El fútbol cambia en forma
pendular y cíclica como la política. En este Mundial de Rusia se reinventaron estrategias
y prácticas de juego descartándose modelos agotados. Todavía no se puede hablar
de evolución.
La diferencia entre cambios
y evolución es más claro en la política. Argentina, Ecuador y México mutaron de
ideología de un pestañazo, de izquierda a derecha y viceversa, aunque son cambios
cosméticos y temporales. Un proceso evolutivo implica mayor profundidad en el
tiempo y una mejora cultural. La democracia evolucionó con el “nunca más” a las
dictaduras militares, el voto universal y, mucho antes, con la disolución de
las monarquías.
En el fútbol pasa algo
similar. Este Mundial pareciera suscribir el acta de defunción para el toque y
posesión de pelota que encarnó Pep Guardiola y antes el jogo bonito brasilero. Los
equipos ahora son más verticales y defensivos, equilibrados; con cambios de
ritmo vertiginosos y jugadores más versátiles en todo el campo. Francia, Croacia,
Bélgica – también Brasil pese a quedar fuera - encarnan esa especie de “fútbol
total” que tampoco es nuevo ni revolucionario. Fue la marca registrada de Rimus
Michel en su naranja mecánica liderada por Johan Cruiff y que mucho antes
adelantó Alfredo Di Stéfano.
¿Se reinaugura así una época
de fútbol más agresivo y eficiente al estilo madridista que opacará al paciente
y vistoso estilo del Barza? ¡Habrá que esperar! Un Mundial es escueto, no todos
los estilos se miden entre sí y la lotería de los penales sepulta o encumbra
equipos que en campeonatos de largo aliento no tendrían chance. Rusia ejemplifica
el escenario. Y si la “furia roja” hubiera acertado un gol más, no se hablaría hoy
del agotamiento del toque inteligente de pelota.
A diferencia de las
mutaciones temporales, la evolución proviene de cambios estructurales. El fútbol progresó cuando se
permitió a los arqueros usar las manos, se agregaron los mediocampistas para
equilibrar el juego y se asentó a principios del siglo pasado la ley del
offside todavía vigente. Muchas décadas después se perfilaron los esquemas
actuales de juego, como el 4-2-4 y el 4-3-3, y en Rusia se descartó la defensa
de solo 3 que probó Sampaoli con malísimos resultados.
En el fútbol el equilibrio
terminó siendo esencial, como lo afirma Tite y antes Carlos Bianchi. Se robó el
mantra de la NBA que acuñó Pat Riley y elevó Lebron James a la máxima
expresión: un buen ataque empieza con una excelente defensa.
La asistencia en video del
referí, el VAR, inaugurada en Rusia está encaminada a generar un cambio
profundo en el fútbol. Más allá de que es perfectible y que es impráctica para
todos porque crea una brecha entre ligas profesionales y amateur y entre países
pudientes con los de menores recursos, el VAR atrae una expectativa de mayor
equidad e imparcialidad. Se trata de un progreso tan significativo como cuando en
1995 la FIFA obligó a desterrar la especulación del empate y dinamizar el juego.
Entonces, como ya se practicaba en Inglaterra e Italia, la FIFA pidió a las
ligas de todo el mundo que se otorguen tres puntos al ganador, dejando en el
limbo a los usureros del empate.
Una mutación menos
disruptiva, pero transversal a todos los cambios, es la nueva anatomía de los
deportistas, ayudados por una mejor alimentación y preparación, así como por las
estadísticas de rendimiento que elevan los estándares de la performance. La
ciencia y la tecnología deportiva están transformando la fisonomía de todos los
deportes. Hoy es usual ver tenistas de dos metros de altura, basquetbolistas
que parecen fisicoculturistas y futbolistas que pueden competir en carreras de
100 metros llanos. Y todos, jubilándose a mayor edad que sus colegas en décadas
pasadas.
Habrá que esperar un tiempo
para saber si el fútbol está evolucionando o simplemente cambiando. Por ahora
el Mundial divierte y advierte que hay lugar para los creativos, pero no para
los improvisados y los que tienen ideas preconcebidas. En el primer caso,
Sampaoli, no sobrevivió con la cualidad de la improvisación que resaltó en su
libro pre mundialista, mientras que Gary Lineker, ante la paridad deportiva, se
tuvo que tragar su famosa frase: “el fútbol es un juego simple; veintidós
hombres van detrás de un balón por 90 minutos y al final los alemanes siempre
ganan”. trottiart@gmail.com
1 comentario:
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