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diciembre 03, 2016

Definiendo a Fidel

La percepción que cada uno tuvo de Fidel Castro en vida, difícilmente la cambiará tras su muerte. Para muchos fue un idealista y revolucionario. Para otros, entre los que me incluyo, un tirano sanguinario.

Están aquellos que guardarán la imagen del rebelde bajando de la Sierra Maestra para liberar a su pueblo de la dictadura de Fulgencio Batista, emancipar a los oprimidos y bregar por la igualdad en Cuba y América Latina, sometidas a las fauces del imperio.

Para mí, prevalecerá la imagen del déspota que sembró el terror con fusilamientos, persecución, encarcelamiento y una vigilancia vecinal férrea para que todos se delaten y se teman, instaurando un Estado omnipresente, agobiante y opresor. Hacia el exterior, Fidel fue un gran embaucador y oportunista. Glorificado por una propaganda implacable, con la que disfrazó graves violaciones a los derechos humanos, blandió discursos grandilocuentes contra el imperio yanqui capitalista, pero se prendió a la teta de Rusia, China y Venezuela para morigerar la miseria y ocultar la pésima administración que hizo de los bienes de todos los cubanos.

Tras su muerte tengo sentimientos encontrados. Comparto la alegría del exilio de Miami que sigue festejando y que cree que ahora existen mejores chances de cortar con 60 años de dictadura; una esperanza que se venía esfumando con Raúl Castro, por no haber generado los cambios políticos que Barack Obama le sirvió en bandeja de plata.

Entiendo esa alegría. Castro fue la antítesis de la piedad y la virtud. Fusiló disidentes, dividió familias y expulsó infieles. Es inevitable que la víctima no exprese alegría cuando muere su victimario, en especial cuando sus denuncias y pedidos de auxilio no tuvieron respuesta de gran parte de una comunidad internacional que siempre protegió y justificó al abusador. Ante tanta indiferencia e impotencia, los festejos deben entenderse como expresión de justicia, sanación y liberación.

Por otro lado, la muerte de Fidel me desilusionó. Siempre tuve la esperanza de que sería sometido a los tribunales y que lo despojarían de sus honores, como ocurrió con muchos dictadores como Pinochet, Videla o Fujimori. Y hasta creí que tendría el destino de otros déspotas desterrados o asesinados como Stroessner, Trujillo, Somoza y Duvalier.

Fue un alivio observar que muchos jefes de Estado no fueron esta semana a La Habana. Las ausencias notables, como la de Obama, Vladimir Putin y Xi Jinping, deshonraron los funerales que el castrismo venía planificando desde hace años con marcado narcisismo. No había mucho que honrar; muchos evitaron quedar pegados a la tiranía.

Fidel no deja mucho al castrismo: Un poco de ideología marxista anticuada para discursos ocasionales, anécdotas de expansión regional a través de guerrillas y gobiernos fracasados, cárceles atestadas y un país sin infraestructura, con un aparato perezoso y corrupto, en el que cada uno espera remesas familiares del exilio para alimentar unas libretas de racionamiento cada vez más escasas.

Qué Fidel tuvo frutos; por supuesto. Pero esos logros no pueden justificar los métodos de opresión, así como se trata de no darle crédito a Pinochet y Fujimori por sus avances económicos. También se debe reconocer que hay verdades a medias. La educación y la cobertura médica cubanas no son la panacea, tienen mucho de propaganda y adoctrinamiento. El logro hubiera sido alcanzar los estándares de los países escandinavos en salud y educación, pero con aquellos niveles de libertad y democracia.

La opresión no es atributo del revolucionario. Los líderes rebeldes verdaderos, los inmortalizados en la historia, son los que liberaron a sus pueblos de las tiranías, no los que le quitaron sus libertades políticas, religiosas, de prensa, expresión o de reunión como hizo Fidel. A estos caudillos, el tiempo los acomoda en algún recoveco remoto, desde donde destacan cada vez más sus yerros y defectos.

La revolución castrista, tan adicta al culto a la personalidad, se quedará ahora con dos legados. Las  fotos del último acto de idolatría colectiva honrando las cenizas que desfilaron por todos los rincones y un libro de reafirmación (obligatoria) de los valores revolucionarios, que terminará en algún museo futuro, educando sobre un gobierno malogrado que desaprovechó seis décadas y despreció el talento de su propia gente. trottiart@gmail.com


febrero 08, 2015

Crudo y cruda corrupción

A más de 100 dólares el barril el año pasado o ahora a menos de 50 dólares, el petróleo sigue siendo la gasolina que mueve al mundo. Influye en la geopolítica, transforma las relaciones diplomáticas y cambia nuestros hábitos de consumo.

Con menores ingresos por venta de crudo, a Vladimir Putin le resulta difícil mantener sus sueños por Ucrania y al gobierno de Irak detener el avance de los terroristas del Estado Islámico. El precio bajo permite a China reducir a la mitad su déficit comercial y en EEUU, con una gasolina que cayó de un dólar a 50 centavos el litro, los consumidores gastan la diferencia en gadgets y restaurantes, aunque también en camionetas de alto consumo, lo que pone en jaque los esfuerzos contra el calentamiento global.

La decisión de la Opec de mantener la producción alta y, por ende, los precios bajos, tiene efectos inconmensurables. Las nuevas relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba que iniciaron Barack Obama y Raúl Castro, impensadas meses atrás, fueron precipitadas por la caída del precio del crudo. Los Castro se volvieron más prácticos al quedarse otra vez sin flujo de caja, desde que observaron que la exportación de algo de los 100 mil barriles de petróleo que les regala el gobierno venezolano no tiene mayor impacto en sus finanzas. Advirtiendo que Venezuela ya no les resulta útil, así como antes descartaron a sus benefactores históricos, Rusia y China, los Castro se acercaron a su eterno rival, EEUU, su última y única carta de sobrevivencia.

Más drástico es el caso de Venezuela. El presidente Nicolás Maduro pasó de ser protagonista a tener influencia mínima en América Latina. En su nuevo papel de pordiosero, aprovechó esta semana foros del Alba y Unasur - creados por Hugo Chávez en épocas de esplendor petrolífero - para pedir a sus aliados que influyan ante EEUU por una “diplomacia de paz” y así recibir el mismo trato que el “imperio” le prodiga ahora a los Castro.

Lejos de lograrlo, en el frente interno Maduro disfraza su ineficiencia administrativa achacándole todos los males al gobierno estadounidense, al que acusa de propiciar la caída de los precios e iniciar así una guerra económica con el fin de derrotarlo. Ya nadie se traga el anzuelo. Las colas interminables y el desabastecimiento de carne de pollo, tampones o baterías para autos, fueron siempre característica intrínseca del chavismo, aun cuando el barril de crudo se cotizaba por arriba de los 100 dólares.

La adicción al petróleo condenó al chavismo a su autodestrucción. La caída del precio no tendría mayor impacto si el gobierno hubiera apostado a la diversificación económica. En cambio, malgastó recursos. Se dedicó a vender ideología y comprar alianzas para pelear contra EEUU en todos los frentes, sin advertir que la perorata ideológica, al mejor estilo cubano, no es suficiente para mantener ni a un régimen ni a un país.

En épocas de vacas gordas, Chávez y Maduro no ahorraron pensando en el futuro. Malgastaron recursos, no construyeron infraestructura, no diversificaron industrias, no invirtieron en educación especializada. Al contrario, mataron a la empresa privada, hicieron propaganda con educación y salud de cuarta, polarizaron y crearon mayor desigualdad entre clases sociales.

Distinto panorama tendría Venezuela si el gobierno en lugar de imitar al retrógrado y fracasado modelo cubano, hubiera mirado hacia los emiratos árabes, donde se comprendió que el petróleo es una materia prima agotable. Hoy los venezolanos gozarían de puentes y carreteras, industrias variadas, empleo, educación de primer mundo y menos pobreza.

El chavismo no es el único gobierno que deberá pagar factura histórica por haber malgastado tanta riqueza. Además de la malograda PDVSA, la mexicana PEMEX y la brasileña PETROBRAS también están condenando la ineficiencia de Enrique Peña Nieto, Dilma Rousseff y a sus antecesores. Recién ahora, en época de vacas flacas, cuando no hay dinero público para gastar y se debe raspar la olla de estas empresas, salió a relucir cuán profunda, arraigada y protegida está la corrupción en América Latina.

Es evidente que el precio del crudo tiene influencias geopolíticas insoslayables, pero no hay que dejarse engañar. La cruda realidad es que la mala administración pública de este recurso es lo que tiene mayor impacto negativo en nuestras sociedades.

diciembre 29, 2014

El testamento de Fidel y Raúl

Todos se rebanan los sesos sobre qué pasará en Cuba ahora que se aliviaron las tensiones con EEUU y que el “modelo cubano no funciona incluso para nosotros”, como había confesado Fidel Castro en sus reflexiones.

En lo económico habrá mayor apertura y es posible que Raúl Castro empuje por un capitalismo controlado al estilo chino o vietnamés. En lo político, sin embargo, ya dijo que la revolución comunista proseguirá. Los Castro saben que si ofrecen elecciones libres, justicia independiente, libertad de expresión y otros derechos humanos que vapulearon por más de medio siglo, tendrán que asumir responsabilidades. Dictadores menos autoritarios que ellos debieron responder por crímenes de lesa humanidad ante la justicia y tribunales internacionales.

Barack Obama más allá de descongelar las relaciones diplomáticas, intercambiar espías, sacar a Cuba de entre países que promueven el terrorismo y aumentar permisos de viajes y el comercio con la isla, no puede hacer mucho más. Quitar el embargo no es de su competencia, sino de un Congreso que ya no controla.

¿Entonces por qué se llegó a este acuerdo? Fue un gesto político de conveniencia entre dos partes a las que se le agotaron los recursos y el tiempo, un anabólico que permite a ambos líderes a cada lado del Estrecho de la Florida, llegar al final de la carrera dejando algo importante en su testamento, su legado para la posteridad.

La muerte política para ambos está cerca; para los Castro incluso la biológica.  Obama venía de perder el Congreso en las elecciones legislativas de noviembre, ser acusado de pusilánime en materia de relaciones internacionales y pese al repunte sostenido de la economía, su popularidad cayó al piso, sumándose a una breve lista de presidentes en desgracia como George Bush. 

Obama miró de repente a América Latina no porque la descubrió casi al final de sus dos presidencias, sino porque quiere neutralizar la expansión de los chinos hacia la región que tienen la misma visión y métodos económicos que tuvieron los españoles y portugueses cinco siglos atrás.

De todos modos, Obama no es ni traidor ni ignorante como fue acusado por legisladores de origen cubano. Su decisión está sustentada por el bajo apoyo que tiene el embargo entre estadounidenses y cubano americanos con menos del 30 y  40% respectivamente. Además, es coherente con la política exterior incoherente de EEUU respecto a regímenes autoritarios, que lo mismo caza a Saddam Husseim o Muammar Gadafi, encarcela a Manuel Noriega, critica al norcoreano Kim Jong-il o sanciona a Nicolás Maduro, con la misma convicción que entronizó a Augusto Pinochet o se alía con el rey saudí Abdullah.

A los Castro, por otro lado, ya no les queda mucho tiempo. El gesto de Obama les vino como anillo al dedo para firmar su testamento y pasar la hoja. El problema es que no tienen mucho que repartir; excepto, vanagloriarse de su tozudez para aferrarse a un montón de ideas que le sirvieron para crear cierto romanticismo en el mundo sobre la base de criticar al imperio y al capitalismo o achacarle al embargo comercial la culpa de su ineficiencia.

Bien saben los Castro que ni en lo económico ni en lo político el modelo funciona como lo admitió Raúl en la Conferencia Nacional del Partido Comunista: “Los dogmas y criterios están agotados”. Es que Cuba siempre fue parásito de Rusia, China y Venezuela, salvavidas de turno que le ayudaron a sobrevivir su estado perenne de bancarrota.

Los desafíos que tendrá Cuba son muchos, pero el más importante será de dotar a la apertura económica con libertad y regenerar la capacidad de trabajo e incentivos para producir, dado que el comunismo deshizo la creatividad, la innovación y la responsabilidad por el trabajo individual. Cuba ya no puede aferrarse a exportar recursos humanos ni manipular a su gente como si fuera mercancía, enviando médicos, maestros y mercenarios para alfabetizar en Bolivia, curar en Venezuela o pelear en Angola o con movimientos terroristas latinoamericanos.

En esta nueva etapa, si los Castro quieren escribir un buen testamento, aunque sean enemigos de las ideas sobre el capital, deberán darle prioridad a su capital humano. La forma de hacerlo será ofreciendo libertad, el único valor que energiza al individuo y a una sociedad.

agosto 10, 2014

¿Promoción democrática o propaganda?

La política exterior de EEUU es compleja. Difícil distinguir entre programas de promoción democrática y propaganda. Lo que denomina acciones pro democracia en países autoritarios, aquellos lo perciben como intentos de desestabilización.

Esa diferencia de apreciación se evidenció de nuevo cuando la agencia de noticias AP reveló esta semana que el gobierno de Barack Obama sigue usando métodos secretos para provocar cambios políticos en Cuba. EEUU utilizó a jóvenes venezolanos, peruanos y costarricenses que, camuflados en actividades cívicas y sanitarias, reclutaban a sus pares cubanos con intenciones desestabilizadoras.

Cuba bramó. Es la segunda vez que AP denunció programas encubiertos de pro democracia dirigidos hacia la isla. En abril pasado descubrió la creación del ZunZuneo, una especie de “twitter cubano” que pretendía erigirse como una plataforma de inconformidad política entre jóvenes, con el objetivo de contagiar una “primavera” similar a la que ocurrió en países árabes.

En ambos casos, la estadunidense Agencia de Ayuda Internacional, USAID, que financió estos programas, no tuvo eficacia. El gobierno de Obama pareció pecar de ingenuo al usar métodos de propaganda para desestabilizar un sistema político tan perverso y restrictivo como el cubano.

Para contrarrestar la denuncia de AP, la ingenuidad fue más allá. La empresa contratada por USAID, Creative Association International, argumentó que solo entrenaba a jóvenes en derechos humanos, liderazgo y salud, sin meterse en cuestiones políticas; mientras que el gobierno justificó que empodera a los ciudadanos para que resuelvan problemas sociales y sean factores de cambio.

EEUU no debería pedir excusas. La promoción de la democracia en países opresores es parte del ADN de su política exterior tras la promulgación de la universalidad de los derechos humanos en 1948. Pero debería ser más trasparente y evitar métodos secretos cuando tiene opciones de hacerlo abiertamente y por canales diplomáticos; es que los programas clandestinos, muchas veces, derivaron en confrontación, invasiones o golpes de Estado.

A Cuba tampoco habría que prestarle mucha atención. Así como el refrán reza que “el muerto se asusta del degollado”, era obvio que aprovecharía la ocasión para potenciar su prédica anti imperialista y hacer propaganda, su mayor destreza. Cuba logró convencer al mundo entero que es una víctima de las grandes potencias signadas por el capitalismo salvaje y que Fidel Castro es un romántico, un intelectual de izquierda, cuando en realidad se trata de un maquiavélico y tirano, responsable de una de las dictaduras militares más largas y perversas de la historia.

Pese a los rodeos, excusas y buenas intenciones, este programa de jóvenes en Cuba huele más a propaganda que a promoción democrática. De ahí que esta semana varios legisladores estadounidenses protestaron y calificaron de irresponsable a Obama. Lo culpan por ejecutar este programa durante la misma época que el gobierno cubano apresó a Alan Gross, un contratista de la USAID, que fue condenado a 15 años de prisión en Cuba por repartir ilegalmente tecnología satelital y de internet entre miembros de la comunidad judía.

Otros activistas criticaron con vehemencia que algunas actividades usaran de pantalla unos talleres sobre sida, tirando por la borda la credibilidad de otros programas sanitarios que EEUU realiza en el mundo. Se le ve como una contradicción a la decisión de suspender el sistema de vacunación casa por casa con fines políticos en Pakistán, que le permitió a la CIA llegar a la puerta del escondite de Osama bin Laden en Pakistán.

El programa en Cuba, además, no solo es conflictivo por su carácter secreto, sino porque puso en riego a sus ejecutores, cuando el gobierno pudo haber usado a personal propio en lugar de jóvenes extranjeros. Además, sigue minando la credibilidad de la USAID, dándoles la razón a gobiernos de Ecuador, Venezuela y Bolivia que expulsaron a la agencia por involucrarse en política, más allá de su misión humanitaria.

Lo peor de todo es que estas tareas encubiertas y de propaganda minan las relaciones entre ambos países y pueden hacer retroceder negociaciones avanzadas sobre la morigeración del embargo económico, permisos de viajes e intercambio cultural.

abril 28, 2014

La obra incompleta de Gabo

Hay personas que al morir, viven siempre. Gabriel García Márquez es una de ellas. Inmortal. Pedestal que conquistó por el soberbio manejo del realismo mágico, género en el que mezcló sus dos grandes pasiones, periodismo y literatura.

No soy crítico literario para descifrar la genialidad de la ficción mágica de “Cien años de soledad” o la realidad biográfica de “Vivir para contarla”. Pero puedo juzgar el mundo periodístico de Gabo, esa profesión que abrazó y con la que inspiró y formó a miles de reporteros a través de su Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, en su amada Cartagena.

Siempre me sorprendió lo celebrado que fue su discurso sobre periodismo, “El mejor oficio del mundo”, ante la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en 1996. Me sorprendió la algarabía de muchos periodistas que parecieron embelesados por el título, cuando aquello invitaba a la autocrítica, por lo dura y descarnada de la reprimenda.

Gabo no dejó títere con cabeza. Después de calificar al periodismo escrito de género literario, criticó a los reporteros por sus faltas de ortografía, mala sintaxis y poca cultura. Reprendió a un periodismo deshumanizado y extraviado “en el laberinto de una tecnología disparada sin control”. Regañó a los medios por su competencia feroz y calificó de “laboratorios asépticos” a las salas de redacción, donde es “más fácil comunicarse con los fenómenos siderales, que con el corazón de los lectores”.

Antes de terminar y tras acuñar la frase “la ética debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón” – lema que luego adoptó para sus talleres de nuevo periodismo, donde enseñaron ilustres narradores como Tomás Eloy Martínez, Alma Guillermoprieto y Terry Andersen – Gabo criticó a las facultades de Comunicación por enseñar “muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo”.

Pero lo que más me sorprendió de aquel discurso elocuente y justo, es que sonó incompleto. Ausencia total de autocrítica. No dijo una sola palabra sobre cómo su compromiso político con la revolución de Fidel Castro, hizo que evadiera la responsabilidad ética e intrínseca de todo periodista: Defender la libertad de prensa.

Gabo, quien vivió y sufrió exilios en busca de libertades, fue un ferviente admirador y confesor íntimo del dictador cubano que censuró a poetas, escritores y periodistas; contradicciones que no le perdonaron sus contemporáneos premios Nobel, como Octavio Paz, Herta Müller y Mario Vargas Llosa.

Para que Gabo ocupara un sitial intachable en la historia del periodismo, le hubiera bastado censurar  públicamente a Fidel por reprimir a quienes intentaban opinar y reunirse en contra de la revolución o, después, haber protestado por la Primavera Negra, aquel marzo lúgubre de 2003 cuando el régimen comunista puso a pudrir en las cárceles a 75 disidentes, entre poetas y periodistas independientes. Pero no lo hizo.

Puede que en privado haya hecho mucho más que nadie. Hay evidencias que Gabo intercedió ante Fidel para que libere a algún periodista o deje de fusilar a algún disidente. Pero su estatura y fama le obligaban un mayor compromiso y responsabilidad pública frente a las libertades de prensa y expresión. Su silencio y falta de solidaridad con los periodistas sufrientes de Cuba, le inhibieron moralmente para pedir por más libertades en otros lares.

Fiel a sus convicciones, Gabo también incursionó en la propaganda pese a predicar contra ella. Para contrarrestar la propaganda colonialista de las grandes agencias de noticias y al imperialismo del cine hollywoodense, ayudó a fundar la agencia de noticias Prensa Latina en La Habana y luego la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.

Pese a ello no se le pueden quitar jalones para el oficio periodístico. En otra reunión de la SIP en Los Cabos, México, junto a su mentor, José Salgar, describían como redactaban sabrosas crónicas de jovenzuelos, robándole características, giros y personajes a la literatura, creando un nuevo periodismo que aunque pudiera lesionar valores tradicionales de la profesión, tenía como meta llegar al corazón del lector.

Sin dudas, Gabo dejó para la literatura una obra completa, clásica y universal. En cambio, para el periodismo, pese a todos sus grandes aportes, dejó una obra incompleta y con grandes contradicciones.

enero 02, 2013

Venezuela sin Chávez


Desde las intrigas históricas y continuas del gobierno cubano sobre la salud de Fidel Castro, amasadas por el monopolio estatal de la información que recuerdan los secretos sobre la vida y muerte de monarcas, líderes comunistas y dirigentes nacionalistas, hacía rato que no se vivía una estupidez tan tremenda como la que le toca al pueblo venezolano.

Con la tesitura de siempre, desde el vicepresidente Nicolás Maduro y el ministro de Ciencia y Tecnología y yerno del Presidente, Jorge Arreaza, se acusa a los medios informativos y a la comunicación en las redes sociales de crear “rumores malintencionados”, sobre el estado de salud de Hugo Chávez, quien fue operado por cuarta vez el 11 de diciembre en La Habana.

Los rumores son generados por el propio gobierno de Venezuela por no decir la verdad como demanda la Constitución, algo que siempre le ha achacado a los medios y a todos los actores sociales del país como si la Constitución estuviera escrita para los demás y no para que el Gobierno sea el primero en respetarla y garantizarla.

La verdad sería informar sobre los detalles de la salud del primer mandatario, qué tipo de cáncer padece y sobre las expectativas de vida, en lugar de explicar – como lo hizo Maduro en su última intervención – que Chávez en su reciente charla le pidió que “mantuviéramos al pueblo informado siempre, siempre con la verdad por dura que ella fuera en determinadas circunstancias”. Es decir, como siempre, la verdad se declama, pero no se dice, simplemente se le deja a la interpretación de cada quién.

Chávez desapareció desde el 11 de diciembre. Obviamente es cierto y no son rumores que su estado es muy delicado, de ahí que la gente se aferre a cualquier tipo de información, desde que está en un “coma inducido”, que ya murió o que pronto, ágil y recuperado, como pareció estar en el último tramo de la campaña electoral, aparecerá para agrazar a su pueblo, en una especie de resurrección divina que lo alejará para siempre de su condición humana.

Este último no parece ser el escenario. Nunca los dirigentes venezolanos, pese a no decir la verdad, dieron tanto indicios como hasta ahora sobre los padecimientos de Chávez, sumándole a esto que el propio Chávez fue quien por primera vez despidiéndose de su pueblo ungió a Maduro como vicepresidente y su representante en la Tierra. El fin parece estar más cerca y habrá que ver como se termina resolviendo e interpretando a la Constitución sobre el desenlace de su asunción como presidente reelecto previsto para la próxima semana.

Para este 2013, Venezuela tiene que prepararse para vivir sin Chávez. El chavismo, de continuar, construirá sobre su figura lo que Chávez construyó sobre la de Simón Bolívar, pero a diferencia del prócer de todos, el que sustentaba la unidad de ideales que trascienden fronteras, la invocación de Chávez seguirá dividiendo y generando polarización.

abril 19, 2012

De Guillén a Maradona y Fidel

El manager del equipo de béisbol Miami Marlins, el venezolano Oswaldo “Ozzie” Guillén, no es el primer deportista famoso en confesar su amor por el dictador cubano. Su frase “I love Fidel Castro” en la revista Time, es similar a la del legendario entrenador argentino Diego Maradona, “Díganle a Fidel que lo amo”, aunque la gravedad de la ofensa de Guillén radica en el contexto en que la cometió.

El derecho a expresar lo que pensamos es un ejercicio complicado. Aunque las leyes amparen ese derecho a decir y hacer lo que sentimos, la libertad de expresión está condicionada por normas éticas de pundonor y sensibilidad, con el fin de que evitemos ofensas y agravios gratuitos.
En EE.UU. donde la libertad de expresión tiene una amplia protección constitucional y la Corte Suprema de Justicia ampara hasta quien quiera quemar una bandera o romper un crucifijo, esos actos están más condicionados legal y moralmente, si se cometieran en un desfile militar de veteranos o en una procesión de Semana Santa, por incitar a la violencia.

Aunque Guillén tiene todo el derecho a decir lo que piensa, como se argumentó en otras ciudades y en el exterior; también se justifica el enojo de muchos en Miami que preferirían verlo expulsado del equipo a que solo le hayan disciplinado con cinco juegos de suspensión sin goce de sueldo. Para muchos, se trata de una leve sanción que no repara la burla ni la ofensa de alguien que trabaja y vive a costilla de decenas de miles de fanáticos beisboleros que fueron perseguidos, torturados, expulsados o que escaparon de la férrea dictadura de los Castro.

Si bien en una conferencia de prensa esta semana Guillén admitió su error e imploró perdón, no muchos quedaron convencidos de darle una segunda oportunidad por temor a las reiteraciones. Es que Guillén como Maradona, tiene un temperamento verborrágico y desafiante, sin diferenciar el hablar con honestidad del ofender con arrogancia. Por eso cuando ganó el campeonato nacional con los Medias Blancas de Chicago en 2005, en vez de celebrar, Guillén gritó “Viva Chávez”, ensañándose contra quienes lo critican por su ideología; una actitud similar a la que adoptó Maradona cuando clasificó al Mundial de Sudáfrica de 2010, quien en vez de exudar alegría, insultó a los periodistas pidiéndoles entretenerse con sus genitales.

En casos como estos, en que las sanciones legales son impopulares y de difícil aplicación, los mejores correctivos son las fuertes medidas disciplinarias. Así el futbolista uruguayo Luis Suárez debió pagar 60 mil dólares de multa y se perdió ocho juegos por hacerle comentarios racistas al francés Patrice Evra en un partido entre el Liverpool y el Manchester United. Al basquetbolista de los Lakers, Kobe Bryant no le fue mejor, tuvo que pagar 100 mil dólares por comentarios anti gay contra un árbitro; mientras que la cadena ESPN echó y suspendió a un redactor y un comentarista por hacer acotaciones despectivas contra los asiáticos cuando se refirieron a la sensación de los Knicks de Nueva York, Jeremy Lin, el basquetbolista estadounidense de origen taiwanés.

Está visto que el derecho a la expresión siempre conlleva limitaciones, máxime cuando se trata de figuras públicas o personas con exposición mediática como los deportistas estrellas, cuyos dichos y acciones tienen mayor repercusión entre los más jóvenes. Pero no hay que preocuparse cuando prefieren la verborragia a abrazar causas como las de la UNICEF del Barcelona, promover la lectura como la NBA o combatir la drogadicción, ya que sus polémicas son útiles para generar discusión y aprendizaje. Después de todo, el caso de Guillén sirvió para recordar una vez más las atrocidades del régimen cubano.

La expresión sin sensibilidad de los deportistas célebres no es tan preocupante como cuando los gobernantes no se auto limitan, insultando desde sus tarimas a disidentes y críticos. En todo caso, los primeros crean polémica e imponen temas en la agenda social, mientras los segundos solo consiguen polarizar y dividir.

Aunque Guillén como Maradona tiene la virtud de enojar a la gente, es bueno que su caso se contextualice y no se generalice. De lo contrario, corremos el riesgo de que en otros casos, no diferenciemos la delgada línea existente entre exigir auto limitaciones e imponer censura.

abril 10, 2012

Ozzie Guilén: Cómo perder 10 millones

La pregunta no es difícil o al menos tiene una respuesta fácil. Haga lo mismo que
Oswaldo "Ozzie" Guillén, el gerente del equipo de béisbol de los Miami Marlins, quien hizo uso de su libertad de expresión, pero sin nada de sentido común.

El manager, que acaba de recalar a tiempo en Miami para la inauguración la semana pasada del nuevo estadio con techo retractil y en un equipo con posibilidades, cometió la gran torpeza de haber declarado a la revista Time que ama a Fidel Castro, justamente en una ciudad donde vive, trabaja y convive con decenas de miles de cubanos perseguidos, expulsados y escapados de la dictadura más larga del orbe.

Antes de su conferencia de prensa esta tarde, en la que se preveía que pediría los perdones correspondientes, el equipo decidió suspenderlo por cinco juegos, lo que para muchos fanáticos no fue suficiente. Quieren su renuncia.

Guillén es muy conocido por sus torpezas, pero su declaración de amor a Castro sobre las que se supo el sábado, fue la que rebazó la copa. Antes había declarado que se emborrachaba después de cada partido, pero mitigó su declaración diciendo que como lo hacía en la soledad de su cuarto de hotel, era una cuestión de índole privada. Luego gritó “Viva Chávez”, mientras blandía una bandera venezolana cuando su equipo de los Medias Blancas ganó el campeonato en 2005. Pero la diferencia de auellas declaraciones con éstas, es que las hizo en Chicago, donde pasaron más inadvertidas y sin ofender a una comunidad que no tiene relación directa y experiencias con el Presidente venezolano.

Si bien cada individuo tiene derecho a la libertad de expresión, ésta no solo conlleva responsabilidades sino también sentido común, lo que ayuda a neutralizar las consecuencias. A veces la irresponsabilidad de lo dicho puede transfromarse en apologia de la violencia, incentivar el odio u ofender sin ninguna razón a una serie de víctimas. Gritar o hacer propaganda a favor de grupos neonazis es penado por la ley tanto en Israel como en Alemania; participar en una congregación de afroamericanos y gritar a favor del Ku Klux Klan sería irresponsible así como también gritar fuego en una Iglesia o un cine atestado de gente.

Las personas públicas, como Guillén, tienen más responsabilidades por más que crean que sus actos y dichos sean privados. Y los fanáticos de Miami tienen derecho a reclamar una mejor conducta de los integrantes del equipo de los Marlins, después de todo, gran parte del estadio fue construido con fondos públicos.
Es probable que los cinco juegos de suspensión no sean suficientes y Guillén, ante la presión, deberá renunciar. A veces la irresponsabilidad hace que una frase valga 10 millones de dólares, monto del contrato por cuatro años de Guillén en Miami.

junio 26, 2011

Chávez en falta autoritaria

Más allá del estado de salud delicada o grave o no de Hugo Chávez, el autoritario comandante venezolano y todo su entorno chavista está cometiendo la misma aberración déspota y mandona acostumbrada, al retacear información importante de la misma forma que la suele dar a borbotones en forma continua y sistemática a modo de propaganda cuando es irrelevan

Muy a su estilo, Chávez se pasa por el forro la Constitución que obliga al Presidente a informar y pedir autorización al Congreso para dejar el país. Todos sus ministros siguen diciendo que el comandante gobierna a control remoto el país como si esa fuera una virtud atribuyéndole poderes de superhéroe. Se olvidan que es obligación democrática y que la salud del Presidente es de dominio público.

Pero bueno, Chávez está en Cuba donde la dictadura comunista nos tiene acostumbrados a que la salud de un mandatario es un secreto de Estado, como ocurre con Fidel Castro. Es una prueba más de que Chávez se comporta como dictador.

Los venezolanos no se merecen vivir de rumores o que incluso los propios funcionarios acusen a los medios y a la oposición de incentivar los rumores, cuando ellos y el mismo Chávez son los que los están generando; obviamente a su propia conveniencia para seguir creando polarización y confrontación entre unos y otros.

Los venezolanos no se merecen esto.

abril 19, 2011

¿Cuál revolución? ¿La cubana?

Terminó el mejor y más lamentable chiste del año en La Habana. Con el fin del VI Congreso del Partido Comunista los miembros reincidentes y cada vez más viejos del PC se endulzaron la boca con la palabra revolución.

Una palabra totalmente hueca en la historia sino está acompañada de un gran progreso del ser humano. Las verdaderas revoluciones son las que modifican para bien la vida de los ciudadanos y realzan los valores y derechos humanos; de ahí que la más recordada y relevante fue la que consignó aquellas palabras sagradas de toda sociedad: libertad, igualdad y fraternidad.

La revolución que los jerarcas cubanos de hoy ratificaron en Cuba adolece de los mismos valores que le fueron incautados al pueblo cubano por más de medio siglo, especialmente aquellos que tienen que ver con el preciado don del libre albedrío del que Dios dotó a todas sus criaturas. La libertad es la esencia, el origen y causa de cualquier otro valor. Nada, sin ella, tiene sentido.

La vieja dirigencia que se apoderó por décadas de las voluntades de su pueblo y que hoy se ratificó en el liderazgo por 10 años más, solo atinó a ofrecer unas tibias reformas económicas, carentes de algún atisbo democrático.

Sin libertad ni democracia, Cuba es hoy una vergüenza para el continente y para la raza humana. La única transformación que la historia le adjudicará a quienes se mantienen en el poder, es la de haberle robado la libertad a su propio pueblo.

Nada justifica ese robo. Y por ello, es obvio que la dirigencia cubana, habiendo ratificado a Raúl Castro y rendido pleitesía a Fidel Castro y a los mismos de siempre, solo atina a perpetuarse en el poder para conseguir dos fines que son primordiales para cualquier dictadura: inmunidad e impunidad.

Los cubanos y todos los humanos merecemos mejor.

septiembre 14, 2010

Lo de Fidel era verdad

El anuncio del gobierno cubano que recortará en casi medio millón de empleos estatales e incentivará al sector privado para que absorba esa misma cantidad de empleos para fines de 2011, comprueban los dichos de Fidel Castro de la semana pasada sobre que el sistema comunista ni siquiera le había funcionado al férreo sistema político de su país impuesto desde 1959.

Fidel desdijo al periodista de la revista The Atlantic, Jeffrey Goldberg, cuando le comentó que “el modelo cubano ya ni siquiera funciona para nosotros'', argumentando que había sido malinterpretado y que lo que había querido decir, en una forma irónica, fue que el sistema capitalista es el que está muerto.

En realidad, por las nuevas medidas anunciadas, se comprueba que la ironía no parecieran ser los dichos sino las acciones, ya que ahora, después de medio siglo, se acaba de dar cuenta que el vilipendiado sistema de libre mercado es la única forma que puede resucitar a un país que jamás despegó; en el que siempre se coartaron libertades y en el que se incentivó la vagancia y la ineficiencia productiva y laboral; en el que el único autorizado a acumular capital es el Estado que controla el 95 por ciento de la actividad económica y algunos arrimados y privilegiados dentro del sistema político.

El gobierno anunció tiempo atrás que la burocracia estaba excedida en un millón de puestos de trabajo de los cinco millones de personas que trabajan para el Estado. Unas 600.000 personas forman parte de actividades privadas e independientes, dentro del área del turismo, barberías, peluquerías, taxis y en el campo, donde el gobierno alquiló tierras a unos 100.000 campesinos.

El ministro de Transporte, César Arocha, en declaraciones impensadas años atrás, declaró al semanario Trabajadores, que aumentó considerablemente la productividad en aquellas actividades ahora privadas, como entre los taxistas.

Según reportes de la agencia EFE, Arocha, dijo que “la productividad aumentó ‘55 veces’ y el nivel de ingresos por auto subió de 529 a 17,000 pesos (de $17 a $566), en una conferencia del sindicato del área, aunque el diario no precisa cuántos taxis funcionan con este sistema, que por primera vez ha permitido al chofer gestionar sus ingresos a cambio de una tasa diaria que paga al Estado”.

Lo que se desprende de estos hechos nuevos de “capitalismo morboso” es que el periodista tenía razón y de que Fidel dijo la verdad y lo que siente, que “el modelo cubano ya ni siquiera funciona para nosotros''.

No hacía falta que lo diga, pero….

marzo 09, 2010

Lula: arrogancia impiadosa

Tal vez sea la arrogancia de ser uno de los presidentes más populares de América Latina lo que le hace hablar estupideces. No se puede creer que uno de los mandatarios más importantes de América Latina le falte tanta piedad como para criticar a los presos políticos cubanos y cuestionar a aquellos gobiernos o ciudadanos que reclaman al gobierno de los hermanos Castro la liberación de los encarcelados de conciencia.

El presidente brasileño, Luiz Ignacio Lula da Silva, quien al momento de la muerte del preso político Orlando Zapata se encontraba en La Habana reunido con Fidel Castro y renegando la existencia de disidentes políticos en Cuba, acaba hoy de darle otra bofetada a los presos políticos y a todos aquellos ciudadanos que anhelan que algún día la democracia se instale en Cuba.

Lula pidió hoy respeto a la determinación de la justicia y del gobierno cubanos por el encarcelamiento de presos políticos, argumentando que no le gustaría que las autoridades de Cuba se entrometan con la justicia o criticaran las políticas penales de su país.

Lo que Lula parece haber soslayado es que nadie se entromete con los presos cubanos, aquellos que han delinquido, sino que la petición – una responsabilidad que exige la democracia y los tratados internacionales y universales sobre derechos humanos firmados por su país – está fundamentada en que nadie puede ser encarcelado por opinar, por sus ideas o por sus inclinaciones políticas, lo que siempre se ha considerado como una flagrante violación a los derechos humanos.

Lula, por más amistades y afinidad ideológica que tenga con las autoridades cubanas, no puede tapar el solo con la mano. En Cuba existen presos políticos, existen personas – la mayoría de su población – a la que el régimen comunista le ha conculcado la libertad.

No puede ocultar que el periodista independiente y en huelga de hambre, Guillermo Fariñas, está en grave peligro de perder su vida y si bien es lícito que disienta del método de protesta utilizado, no lo puede descalificar pidiendo respeto para una justicia que está totalmente amarrada a los designios del Poder Ejecutivo cuando se trata de resolver conflictos de conciencia.

La complicidad de Lula con el régimen castrista es vergonzosa. No solo se muestra arrogante, sino con una falta grave de solidaridad y de piedad por el dolor de personas que son víctimas de la opresión, una actitud muy alejada de la que uno esperaría de un líder.

noviembre 18, 2009

La burla de Fidel

Mientras Fidel Castro salió hoy a defender a su discípulo Hugo Chávez a quien calificó de “democrático”, a atacar a Colombia y a los “yanquis” por utilizar militarmente bases colombianas, en su habitual reflexión, esta vez titulada “La Revolución Bolivariana y la Paz”; la organización internacional pro derechos humanos, Human Rights Watch, emitió su informe sobre Cuba, denunciando “un engranaje de crueles presiones” contra disidentes, sus familiares y amigos.

Bajo el título “Nuevo Castro, Misma Cuba”, el informe de HRW está repleto de denuncias sobre casos de violaciones a los derechos humanos que sucedieron en el gobierno de Raúl Castro, a pesar de que la percepción era que la situación había mejorado después de la salida de Fidel del poder.

Fidel desvarió en su artículo, como es su costumbre, al ponderar las dotes democráticas de Chávez, aprovechando para ver golpes de Estado conspirativos contra el gobierno venezolano e invasiones norteamericanas por doquier tras el pretexto de la lucha antidrogas. Fiel a su estilo, Castro atribuye editoriales de diarios colombianos al gobierno estadounidense, que este fin de semana expresaron su temor de que Chávez, tras duras declaraciones, pudiera estar pensando en declarar la guerra a Colombia, como públicamente lo sugirió.

No es nuevo que Chávez busque declarar la guerra en algunos países como en Bolivia o en Honduras, a pesar de que se queje de las injerencias de otros países en el suyo. Castro tampoco se puede dar el lujo de omitir que su gobierno ha sido un exportador de violencia, ayuda militar, apoyo a grupos guerrilleros y exportador de ideología anti democrática. No puede negar la historia, así como bien dice que la CIA puede negar la suya. Pero de ahí a que se autocalifique de demócrata o llame a su discípulo de esa forma, hay mucho trecho.

Para muestra basta un botón. El informe de HRW señala además que el gobierno de Raúl Castro es tan cruel como el de Fidel y que “en vez de desmantelar esa maquinaria represiva… la ha mantenido firmemente en su lugar y totalmente activa'', según el estudio hecho público este miércoles en Washington.
El informe habla de las “detenciones arbitrarias”, registrándose 532 en el primer semestre de este año, muy superior a las 325 de 2007.

Cuba es uno de los países del mundo, y sobre todo de las Américas, que viola constantemente los derechos y garantías individuales y sociales. Haya más de doscientos presos políticos, entre ellos, 27 periodistas encarcelados.

Ante este panorama, no se entiende como Fidel puede seguir hablando sin desparpajo sobre democracia, libertad y paz. Es una burla.

octubre 26, 2009

El libro de Juanita: marketing

Estoy siguiendo la saga de Univisión sobre el caso de Juanita, la hermana de los Castro, Fidel y Raúl. Es una de las pocas veces que las imágenes dicen menos que las palabras, ya que los compendios documentales en imágenes que pasa la televisora no son muy buenos, solo espectaculares o tratan de serlo o solo tratan de tener impacto.

Por lo que se dice, el libro tiene varios aciertos, siendo el mejor, claro, la revelación de Juanita trabajando para la CIA durante los primeros años del gobierno de sus hermanos, cuando la revolución comenzó a traicionar sus ideales y transformarse en comunista.

Es bueno saber que cualquier régimen, por más hermético que sea, siempre es vulnerable y tendrá la posibilidad de ser penetrado hasta por las personas menos sospechosas, aunque - a decir de la propia Juanita en el noticiero de Univisión que tiene la exclusiva de la difusión del libro en una saga secuencial - sus hermanos sabían o sospechaban decididamente que realizaba actividades contra revolucionarias.

Lo segundo que por lo que se viene diciendo en los noticieros de Univisión, al menos en estos dos días, se trata de puro marketing, ya que el libro no está revelando demasiado y la cadena solo lo hace en una forma secuencial para despertar interés y ranking, lo que es parte de la publicidad y marketing para la televisora, así como para el libro.

Marketing y publicidad de la misma forma que se hace para las telenovelas y la misma técnica con la que Univisión preparó hace unos meses la saga del Padre Alberto. Mucho ruido y pocas nueces. Porque para saber bien de que se trata y tener una idea mejor de lo que el libro y las denuncias de Juanita dicen, es mejor leerlo en los cables de agencias y en los propios diarios locales. Se entiende mejor.

junio 24, 2009

Ortega el adelantado; y los premiados

Daniel Ortega se adelantó. Mientras se esperaba que Hugo Chávez consumara su amenaza de cerrar la cadena televisiva Globovisión y de que Rafael Correa también hiciera lo suyo contra Teleamazonas, el presidente nicaragüense Ortega se adelantó aprovechando la distracción.
El sábado pasado, sin que nadie lo advirtiera, casi en silencio, clausuró una radioemisora que pertenece al periodista Santiago Aburto, un duro crítico del gobierno a través de su programa “Buenas tardes”, en radio Corporación. Para clausurar la radio de Aburto, Radio La Ley, el Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor) envió a más de 30 personas armadas hasta los dientes a su domicilio, los que decomisaron los equipos de trasmisión y operación.
La cancelación de la licencia de la radio y la fuerza bruta utilizada para clausurarla antes de que el sábado 20 de junio comenzara a trasmitir, se ha denunciado en Nicaragua como una revancha en contra de un periodista crítico del gobierno, actitud muy normal que Ortega y su esposa Rosario Murillo suelen tomar contra periodistas, columnistas, presentadores de televisión y medios en general.
De esta forma, el gobierno continúa alejándose de los principios fundamentales de la democracia que obligan por ley, y por Constitución a respetar la libertad de prensa, como se establece en el Art. 68 de la carta magna, la que establece que “en ningún caso podrán decomisarse, como instrumento o cuerpo del delito, la imprenta o sus accesorios ni cualquier otro medio o equipo destinado a la difusión del pensamiento”.
Otra nota que vale la pena resaltar fue la del presidente Hugo Chávez quien – también como su maestro Fidel Castro el año pasado – fue galardonado ayer como comunicador o periodista con un premio municipal en caracas que lo distinguió por su "lenguaje pedagógico y sencillo'' para explicar "los valores del proceso revolucionario'.
El galardón, “mención especial” al periodismo alternativo, es el Premio Municipal Fabricio Ojeda del Consejo Municipal de Caracas y la Comisión Permanente de Cultura, Patrimonio Histórico, concedido a Chávez por su interminable programa dominical por radio y televisión “Aló presidente”, que ya cumplió 10 años, y por su nuevo programa semanal "Aló Presidente teórico'' que comenzó el 11 de junio y sus columnas semanales al estilo Castro, que publica desde enero en varios diarios nacionales bajo el nombre de "Las Líneas de Chávez''.
Faltaría, para completar esta lista de “presi-riodistas”, que algún grupo de chupamedias ecuatorianos le ofreciera a Correa un premio por sus programas de los sábados.

junio 15, 2009

¿Por qué?: Hilda, Cristina, Raúl y Fidel

¿Por qué muchos se preguntan – y con razón - si la llegada de la neurocirujana Hilda Molina a Argentina es parte de un guiño electoral que Raúl Castro le dio al gobierno de Cristina de Kirchner para las elecciones legislativas de fines de mes?
¿Por qué recién después de 15 años de pedir autorización para salir del país, el gobierno comunista de La Habana le otorgó el permiso recién ahora? ¿Será una razón humanitaria porque han internado a la madre de Molina de 90 años? ¿No es sospechoso que en Cuba haya decenas de casos similares de personas que tienen visas de entrada humanitarias otorgadas por otros países, pero a los que no permiten salir? ¿Por qué el gobierno no suele dar explicaciones ni las dio tampoco en este caso?

¿Por qué la Presidenta argentina no pidió absolutamente nada sobre Hilda Molina, ni por los presos políticos ni por los periodistas independientes encarcelados en la isla cuando visitó La Habana a principios de año, y sólo pretendió la foto al lado de Raúl Castro?

¿Por qué en Argentina se hace de esto un juego político – o al menos se lo aprovecha – diciendo ahora que en el Congreso se está analizando otorgarle a Molina la ciudadanía argentina cuando hay tanto inmigrantes de países vecinos que son explotados, marginados y a quienes se les niega siquiera un permiso de trabajo?
¿Por qué, después de que el caso de Hilda Molina demuestra que Cuba es una cárcel gigantesca que retiene a todos sus ciudadanos porque le da la gana quitándoles todo atisbo de libertad, hay tantas personas en el mundo que defienden a este tipo de regímenes?

Cuba es solo esto: un ¿por qué? Un régimen lleno de interrogantes sin respuestas y con actitudes que siempre son políticas. Todo, absolutamente todo, es en reacción a algo, y este caso de Hilda Molina no parece ser ajeno a ese modo de actuar.

abril 03, 2009

Presidentes periodistas

Alérgicos a las críticas, temerosos a dar conferencias de prensa y esquivos a las entrevistas, en los últimos años se viene consolidando un grupo de líderes políticos cuya estrategia es comunicar sin la intermediación de los reporteros. Son los “presi-riodistas”, presidentes devenidos en periodistas.
Suelen repeler y atacar a la prensa, pero al mismo tiempo se desviven por escribir columnas de opinión; hablar hasta por los codos en cadenas nacionales de radio y TV; comunicar sus ideas sólo en actos políticos; y, con dineros públicos, comprar o crear periódicos, radios, televisoras y agencias de noticias para usufructo personal y político, sin que además les tiemble la mano para cerrar o confiscar aquellos medios que les incomodan.
Uno de ellos es el presidente ecuatoriano Rafael Correa. Esta semana acusó a los medios de ser mediocres, corruptos, estar politizados y ganar dinero, como si la rentabilidad fuera un pecado para la empresa privada. En realidad, Correa pintó a su propio gobierno, que desde sus inicios viene conformando una estructura mediática estatal, gracias a la confiscación de diarios y televisoras privados a los que tarda en ofrecer en licitación pública, utilizándolos a su conveniencia política.
Otro enérgico “presi-riodista” es Evo Morales, quien para contrarrestar los efectos “de las mentiras de los medios” e “informar la verdad”, en enero lanzó Cambio, uno de los tres diarios que prometió publicar. Además de crear cientos de radios y televisoras con el aporte de los gobiernos venezolano e iraní, Morales lanzó Cambio con dineros de los contribuyentes, pero lejos de promoverlo como medio público de información, lo transformó en un instrumento de propaganda gubernamental.
El matrimonio Kirchner, a quien se le celebró hace unos meses, como un acto de desmesurada generosidad, el haber otorgado la primera conferencia de prensa después de años frente al gobierno argentino, es sospechado de utilizar testaferros para comprar medios privados y deshacerse de periodistas críticos, como Nelson Castro, o echar a otros del sistema de medios estatales.
Una estrategia similar que ha seguido el “presi-riodista” Daniel Ortega en Nicaragua, quien utilizó su influencia para correr reporteros de canales privados, ganar la propiedad de Canal 4 para su familia y editar El 19, un diario fundado para escrachar a sus adversarios al mejor estilo de aquella prensa chicha manipulada por el régimen Fujimori-Montesinos.
Otros presidentes inician proyectos inocentes, como el paraguayo Fernando Lugo, quien impulsa un Programa de Comunicación para el Desarrollo con la creación de 700 radioemisoras comunitarias, un sistema que tarde o temprano, cuando el gobierno entre en años y decaiga su popularidad, tendrá el potencial de usarse como agente propagandístico. Así también, Ignacio Lula da Silva, promueve en Brasil una conferencia nacional de comunicación, cuyos resultados eventualmente apuntarán a controlar los contenidos de los medios. Y en este rubro entran otros presidentes, como el guatemalteco Alvaro Colom y el uruguayo Tabaré Vázquez, que sostienen y otorgan licencias de radio y televisión a cambio de monopólicas lealtades políticas.
Pero quienes ostentan mejor el título de “presi-riodistas” son los comandantes Hugo Chávez y Fidel Castro, expertos en el arte de la propaganda. Lejos de aminorar su diatriba en contra de todo lo que no sea rojo, el presidente venezolano imita las “Reflexiones” de Castro con sus columnas “Las líneas de Chávez”, sin privarse de otros desbarajustes, como el cierre de RCTV, el acoso constante a Globovisión, la fundación de cientos de radios, periódicos y agencias de noticias que repiten sus ideas hasta el cansancio.
A pesar de las imitaciones, el “maestro presi-riodista” es Fidel, dueño idolatrado de los medios de su país en los últimos 50 años. Su mayor audacia es haber gozado de libertad cuando criticaba la dictadura de Fulgencio Batista en la revista Bohemia, un cambio radical de actitud si se considera que todo aquel que critica su dictadura fue expulsado o terminó en los calabozos, como lo atestiguan todavía hoy los 26 periodistas que se pudren en las cárceles de su isla.
Queda ver, desde ahora, cómo se comportará el presidente electo salvadoreño, Mauricio Funes. Aunque ya tuvo algunos tropiezos con los medios, seguramente su trayectoria como corresponsal le servirá para diferenciar las políticas informativas de las de la propaganda; y así no actuar jamás como “presi-riodista”.

enero 23, 2009

Yo no debo ser muy argentino

Después de ser recibida por Fidel Castro, la presidenta argentina Cristina de Kirchner dijo que sintió una “gran emoción” y estar muy honrada por el gesto, al que calificó como “una distinción para todos los argentinos”.

Es una lástima que nos haya atribuido a todos los argentinos esa distinción. Si bien respeto lo que cada argentino piense o sienta o diga, somos muchos también los que sentiríamos vergüenza por el solo hecho de estar frente a un dictador, experto en violar los derechos humanos de su pueblo.

Hubiera preferido que la presidenta argentina, sin necesidad de ser desconsiderada en expresarle su admiración y emoción, también hubiera pedido la libertad – o al menos mencionado - de Hilda Molina, de los presos políticos, de los periodistas independientes.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...