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octubre 15, 2013

Maduro: Presidente, juez y legislador

Seguramente el presidente Nicolás Maduro conseguirá los poderes extraordinarios que hoy insistirán en entregarle sus legisladores chavistas tras lograr el voto de algún diputado disidente de la oposición para sumar los 99 necesarios.

De esta forma, con un poder judicial totalmente subyugado y adicto, y una asamblea que responde leal a sus designios y que ignora su mandato constitucional de ser contrapeso, Maduro conseguirá lo que era usual para Hugo Chávez y alcanzó en cuatro oportunidades. De golpe y porrazo, Maduro se convertirá en presidente, juez y legislador al mismo tiempo.

No hay mayor autoritarismo que el concentrar todos los poderes públicos; concentración que a la democracia la transforma en dictadura. En especial, cuando la cuarta pata sostén de la democracia, el poder electoral, está trastocado por el poder político y manchado por una justicia que tolera  y ni siquiera revisa los procesos de supuesto fraude.

Maduro invoca que su máximo objetivo para tener poderes de legislador es para dictar normas anti corrupción y acelerar la economía, dos temas para los que no necesita leyes nuevas, sino aplicar la sapiencia ejecutiva y la habilidad política, sabiendo que la corrupción está enquistada en la cultura chavista y es por donde debiera empezar para dar el ejemplo.

La corrupción, sin embargo, es ya y será para Maduro la estrategia para desarrollar una caza de brujas y encontrar los chivos para expiar los pecados del autoritarismo chavista. Creó el CESPPA, y ha empezado a condenar a aquellos, como los medios, que informan (ni siquiera denuncian) el desabastecimiento de productos básicos y gasolina.


La Asamblea Nacional venezolana está a punto de traspasar los pocos poderes democráticos que le quedan al país. Si lo hace, por el tiempo que lo hiciera, estará hipotecando el futuro de generaciones venideras, ya que las nuevas leyes ejecutivas no solo afectarán acciones, sino que se corre el riesgo de que apuntalen una cultura política que será difícil cambiar en el futuro.

octubre 11, 2013

La gasolina la echan con gotero

Este fue el titular del diario venezolano 2001 por el que Nicolás Maduro se enfureció al punto que le pidió a la Fiscal General del país poner preso y multar al director del matutino por decir mentiras, cochinadas y crear zozobra en la población, una medida que días atrás su gobierno adoptó contra Globovisión, por un programa en la que se criticaba el desabastecimiento.
Maduro no es tonto. Bien asesorado por los de la isla, sabe muy bien que aunque se hable muy mal de él, pero que se hable, sigue siendo un instrumento formidable de propaganda y de enmascarar problemas mayores. Por eso Maduro en estas últimas semanas está apareciendo en todo lugar y con todo, casi de la misma forma omnipresente en que lo hacía Hugo Chávez.
Y como su antecesor, Maduro lo hace sin vergüenza con tal de que su nueva noticia tape a la otra. Por eso mientras todos los medios y en el Congreso nacional los diputados opositores se desbocaban en contra de los poderes extraordinarios que pidió para convertirse en legislador, los sorprendió con la creación del nuevo juguete, que al estilo de la dictadura cubana, servirá para controlar, espiar y pedir información a todo el mundo sin discriminar, ya sean entes públicos como privados, porque todos, según su cosmovisión, deben velar por la patria.
Así anunció el nuevo juguete, militarizado,  que en directa y exclusiva comunicación con él, le permitirá combatir “al enemigo interno”: Se trata del Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (CESPPA), cuya justificación remontó al día en que expulsó a tres diplomáticos estadounidenses acusándolos de conspiración, por el solo hecho de reunirse con representantes de ONGs y legisladores de la oposición del interior del país.
El CESPPA, así como todos los demás elementos de control importados de Cuba, tiene el simple propósito de intimidar, con la intención de que se practique la autocensura y autorregulación ante las críticas y opiniones.
Se puede decir que Maduro ni es estadista ni lúcido gobernante, la economía y la política venezolanas son prueba de ello. Pero sí es un aplicado alumno de la propaganda más burda, aquella que dio sus frutos durante la Guerra Fría y que, aunque esté descompasada con los tiempos modernos del internet, puede ayudarle a creerse amo y señor, sintiéndose que tiene la sartén por el mango.

Cuando escribo estos post y repito sobre Maduro porque es un generador importante de groserías y noticias a granel, pienso en la difícil tarea que tienen los medios de comunicación y periodistas que están obligados a informar sobre todos los asuntos. Todos entendemos que Maduro, así como Chávez, entiende sobre estas debilidades (informativas)  y las aprovecha al máximo.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...