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julio 20, 2015

Francisco, EEUU y Cuba: Para alquilar balcones

Si el peregrinaje del papa Francisco a tres de los países más inequitativos de América Latina levantó polvaredas, su próxima visita en setiembre a EEUU y Cuba será para alquilar balcones.

Necesitará de toda su pericia para lidiar con dos de los países más disímiles de la Tierra. Cosechará halagos por haber sido el artífice de las reinstauradas relaciones diplomáticas que terminaron de sellar Barack Obama y Raúl Castro, pero también vendrá por otros temas sociales y pastorales, y por varias ovejas descarriadas.

Por un lado tendrá a la rica superpotencia, abanderada de las libertades individuales, pero a cuyo sistema capitalista cuestiona y considera que “no aguanta más” por anteponer el servilismo del dinero a los valores morales. Por el otro, tendrá a uno de los estados más pobres del planeta, comunista y  marcadamente represor, que todavía entiende a la religión “como el opio del pueblo”.

A juzgar por sus enseñanzas en Ecuador, Bolivia y Paraguay, Francisco tendrá dificultades en Cuba para hablar de “tierra, techo y trabajo”, tres derechos que Fidel y Castro nunca han considerado dignos del ser humano o regalos de Dios, sino privilegios que otorga el Estado. Y aunque las autoridades le mostrarán sus logros en salud, educación, deportes, y cierta apertura económica, Francisco apuntará a una Cuba libre, donde no debería haber restricciones políticas y se goce de libertad de culto.

A EEUU llegará en un ambiente polarizado, donde las dos fuerzas políticas, demócrata y republicanas, se juegan el puesto de Obama. Así como sucedió en su viaje a América Latina, los políticos serán selectivos en aprovechar las declaraciones que más les gusten de Francisco y descartarán el resto. La demócrata Hillary Clinton ya se prodiga en elogios a Francisco desde que reclamó que las mujeres deben recibir el mismo salario que los hombres. Y los republicanos querrán mostrar que cinco de sus nominados son católicos, entre ellos, Jeb Bush y Marco Rubio, aunque no comulguen al pie de la letra con el dogma de la Iglesia.

En lo económico y social, Francisco se siente más cómodo del lado de Obama, porque las políticas demócratas están más a favor de los inmigrantes, del medioambiente y de una economía más regulada e igualitaria.

Pero esas posiciones más progresistas de los demócratas también conllevan posiciones antagónicas con la Iglesia. Favorecen, a diferencia de los republicanos, el aborto legal y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La posición más conservadora de los republicanos tampoco es un cheque en blanco a favor de Francisco. No creen que el calentamiento global sea todo atribuible al hombre y prefieren mantener a las armas nucleares como disuasivos para la paz.

Dentro de todo el intríngulis político, los católicos estadounidenses tampoco comparten todas las enseñanzas de la Iglesia. Se trata de una fuerza más tolerante y empoderada por la nueva visión de Francisco, quien ha demostrado mayor tolerancia sobre los derechos de los homosexuales – “quien soy yo para juzgarlos” – los derechos de los divorciados a recibir la Comunión y no es tan rígido en debates sobre si los políticos católicos abiertamente pro aborto deben ser excluidos o sobre el celibato y la mayor participación de la mujer en asuntos religiosos.

Francisco tiene mucha claridad sobre conflictos políticos y no le resultará difícil buscar consensos en temas escabrosos, pese a las luchas intestinas entre demócratas y republicanos sobre medioambiente, inmigración, armas y economía. Aunque si bien Francisco se enfocará en recalcar la necesidad del diálogo para dirimir diferencias, y demostrará sus jalones por el nuevo acuerdo con Cuba - así como el que promovió entre Bolivia y Chile o entre palestinos e israelíes, a cuyos líderes invitó a rezar juntos en el Vaticano – los republicanos sostendrán que el gobierno de los hermanos Castro no es digno de pactos o que se le retire el embargo hasta que deje de violar los derechos humanos.

A poco menos de dos meses de su visita, y aunque se entiende que tiene posiciones pastorales más progresistas que Benedicto VI y Juan Pablo II, el poder de Francisco radica en la incertidumbre de lo que dirá y hará sobre dos sistemas políticos y económicos diametralmente opuestos: comunismo y capitalismo. 

abril 27, 2015

Cambio climático y de discurso

Barack Obama desembarcó en los humedales cercanos a Miami. Esta vez no vino a recaudar fondos para campañas electorales que ya no tiene, sino a celebrar el Día de la Tierra y con un propósito que lo trasciende: El cambio climático.
Vino decidido a quebrar el discurso de los escépticos, especialmente de sus colegas políticos que todavía niegan que los problemas ambientales sean consecuencia de los gases de efecto invernadero producidos por el hombre.
Uno de ellos es el gobernador de la Florida, Rick Scott, que prohibió a sus funcionarios mencionar el término cambio climático en sus declaraciones, como si evadiendo el tema, el problema desapareciera. En el grupo también están los candidatos republicanos miamenses, Marco Rubio y Jeb Bush, que de llegar a la Casa Blanca en 2016, no podrán evadir el tema que puso en agenda el ex vicepresidente Al Gore.
Las evidencias científicas son cada vez más firmes. La Tierra se está calentando – marzo fue el mes más caliente desde 1880 – y los mares elevando. Aquí en la Florida ya no habrá que esperar décadas para ver los efectos del avance del mar sobre las costas y la salinización de las napas de agua dulce. El proceso hace rato que empezó. Tampoco Miami Beach, así como otras ciudades costeras, tendrá que esperar mucho para que el mar se adueñe de playas y barrios.
Más allá de las evidencias, los políticos parecen ser los más incrédulos. Hacen esfuerzos, pero no suficientes. Para restaurar los pantanos y pastizales de la Florida, los Everglades, se están invirtiendo millones, pero la inversión pudiera caer en saco roto. El gobernador y los legisladores rechazaron un proyecto votado por la ciudadanía que demandaba comprar 30 mil hectáreas de campos a los agricultores, para que funcionaran como filtro natural para luchar contra la erosión y la contaminación que producen plantaciones de caña de azúcar e ingenios azucareros.
La evidencia política es que los intereses de los agricultores, urbanizadores y cabilderos pudieron más que los legisladores. El resultado: Cada vez es más difícil implementar estrategias públicas para cuidar la fuente de agua de más de ocho millones de personas.
Es justo decir que pese a este atraso, la visita de Obama fue un buen bálsamo para la zona. Fue concreto y se explayó en la necesidad de mantener saludable a los pantanos como fuente de agua dulce, pero también como motor económico dentro de un ecosistema de parques a nivel nacional que aporta 277 mil empleos y más de 15 mil millones de dólares a las economías de ciudades aledañas.
La Florida no está sola respecto a la degradación de los humedales. En América Latina los pantanos también son víctimas de la sobreexplotación ganadera, forestal y de la urbanización sin regulaciones. Se calcula que 300 millones de personas están siendo afectados por la ruptura de los ciclos medioambientales que aumenta la erosión de los suelos y los riesgos de inundaciones. Problemas de salud pública, pobreza y pérdida de la biodiversidad agravan más la situación.
A pesar de las observaciones de Obama, la pugna de discursos políticos que se desató con su visita del miércoles al sur de la Florida, demuestra que el escepticismo todavía tiene suelo fértil donde crecer. “Ya no se puede negar el cambio climático” repitió el Presidente durante su recorrido. Fue una buena forma de acusar de miope al gobernador y de responder a quienes todavía piensan que el problema ambiental se debe a los ciclos naturales de calentamiento y enfriamiento de la corteza terrestre.
De todos modos, pese a sus buenas prédicas, el gobierno estadounidense no está alcanzando los objetivos de descontaminación que estableció Naciones Unidas. Tampoco China y la Unión Europea están cumpliendo. Y los plazos autoimpuestos por todos para el 2020 y el 2030, demuestran que los gobiernos, por mucho que se esfuercen en sus discursos, no ven al cambio climático con la urgencia e importancias debidas.
Aquellos gobiernos y políticos que le dan la espalda al medio ambiente o que se dejan tironear por los intereses de los grupos de poder, no advierten que los efectos del cambio climático son difíciles de revertir. Mucho menos parece importarles, que las generaciones futuras tengan que lidiar con las consecuencias de un problema que no causaron. 

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...