, que Vargas Llosa acababa de evadir la lista de escritores al que el Nobel les fue injustamente esquivo, como Juan Rulfo y Jorge Luis Borges.

Quienes además de su prolífica obra literaria nos deleitamos con sus posiciones libertarias, que abundan en sus novelas y ensayos, agradecemos que por sobre todo se haya reconocido al intelectual, el que generosamente abre la boca para condenar a los nacionalismos, a los que considera “la peor construcción del hombre” y reclama por la libertad de prensa como sinónimo de democracia.

El Nobel pone a Vargas Llosa en el escalón más alto de la literatura mundial, pero la justificación política de la Academia – “por su cartografía de las estructuras del poder y sus aceradas imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota” – lo sitúa también como paladín por excelencia de los valores democráticos, aquel que no teme enfrentar la diatriba de populistas y déspotas de izquierda que abundan ahora en Latinoamérica o pelear contra dictadores y autoritarios derechistas. El de Vargas Llosa es un Nobel de Literatura, pero también un “Nobel de la Libertad”.

De muchos intelectuales y literatos se dice que son adelantados a su tiempo para justificar que son superiores al resto. Pero la superioridad de Vargas Llosa rompe con esos cánones; está dada por la fidelidad y capacidad crítica con la que retrata la realidad.

Durante la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa en octubre de 2008 en Madrid, tuve la oportunidad de escuchar su primera aproximación a “La civilización del espectáculo”, un ensayo que todavía está moldeando y en un futuro seguramente contendrá duras críticas a Facebook que en aquel año todavía no era popular y a Twitter, que ni siquiera existía.

En 50 minutos de cáustica charla, con una crítica semejante a los versos mordaces y eternos de Enrique Santos Discépolo en el tango Cambalache, Vargas Llosa se despachó en contra de la trivialización de la cultura, con un análisis profundo sobre política, periodismo, literatura, cine, artes plásticas, drogas y sexo.

Condenó que la cultura esté dominada por lo “light”, por el consumo y por la demanda del público, que, en definitiva, condiciona la creación y el mercado. Se mostró aterrado que los modistos y los artistas hayan suplantado como eje del pensamiento a los filósofos y a los científicos de ayer y de la literatura efímera de los “best sellers” actuales. “Se ha llegado al eclipse del intelectual”.

Se quejó de la manipulación de la publicidad, y que los políticos suplantaron sus ideas por los gestos y la imagen. “La frivolidad – dijo – es tener una tabla de valores invertida. Todo es apariencia, teatro, juego, diversión”. Y ahí mismo agrupó a las revistas del corazón y al periodismo sensacionalista, desapegado a sus valores tradicionales: verdad, rigor y respeto por la intimidad.
En materia de artes visuales y plásticas, confrontando a Bergman o Buñuel con Woody Allen, y a Vincent Van Gogh con Duchamp o Damien Hirst, acusó que la “frivolización ha llegado a extremos alarmantes donde hay mínimos consensos sobre la estética… no se puede definir lo que es el talento de lo que no lo es”.

La obra literaria y política de Vargas Llosa es la antítesis de esta “Civilización del espectáculo”. Está impregnada de páginas y personajes que abrazan a la libertad y la emancipación del individuo, trascendiendo al propio autor y a todos los tiempos. Es clásica.  
De ahí que la Academia no juzgó solo la literatura de un latinoamericano como antes con Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Octavio Paz o Gabriel García Márquez. Esta vez recompensó el canto sostenido y lúcido de Vargas Llosa a la libertad.
Trottiart@gmail.com


marzo 24, 2025

Democracia: responsabilidad individual

¿Por qué insisto en la verdad y la libertad? Porque no son meras palabras, sino los pilares que sostienen la democracia. En un momento en que su estructura parece tambalearse bajo el peso de quienes ostentan el poder, es crucial recordar que la solidez de estos pilares depende de cada uno de nosotros, de nuestras acciones diarias.

El poder a menudo nos seduce con eslóganes grandilocuentes: "¡Viva la libertad, carajo!" o "¡La verdad prevalecerá!". Estas frases pueden encender el entusiasmo, pero son solo chispas momentáneas. La verdadera libertad y la verdad se forjan con el martillo de la acción constante, individual, sostenida en el tiempo.

En una democracia viva, la verdad no es un concepto abstracto, sino una práctica: la honestidad intelectual que nos impulsa a reconocer la realidad, incluso cuando su reflejo nos incomoda. Es el coraje de mirar de frente a los hechos, sin importar cuán incómodos sean.

La libertad, por su parte, va más allá de la simple ausencia de cadenas. Es la capacidad de alzar la voz en disenso, de participar activamente en la vida pública sin que el miedo a represalias nos paralice. Es la valentía de expresar nuestras ideas, de cuestionar el status quo, de exigir rendición de cuentas.

Estos dos valores, verdad y libertad, están intrínsecamente entrelazados. La construcción de una democracia robusta exige la voluntad de escuchar diversas perspectivas, de debatir ideas con pasión y respeto, y la valentía de denunciar la injusticia y la falsedad, incluso cuando el camino se torna peligroso.

Imaginemos una sociedad donde la libertad se sofoca. La búsqueda de la verdad se oscurece, las voces críticas se silencian, y la información se manipula. En contraste, una sociedad donde la verdad se ignora, donde la desinformación campa a sus anchas, la libertad se erosiona, dejando paso a la manipulación y el caos.

Por lo tanto, la democracia no es un regalo que recibimos, sino un jardín que cultivamos y cuidamos cada día.

 

julio 21, 2018

Nicaragua y Venezuela: la democracia como escudo


La democracia es el mejor sistema de gobierno. Es tan bueno, que hasta los corruptos y tiranos se escudan en ella para continuar siendo tramposos y totalitarios.
Nicaragua y Venezuela resaltan este concepto. 

Los regímenes de Daniel Ortega y Nicolás Maduro se mantienen en el poder sin consecuencias, pese a sus abusos y excesos. Con total impunidad persiguen y encarcelan a opositores, reprimen manifestaciones públicas, censuran la libertad de prensa, deshacen procesos de diálogo a su antojo, disuaden con violencia extrema, dosifican alimentos e incentivan el éxodo.

Ortega asumió su segunda presidencia en 2007 y Maduro en 2013 como continuador de la dictadura de Hugo Chávez que arrancó en 1999. Se vienen aferrando al poder mediante elecciones fraudulentas a las que no permiten supervisión. Más que asumirse gobierno para administrar los bienes de todos, siempre se arrogaron ser Estado, de ahí que les resbala el sistema republicano que obliga a respetar el equilibrio de poderes y a las minorías.

Si esta crisis política, social y económica hubiera ocurrido en los 70, Ortega y Maduro ya serían pasado. En aquellas épocas, también oscuras, los golpes de Estado primaban por sobre los procesos electorales. Ahora, los resortes democráticos para desembarazarse de regímenes corruptos y autoritarios son más respetuosos y complejos. La democracia reclama métodos prolijos y transparentes, aunque no coinciden con la preferencia de quienes sufren en carne propia a los dictadores.
Sin probabilidades de golpes de Estado, invasiones o revoluciones internas, Ortega y Maduro acusan que cualquier propuesta de elecciones anticipadas o de diálogo con la oposición son injerencias a su soberanía, actos de sabotaje o terrorismo internacional. 

Mientras tanto, ganan tiempo prometiendo negociaciones y diálogos que nunca cumplen. Estos dictadores siguen desviando la atención pese a saber que la comunidad internacional puede vigilar situaciones internas cuando hay flagrantes violaciones a los derechos humanos, tal lo establecido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos desde 1948.

Por suerte, la comunidad internacional está ahora más proactiva que en las primeras épocas del chavismo, cuando Chávez compraba silencios con una abultada “petrobilletera” y apalancaba regímenes autoritarios como el de Ortega.
A las sanciones económicas e inmigratorias que impusieron EE.UU., Canadá y la Unión Europea a funcionarios de alto rango de ambos países, en la OEA hubo acuerdos esta semana para exigir a Nicaragua elecciones anticipadas y el cese de la violencia que contabiliza más de 350 asesinatos a manos de paramilitares y francotiradores progubernamentales. Veintiún países respaldan a la oposición y a la Iglesia Católica de Nicaragua que pidieron que Ortega se someta a elecciones el 31 de marzo de 2019, dos años antes de lo previsto.

Ante la propuesta que Ortega difícilmente aceptará, su canciller Denis Moncada salió a la palestra acusando que los gobiernos firmantes buscan provocar un “golpe de Estado” y la “ruptura del orden constitucional”. La vieja fórmula de vestirse de demócrata para denunciar que el autoritarismo es de los demás.

Sin dudas un posible acuerdo de elecciones anticipadas descomprimiría la presión actual, aunque no ofrece garantías de que Ortega salga de la película. Mientras mantenga las usuales prácticas de fraude electoral y la estrategia propagandística de pan y circo que le permitieron reelegirse con fraude masivo en 2011 y 2016, Ortega tiene todo para seguir apoltronado en el poder.

Tanto Ortega como Maduro, fieles discípulos del calculador Fidel Castro, saben que en plena crisis aguantar los tiempos juega a su favor. Las carestías hacen mella en la población y el éxodo masivo termina siendo la válvula que descomprime la presión interna. Esta purga forzada – menos gente, menos disidentes y menos bocas - trae alivio, al tiempo que recarga de problemas a los demás países.

Los resortes democráticos son insuficientes ante situaciones extremas como la que viven los nicaragüenses. El aislamiento total puede ser una solución, pero debe ser de rápida y eficiente ejecución, de lo contrario puede terminar siendo un desgaste de largo aliento que profundice la crisis que se quiere resolver. El embargo a Cuba sirve de espejo. trottiart@gmail.com

julio 06, 2018

El fútbol: ¿cambios o evolución?


El fútbol cambia en forma pendular y cíclica como la política. En este Mundial de Rusia se reinventaron estrategias y prácticas de juego descartándose modelos agotados. Todavía no se puede hablar de evolución.

La diferencia entre cambios y evolución es más claro en la política. Argentina, Ecuador y México mutaron de ideología de un pestañazo, de izquierda a derecha y viceversa, aunque son cambios cosméticos y temporales. Un proceso evolutivo implica mayor profundidad en el tiempo y una mejora cultural. La democracia evolucionó con el “nunca más” a las dictaduras militares, el voto universal y, mucho antes, con la disolución de las monarquías.

En el fútbol pasa algo similar. Este Mundial pareciera suscribir el acta de defunción para el toque y posesión de pelota que encarnó Pep Guardiola y antes el jogo bonito brasilero. Los equipos ahora son más verticales y defensivos, equilibrados; con cambios de ritmo vertiginosos y jugadores más versátiles en todo el campo. Francia, Croacia, Bélgica – también Brasil pese a quedar fuera - encarnan esa especie de “fútbol total” que tampoco es nuevo ni revolucionario. Fue la marca registrada de Rimus Michel en su naranja mecánica liderada por Johan Cruiff y que mucho antes adelantó Alfredo Di Stéfano.

¿Se reinaugura así una época de fútbol más agresivo y eficiente al estilo madridista que opacará al paciente y vistoso estilo del Barza? ¡Habrá que esperar! Un Mundial es escueto, no todos los estilos se miden entre sí y la lotería de los penales sepulta o encumbra equipos que en campeonatos de largo aliento no tendrían chance. Rusia ejemplifica el escenario. Y si la “furia roja” hubiera acertado un gol más, no se hablaría hoy del agotamiento del toque inteligente de pelota.

A diferencia de las mutaciones temporales, la evolución proviene de cambios  estructurales. El fútbol progresó cuando se permitió a los arqueros usar las manos, se agregaron los mediocampistas para equilibrar el juego y se asentó a principios del siglo pasado la ley del offside todavía vigente. Muchas décadas después se perfilaron los esquemas actuales de juego, como el 4-2-4 y el 4-3-3, y en Rusia se descartó la defensa de solo 3 que probó Sampaoli con malísimos resultados.

En el fútbol el equilibrio terminó siendo esencial, como lo afirma Tite y antes Carlos Bianchi. Se robó el mantra de la NBA que acuñó Pat Riley y elevó Lebron James a la máxima expresión: un buen ataque empieza con una excelente defensa.

La asistencia en video del referí, el VAR, inaugurada en Rusia está encaminada a generar un cambio profundo en el fútbol. Más allá de que es perfectible y que es impráctica para todos porque crea una brecha entre ligas profesionales y amateur y entre países pudientes con los de menores recursos, el VAR atrae una expectativa de mayor equidad e imparcialidad. Se trata de un progreso tan significativo como cuando en 1995 la FIFA obligó a desterrar la especulación del empate y dinamizar el juego. 
Entonces, como ya se practicaba en Inglaterra e Italia, la FIFA pidió a las ligas de todo el mundo que se otorguen tres puntos al ganador, dejando en el limbo a los usureros del empate.

Una mutación menos disruptiva, pero transversal a todos los cambios, es la nueva anatomía de los deportistas, ayudados por una mejor alimentación y preparación, así como por las estadísticas de rendimiento que elevan los estándares de la performance. La ciencia y la tecnología deportiva están transformando la fisonomía de todos los deportes. Hoy es usual ver tenistas de dos metros de altura, basquetbolistas que parecen fisicoculturistas y futbolistas que pueden competir en carreras de 100 metros llanos. Y todos, jubilándose a mayor edad que sus colegas en décadas pasadas.

Habrá que esperar un tiempo para saber si el fútbol está evolucionando o simplemente cambiando. Por ahora el Mundial divierte y advierte que hay lugar para los creativos, pero no para los improvisados y los que tienen ideas preconcebidas. En el primer caso, Sampaoli, no sobrevivió con la cualidad de la improvisación que resaltó en su libro pre mundialista, mientras que Gary Lineker, ante la paridad deportiva, se tuvo que tragar su famosa frase: “el fútbol es un juego simple; veintidós hombres van detrás de un balón por 90 minutos y al final los alemanes siempre ganan”. trottiart@gmail.com

julio 18, 2017

Maduro, bizarro y descocado



Un Nicolás Maduro cada vez más bizarro y descocado se aferra al trono con los dientes y bravuconadas. Pide alzar las armas para defender la revolución y montar una reforma constitucional que iguale a Venezuela con la Cuba comunista decadente a la que admira.
No le importan los 100 muertos que la represión oficial causó para maniatar las protestas que se iniciaron en abril. Tampoco los tres mil encarcelados, miles de heridos y los 300 torturados. Maduro considera que la violencia es el daño colateral que debe pagar la oposición por incentivar lo que él llama un intento golpista continuado.
La oposición convocó a una consulta para este domingo, ante la desesperación de no saber qué hacer para frenar a Maduro. La elección no es oficial, sino puro simbolismo, una gigantesca desobediencia civil para mostrar los colmillos al presidente. Maduro ignorará el resultado y antes bloqueará la quijotada.
Es irracional, vengativo y desafía cualquier demostración de fuerza. Envió a la agencia nacional de comunicaciones a amenazar a las radios y televisoras con que cancelará sus licencias de operación si cubren el plebiscito. Antes, tras el inicio de las masivas protestas, replicó con el llamado a la reforma constitucional con la idea de borrar a la oposición de la faz de la Tierra.
Las apariencias tampoco le importan. Ignoró a los obispos que calificaron a su régimen de “dictadura militar” y mandó a la Corte Suprema que despida a la fiscal general, Luisa Ortega. Antes, marca registrada del chavismo, ahora devenida en su mayor piedra en el zapato, Ortega insiste en que Maduro practica “terrorismo de Estado”.
Todo vale en este gran cambalache chavista que Maduro incentiva con circo y garrote. La semana pasada mandó a su milicia pretoriana a invadir el Congreso y agarrar a palazos a los legisladores de oposición. Días antes, puso en escena a un helicóptero y un actor tirando granadas sobre los edificios de la Corte Suprema y el Ministerio del Interior. Descubierto el ardid, el intento de golpe se inscribió como otra de las tantas anécdotas bizarras del Presidente.
 
Todos sus pasos son ilegales e ilegítimos, empezando por la convocatoria a una constituyente sin previa consulta popular y de la que solo participarán reformistas oficialistas. Canceló procesos electorales, desactivó al Congreso opositor mediante orden del Supremo Tribunal que solo trabaja para él y a las Fuerzas Armadas las mantiene leales, comprando generales o dándoles licencia para operar los anillos de corrupción junto a la mafia internacional.
No hay que descuidarse, Maduro todavía tiene cintura política para sobrevivir. Logró que el banco Goldman Sachs invierta millones en bonos de deuda de la petrolera estatal, dándole efectivo para unos cuantos meses más. Sacó de la cárcel al preso político más ilustre, Leopoldo López, y se las ingenia para que se acerquen a Venezuela decenas de intermediarios a los que permite soñar con lograr el diálogo o salvar la democracia inexistente. Maduro los despide socarrón, sabiendo que gana tiempo y fama de pacificador.
Nadie tiene la respuesta adecuada. No es fácil hacerle frente a una dictadura con armas democráticas. Hubo un intento frustrado en la reciente asamblea de la OEA en Cancún. Los países más influyentes del continente se alinearon para aplicar la Carta Democrática. No funcionó porque Venezuela aglomeró a un grupo de países caribeños que siempre le dan el sí a cambio de petróleo subsidiado.
¿Cómo salir de este régimen? ¿Cómo desarmar un esquema corrupto antes de que explote la bomba de crisis humanitaria, cuya mecha ya está prendida? ¿Cómo desbaratar a un gobierno que le alquiló el territorio al narcotráfico? ¿Qué hacer para detener una reforma constitucional que hará ilícitas las pocas libertades individuales que quedan?
Algunos creen que la respuesta la tendrían EE.UU y la UE mediante sanciones económicas severas. Pero aun así, Maduro, como los Castro, se las ingeniaría para sobrevivir a un embargo con las migajas de otras dictaduras siempre dispuestas a subsidiar autoritarismos, mientras prosigue con su idea de una Venezuela comunista.
Se requieren medidas más contundentes para que Maduro acabe en la cárcel. Tal vez todos piensan y saben la fórmula, pero nadie se atreve a decirla y ejecutarla. trottiart@gmail.com

diciembre 20, 2015

Por si quedaban dudas sobre la democracia en Venezuela

¿Alguien tenía dudas de que Venezuela no es una democracia? Ya no creo, después que Nicolás Maduro, mediante un autogolpe de Estado encubierto, creó esta semana el Parlamento Comunal, una especie de “congreso del pueblo” que tendrá como misión contrarrestar a “la nueva burguesía” que ganó la mayoría en la Asamblea Nacional.

Fiel a su estilo, el chavismo demuestra así que desconoce la derrota abrumadora sufrida en las urnas y que mantiene intacta su capacidad de destruir y desestabilizar las instituciones democráticas.

Lo que confunden esta vez Maduro y Diosdado Cabello, quien perdió la presidencia del Poder Legislativo, es que su renovada fórmula desestabilizadora llega a destiempo. El populismo siempre llega al poder tras una profunda crisis social-política y cuando las instituciones están más debilitadas, de la mano de un líder salvador que promete barrer con el establisment y gobernar a favor de un pueblo sufrido abusado por las élites.

En el “borrón y cuenta nueva”, y con una población cansada de los abusos e injusticias, se catapultan estos líderes mesiánicos, siendo ejemplos palpables un mililitar como Hugo Chávez, un sindicalista como Evo Morales o un político satélite de su partido político, como Néstor Kirchner que con solo el 22% de votos apareció en escena como el salvador tras la crisis económica y política a principios de la década pasada.

En lo que realmente se confunden Maduro y Cabello es que esta vez la crisis política y social no es de otros, de ahí que nadie les compra la idea de que pueden ser los salvadores de sus propios errores o de lo que ellos mismos provocaron. No por ello, no dejarán de seguir queriéndose aferrar al poder y tratar de gobernar de espaldas a las instituciones.

El chavismo está acostumbrado a ello. A fines de 2000, Chávez logró que el Congreso le habilitara a gobernar por decreto por 18 meses. Aquella auto destrucción o auto golpe pasó casi desapercibida, no así los efectos del autoritarismo cada vez más profundo que Chávez utilizó para tapar los primeros coletazos de una crisis económica que se fue agravando hasta hoy.

Aquella desestabilización democrática era parte de lo que Chávez denominó la “quinta república” que permitiría la redistribución de la riqueza de los ingresos del petróleo, lo que finalmente nunca llegó. Pero aquello le dio excusas perfectas para reformar la Constitución que le permitiría expropiar empresas en forma legítima, crear y armar las milicias urbanas llamada círculos bolivarianos, militarizar su gabinete, ideologizar la educación en las escuelas primarias, encarcelar y echar al exilio a sus opositores, privilegiar solo a los revolucionarios y crear alianzas con gobiernos extranjeros mediante regalos y subsidios petroleros.

Maduro y Cabello no reconocen que hoy están pagando los platos rotos de todo aquel legado que viene creando el chavismo desde hace 15 años. De ahí que reaparecen con una fórmula poco creativa y engañosa como la creación del Parlamento Comunal, un cuerpo paralelo o paraestatal, con el que quieren congraciarse con el pueblo que los rechazó en las urnas. Se trata de un simple manotazo de ahogado al que le imponen la narrativa mesiánica de siempre, argumentando que quieren devolverle el poder al pueblo ante “un Congreso al servicio de la burguesía”, que solo debe estar compuesto “por revolucionarios y no por escuálidos”, y al que le otorgarán los “recursos, toma de decisiones y forma de vida".   

No hay dudas que el chavismo necesita mantener el poder que perdió en las urnas para suplir la crisis económica; pero, a su pesar, el ingrediente que le falta ahora es el poder de movilizar a las masas, un poder sin el cual no puede sobrevivir un movimiento populista.

La reinvención del chavismo jamás será posible con las fórmulas autoritarias que en otro contexto y época política le fueron exitosas. Hoy los venezolanos, en su mayoría como lo demostraron en las últimas elecciones legislativas, le dieron la espalda al chavismo y su ineficiencia administrativa. La nueva mayoría o la nueva masa, eligió a un nuevo modelo político alejado de los vicios de la corrupción, la inseguridad y la inflación desbordadas.

Si el chavismo quiere mantener la cuota de poder deberá hacerlo dentro de las reglas democráticas. Por fuera solo seguirá alimentando su autodestrucción. 

diciembre 15, 2014

CIA, tortura y promoción democrática

En este espacio he criticado los programas para promover la democracia del gobierno de EEUU porque, pese a sus buenas intenciones por impulsar libertad en el mundo entero, cayó muchas veces en propaganda y en la imposición de estilos de vida mediante técnicas non sanctas.

El informe que el Senado de EEUU ofreció esta semana sobre los métodos de tortura que la Agencia Central de Inteligencia usó para obtener información de terroristas detenidos después de los atentados de “Setiembre 11”, forman parte de los abusos que se cometen en nombre de la seguridad y los intereses nacionales.

Así como los métodos violentos que en su historia la Iglesia Católica usó para evangelizar, EEUU cayó muchas veces presa de sus nacionalismos y fanatismos para imponer democracia. Promovió golpes de Estado, guerras y estrategias de espionaje, como los de la Agencia Nacional de Seguridad.

Las prácticas de tortura empleadas por la CIA de 2001 a 2009, aunque atenuadas por el presidente Barack Obama al explicar que se dieron en un contexto de pánico y con el fin de evitar otros atentados, no pueden dejar de condenarse. Se trata de una conducta brutal que pone en entredicho la cultura de libertad y democracia que pregona el país.

Pese a los hechos en sí, es importante registrar que la denuncia del Senado y la polémica desatada entre los poderes públicos, la ciudadanía y la comunidad internacional, han servido para mostrar la calidad del sistema democrático estadounidense que se ha construido sobre la base de la transparencia, la obligada rendición de cuentas al público por parte de quienes administran la cosa pública y la independencia de los poderes políticos.

Pocos países y gobiernos tienen esa vocación y tradición a favor de la crítica y la autocrítica. Muchos, más bien, terminan escudándose detrás de una cultura basada en el secreto. Obama resumió bien esa filosofía: “Una de las fortalezas que hace a EEUU excepcional, es nuestra voluntad de afrontar abiertamente nuestro pasado, encarar nuestras imperfecciones, hacer cambios y mejorar”.

La polémica y la conversación entre gobierno y ciudadanos sobre temas espinosos es parte de la idiosincrasia estadounidense. Todos reconocen que existen muchas imperfecciones – la lucha por la igualdad y el racismo sintetizan ese sentir – pero nadie sufre represalias oficiales por ejercer su derecho a hablar, opinar y criticar.

El informe del Senado y la respuesta que la CIA está preparando al público, demuestran la fortaleza de un sistema que prefiere saber la verdad y afrontar las consecuencias. Por ello mientras se daban a conocer las 500 de las 6.000 páginas del informe, el gobierno tomó precauciones ante posibles represalias en el mundo entero.

No hay que pecar de ingenuos. La transparencia no es automática. Muchas veces es inducida con fórceps, bien sea por la ley de acceso a la información pública que permite a los ciudadanos solicitar datos o por filtraciones e infidencias fortuitas. Entre estas, están las denuncias que hicieron Julian Assange y Edward Snowden o las que reveló el enigmático “garganta profunda” durante el escándalo de espionaje del caso Watergate que derivó en la renuncia del presidente Richard Nixon.

Lo importante es que para que haya verdadera transparencia siempre se necesitará una alta dosis de independencia entre poderes públicos. Este caso lo ejemplifica muy bien, ya que esa autonomía entre poderes provoca que existan contrapesos y controles entre un poder y el otro: Senado contra la CIA, Obama contra el Congreso o Departamento de Justicia contra Fiscalía.

La democracia se nutre de ese proceso de choque entre poderes; es cuando pasa de ser un principio abstracto a convertirse en una realidad concreta. Solo basta con pensar en el nivel de independencia que tienen los poderes públicos y si existen contrapesos, para medir la calidad democrática de un país.

El gobierno de EEUU no debería preocuparse por promover su sistema con métodos cuestionables o con un Hollywood cliché en que los buenos siempre llegan al final de la película imponiéndose entre aplausos, banderas y consignas nacionalistas. Simplemente necesita seguir demostrando que el respeto por la discusión pública y la independencia de poderes son ejemplos contundentes para promover democracia. 

diciembre 10, 2013

Saqueos a la democracia

Argentina tendría hoy que estar festejando la reinserción democrática que se logró hace 30 años. Sin embargo, está de luto por casi una decena de muertos, consecuencia de los saqueos y alborotos públicos que siguieron al chantaje de las policías de 17 provincias que dejaron de trabajar o se acuartelaron en protesta por mejores salarios.

El problema que se originó en Córdoba la semana pasada hasta que la policía consiguió un aumento salarial, mimetizándose en los destacamentos de prácticamente todo el país, desnuda una nueva crisis que va más allá de los problemas económicos que asfixian a los más vulnerables. Una crisis de la que se deben deslindar responsabilidades.

Primero, las policías. Si bien todo ciudadano, según la Constitución, tiene garantías a la libertad de asociación, no todos pueden gozar de los mismos niveles de ese derecho. Si los policías hubiesen hecho huelga escalonada y no se hubiera producido ningún desborde de inseguridad, seguramente estarían protegidos por los principios constitucionales. Si a sabiendas de que su protesta causaría desmanes y azuzarían mayor inseguridad, y se cruzaran enteramente de brazos para poder conseguir sus fines, su libertad de asociación estaría más emparentado con el chantaje que con otra cosa.

Segundo, la población. Por más vulnerable o pobre que alguien sea, ello no da patente de corso  para aprovechar situaciones y transformarse en un ladrón enmascarándose en el protegido anonimato que ofrecen los saqueos populares, ya sea para desvalijar supermercados o negocios de electrodomésticos o generar violencia. Es obvio que esto denota una más profunda que aquella que deviene de la condición deplorable de muchos que siguen marginados económica y socialmente.

Tercero, el gobierno. Si bien este no se comporta como el de Nicolás Maduro que fue quien semanas atrás incentivó a la población a robar negocios de electrodomésticos, el gobierno argentino peca por omisión y manipulación. Corto de mente y muy político, miró hacia el otro lado cuando comenzó la crisis en Córdoba porque se trataba de un gobernador antagonista, con escasa visión para advertir que todo movimiento de desorden que comienza en Córdoba como reguero de pólvora siempre termina por afectar a todo el país. Pero hasta aquí se trata de lo superficial.

En la profundidad, el gobierno nacional es responsable por manipular, desde los índices de inflación hasta los de pobreza, y por tratar de remediar absolutamente con dos elementos que lo transforman a cualquier gobierno en demagógico: Propaganda y clientelismo. Estos dos elementos son de los que consumen una gran parte del presupuesto nacional. La propaganda para mostrar un país que está mejor de lo que está, que vive de las apariencias; y el clientelismo, usado malamente como sinónimo de empleo, para mantener a la gente medianamente aplacada.


La crisis actual demuestra que la demagogia tarde o temprano queda desenmascarada, ya que la propaganda deja de ser eficiente cuando es superada por la realidad y que los clientes del clientelismo siempre terminarán insatisfechos y pedirán más y más.

junio 28, 2013

Manejar la conversación pública

Quien maneja o inicia la conversación o la agenda pública siempre demuestra cierta vocación de liderazgo, sin distinción de que sea bueno o malo. La agenda no siempre depende de los mismos actores, sino que está maniatado al contexto y a los temas.

Un ejemplo son las protestas en Brasil. Ese tema de conversación, la reivindicación de los más pobres, la lucha contra la corrupción y la exigencia por servicios públicos mejores y más eficientes, no fue un tema incentivado ni por la prensa ni por el gobierno. Ha sido impuesto por las protestas públicas que espontáneamente se auto convocaron por las redes sociales.

Edward Snowden al denunciar el sistema de espionaje del gobierno de EE.UU. en declaraciones a los diarios The Guardian y The Washington Post, fue el hacedor del tema y de la conversación, pero que luego retomaron el gobierno y la prensa mundial. Fue él, Snowden, el hacedor de su propio destino; mientras que Rafael Correa, el presidente ecuatoriano, ausente de ese tema por más declaraciones a favor de Snowden y en contra de EE.UU. que haya hecho, recién se posicionó como líder de la agenda cuando ayer, tomando la delantera, anunció que Ecuador renunciaba a los beneficios arancelarios de EE.UU. ante la posibilidad de que el gobierno de Barack Obama tome represalias económicas contra su país por la posible aprobación del asilo a Snowden.

Anti ayer fue la Corte Suprema de EE.UU. la que se impuso en la agenda con la aprobación de derechos a los matrimonios de personas del mismo sexo y ayer fue el Senado el que aprobó la reforma inmigratoria a favor de 12 millones de personas indocumentadas. En otros momentos, fue la prensa la que lideró la agenda con esos dos temas.

Es decir, en EE.UU. y en muchos países del mundo, la agenda no depende de un individuo o de un gobierno en forma continua, como por ejemplo de Barack Obama, sino de variados actores y de temas muy heterogéneos.

Digamos que la agenda es un termómetro tan variada como la sociedad y en esa heterogeneidad se consolida la idea de que una agenda plural y diversa siempre es sinónimo de mejor democracia.

Hay países donde los gobiernos siempre intentan dominar la agenda pública, con temas que no importan si son polémicos; su idea siempre es que se hable de la posición buena o mala del gobierno, sin importar el resultado. Ejemplos sobran, desde la Venezuela que emergió con Hugo Chávez o la Argentina de Cristina Kirchner.

El gobierno argentino tiene esa vocación y voluntad de hablar continuamente de sí mismo e imponerse como centro de atención. La Corte Suprema de Justicia rechazó la “reforma judicial” que el gobierno mantuvo en la agenda pública, pero apenas sucedió eso, los mecanismos de presión del gobierno no se hicieron esperar y de repente el tema de conversación es la represalia del aparato kirchnerista contra las obligaciones impositivas del presidente de la Corte.

Cristina prácticamente lanza todos los días un tema nuevo de conversación haciendo que la prensa, la oposición y el público en general tengan que ponerse a la defensiva. Ante la reacción de la sociedad, los personeros del gobierno aparecen con una sarta de agravios y descalificaciones para neutralizar a quienes intentan el disenso y de esa forma pasan a liderar la agenda.

Muchos alaban al periodista Jorge Lanata que evidentemente con sus investigaciones que despliega los domingos por la noche impone los temas en la agenda, como el caso de la corrupción que rodea a Cristina y su ex marido. La ventaja de Lanata, a comparación de otros periodistas, es que impone el mismo tipo de sarcasmo y cinismo, es decir la misma forma de hablar, que tiene el gobierno, y de ahí su éxito; además de, por supuesto, su contenido.

Estilo comparable que adoptó, por ejemplo, el opositor Henrique Capriles en Venezuela para contrarrestar a Nicolás Maduro y continuamente atacarlo con el mismo tipo de sarcasmos que Maduro y otros funcionarios del gobierno utilizan para degradar a la oposición.

Los gobiernos populistas actuales y antes los más autoritarios de América Latina, siempre estuvieron inclinados a dominar al agenda pública a como dé lugar.

El único antídoto que hay para ello es el reforzamiento de las instituciones democráticas, siendo, la más importante de todas la prensa independiente. Esta tiene la obligación de estar por arriba de los estándares que marcan los gobiernos populistas y mantener una conversación pública que esté regida por el descubrimiento de temas que solamente pueden emerger de la investigación y la responsabilidad de hacer un periodismo de altísima calidad.

mayo 03, 2012

Luchar por la libertad de expresión

Hoy, Día Mundial de la Libertad de Prensa, es necesario que todos, periodistas y ciudadanos en general, asumamos la responsabilidad de defender y promover la libertad de prensa, como la primera línea de batalla donde se define la supremacía o no de la libertad de expresión en nuestras sociedades.

El nivel de libertad de prensa y de expresión que tiene una sociedad, es el indicativo del nivel de su democracia. 

Cuando la libertad de prensa es atropellada por el crimen organizado mediante violencia contra periodistas y medios de comunicación  o con censura directa o sutil de parte de los gobiernos, quienes sufren no son solo los integrantes de la prensa, sino todos los ciudadanos que ven coartado su derecho a recibir información.

Aún más importante, es necesario observar que los ataques contra periodistas y medios suelen ocurrir en forma posterior a otros ataques contra la libertad de expresión y otros derechos individuales como otras agresiones contra la libertad de asociación, de reunión, de género, de orientación sexual, religiosa o política.

La responsabilidad de todos es denunciar estos atropellos y exigir que las autoridades creen mecanismos para que haya más tolerancia.

Dentro de estas responsabilidades para los periodistas, no solo nos caben la solidaridad y unidad gremial, la investigación para denunciar los abusos de autoridad, la búsqueda de la formación constante para servir mejor al público; sino, además, aplicar estándares rigurosos de ética profesional.

Hoy, en este día tan importante, mis sentimientos con todos esos periodistas y medios, tradicionales y nuevos, usuarios de internet y de redes sociales, que sufren crímenes, atentados, secuestros, encarcelamiento y abusos de poder, por el solo hecho de informar u opinar.

  

diciembre 16, 2011

El engaño autoritario de la Celac


Las principales causas del deterioro de la democracia y de la calidad de vida en Latinoamérica, son la inseguridad pública, la corrupción, la subordinación de la justicia, el fraude electoral y las violaciones a la libertad de prensa y de expresión. Sorpresivamente, ninguna de estas fue abordada en los 40 puntos de la Declaración de Caracas, documento fundacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), aprobado por los presidentes de la región.

Lejos de las necesidades y pesares de los ciudadanos, la Declaración promulgada el fin de semana pasado en Caracas, puso énfasis en la política ideológica del anfitrión y mentor de la nueva sociedad, Hugo Chávez, y de una orquesta de socios que tampoco se caracteriza por sus prácticas democráticas, como Rafael Correa, Raúl Castro y Daniel Ortega.

El documento constitutivo de Celac suena como una canción de protesta de Calle 13. En la flamante Comunidad, en lugar de discutirse sobre temas que realmente conectan a la gente con sus gobernantes; transparencia y anticorrupción, inseguridad y salud, empleos y comercio, innovación y tecnología, se habló sobre autodeterminación de los pueblos y el principio de no injerencia, características de un discurso politizado y resentido, que nos retrotrae a la década de los 70 y la Guerra Fría.

Descompasados con la actualidad, los principios esbozados no tuvieron la intención de integrar a la región económicamente y blindarla de colonialismos pasados como vendieron los discursos. Más bien, pareció que los gobiernos más autoritarios crearon su propia coraza para impedir que en sus países se supervise el cumplimiento de los derechos humanos, acción que universalizó la Convención de Viena de 1969, por encima del derecho interno y de la Constitución de cada país.

No es casualidad que los mayores deudores con los derechos humanos, Cuba, Venezuela, Ecuador y Nicaragua fueran los más estentóreos en esta Cumbre. 

De esta forma, Chávez y Correa – sin el contrapeso que otrora ejercían presidentes de la vereda de enfrente como Alvaro Uribe, Alan García, Oscar Arias o Vicente Fox - se sintieron a sus anchas, más libres y arrogantes para pedir el reemplazo de la Organización de Estados Americanos por la Celac, para criticar el método de protección de derechos humanos reconocido como el más funcional del mundo, con su Comisión y Corte interamericanas, y para reprender a los medios de comunicación privados, a los que le atribuyen propiedades anti bolivarianas y un poder fáctico, causante del “gravísimo problema planetario”.

La Celac nació con muchas contradicciones. No solo excluyó a dos de los socios comerciales, militares y de mayor influencia en la región y el mundo, como EE.UU. y Canadá, sino que incorporó a la mesa a Raúl Castro en el mismo momento que en su país se reprimía brutalmente a los disidentes y a Daniel Ortega, quien ganó su tercer mandato pese a una reelección prohibida por la Constitución, y desoyendo a veedores de la OEA y la Unión Europea que denunciaron fraude en el proceso electoral.

En realidad, si de alguna integración se puede hablar, es que en la Celac se mezclaron sistemas democráticos, autoritarios y dictatoriales, incluyendo a varios pequeños países caribeños angloparlantes, sumisos y silenciados por los petrodólares de Chávez. Lo más penoso, empero, es que esa composición se legitimó con la venia y los aplausos de Dilma Rousseff, Juan Manuel Santos, Felipe Calderón y Sebastián Piñera, quienes no deberían tragarse aquello de que la autodeterminación y la soberanía pesan más que la democracia.

La Declaración de Caracas que tuvo la misión de demostrarle al mundo en crisis económica, los beneficios de la integración regional; sin embargo, solo sirvió para fortalecer el discurso político de las “revoluciones ciudadanas”, que a diferencia de las sociales como las de países árabes, en las de América Latina es solo una careta para que los gobiernos tomen el poder absoluto.

La Celac no es genuina, sino retórica y pura cháchara. Servirá para fundir en bronce a líderes ficticios, como antes el Unasur hizo con Néstor Kirchner. Por su composición ideológica no tendrá larga vida, durará tanto como duren los gobiernos que la incentivaron.

noviembre 24, 2011

Los cubanos quieren libertad


El gobierno cubano sigue haciendo cambios para mejorar su economía maltrecha. La novedad de esta semana fue que el gobierno permite a los productores agropecuarios que empiecen a lidiar directamente en el campo de la oferta y la demanda, vendiendo sus productos en forma directa, sin necesidad de pasar por organismos del Estado.

El cambio es importante, como también lo fue el que se haya permitido que los cubanos puedan comprar o permutar casas y automóviles y dedicarse a proyectos de trabajo por cuenta propia.

Pero más allá de estos cambios que a muchos no les interesa, calculados en un 70% de la población, de acuerdo a una encuesta realizada recientemente por el Instituto Republicano Internacional (IRI), lo que muchos están reclamando es que más que cambios económicos, lo que se necesita en la isla es una profunda reforma política.
Los cubanos, según la encuesta, quieren elecciones y democracia, libertad de expresión, de prensa y acceso a la información, y medios de comunicación más independientes, menos propagandísticos. La encuesta se realizó en julio entre 572 adultos. Según lo que recogió el diario El Nuevo Herald, estos son algunos de los datos más relevantes:
• Casi 90 por ciento de los entrevistados dijo estar a favor de una economía de mercado, con el derecho de poseer propiedades y a operar negocios privados.
• Tres de cada cuatro favorecen las elecciones multipartidistas, la libertad de expresión y otros elementos de la democracia.
• Tres de cada cinco creen que los cambios económicos son imposibles sin reformas políticas.
• Menos de 7 por ciento de los encuestados dijo tener acceso a internet, y sólo 22 por ciento dijo tener acceso a teléfonos celulares.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...