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julio 20, 2013

Dudas: Racismo y defensa personal

Mientras el mundo entero está pendiente de las repercusiones que tienen para el gobierno de Barack Obama las denuncias sobre espionaje del soplón Edward Snowden, en EE.UU. la conversación está delimitada por un caso más pequeño, pero de gigantescas proporciones, que reinsertó en la opinión pública la siempre herida abierta del racismo y la polémica sobre la portación legal de armas.

La absolución de esta semana de George Zimmerman, un vigilante vecinal voluntario de raza blanca e hispana que mató de un tiro y en defensa propia a Trayvon Martin, un jovencito negro de 17 años, tuvo en vilo a la justicia, al retrotraer imágenes de otras épocas no muy dignas en el país. Por un lado, la imagen de la segregación racial, cuando los blancos quedaban impunes después de matar a un negro y, por otro, la del far west, cuando cualquiera, pistola en mano, podía hacer justicia por manos propias.

El juicio fue polémico, dividió a la opinión pública y arrojó a miles a las calles en protesta, aunque sin los disturbios de otros casos que tuvieron mayor connotación racial. Hasta el presidente Obama, quien después del crimen en febrero de 2012 dijo que si tuviera un hijo “sería como Trayvon”, trató ahora de calmar los ánimos y de no azuzar las protestas, pidiendo aceptar el fallo pese a la apariencia de que no se hizo justicia.

Pese a esa percepción, sucede que la sentencia de inocencia de Zimmerman dictada por un jurado de seis mujeres, no se percibe como injusta ni mañosa, sino ajustada a una ley de defensa personal, “Stand your ground”. Para muchos es justamente esa ley la ilícita e injusta, ya que permite usar fuerza letal para defenderse.

Los reclamos que ya se extendieron en las calles de las 100 ciudades más importantes de EE.UU. son contra estas leyes que permiten la portación legal de armas, instaurada primero en 2005 en la Florida y diseminada por 25 de los 50 estados del país. El famoso cantante Stevie Wonder hace rato que dejó de tuitear por el tema racial, amenazando con un boicot de su voz a todos los estados donde existen leyes que permiten tirar y matar en defensa propia.

El gobierno de Obama, que todavía no tuvo éxito en impulsar el control de armas, vio una hendija perfecta por donde lograr su objetivo. Eric Holder, fiscal general, dijo que el gobierno tomará medidas para impulsar reformas a las leyes de legítima defensa al considerar que “contribuyen a generar más violencia de la que evitan”. Aunque no le será fácil, la Asociación Nacional del Rifle, el grupo pro armas de EE.UU, ya acusó al gobierno de “explotar” el caso de Trayvon y sigue sosteniendo, con el respaldo de una gran parte de la población y de los legisladores nacionales, que la defensa propia “es un derecho humano fundamental”.

Los activistas de derechos civiles tampoco quieren quedarse con las manos vacías. Han copado las oficinas del gobernador de la Florida, Rick Scot, pidiéndole que convoque a una sesión legislativa extraordinaria para que se derogue "Stand your Ground". También están presionando a los fiscales federales para que, resuelta la inocencia de Zimmerman a nivel penal, se lo encause por lo civil. Algo parecido a lo que le pasó al famoso O.J. Simpson, quien si bien fue librado penalmente por los crímenes de su esposa y amante, fue arruinado civilmente por las indemnizaciones millonarias que debió pagar a los familiares de las víctimas.

Más allá de las emociones de rabia e indignación que este fallo despertó, lo cierto es que la justicia actuó y no hay impunidad. Debido a la falta de evidencias y de testigos, y de que no se pudo comprobar que Zimmerman se precipitó o tuvo prejuicios raciales al disparar a Trayvon, los defensores supieron plantear dudas razonables en el caso, y argumentar que Zimmerman, actuó ajustándose a lo que la ley le permitía.


Lo importante es que la repercusión mediática y los valores universales que este caso permeó, permiten al país seguir manteniendo una conversación abierta y descarnada sobre temas relevantes, como la discriminación racial y la legítima defensa personal. Dos temas que, paradójicamente, no permitirán a quien los incentivó, Zimmerman, ser verdaderamente libre, pese a que fue librado de culpas y rejas. 

abril 12, 2012

Crímenes de odio y discriminación

Comparto mi columna de fin de semana pasado, antes de que ayer se diera a conocer que George Zimmerman, el vigilante de barrio, quien dio muerte a Trayvon bajo el argumento de que había actuado en defensa propia, fuera acusado por los fiscales de homicidio de segundo grado.

Más allá de que este agravante penal no tendrá chance de ser probado por la Fiscalía o de que los fiscales hayan accedido a las presiones y el clamor popular para procesar a Zimmerman, comienza ahora un nuevo proceso que tal vez, como muchos otros, será negociado extrajudicialmente para llegar a un acuerdo sobre el castigo que espera al victimario, lo que, lamentablemente, terminará evitando que se de un debate abierto sobre el tema de los prejuicios raciales.

Esta es mi columna:

“Los  crímenes contra el adolescente estadounidense Trayvon Martin y el joven chileno, Daniel Zamudio, relanzaron la polémica moral y legal sobre la intolerancia y los prejuicios sociales que existe en contra de las personas catalogadas como diferentes, ya sea por su raza, género u orientación sexual y religiosa.

Las estadísticas muestran que los crímenes de odio y discriminación se dan en todos los países sin distinción del grado de desarrollo alcanzado por sus sociedades. Grupos de homofóbicos, xenofóbicos, neonazis, escuadrones de la muerte o pandilleros juveniles asesinan tanto a mujeres en Ciudad Juárez o en ciudad de Guatemala; como agreden a miembros de la comunidad judía en Buenos Aires; discriminan a indígenas en La Paz; persiguen a homosexuales y lesbianas en Sao Paulo; embisten a disidentes en La Habana y atacan a asiáticos, hispanos o afroamericanos en Nueva York o Los Angeles.

Estos delitos son motivados por el clima de impunidad en un país, el vacío legal y la deficiencia policial que hace ineficiente al Estado para perseguir a los responsables; y hasta por gobernantes que atacan públicamente a ciudadanos de otras ideologías, generándose polarización y tolerancia al odio y la violencia.

En el caso de George Zimmerman, un vigilante vecinal voluntario que mató a Trayvon de un disparo el 26 de febrero en una ciudad del centro de la Florida, argumentó que actuó en defensa propia. Zimmerman, se amparó en la ley “Stand your ground”, que permite a un individuo usar fuerza letal para defenderse cuando ve comprometida su integridad, aún fuera de su propiedad.

La indignación social fue por partida doble. Primero, por el prejuicio sobre la víctima, un joven de 17 años que por su color y usar capucha durante la noche “debería estar buscando drogas”, cuando solo portaba un paquete de golosinas y una lata de té mientras hablaba con su novia en el celular. Segundo, porque el agresor, aunque llamó a la policía no esperó su llegada, hizo justicia por manos propias y no fue arrestado. Lo que todos se preguntan es si en el caso de que el afroamericano hubiera sido el agresor, la policía le hubiese permitido seguir en libertad. La respuesta es obvia.

El crimen también reabrió la polémica sobre portación de armas entre quienes no integran cuerpos oficiales de seguridad y sobre la ley de defensa propia vigente desde 2005 en Florida y propagada a 25 de los 50 estados del país, que permite que muchos se escuden en ella para matar, pero preservando su inocencia.

En el caso de Chile, Daniel  Zamudio, de 24 años, murió en un hospital el 27 de marzo con esvásticas marcadas en su cuerpo, víctima de una paliza que le propinó un grupo de neonazis por su condición de homosexual. El crimen consternó a la sociedad y atrajo el compromiso del presidente Sebastián Piñera, para reavivar una ley anti discriminación que duerme en el Congreso desde hace seis años, con la que se busca agravar el castigo para crímenes de odio.

Si bien en ambos casos se contempla revisar y crear leyes para disuadir a los violentos, también debe considerarse que las exageraciones en la legislación pueden condicionar otros derechos, como el de expresión. Sucedió en Bolivia, cuando el fin loable de una ley antirracista en vigencia desde hace dos años, terminó por coartar y condenar el derecho del público a estar informado y expresarse. 

Aun así, las leyes deberían ser duras contra quienes incentivan el odio o quieren administrar justicia por manos propias.  Como contra el Nuevo Partido Panteras Negras, que bajo el lema de “ojo por ojo, diente por diente”, ofreció 10 mil dólares de recompensa a quien capture a Zimmerman y lo entregue a esa agrupación; o contra el famoso director de cine Spike Lee, quien a través de su cuenta en Twitter dio a conocer el domicilio de la familia Zimmerman.

Trayvon y Daniel nos recuerdan que en muchos países es necesario un ordenamiento legal más adecuado, no solo para evitar que se aterrorice a algunas minorías o se proteja a quienes por sus actos o pensamientos se sienten más vulnerables, sino para crear una cultura de mayor tolerancia que permita neutralizar el odio y la discriminación”.

abril 09, 2012

Trayvon Martin según Twitter y Facebook

He recibido varios comentarios sobre mi columna de este fin de semana criticándome por haber expresado que el crimen de Trayvon Martin se debió a un tema racial. En realidad puse el ejemplo de este caso de un joven afroamericano por las cuestiones de prejuicios sociales de la misma forma que lo hice con el caso del joven chileno Daniel Zamudio, asesinado por su orientación sexual.

Pero más allá de eso, destaco que quienes criticaron mi columna de sesgada, también fueron sesgados al afirmar que Martin era un joven violento, drogadicto y no un joven normal, con los aciertos y desaciertos de sus 17 años respecto a lo que pensaba de su escuela, de sus profesores, de las chicas, del sexo, de sus ganas y preocupación por ir a la universidad y de otros aspectos sobre los cuales fue muy transparente en su cuenta de Twitter y Facebook, las cuales fueron escudriñadas por varios blogs y páginas de internet para demostrar que el joven no era un buen chico.

Una nota de hoy en The Miami Herald, cuyos periodistas se dieron a la tarea de mirar el perfil de Martin en sus cuentas de redes sociales, descubrió que se trataba de un chico normal y que no destilaba la violencia ni las drogas que podrían exonerar fácilmente a George Zimmerman.

No estoy diciendo que Zimmerman haya cometido un asesinato hasta que la justicia tenga las evidencias necesarias. Pero lo que sí plantee es que Martin puso haber sido víctima de los prejuicios raciales.

http://www.miamiherald.com/2012/04/08/2738118/what-trayvon-martins-social-media.html

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...