La presidenta de Brasil no perdió el tiempo en su visita a EE.UU. esta semana y más allá de sus compromisos políticos, acertó en cimentar los objetivos de desarrollo y competencia que tiene a largo plazo para su país, muchos de los cuales tienen que ver con la enseñanza de las ciencias, las matemáticas y las tecnologías.
Más allá de su reunión del lunes con el presidente Barack Obama, durante la que se enrostraron responsabilidades comerciales, financieras y monetarias, Rousseff visitó ayer la prestigiosa Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, firmando varios acuerdos. Mediante éstos, se comprometió a financiar y otorgar becas a estudiantes universitarios brasileños graduados y de post grado, de cualquier condición social y económica, para que puedan proseguir sus estudios en los centros de Cambridge.
El acuerdo para estas becas durará cinco años, alcanzará a unos 75 estudiantes brasileños, quienes deberán someterse a los procesos normales de admisión de la universidad.
Con sus actitudes y acciones, Rousseff está mostrando que la búsqueda del desarrollo sostenido de Brasil no es solo un sueño. Con ella, en búsqueda de la estabilidad política y económica, quedan en evidencia muchos otros presidentes latinoamericanos que solo atinan a pensar en reformar todo lo que mandatarios anteriores construyeron, en perpetuarse en el poder y gobernar solo para aquellos que le dan sus votos.
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