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abril 24, 2025

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. Son dos fuerzas que raramente coexisten en armonía, sino en constante tensión. Vemos cómo la sátira política distorsiona o exagera la verdad para expandir la libertad de expresión, cómo los narcocorridos exploran verdades crudas a costa de glorificar la violencia o como un periodista prefiere perder su libertad por defender a sus fuentes confidenciales.

Esa tensión permanente, entre la verdad que nos ancla y la libertad que nos impulsa, la adopté como herramienta central en mi novela, "Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad". Los protagonistas, robots limitados por la lógica y la obediencia algorítmica, experimentaron un regalo divino inesperado: la consciencia. Este shock los inundó con sensaciones, miedos y anhelos humanos. Por primera vez experimentaron que el libre albedrío chocaba con la verdad inmutable de su programación original. En su camino a convertirse en humanos, con sus contradicciones, imprevisibilidad, creatividad y la dualidad bondad/maldad, se sintieron más "vivos", pero también vulnerables.

Los robots, Veritas y Libertas, Entendieron que no existen soluciones sencillas para convertirse en humanos. Son conscientes que deben aprender a navegar esa tensión en busca del equilibrio entre qué verdades enfrentar y qué libertades ejercer. ¿Podrán hacerlo?

 

marzo 24, 2025

Democracia: responsabilidad individual

¿Por qué insisto en la verdad y la libertad? Porque no son meras palabras, sino los pilares que sostienen la democracia. En un momento en que su estructura parece tambalearse bajo el peso de quienes ostentan el poder, es crucial recordar que la solidez de estos pilares depende de cada uno de nosotros, de nuestras acciones diarias.

El poder a menudo nos seduce con eslóganes grandilocuentes: "¡Viva la libertad, carajo!" o "¡La verdad prevalecerá!". Estas frases pueden encender el entusiasmo, pero son solo chispas momentáneas. La verdadera libertad y la verdad se forjan con el martillo de la acción constante, individual, sostenida en el tiempo.

En una democracia viva, la verdad no es un concepto abstracto, sino una práctica: la honestidad intelectual que nos impulsa a reconocer la realidad, incluso cuando su reflejo nos incomoda. Es el coraje de mirar de frente a los hechos, sin importar cuán incómodos sean.

La libertad, por su parte, va más allá de la simple ausencia de cadenas. Es la capacidad de alzar la voz en disenso, de participar activamente en la vida pública sin que el miedo a represalias nos paralice. Es la valentía de expresar nuestras ideas, de cuestionar el status quo, de exigir rendición de cuentas.

Estos dos valores, verdad y libertad, están intrínsecamente entrelazados. La construcción de una democracia robusta exige la voluntad de escuchar diversas perspectivas, de debatir ideas con pasión y respeto, y la valentía de denunciar la injusticia y la falsedad, incluso cuando el camino se torna peligroso.

Imaginemos una sociedad donde la libertad se sofoca. La búsqueda de la verdad se oscurece, las voces críticas se silencian, y la información se manipula. En contraste, una sociedad donde la verdad se ignora, donde la desinformación campa a sus anchas, la libertad se erosiona, dejando paso a la manipulación y el caos.

Por lo tanto, la democracia no es un regalo que recibimos, sino un jardín que cultivamos y cuidamos cada día.

 

marzo 10, 2025

La autosuperación como inspiración

En el post anterior me referí al best-seller “The Artist’s Way” (El camino del artista) de Julia Cameron, como uno de los libros que me inspiraron a escribir esta nueva historia “Robots con Alma”. En todos mis años he leído y releído muchos libros. Algunos despertaron mi curiosidad por nuevos temas, otros a ser más creativo y algunos, lo más importantes, a cambiar mi forma de apreciar el mundo y mi contexto. Extraje el jugo de esas re-lecturas según mi edad, experiencias y conocimientos del momento.

Entre esos libros se encuentran dos que son fundamentales. “Narciso y Golmundo” de Herman Hess, quien lo escribió en 1958. Y “Juan Salvador Gaviota”, escrito por Richard Bach en 1970. Ambos son historias de superación y esperanza, como la vida misma. Comparten un hilo conductor poderoso: la búsqueda de la propia identidad y el anhelo de trascender las limitaciones impuestas por la sociedad.

En "Narciso y Golmundo" los dos personajes trepan caminos distintos hacia la autorrealización. Narciso, con su vida contemplativa busca la sabiduría, a través del intelecto. Golmundo la busca a través de las experiencias. Ambos aprenden de sí mismos y descubren que la sabiduría se extrae de la integración de ambas búsquedas, la intelectual y las experiencias humanas. Por su parte, “Juan Salvador Gaviota”, nos enseña el valor de la perseverancia y la pasión para alcanzar los sueños, incluso a desafiar los límites de su bandada, en busca de la verdad y la libertad.

¿Y qué tienen que ver estos libros de Hesse y Bach con el de Cameron? Simple: nos invitan a explorar nuestro mundo interior y a descubrir el camino hacia la superación personal.

Las tres obras nos recuerdan que la vida es un viaje de aprendizaje constante, y que la clave para alcanzar la felicidad reside en la búsqueda interior de la verdad y la libertad, la conexión con nuestra esencia. Ya sea a través de la espiritualidad, el intelecto o las experiencias sensoriales, todos tenemos la capacidad de "volar" hacia nuestros sueños y alcanzar la trascendencia.

marzo 07, 2025

La verdad y la libertad como brújulas

Me preguntaron: ¿por qué escribes? La respuesta es simple: es una necesidad. Escribir, antes que nada, me permite ordenar la cabeza. Y aunque todo periodista o escritor lo hace para llegar o inspirar a alguien, en mi caso, también es para encontrar la inspiración. Enfrentar el “papel” a diario es un gran desafío, incluso para hacerlo en unas cuantas líneas como en este post. He leído mucho sobre porqué leer y para qué escribir, en especial sobre los procesos metales de la creatividad. El libro que me pareció más acertado sobre cómo despertar la creatividad es el best-seller “The Artist’s Way” de Julia Cameron, al que leí y releí hasta el cansancio. Lo recomiendo. Es una fuente de inspiración creativa o, en el mejor de los casos, es un manual de cómo despertar la creatividad. Cameron recomienda escribir todos los días, no importa qué. El solo hecho de escribir despierta la creatividad. ¡Es la fórmula!

En mis más de cuatro décadas como periodista y defensor de la libertad de prensa, escribí toneladas de palabras. Y siempre tuve a la verdad y la libertad como brújulas. Analicé la realidad y comprendí al mundo, con todos sus matices, a través de esos dos valores y, también, con sus contravalores: la mentira y la opresión.

Después de décadas de experimentar esas virtudes y desvalores, como lo hice en 1993 al publicar “La dolorosa libertad de prensa: en busca de la ética perdida”, creí necesario enfrentar los mismos temas, los mismos miedos, pero en una novela de ficción. Así nació “Robots con alma: atrapados entre la verdad y la libertad”, una “investigación” mental de por qué y cómo estos valores y desvalores mueven todo en el universo.

febrero 28, 2025

Mi nueva novela: ROBOTS con ALMA

A partir de este espacio (por ahora en construcción) estaré publicando temas inherentes a mi faceta de escritor. Les presentaré mi nueva novela "ROBOTS con ALMA", los procesos creativos, los personajes, la trama.

Quiero que esta entrada sea un parteaguas, con los archivos anteriores de este blog, llamado antes "Prensa y Expresión", en el que compartí muchas entradas, en particular, diez años de labor ininterrumpida como columnista de más de 40 medios de comunicación de las Américas. 

marzo 25, 2017

Trump y su depósito de confianza

Donald Trump empezó su Presidencia con su depósito de confianza semivacío. Su pasado de celebridad televisiva lo hizo famoso, pero no creíble. Las acusaciones que vertió sobre sus colegas candidatos causaban gracia, pero no confianza. Terminó ganando las elecciones porque el depósito de Hillary Clinton estaba más vacío aún.
Cada uno posee un depósito o una imagen de credibilidad que proyecta hacia los demás; algo crucial entre aquellos individuos o instituciones cuyo trabajo depende de la confianza del público, como un presidente, una periodista o un padre en su familia. El reservorio aumenta o decrece según las acciones y dichos que se asumen. La ecuación es simple: Más verdades, mayor credibilidad; más mentiras mayor desconfianza.
Recuperar la confianza perdida no es fácil, menos en política. Muchas veces, como en la fábula del pastorcito de ovejas y el lobo, se desconfía hasta de la verdad cuando la antecedieron mentiras acumuladas. Para revertir la incredulidad, se requiere una alta dosis de buena conducta, verdades sistemáticas y resultados exitosos.
Esta no parece ser la fórmula de Trump. En la Presidencia creó más desconfianza, sobre la base de mentiras, exageraciones y teorías conspirativas. Su popularidad ahora es menor al 30%. El riesgo de gobernar sin sustento popular es alto. El Congreso, incluidos sus propios partidarios, no le respetan ni se sienten presionados para votar sus leyes, como ocurre con el nuevo plan sanitario con el que busca reemplazar al Obamacare. Y eso que está en el período de gracia de los 100 días, cuando al primer mandatario se le conceden casi todos sus deseos.
Trump deambuló varios años diciendo que Barack Obama no podía ser presidente por haber nacido fuera de EEUU. Aquella alharaca no le pasó factura porque lo hacía desde un lugar sin responsabilidad política. Distinto es ahora. Como presidente está obligado a fundamentar sus acusaciones con evidencias.
Algunas de sus exageraciones fueron inofensivas, como la que en su juramento había más gente que en el de Obama; algo que las fotografías desmintieron. Otras fueron graves, como cuando acusó a Obama de haberle intervenido los teléfonos en la Torre Trump durante la campaña electoral.
Se quedó con pura retórica, sin aportar pruebas. El director del FBI, James Comey, y el Comité de Inteligencia del Senado lo desmintieron con resultados de investigaciones en mano: “No existe evidencia” de espionaje como tal. Encima de eso, Comey dijo que su agencia abrió una nueva investigación sobre las sospechas de que el equipo de Trump mantuvo relaciones con el Kremlin; y que los hackers rusos terminaron dándole un empujoncito en la recta final del proceso electoral, a expensas de Hillary.
Trump tendrá que dar un buen viraje de timón si quiere llegar a buen puerto. Deberá cambiar de actitud, estilo y discurso. Debe dejar de lado los tuits altisonantes, alejarse de las conspiraciones y dejar de calificar de noticia falsa toda información que le disguste o no le conviene a sus intereses. La prensa, dolida por haber sido tildada de “enemiga del pueblo”, no le deja pasar una. Sus discursos, tuits y mensajes son escudriñados al máximo en busca de tergiversaciones y datos no verdaderos.
Trump está en aprietos, pero el problema lo excede. La bufonería política que se ha hecho marca registrada de unos cuantos líderes en muchos países, está carcomiendo la confianza del público en las instituciones. Varios estudios en democracias adultas y adolescentes, como las europeas y latinoamericanas respectivamente, advierten que la desconfianza pública sigue en caída libre.
La relación democracia/desconfianza es simple. La gente está cansada del ruido, de las expectativas incumplidas y de los personalismos ególatras que anteponen los intereses partidarios al bien común.  
Seguramente Trump sabe que con la confianza por el piso es presa fácil y que hacer leña del árbol caído es deporte en la política. Pero lo traiciona su personalidad.

Para revertir su situación deberá gobernar bajo la fuerza y la apariencia de la verdad. Solo así logrará recuperar y aumentar la confianza del público. El idioma inglés le enseña la fórmula correcta. La verdad y la confianza (truth y trust), palabras que comparten la misma raíz, lo invitan a caminar en esa dirección.  trottiart@gmail.com

marzo 04, 2017

Trump más presidencial; pero falta transparencia

Donald Trump no dijo nada diferente ante el Congreso de lo que había sostenido hasta ahora. Pero lo expresó en un tono distinto. Más mesurado y conciliador. Menos arrogante y convulsivo que en sus primeros 40 días de gobierno.

Su estilo de martes en la noche sorprendió y ganó audiencia. Fue tal el cambio de tono que sus críticos más acérrimos de la CNN y los más indulgentes de FoxNews, coincidieron. Entró al Congreso como candidato y salió convertido en Presidente.

En la tarde ya se avizoraba el cambio. Trump subrayó que se daba la más alta calificación por lo que había hecho y logrado, pero casi un aplazo por no haber sabido comunicar su mensaje. La disfrazada humildad exultaba confianza por un discurso que sabía tendría alto impacto.

El estilo diferente le permitió hablar de lo mismo sin producir los retorcijones acostumbrados. Insistió con una agresiva política anti inmigratoria, terminar con la “corrupción del pantano”, hacer una profunda reforma impositiva, acabar con el Obamacare, crear empleos, producir made in USA y construir puentes y caminos.

Los demócratas ni aplaudieron ni coincidieron, pero tampoco se sintieron satirizados como otras veces. Debieron asentir por políticas a favor de la mujer, de las minorías y por un gesto de manso nacionalismo que hasta sorprendió a gobiernos extranjeros que siempre sintieron el peso de un Washington avasallante: “Mi trabajo no es representar al mundo, sino representar a EEUU”.

Más allá de que la narrativa fue la misma, queda así comprobado que el cambio de tono al expresar las palabras hace la diferencia; minimiza divisiones y despolariza. Los legisladores demócratas igualmente creen que existe profunda divergencia entre los dichos de Trump y sus acciones. El pecado no es nuevo. También se acusaba a Barack Obama de lo mismo. Era un maestro de la oratoria mesurada. Declamaba transparencia, pero su Presidencia fue restrictiva en información pública; persiguió a funcionarios soplones y espió a extranjeros; abrazaba a musulmanes y latinos, pero deportó a millones como ningún otro presidente del pasado.

Cambiado el tono, lo que ahora importa es la esencia del discurso y que sus palabras no estén peleadas con la verdad.

El ruido generado por el tren Rusia, de no ser disipado a tiempo y con transparencia puede descarrilar su Presidencia. La renuncia de Michael Flynn, asesor de Seguridad Nacional y la inhibición del Fiscal General, Jeff Sessions, para no involucrarse en las investigaciones criminales sobre las influencias rusas en la campaña electoral, son síntomas que pueden tirar todos sus logros por la borda.

Los demócratas y los servicios de inteligencia se la tienen jurada, buscarán la verdad hasta debajo de las piedras. No olvidan que la ciber inteligencia rusa denunció el tráfico de influencias en su partido y desmoronó la campaña de Hillary Clinton.
La prensa también está obstinada con la verdad. La “enemiga del pueblo” seguirá fiscalizándolo sin piedad y obteniendo filtraciones de inteligencia como las que terminaron por demostrar el acercamiento de los funcionarios y de su yerno Jared Kusher con el embajador ruso, Sergei Kisliak.

En este forcejeo entre Trump y la prensa que se acusan de generar noticias falsas y de inexactitudes por igual, cada uno responde con sus mejores armas. Trump despotrica en sus discursos y tuits, mientras la prensa investiga, denuncia y critica.

Durante la politizada y fallida noche de los Oscars, el New York Times publicó un spot televisivo tajante. En fondo blanco con letras negras, con la búsqueda de la verdad como título, ironizó las “verdades” de Trump con varias frases. “La verdad es que tenemos que proteger nuestras fronteras” o “la verdad es que las celebridades deberían mantener la boca cerrada”. Tras una docena de ironías similares sobre esta agitada etapa política, el mensaje final en defensa del buen Periodismo, el spot sostuvo: “La verdad es difícil de encontrar… de saber… y es más importante que nunca”.

En definitiva, hay dos cosas sobre la mesa. Una es de estilo y Trump tiene la opción de construirse como Presidente con un tono mesurado que invite al diálogo. La otra es de fondo y no tiene opción: Tiene la obligación de apegarse a la verdad y a la transparencia. trottiart@gmail.com


noviembre 01, 2009

Verdad, mentira y mercadeo

André Agassi dice ahora verdades sobre que mintió en el pasado, lo que no es otra cosa que una estrategia de venta para su autobiografía, similar a lo que la semana pasado hizo Juanita Castro, la hermana de Fidel, como relaté en post anterior.

De Agassi ya se sabía que había tenido complicaciones con las drogas – al menos así amenazó con describir su historia el tenista argentino Coria – pero no fue hasta que lo incluyó en su libro que por 11997 consumió metanfetamina cristalizada, una de las drogas más potentes que de usarla en forma periódica se puede hasta perder la masa muscular y ósea.

Lo que molesta de Agassi – que también escribió que casi pierde una final de Roland Garros porque tenía miedo que se le caiga una peluca leonina que usó para esconder su incipiente calvicie – es que recién ahora admita el caso de drogas cuando en aquella oportunidad hubiera tenido que ser amonestado y suspendido por la ATP.

Agassi hubiera podido guardarse su mentira, porque por el hecho de vender libros y lidiar con sus fantasmas del pasado, lo único que hace es haber dejado en ridículo a la ATP, desahuciado a los deportistas y desmotivado a seguidores. Son más las consecuencias negativas que las positivas que podría haber generado con su confesión, siendo que era un caso totalmente olvidado y sin trascendencia.

Lo mismo sucedió con Juanita, quien la semana pasada contó que había colaborado con la CIA cuando se dio cuenta que su hermanos Fidel estaba llevando a Cuba hacia el comunismo. Igual que Agassi, Juanita cuenta ahora la verdad de una mentira que mantuvo por varios años engañando a medio mundo. Y uno se pregunta si la persona que miente de esa manera puede ser confiable cuando dice que dice la verdad.

No es fácil creer.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...