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marzo 20, 2025

El desafío de enganchar a las audiencias

Me preguntaron -como si supiera- qué se necesita para escribir una novela. Me siento demasiado arrogante e incómodo para enseñar sobre un oficio en el que apenas estoy despuntando y aprendiendo. Hubiera preferido que me pregunten sobre cómo escribir una nota periodística que enganche al lector, en una época en la que la competencia por la atención es el gran desafío.

No tengo mucha experiencia en novelas, pero esto es lo que aprendí en un par de años intentándolo. Talento, poco. Coraje, mucho. Crear (y creer en) una historia, esencial. Aprender, siempre. Leer, toneladas. Escribir, más toneladas y perseverancia. Editar, corregir, reescribir y revisar, sin miedo y con audacia.

Tiempo atrás, después de escribir verdades sobre sobre periodistas y libertades en varios libros de no-ficción, quise contar historias ficticias. Como cualquier mortal, sin talento innato para la disciplina y con mi mentalidad siempre orientada a los hechos debido a mi oficio de periodista, me puse a buscar y aprender sobre la nueva disciplina. Me harté consumiendo cursos por YouTube, podcasts, webinarios, manuales sobre cómo escribir novelas, cómo crear el concepto, la estructura, la trama, los personajes, los diálogos, los dilemas morales, las ironías y decenas de técnicas sobre el fascinante mundo de la ficción. Todo fue muy útil, pero un libro, más que otros, me desafió y me sigue desafiando: “The Secrets of Story”, de Matt Bird. Me hubiera gustado que Bird hubiera sido más indulgente con mis sueños de cómo escribir novelas o contar historias. Pero Bird se metió de lleno a pelear en contra de mis ideas y prejuicios. Lo sentí tosco, amoral, sinsentido. Sin embargo, poco a poco, tras releerlo, y escucharlo en Spotify, fui descubriendo sus enseñanzas.

En esencia, "The Secrets of Story" enseña que una historia solo funciona si presenta un personaje (héroe o antihéroe) con el que la audiencia pueda identificarse o por el que sienta algún tipo de conexión emocional, hasta el punto de tomar partido en su viaje.

Suena simple, pero es muy difícil mantener la cabeza en la audiencia cuando uno se concentra en la historia. Más allá de su definición, me envalentó al descubrir que un novelista, así como un periodista, debe narrar una historia con significado, que sea útil y relevante para enganchar a la audiencia. García Márquez, periodista y novelista, supo hacerlo mágicamente con perfección.

 

The Challenge of Hooking the Audience

I was asked - as if I knew - what it takes to write a novel. I feel too arrogant and uncomfortable to teach about a craft in which I am just getting started and learning. I preferred to be asked about how to write a news story that engages the reader in an age when competition for attention is a great challenge.

I don't have much experience writing novels, but this is what I learned in a couple of years of trying: Talent, not much. Courage, a lot. Creating (and believing in) a story is essential. Learning, always. Reading, tons. Writing, more tons, and perseverance. Editing, correcting, rewriting, and revising fearlessly and boldly.

Some time ago, after writing truths about journalists and freedoms in several non-fiction books, I wanted to tell fictional stories. Like any mortal, with no innate talent for the discipline and with my mindset always oriented to facts due to my profession as a journalist, I set out to search and learn about the new discipline. I got fed up consuming YouTube courses, podcasts, webinars, manuals on how to write novels, how to create the concept, the structure, the plot, the characters, the dialogues, the moral dilemmas, the ironies, and dozens of techniques about the fascinating world of fiction. It was all beneficial, but one book, more than others, challenged and continues to challenge me: "The Secrets of Story" by Matt Bird. I wish Bird had been more forgiving of my dreams of how to write novels or tell stories. But Bird jumped right in to fight against my ideas and prejudices. It felt crude, amoral, nonsensical. After rereading it and listening to it on Spotify, I gradually discovered its lessons.

In essence, "The Secrets of Story" teaches that a story only works if it presents a character (hero or anti-hero) that the audience can identify with or feel some emotional connection for, to the point of taking sides in their journey.

It sounds simple, but keeping your head in the audience is very hard when you're focused on the story. Beyond its definition, I was emboldened to discover that a novelist and journalist must tell a meaningful, valuable, and relevant story to engage the audience. García Márquez, journalist and novelist, magically knew how to do this with perfection.

 

abril 28, 2014

La obra incompleta de Gabo

Hay personas que al morir, viven siempre. Gabriel García Márquez es una de ellas. Inmortal. Pedestal que conquistó por el soberbio manejo del realismo mágico, género en el que mezcló sus dos grandes pasiones, periodismo y literatura.

No soy crítico literario para descifrar la genialidad de la ficción mágica de “Cien años de soledad” o la realidad biográfica de “Vivir para contarla”. Pero puedo juzgar el mundo periodístico de Gabo, esa profesión que abrazó y con la que inspiró y formó a miles de reporteros a través de su Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, en su amada Cartagena.

Siempre me sorprendió lo celebrado que fue su discurso sobre periodismo, “El mejor oficio del mundo”, ante la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en 1996. Me sorprendió la algarabía de muchos periodistas que parecieron embelesados por el título, cuando aquello invitaba a la autocrítica, por lo dura y descarnada de la reprimenda.

Gabo no dejó títere con cabeza. Después de calificar al periodismo escrito de género literario, criticó a los reporteros por sus faltas de ortografía, mala sintaxis y poca cultura. Reprendió a un periodismo deshumanizado y extraviado “en el laberinto de una tecnología disparada sin control”. Regañó a los medios por su competencia feroz y calificó de “laboratorios asépticos” a las salas de redacción, donde es “más fácil comunicarse con los fenómenos siderales, que con el corazón de los lectores”.

Antes de terminar y tras acuñar la frase “la ética debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón” – lema que luego adoptó para sus talleres de nuevo periodismo, donde enseñaron ilustres narradores como Tomás Eloy Martínez, Alma Guillermoprieto y Terry Andersen – Gabo criticó a las facultades de Comunicación por enseñar “muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo”.

Pero lo que más me sorprendió de aquel discurso elocuente y justo, es que sonó incompleto. Ausencia total de autocrítica. No dijo una sola palabra sobre cómo su compromiso político con la revolución de Fidel Castro, hizo que evadiera la responsabilidad ética e intrínseca de todo periodista: Defender la libertad de prensa.

Gabo, quien vivió y sufrió exilios en busca de libertades, fue un ferviente admirador y confesor íntimo del dictador cubano que censuró a poetas, escritores y periodistas; contradicciones que no le perdonaron sus contemporáneos premios Nobel, como Octavio Paz, Herta Müller y Mario Vargas Llosa.

Para que Gabo ocupara un sitial intachable en la historia del periodismo, le hubiera bastado censurar  públicamente a Fidel por reprimir a quienes intentaban opinar y reunirse en contra de la revolución o, después, haber protestado por la Primavera Negra, aquel marzo lúgubre de 2003 cuando el régimen comunista puso a pudrir en las cárceles a 75 disidentes, entre poetas y periodistas independientes. Pero no lo hizo.

Puede que en privado haya hecho mucho más que nadie. Hay evidencias que Gabo intercedió ante Fidel para que libere a algún periodista o deje de fusilar a algún disidente. Pero su estatura y fama le obligaban un mayor compromiso y responsabilidad pública frente a las libertades de prensa y expresión. Su silencio y falta de solidaridad con los periodistas sufrientes de Cuba, le inhibieron moralmente para pedir por más libertades en otros lares.

Fiel a sus convicciones, Gabo también incursionó en la propaganda pese a predicar contra ella. Para contrarrestar la propaganda colonialista de las grandes agencias de noticias y al imperialismo del cine hollywoodense, ayudó a fundar la agencia de noticias Prensa Latina en La Habana y luego la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.

Pese a ello no se le pueden quitar jalones para el oficio periodístico. En otra reunión de la SIP en Los Cabos, México, junto a su mentor, José Salgar, describían como redactaban sabrosas crónicas de jovenzuelos, robándole características, giros y personajes a la literatura, creando un nuevo periodismo que aunque pudiera lesionar valores tradicionales de la profesión, tenía como meta llegar al corazón del lector.

Sin dudas, Gabo dejó para la literatura una obra completa, clásica y universal. En cambio, para el periodismo, pese a todos sus grandes aportes, dejó una obra incompleta y con grandes contradicciones.

abril 19, 2014

Los titulares, reflejo de grandes contrasentidos

En este continente americano profundamente nuestro, tal vez reflejo del mundo bipolar, se destaca la capacidad humana para las contradicciones. Basta leer a diario los titulares de los periódicos, sintonizar las decisiones que toman quienes lideran y comparar la realidad que nos tocó vivir ayer con la de hoy.

De tantas experiencias, de tantos contrasentidos vividos, a uno no le queda más que abrazarlos y vivir resignado con ellos. En ese sentido, varios titulares acaparan mi atención, el principal es la muerte del gran periodista y novelista colombiano Gabriel García Márquez. Dueño de una prosa irresistible, mágica y libertaria, Gabo, contradictoriamente, también abrazó como suya a la revolución cubana de Fidel que se dedicó a quitarle la libertad a su pueblo, libertad que él jamás se permitió quitar a sus personajes. Cómo pudo alguien, reconocido periodista en mayúsculas, haber hecho tan poco para interceder con su amigo revolucionario para que se libere a los periodistas independientes que la Primavera Negra arrojó a pudrirse en sus cárceles. Unas cuantas palabras sobre libertad de prensa y sobre buen periodismo, como las que luego impregnaron su escuela de periodistas en Cartagena, hubieran servido para cambiar la situación. Posible es que por debajo de la mesa Gabo haya hecho mucho. Pero no haciendo público algo que hubiera podido avergonzar a su amigo o romper una amistad íntima de décadas, se omitió una buena posibilidad. Creo que esta fue su gran contradicción.

El EE.UU. de hoy, gracias a las nuevas tecnologías de la información que creó y exportó generosamente para el mundo, han mostrado a la gran nación con sus grandes contradicciones, y para ello bastaron sus propios ciudadanos como Edward Snowden, Bradley Manning, quienes a su estilo trataron de convertirse en los “garganta profunda” del Watergate aquel, pero sin la pericia del anonimato de antaño, sino enfundados como personajes de reality show, parte de una cultura “feisbuqueana” que ha hecho de la vanidad y el narcisismo un rasgo habitual de nuestro tiempo. Pero hoy el titular que más llama la atención, es el que se desprende de un informe de Naciones Unidas, que retrotrae la memoria a “12 años de esclavitud”, donde se aprecia un país contradiciendo a su propia historia y a sus líderes, de Abraham Lincoln a Martin Luther King, en el que los negros – y también los latinos – debido al color de su piel, no tienen las mismas oportunidades educativas, un tono distintivo de la desigualdad que sigue imperando en el país.

Y el otro titular que me llamó la atención es el que rescata a Cristina de Kirchner buscando regular los piquetes, cortes de ruta y protestas populares, para que se transformen en manifestaciones de civilidad, tratando que el derecho de asociación y reunión no empañe los demás derechos de los argentinos. Poner cuotas, horarios y restricciones geográficas a quienes protestan a fin de que los derechos de algunos no pisen los de sus semejantes, tiene gran sentido común basado en el orden civil y democrático. Pero el gran contrasentido no deviene de los principios bien aplicados, sino de la practicidad de una mandataria que busca coartar el disenso, pero quedando públicamente como demócrata. Porque uno sabe que el peronismo histórico – especialmente en esta última década de la mano de ella y su marido -  siempre hizo gala de las movilizaciones para demostrar fuerza política y censurar a la oposición.
Contradicciones o hipocresías son parte intrínseca de este mundo bipolar que todos estamos destinados a vivir y que, obviamente, también han calado hondo en nuestra forma personal de ser y actuar.          

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...