Miles de argentinos cacerolas en mano, y auto
convocados a través de las redes sociales, recorrieron ruidosamente anoche las
calles de Buenos Aires, Córdoba, Mar del Plata, Rosario, Mendoza y otras
ciudades, para protestar contra el gobierno de Cristina de Kirchner y sus
políticas restrictivas.
Muchos argentinos creen que el gobierno ya ha
acumulado muchas evidencias y demostrado que con sus controles y propaganda desmedidos
se está convirtiendo en cada vez más autoritario. Las comparaciones entre el
kirchnerismo y el chavismo no pueden ser obviadas y por eso la gente pedía
muchas cosas anoche desde mayor libertad y seguridad pública, hasta que se
acabe la corrupción, la manipulación de las estadísticas, la pobreza y las
cadenas nacionales.
El gobierno nacional ya comenzó a desmeritar los
alcances del cacerolazo, poniendo en evidencia su increíble arrogancia. Convendría
que el gobierno, que debería ser de todos los argentinos y no solo ladeado a
unos sectores, hiciera un esfuerzo para entender el mensaje que anoche se regó
por las calles.
Se trató de un cacerolazo implorando por un
gobierno menos autoritario y arrogante, y más incluyente. Ojalá este tipo de
manifestaciones ciudadanas genuinas, alejadas de los intereses partidarios,
sigan cobrando fuerza para que el gobierno se vea obligado a escuchar y no solo
emitir discursos, decretos y propaganda.