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abril 15, 2025

El Nobel de la Libertad

 

Mario Vargas Llosa acompañado por mi esposa,
Graciela, en una reunión SIP en 2015.

Rindo homenaje al escritor que honró siempre a la libertad. Escribí esta columna en octubre de 2010 cuando Mario Vargas Llosa recibió su Nobel, un premio que superó su lado literario. Todavía está vigente. La titulé: “El Nobel de la Libertad”.

El único sorprendido por el Premio Nobel de Literatura fue Mario Vargas Llosa. Para el resto de los mortales era un galardón anunciado o, mejor dicho, esperado; ni siquiera un asomo de polémica como el año pasado cuando Barack Obama recibió el de la Paz, sino alegría y festejos, porque la Real Academia de las Ciencias de Suecia desde hace años estaba en deuda con el autor.

Fue un premio que “hizo justicia enorme”, como dijo el presidente peruano Alan García, pensando, como muchos, que Vargas Llosa acababa de evadir la lista de escritores al que el Nobel les fue injustamente esquivo, como Juan Rulfo y Jorge Luis Borges.

Quienes además de su prolífica obra literaria nos deleitamos con sus posiciones libertarias, que abundan en sus novelas y ensayos, agradecemos que por sobre todo se haya reconocido al intelectual, el que generosamente abre la boca para condenar a los nacionalismos, a los que considera “la peor construcción del hombre” y reclama por la libertad de prensa como sinónimo de democracia.

El Nobel pone a Vargas Llosa en el escalón más alto de la literatura mundial, pero la justificación política de la Academia – “por su cartografía de las estructuras del poder y sus aceradas imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota” – lo sitúa también como paladín por excelencia de los valores democráticos, aquel que no teme enfrentar la diatriba de populistas y déspotas de izquierda que abundan ahora en Latinoamérica o pelear contra dictadores y autoritarios derechistas. El de Vargas Llosa es un Nobel de Literatura, pero también un “Nobel de la Libertad”.

De muchos intelectuales y literatos se dice que son adelantados a su tiempo para justificar que son superiores al resto. Pero la superioridad de Vargas Llosa rompe con esos cánones; está dada por la fidelidad y capacidad crítica con la que retrata la realidad.

Durante la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa en octubre de 2008 en Madrid, tuve la oportunidad de escuchar su primera aproximación a “La civilización del espectáculo”, un ensayo que todavía está moldeando y en un futuro seguramente contendrá duras críticas a Facebook que en aquel año todavía no era popular y a Twitter, que ni siquiera existía.

En 50 minutos de cáustica charla, con una crítica semejante a los versos mordaces y eternos de Enrique Santos Discépolo en el tango Cambalache, Vargas Llosa se despachó en contra de la trivialización de la cultura, con un análisis profundo sobre política, periodismo, literatura, cine, artes plásticas, drogas y sexo.

Condenó que la cultura esté dominada por lo “light”, por el consumo y por la demanda del público, que, en definitiva, condiciona la creación y el mercado. Se mostró aterrado que los modistos y los artistas hayan suplantado como eje del pensamiento a los filósofos y a los científicos de ayer y de la literatura efímera de los “best sellers” actuales. “Se ha llegado al eclipse del intelectual”.

Se quejó de la manipulación de la publicidad, y que los políticos suplantaron sus ideas por los gestos y la imagen. “La frivolidad – dijo – es tener una tabla de valores invertida. Todo es apariencia, teatro, juego, diversión”. Y ahí mismo agrupó a las revistas del corazón y al periodismo sensacionalista, desapegado a sus valores tradicionales: verdad, rigor y respeto por la intimidad.
En materia de artes visuales y plásticas, confrontando a Bergman o Buñuel con Woody Allen, y a Vincent Van Gogh con Duchamp o Damien Hirst, acusó que la “frivolización ha llegado a extremos alarmantes donde hay mínimos consensos sobre la estética… no se puede definir lo que es el talento de lo que no lo es”.

La obra literaria y política de Vargas Llosa es la antítesis de esta “Civilización del espectáculo”. Está impregnada de páginas y personajes que abrazan a la libertad y la emancipación del individuo, trascendiendo al propio autor y a todos los tiempos. Es clásica.  
De ahí que la Academia no juzgó solo la literatura de un latinoamericano como antes con Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Octavio Paz o Gabriel García Márquez. Esta vez recompensó el canto sostenido y lúcido de Vargas Llosa a la libertad.
Trottiart@gmail.com


The Nobel for Freedom

Mario Vargas Llosa and my wife, Graciela,
during one of the SIP meetings in 2015.
     I pay tribute to the writer who has always honored freedom. I wrote this column in October 2010 when Mario Vargas Llosa received his Nobel Prize, surpassing his literary side. It is still valid. I titled it: "The Nobel Prize for Freedom".

Mario Vargas Llosa was the only one surprised by the Nobel Prize in Literature. For the rest of us mortals, it was a prize that had been announced or, better said, expected; not even a hint of controversy as last year when Barack Obama received the Peace Prize, but joy and celebration because the Royal Swedish Academy of Sciences had been indebted to the author for years.

It was a prize that "did enormous justice," as Peruvian President Alan Garcia said, thinking, like many, that Vargas Llosa had just evaded the list of writers to whom the Nobel Prize was unjustly elusive, such as Juan Rulfo and Jorge Luis Borges.

Those of us who, in addition to his prolific literary work, delight in his libertarian positions, which abound in his novels and essays, are grateful that, above all, the intellectual has been recognized as the one who generously opens his mouth to condemn nationalism, which he considers "the worst construction of man" and calls for freedom of the press as a synonym of democracy.

The Nobel Prize puts Vargas Llosa in the highest echelon of world literature. Still, the Academy's political justification - "for his cartography of the structures of power and his acerbic images of individual resistance, revolt, and defeat" - also places him as a champion par excellence of democratic values, one who is not afraid to confront the diatribe of populists and left-wing despots that now abound in Latin America or to fight against dictators and right-wing authoritarians. Vargas Llosa is a Nobel Prize for Literature and a "Nobel Prize for Freedom."

Many intellectuals and literati are said to be ahead of their time to justify that they are superior to the rest. But Vargas Llosa's superiority breaks with these canons, given by the fidelity and critical capacity with which he portrays reality.

During the meeting of the Inter-American Press Association in October 2008 in Madrid, I had the opportunity to listen to his first approach to "The Civilization of the Spectacle," an essay that is still being shaped and in the future will surely contain harsh criticism of Facebook, which in that year was not yet popular, and Twitter, which did not even exist.

In 50 minutes of caustic talk, with a critique similar to Enrique Santos Discépolo's biting and eternal verses in the tango Cambalache, Vargas Llosa spoke out against the trivialization of culture, with a deep analysis of politics, journalism, literature, literature, cinema, plastic arts, drugs and sex.

He condemned that culture is dominated by "light," by consumption and public demand, which ultimately conditions creation and the market. He was terrified that fashion designers and artists have supplanted as the axis of thought the philosophers and scientists of yesterday and the ephemeral literature of today's best sellers. "We have reached the eclipse of the intellectual."

He complained about advertising manipulation and that politicians supplanted their ideas with gestures and images. "Frivolity - he said - is to have an inverted table of values. Everything is appearance, theater, play, amusement". There, he grouped together the magazines of the heart and sensationalist journalism, detached from their traditional values: truth, rigor, and respect for privacy.

On the subject of visual and plastic arts, confronting Bergman or Buñuel with Woody Allen and Vincent Van Gogh with Duchamp or Damien Hirst, he charged that "civilization has reached alarming extremes where there is minimal consensus on aesthetics... one cannot define what is talent from what is not".

Vargas Llosa's literary and political work is the antithesis of this "Civilization of the spectacle." It is impregnated with pages and characters that embrace freedom and the emancipation of the individual, transcending the author himself and all times. It is classic.  

Hence, the Academy did not judge only the literature of a Latin American as before with Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Octavio Paz, or Gabriel García Márquez. This time, it rewarded Vargas Llosa's sustained and lucid song to freedom. Trottiart@gmail.com


octubre 10, 2015

Vargas Llosa: "Llegar vivo hasta el final"


Lúcido y cáustico como siempre, Mario Vargas Llosa quiere “llegar vivo hasta el final”, no solo para seguir con sus ficciones, sino para denunciar a todos aquellos autoritarios que reniegan de la libertad para beneficio propio o que hacen de la corrupción su modo de vida.

Con el mismo ímpetu que destacó Gabriel García Márquez en su autobiografía Vivir para Contarla, Vargas Llosa siente la necesidad de seguir denunciando todos los días los atropellos contra las libertades individuales y sociales. No quiere callarse. La diferencia entre ambos premios Nobel de Literatura, en el lado opuesto del dial político, es la estridencia de Vargas Llosa para asumirse liberal y sin pelos en la lengua contra la corrupción, esa plaga amenazante que, como los nacionalismos, lastran a Latinoamérica dejándola sin paz ni desarrollo.

En Charleston, EE.UU., durante la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, Vargas Llosa se empachó en contra de los inmorales. Solo le faltó la FIFA y la Volskwagen, porque no dejó títere con cabeza. Se mostró ofendido por el milagro brasileño que desdibujó la corrupción de Dilma Rousseff y Lula da Silva. Tildó de “demagogia racista” al oportunista de Donald Trump. Vaticinó retroceso irreversible si Keiko Fujimori llega a la presidencia en Perú. Y puso énfasis sobre la “ficción maligna” que significan los nacionalismos, en especial, el lastre de la corrupción que nutrió al peronismo argentino y a la galopante podredumbre del chavismo mafioso.

Apuntó a la buena opción de Mauricio Macri, comparándola con la “perseverancia en el error” que significaría votar por Daniel Scioli. A esa vocación argentina por los yerros ciclotímicos se la endilgó a esa “gran tragedia” llamada peronismo, que ha hecho caer al país en el subdesarrollo, en el caos permanente y deambular en crisis tras crisis. “¿Cómo un país culto puede caer prisionero de esa maraña que es el peronismo?”, se preguntó.

Sobre el chavismo venezolano tuvo adjetivos aún más calificativos, siempre adornados por el maleficio de la corrupción. “El país es una putrefacción total”, dijo, sabiéndolo el más corrupto del mundo, con los mayores índices de criminalidad y en el que los jefes del gobierno y de las mafias no se diferencian, y los militares están sobornados por esos mafiosos. Acusó a Maduro de haber hecho todo lo necesario para convertir a un país rico en pobre.

Hace tiempo que Venezuela no goza de elecciones limpias y libres. Cree que esa putrefacción intencional, es la única esperanza que tiene el gobierno para salir victorioso. “La única manera que puede ganar… es con un fraude gigantesco”, señaló. Vaticinó que estas elecciones van a demostrar clarísimamente la desesperación de un Maduro impopular, “que va a cometer un fraude monstruoso”.

Las risas y aplausos más estentóreos en Charleston sonaron cuando Vargas Llosa satirizó a Maduro por no permitir a la OEA que supervise las elecciones legislativas de diciembre. “¿Le tiene miedo a la OEA?”. Y se respondió: “Si es la institución más inútil entre las inútiles… que no ha servido nunca para nada”.

Ante la “dictadura creciente” que continúa haciendo estragos desde la coacción de las libertades y el encarcelamiento de opositores, como Leopoldo López, lo que más le duele es la absolutamente lamentable hipocresía y la falta de coraje de los gobiernos de la región para manifestarse a favor de la democracia: “Una vieja tradición en nuestra región, la gran neutralidad frente a los gobiernos de extrema izquierda”.

La entrevista en el auditorio entre Vargas Llosa y Andrés Oppenheimer no podía terminar sin referencias a su vida íntima. De ahí que confesara que sufre en carne propia las críticas a la prensa del corazón que plasmó en su libro La Civilización del Espectáculo. Criticó hasta al New York Times por meterlo en “una chismografía de pésimo gusto” y sumarse a los diretes que causó tras romper su matrimonio de 50 años y su sonado romance con Isabel Preysler.

Más allá de no quedarle remedio más que bajar la cabeza y sortear los chismes como cualquier otro mortal o personaje público, Vargas Llosa seguramente hará honor a su dicho de que llegará muy “vivo hasta el final”. Es que la pobreza democrática y las paupérrimas libertades siempre necesitarán un delator de lujo. 

noviembre 20, 2012

Ni a Fujimori ni a Guzmán


Existen dos movimientos muy consistentes pero bien incoherentes en Perú, que tienen que ver con el indulto del ex presidente Alberto Fujimori y la del creador del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán.

Ambos están pagando condena en la cárcel por delitos de lesa humanidad, los que según el derecho internacional no se acogen a medidas de perdones. Los hijos de Fujimori consideran que su padre está muy enfermo y que su excarcelación debería ser por compasión. Los miembros de  del Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), un grupo pro Sendero, consideran que su liberación servirá para ayudar a la reconciliación nacional.
Ambos fueron protagonistas en el conflicto interno que vivió el país entre 1980 a 2000, del cual se perdieron muchas vidas y se cometieron los más graves atropellos a los derechos humanos y a la democracia. Tampoco se puede comparar a los dos personajes. Guzmán hizo todo con la intención de destruir las instituciones del país con su lucha armada desde la clandestinidad.
No creo que la reconciliación nacional se pueda buscar en Perú a través de la liberación de estos dos personajes que han sido juzgados y condenados por lo que hicieron contra su propia gente. Justamente la mejor reconciliación que puede tener un país es cuando la justicia funciona y todos se sienten iguales.

El escritor peruano, Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, rechazó ayer el indulto para ambos. Sobre Fujimori dijo que “está sano y bien cuidado” como para otorgarle un perdón humanitario, mientras que sobre Movadef, dijo que se trata de una fachada de Sendero, “íntimamente ligada a una organización terrorista que ha llenado de sangre y duelo a nuestro país”.

agosto 10, 2011

Google: Intelectuales o inteligentes


El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa se sumó a un grupo de notables detractores del internet que piensa que el uso de los motores de búsqueda como Google, nos hace menos inteligentes.

Coincidente con lo que dice el periodista Nicholas Carr en su libro, “La Frivolidad: Lo que el internet está haciendo a nuestras mentes”, el escritor peruano cree que cuando una persona deja de ejercitar su memoria, el cerebro, como un músculo, se entumece o atrofia.

Vargas Llosa piensa que el internet y Google son el comienzo del fin de la contemplación y razonamiento profundos, pero puede estar confundiendo intelectualidad con inteligencia. Su argumento no es novedoso. Siempre hubo agoreros que pronosticaron trastornos mentales ante cada cambio tecnológico que afectó la conducta humana, como la radio, la televisión, los videojuegos, los video-musicales y, ahora, el internet.

Sin embargo, un experimento realizado en la Universidad de California de Los Angeles, comprobó en el 2008, que quienes usan internet tienen mayor actividad mental, mejores habilidades y más rapidez para tomar decisiones y resolver asuntos complejos, todos indicios de mayor inteligencia. Otros estudios adjudican similares características a los usuarios de videojuegos, quienes además, por su actividad mental, tendrían menos propensión a padecer Alzheimer.

Pero Vargas Llosa desatiende los indicadores de inteligencia. La lectura de Carr lo convenció que el cerebro es una entidad moldeada por la práctica, por lo que si no se utiliza para la contemplación, el análisis y la memoria, pronto se idiotizará, al contrario de lo que establecen estudios neurológicos que han demostrado que la mente evoluciona, aprende y se adapta ante cada nueva experiencia.

Recuerdo que cuando llegué a EE.UU. hace unos 30 años, me sorprendí cuando un profesor nos dijo que para contestar las preguntas del examen debíamos consultar los libros de la biblioteca. Desde mi visión argentina de la época, aquello era copiar. Pero al terminar la prueba, me di cuenta que consultando y cotejando información y autores sobre un mismo tema, había aprendido a aprender, mucho más que memorizando datos.

Me parece que ese tipo de ejercicio es el que hoy se practica a través del internet. La investigación para encontrar datos confiables o desechar los irrelevantes, no nos idiotiza; al contrario, es un ejercicio mental que nos ayuda a aprender otras habilidades y tener memoria más selectiva. Como le sucede a muchos, no soy capaz de recordar fechas, lugares o temas, pero sí recuerdo como clasifico y categorizo miles de archivos en mi computadora.

No tener una mente enciclopédica no es sinónimo de estupidez. La científica Betsy Sparrow, en un reciente estudio de las universidades Harvard y Columbia, concluyó que estamos acostumbrándonos a usar Google como una “memoria externa” a nuestro cerebro. En su prueba “Los efectos de Google en la memoria”, comprobó que los motores de búsqueda no nos están cambiando la profundidad de nuestros pensamientos ni atrofiando nuestros cerebros, sino que han adoptado otros tipos de memoria para obtener y seleccionar entre la sobreabundancia informativa.

Vargas Llosa puede tener algo de razón cuando plantea que el picoteo informativo en internet no nos permite mayor concentración. Pero no creo que la inteligencia de una persona dependa de si lee la Ilíada griega completa por sobre una sinopsis digital de Harry Potter o si escucha la Aída de Verdi por sobre el último clip de Lady Gaga en YouTube. Creo que desde su marcada perspectiva literaria, confunde cultura e intelectualidad con inteligencia.

Sería formidable tener un equilibrio entre La Sorbone y Sillicon Valley. Pero si no es así, no se puede decir que la aparición de Google y otras herramientas digitales nos idiotizan. Puede que los hábitos cambien y haya períodos de adaptación de conductas, pero no debemos preocuparnos por terminar estúpidos, porque la experiencia histórica demuestra que jamás un cambio tecnológico atrajo retrocesos.

Google y el internet han expandido y masificado el conocimiento y nos ayudarán a mantenernos cada vez más inteligentes. Estas herramientas y sus creadores, prueban que el mayor rasgo de la inteligencia, la creatividad, permanece en constante evolución.

abril 21, 2011

Vargas Llosa está equivocado



Desde Argentina Mario Vargas Llosa dijo que a pesar de sus temores votará por Ollanata Humala en desprecio por la dictadura que enarboló el padre de Keiko Fujimori, el ahora preso Alberto Fujimori por corrupción, peculado y varias violaciones a los derechos humanos.

Si bien se trata de elegir el mal menor, entre Humala y Fujimori, a los que días antes de la campaña comparó con elegir entre el sida y un cáncer terminal, el premio Nobel de Literatura se equivoca, ya que tranquilamente podría optar por otra opción que permite la elección.
¿No sería mejor que escogiera votar en blanco o impugnar su voto? No dar el voto en circunstancias como ésta es también una forma de protesta y válida de cómo hacerse escuchar.

Vargas Llosa le está pidiendo a todos los peruanos que voten como él, por Humala. Lo que seguramente le vendrá muy bien a la campaña de Keiko, ya que en todas las oportunidades anteriores, incluso en las elecciones presidenciales cuando corrió por presidente perdió contra Alberto Fujimori y en estas últimas los peruanos no lo escucharon al votar mayoritariamente por los candidatos que justamente el denostó.

Vargas Llosa parece esta vez vulnerable e ingenuo al pensar que Humala está abrazando la ideología de Lula de Silva para dejar de lado a su ídolo de siempre, Hugo Chávez.

diciembre 24, 2010

Desnudan lo que no es arte


Mucho de lo que vemos como arte en galerías, revistas o en megaferias como las de Basel y Art Miami que acaban de celebrarse a principios de este mes en Miami, termina siendo incomprensible, de mal gusto o uno realmente se pregunta por qué platitos rotos sobre el piso o envases de botellas de plástico colgando de una pared o un mingitorio o urinario sobre una mesa debe ser considerado arte y venderse a precios siderales.

Obviamente como en el mundo del arte eso no se puede criticar porque uno termina siendo mirado de reojo y considerado un anticuado por no comprender la expresión contemporánea, uno prefiere callarse y dejar que el mundo siga así, eclético, loco y con arte que dicen que es arte pero que uno sabe que es un montón de porquería… o cómo reacciona mi hermano Gerardo, que sí es artista y tiene una aproximación íntima con el arte: “no me jodan”; “no sigan engañando a la gente”.

Recuerdo que con Gerardo hace un par de años estuvimos en una reunión de la SIP en Madrid, en la que tuvimos de invitado como conferencista principal a Mario Vargas Llosa, quien dio una charla magistral sobre la superficialidad del arte, y de la vida moderna, que no la olvidé jamás. Su título es “La civilización del espectáculo” y la pueden encontrar “googleando”.

Hoy me satisface haber leído en la revista “Arte al Día”, que la Comisión Europea considera que la obra de Dan Flavin, no es más que un montón de cables y luces fluorescentes, “por lo que deben pagar los mismos impuestos que el pedido de una ferretería”.

Parece mentira que este afamado artista, muerto en 1996, que tiene obras en las mejores colecciones y museos del mundo, recién ahora reciba el rótulo de que lo que hizo no es arte, que de repente ni artista resultó ser, sino que solo se trató de oficio y de una vida y profesión creativa, pero no de artista. La Comisión Europea entendió que las obras de Flavin deben pagar IVA como cualquier mercadería comercial y no debe tener excepciones impositivas o descuentos como sí lo tiene una verdadera obra de arte.

El artículo también se refiere a que “el problema es que la UE califica la obra de Dan Flavin como algo que tiene "las características de los aparatos de iluminación”, por lo que se deberá clasificar como "lámparas de pared". Lo mismo opinan de todos los trabajos que realizó el también norteamericano Bill Viola mediante imágenes de video y sonido, no se podrán clasificar como esculturas porque "no es la propia instalación la que constituye una obra de Arte, sino el resultado de las operaciones (efecto de luz) llevadas a cabo por ella".

Me gustó haber leído esto, ya que envía un mensaje – no a los artistas o quienes se consideran serlo o son personas creativas – sino a todo ese cúmulo de curadores, galeristas que en una concepción netamente comercial del arte imponen nombres, marcas y mucha basura de la que nos quieren hacer creer que es arte. Transgredir, ser el primero en hacer algo, ser creativo, no necesariamente son los atributos del arte. ¿Un tubo fluorescente retorcido que dice Love o un migitorio no tiene porque ser considerado arte? ¿Por qué?

octubre 14, 2010

El Premio Nobel de la Libertad

El único sorprendido por el Premio Nobel de Literatura fue Mario Vargas Llosa. Para el resto de los mortales era un galardón anunciado o, mejor dicho, esperado; ni siquiera un asomo de polémica como el año pasado cuando Barack Obama recibió el de la Paz, sino alegría y festejos, porque la Real Academia de las Ciencias de Suecia desde hace años estaba en deuda con el autor.

Fue un premio que “hizo justicia enorme”, como dijo el presidente peruano Alan García, pensando, como muchos, que Vargas Llosa acababa de evadir la lista de escritores al que el Nobel les fue injustamente esquivo, como Juan Rulfo y Jorge Luis Borges.

Quienes además de su prolífica obra literaria nos deleitamos con sus posiciones libertarias, que abundan en sus novelas y ensayos, agradecemos que por sobre todo se haya reconocido al intelectual, el que generosamente abre la boca para condenar a los nacionalismos, a los que considera “la peor construcción del hombre” y reclama por la libertad de prensa como sinónimo de democracia.

El Nobel pone a Vargas Llosa en el escalón más alto de la literatura mundial, pero la justificación política de la Academia – “por su cartografía de las estructuras del poder y sus aceradas imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota” – lo sitúa también como paladín por excelencia de los valores democráticos, aquel que no teme enfrentar la diatriba de populistas y déspotas de izquierda que abundan ahora en Latinoamérica o pelear contra dictadores y autoritarios derechistas. El de Vargas Llosa es un Nobel de Literatura, pero también un “Nobel de la Libertad”.

De muchos intelectuales y literatos se dice que son adelantados a su tiempo para justificar que son superiores al resto. Pero la superioridad de Vargas Llosa rompe con esos cánones; está dada por la fidelidad y capacidad crítica con la que retrata la realidad.

Durante la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa en octubre de 2008 en Madrid, tuve la oportunidad de escuchar su primera aproximación a “La civilización del espectáculo”, un ensayo que todavía está moldeando y en un futuro seguramente contendrá duras críticas a Facebook que en aquel año todavía no era popular y a Twitter, que ni siquiera existía.

En 50 minutos de cáustica charla, con una crítica semejante a los versos mordaces y eternos de Enrique Santos Discépolo en el tango Cambalache, Vargas Llosa se despachó en contra de la trivialización de la cultura, con un análisis profundo sobre política, periodismo, literatura, cine, artes plásticas, drogas y sexo.

Condenó que la cultura esté dominada por lo “light”, por el consumo y por la demanda del público, que, en definitiva, condiciona la creación y el mercado. Se mostró aterrado que los modistos y los artistas hayan suplantado como eje del pensamiento a los filósofos y a los científicos de ayer y de la literatura efímera de los “best sellers” actuales. “Se ha llegado al eclipse del intelectual”.

Se quejó de la manipulación de la publicidad, y que los políticos suplantaron sus ideas por los gestos y la imagen. “La frivolidad – dijo – es tener una tabla de valores invertida. Todo es apariencia, teatro, juego, diversión”. Y ahí mismo agrupó a las revistas del corazón y al periodismo sensacionalista, desapegado a sus valores tradicionales: verdad, rigor y respeto por la intimidad.

En materia de artes visuales y plásticas, confrontando a Bergman o Buñuel con Woody Allen, y a Vincent Van Gogh con Duchamp o Damien Hirst, acusó que la “frivolización ha llegado a extremos alarmantes donde hay mínimos consensos sobre la estética… no se puede definir lo que es el talento de lo que no lo es”.

La obra literaria y política de Vargas Llosa es la antítesis de esta “Civilización del espectáculo”. Está impregnada de páginas y personajes que abrazan a la libertad y la emancipación del individuo, trascendiendo al propio autor y a todos los tiempos. Es clásica.

De ahí que la Academia no juzgó solo la literatura de un latinoamericano como antes con Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Octavio Paz o Gabriel García Márquez. Esta vez recompensó el canto sostenido y lúcido de Vargas Llosa a la libertad.

octubre 08, 2010

Evo y Vargas Llosa: contradicción

El mismo día que Mario Vargas Llosa ganaba el premio Nobel de Literatura, no solo por su prolífica obra literaria sino también por sus posiciones políticas a favor de la libertad y de la libertad de prensa, en el lugar donde de juventud se proyectó como escritor, en Bolivia; en ese mismo lugar, el presidente Evo Morales se aprestaba a dar los últimos pasos para que sea sancionada una ley que restringe severamente la tarea periodística.

Parece una broma del destino, una paradoja. Una verdadera contradicción. Un latinoamericano, escritor y periodista, se alzó con el máximo galardón por su prédica por la libertad y en contra de la opresión. El otro, otro latinoamericano, presidente, se quedó corto con una nominación que sus partidarios le “regalaron” para ser ungido con el Nobel de la Paz, por méritos que no son muchos y no tan descollantes cuando se trata de defender derechos que son esenciales para la democracia.

No se trata solamente de una pelea de ideologías, de izquierda o de derechas, sino de trayectoria y de tiempo de estar amalgamando experiencia y sabiduría sobre una causa. Vargas Llosa es conocido por décadas de abrazar la libertad y blandir la espada en su nombre contra tiranías, dictaduras y autoritarismos tanto de izquierda como de derecha.

Morales no tiene los mismos antecedentes. Es verdad que luchó y lucha en contra de la opresión y ahora lo hace en contra de la discriminación étnica y de género. Pero en su lucha, a diferencia de Vargas Llosa, gana lo que a otros hace perder; ofrece derechos pero arrebata otros.

La ley antirracismo que fue aprobada hoy por el Congreso boliviano era necesaria e importante, por la igualdad, pero es perniciosa porque conculca el derecho a la libertad de prensa, envilece a la sociedad con la censura y permite que el gobierno – que nunca se mostró amigo de los periodistas independientes – pueda discriminar a los medios según cómo se comporten con relación al poder.

Los medios bolivianos protestaron organizados como hace rato no se veía en el país. El reclamo es justo y están temerosos. Es que saben que el gobierno de Evo Morales es poco amigo de las libertades, es intolerante y cada vez más autoritario. Esta ley le permite seguir en ese camino.

julio 09, 2009

De Michael Jackson a Cristiano Ronaldo

Como muchos, no pude seguir en vivo el funeral de Michael Jackson en el Staples Center, pero estuvo pendiente del horario y de los twitts en el celular. Por la noche devoré noticieros y especiales que resaltaron hasta el cansancio los detalles e información sobre que Jackson de muerto, como en vida, está batiendo todos los récords, de audiencia, de permanencia en las redes sociales, de venta de discos.

Mientras miraba los noticieros, todavía me quedaban imágenes grabadas en la cabeza de la noche anterior en que el mejor jugador de fútbol del mundo del 2008, Cristiano Ronaldo, se presentó en el estadio desbordante del Real Madrid con más de 80 mil personas que fueron a darle la bienvenida, no a verlo jugar. También un dato curioso como increíble, batiendo otro récord, el de Diego Maradona cuando fue recibido de igual forma en el estadio del Nápoli, en su época dorada.

Ambos acontecimientos muestran las fascinación que tenemos los humanos por cosas que si las miramos en perspectiva, no son importantes, aunque sí son apasionantes. Cursilerías en realidad, que despiertan nuestra fascinación y curiosidad y expectativas, ya que se trata de gente de ensueño que tangencialmente puede tocar nuestra vida, porque nos gusta la música y el fútbol; pero por lo demás… Gente que mueven nuestros corazones, pero no nuestras mentes; nos despiertan sentimientos, pero no razonamientos.

Ante cada acontecimiento de este tipo, en que nos fanatizamos por la vida y obra de los famosos, recuerdo siempre una de las conferencias más profundas que escuché, la de Mario Vargas Llosa en Madrid, durante la asamblea general de la SIP de octubre de 2008: “La civilización del Espectáculo”.

Para quienes no la han leído todavía, les sugiero que la “googleen”. Estas son algunas de sus frases:

“Qué quiero decir con civilización del espectáculo: la de un mundo en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde paliar el aburrimiento es la pasión universal. De este modo, sistemático y a la vez insensible, no aburrirse, evitar lo que perturba, preocupa y angustia, pasó a ser para sectores sociales cada vez más amplios de la cúspide y base de la pirámide social un mandato generacional, eso que Ortega y Gasset llamaba el espíritu sabroso, regalón y frívolo al que todos, sabiéndolo o no, rendimos pleitesía.

Cuando una cultura ha relegado al desván de las cosas pasadas de moda el ejercicio de pensar y sustituido las ideas por las imágenes, los libros son rechazados por las técnicas publicitarias.

Hay una exaltación de la música. Los cantantes de moda congregan multitudes y desbordan todos los escenarios en conciertos que son como fiestas paganas. He forzado comparar estas celebraciones con las grandes festividades populares de índole religiosa de antaño. En el sesgo generacional de esta época, han reemplazado a la liturgia y los catecismos, voces e instrumentos enardecidos donde el individuo se desmasa en la inconsciencia.

No excluyo la posibilidad de que actores de cine y cantantes de rock o de rap puedan hacer estimables sugerencias en el campo de las ideas, pero el protagonismo político que gozan es exagerado”.

Si en algo, creo que Vargas Llosa se debe haber inspirado en el tango Cambalache para esta formidable conferencia.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...