La pregunta no es difícil o al menos tiene una respuesta fácil. Haga lo mismo que
Oswaldo "Ozzie" Guillén, el gerente del equipo de béisbol de los Miami Marlins, quien hizo uso de su libertad de expresión, pero sin nada de sentido común.
El manager, que acaba de recalar a tiempo en Miami para la inauguración la semana pasada del nuevo estadio con techo retractil y en un equipo con posibilidades, cometió la gran torpeza de haber declarado a la revista Time que ama a Fidel Castro, justamente en una ciudad donde vive, trabaja y convive con decenas de miles de cubanos perseguidos, expulsados y escapados de la dictadura más larga del orbe.
Antes de su conferencia de prensa esta tarde, en la que se preveía que pediría los perdones correspondientes, el equipo decidió suspenderlo por cinco juegos, lo que para muchos fanáticos no fue suficiente. Quieren su renuncia.
Guillén es muy conocido por sus torpezas, pero su declaración de amor a Castro sobre las que se supo el sábado, fue la que rebazó la copa. Antes había declarado que se emborrachaba después de cada partido, pero mitigó su declaración diciendo que como lo hacía en la soledad de su cuarto de hotel, era una cuestión de índole privada. Luego gritó “Viva Chávez”, mientras blandía una bandera venezolana cuando su equipo de los Medias Blancas ganó el campeonato en 2005. Pero la diferencia de auellas declaraciones con éstas, es que las hizo en Chicago, donde pasaron más inadvertidas y sin ofender a una comunidad que no tiene relación directa y experiencias con el Presidente venezolano.
Si bien cada individuo tiene derecho a la libertad de expresión, ésta no solo conlleva responsabilidades sino también sentido común, lo que ayuda a neutralizar las consecuencias. A veces la irresponsabilidad de lo dicho puede transfromarse en apologia de la violencia, incentivar el odio u ofender sin ninguna razón a una serie de víctimas. Gritar o hacer propaganda a favor de grupos neonazis es penado por la ley tanto en Israel como en Alemania; participar en una congregación de afroamericanos y gritar a favor del Ku Klux Klan sería irresponsible así como también gritar fuego en una Iglesia o un cine atestado de gente.
Las personas públicas, como Guillén, tienen más responsabilidades por más que crean que sus actos y dichos sean privados. Y los fanáticos de Miami tienen derecho a reclamar una mejor conducta de los integrantes del equipo de los Marlins, después de todo, gran parte del estadio fue construido con fondos públicos.
Es probable que los cinco juegos de suspensión no sean suficientes y Guillén, ante la presión, deberá renunciar. A veces la irresponsabilidad hace que una frase valga 10 millones de dólares, monto del contrato por cuatro años de Guillén en Miami.
4 comentarios:
Se lo merece por estupido.
Libertad de expresión no significa que uno puede andar por allí diciendo todo lo que se le ocurra aunque ofenda a otros.
Sin embargo, nadie le impide a Guillén que hable, es un maestro en decir imprudencias, peeero nadie le puede impedir a la afición mayamera que se exprese, y ellos son los que pagan las entradas que mantienen el equipo.
Guillén insulto a los clientes de su empleador, es lo peor que se puede hacer.
Que se joda.
Y luego dicen que en los EEUU no hay discriminación.
A ese entrenador le caen encima por su declaración de amor hacia Fidel, pues dijo que lo ama, lo adora.
Donde quedan los derechos humanos de los homosexuales? Desde cuando está prohibido que un hombre declare su amor por otro hombre?
Chavez le da besos y otras cosas a Fidel y nadie dice nada. Se ve que el viejo es un galan a los ochenta y seis.
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