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agosto 10, 2015

Clima despejado hacia París

A 18 meses de terminar su mandato, Barack Obama sigue firme en procura de construir su legado. No será recordado tan solo por ser el primer presidente negro en la Casa Blanca o por destrabar las relaciones con Cuba e Irán. También lo será por asumir que Estados Unidos es gran responsable por el calentamiento global del planeta.
Displicente años atrás cuando el tema ni siquiera formaba parte de sus discursos electorales, esta semana Obama sorprendió anunciando drásticas medidas para reducir la contaminación ambiental. Despejó así el clima enrarecido previo a la Cumbre de París, donde los 200 países que componen la ONU, se sentirán ahora más motivados para comprometerse a firmar un acuerdo obligatorio para reducir los gases de efecto invernadero.
El nuevo liderazgo de Obama es irreprochable aunque llega un poco tarde. Pero como dice el dicho, más vale tarde que nunca. Lo interesante esta vez es que Obama no le habló a su país como otras veces, sino que prefirió hacerlo a través de un video oficial por Facebook.
El mensaje por Facebook tiene mayores atributos que una cadena nacional; aunque más informal, está dedicado a un público más universal, justo al que estratégica y aparentemente quería hablarle por dos motivos. Primero para anunciarle al mundo que EEUU tiene “una obligación moral” por haber avivado el cambio climático y, por otro, para que el mundo le ayude a contrarrestar la pelea en contra que le dará la oposición republicana.
Es que aunque suene como un plan increíble reducir en un 30% la contaminación de dióxido carbono que emana de las plantas eléctricas a carbón, los republicanos, que dominan el Congreso, consideran que el Plan de Energía Limpia debilita el poder autónomo de los estados en materia ecológica y destruirá millones de empleos.
Los republicanos no tienen razones muy válidas, actúan como oposición temiendo que la demócrata Hillary Clinton herede estas buenas medidas ambientalistas para aupar su campaña presidencial de 2016. En realidad, las energías alternativas, eólica y solar, crearán más empleos que los que se perderán por las energías a carbón, todavía aferradas a una ya fenecida revolución industrial que causó estragos con el clima.
Los republicanos tampoco tienen mucho plafond político donde aferrarse. Tarde o temprano deberán dejar de pensar electoralmente y sumarse a esta nueva conciencia universal (y científica) de que todos los países deben hacer esfuerzos, incluidos los otros dos grandes contaminantes de la Tierra, China y la Unión Europea, para evitar que la temperatura suba más de 2 grados centígrados y se desaten efectos catastróficos.
Obama, oportunista o a conciencia, pasará a la historia sin dudas por sus virtudes ecológicas. No solo como el primer presidente que impone límites concretos y positivos contra la polución por dióxido de carbono, responsable del 31% de la contaminación, sino también por haber impuesto severas obligaciones a las automotrices para que fabriquen autos con mayor autonomía, más eficientes y eléctricos.
Sumado a sus medidas y a su mensaje universal sobre que “somos la primera generación que siente las consecuencias del cambio climático y la última que tiene la oportunidad de hacer algo para detenerlo”, Obama se está cimentando como líder. Ojalá sus decisiones y actitudes sean capaces de contagiar e incentivar a otros gobiernos a tomar el mismo camino y a que el cambio climático no esté ausente de campañas electorales, como las actuales en Argentina y Guatemala.
Ningún gobierno puede ya creer que el calentamiento es una solución que deben traer los más ricos o más contaminantes. Más allá de los niveles de responsabilidad, todos deben contribuir a minimizar los efectos del cambio climático, pensando que de lo contrario sufrirán mayores consecuencias en materia de salud pública y economía.
Pese a esto, tampoco se puede pecar de pesimismo como ocurrió en diciembre pasado tras la reunión preparatoria sobre el clima en Lima, cuando se descartaron acuerdos y obligaciones. Hoy, pocos meses después, debido a la decisión de Obama, el hecho de que China se haya comprometido por primera vez a reducir su contaminación y la encíclica verde del papa Francisco, el pronóstico del clima para la Cumbre de París ha mejorado sustancialmente. Hay mayor conciencia y optimismo. 

julio 27, 2015

París verde = Oportunidad histórica

El futuro de nuestro planeta está en manos de todos, pero bajo la decisión de unos pocos. Será en la cumbre de cambio climático de diciembre en Paris cuando los gobiernos tendrán la responsabilidad de que la Tierra deje de ser “un inmenso depósito de porquerías” como denunció el papa Francisco. 

La deuda ecológica es grave. De persistir el nivel de contaminación actual, la temperatura sobrepasará los dos grados centígrados de calentamiento en este siglo; y las consecuencias se perfilan devastadoras. Los científicos auguran que un grado adicional potenciará desastres naturales, extinción de especies y escasez de alimentos, agua y energía.

Francisco va mucho más allá y advierte en su encíclica verde, Alabado Seas - cuyo nombre está inspirado en el Cántico de las Criaturas de Francisco de Asís y en la que conjuga las dos pasiones del santo, amor por la pobreza y la naturaleza – que la falta de cuidado medioambiental derivará en mayor miseria, más guerras y menos vidas.

No es casualidad que haya lanzado este documento meses antes de la cumbre de Paris donde deberá firmarse un acuerdo mundial obligatorio para reemplazar al fracasado de Kioto, un manojo de voluntades y buenos deseos. Francisco desafió a los líderes mundiales, sabedor de que la mayoría apunta a mantener el poder a toda costa con objetivos a corto plazo: “La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”.
En la encíclica Francisco no se presta a dudas sobre si el calentamiento es un problema causado por el hombre o consecuencia de un proceso natural del universo. Acusa a los líderes mundiales por su “debilidad de reacción” y haber sometido la política a los intereses de la economía y la tecnología. A esta “debilidad internacional” la describe como la gran causante de los fracasos de anteriores cumbres sobre medioambiente.
En el documento de 191 páginas, dedicado esta vez no solo a los creyentes, sino de carácter universal, reta a todos los gobiernos, principalmente a lo más a ricos, a actuar con rapidez y tomar decisiones drásticas: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario?”.

Como cualquier novelista que debe presentar su nuevo libro, Francisco tiene una estrategia concreta para machacar por decisiones ecológicas urgentes y hacer a todos responsables. Usará la excelente plataforma del Congreso estadounidense en su viaje de setiembre, así como esta semana convocó a un foro sobre medioambiente en el Vaticano. Frente a 60 alcaldes de todo el mundo, los comprometió a trabajar más allá de lo que hagan los presidentes mundiales. “La Santa Sede o tal país podrán hacer un buen discurso en la ONU, pero si no hay trabajo desde la periferia al centro, no tendrá efecto”, concluyó.

La mayor conciencia ecológica está dando mejores frutos. China, el mayor contaminante con 27% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, después de EEUU con 17.7% y la Unión Europea con 9.9%, anunció este mes un compromiso para descarbonizar su economía. Prometió que para 2030 el 20% de su energía será de fuentes renovables y que reducirá en un 60% su dependencia del carbón.
En coincidencia con el foro del Vaticano, Francia organizó esta semana una Cumbre de las conciencias por el clima. El presidente François Hollande, concluyó que el cuidado del medioambiente es un deber moral y que la reunión de París asoma como oportunidad histórica. Comparó este proceso ecológico con el que se vivió a favor del movimiento por los derechos humanos tras la Segunda Guerra Mundial.
La misma dimensión la dieron 36 premios Nobel a principios de mes reunidos en Alemania: “Si no se revisa nuestra cada vez mayor demanda de alimentos, agua y energía, acabará por sobrepasar la capacidad que tiene la Tierra para satisfacer las necesidades de la humanidad, y llevará a una tragedia humana a gran escala”.
Los acuerdos que se alcancen en París trascienden el verde ecológico. Esta oportunidad histórica e invocación de Francisco por una “solidaridad universal nueva”, servirá para buscar un mayor equilibrio económico, combatir la desigualdad mundial y, sobre todo, para construir más paz. 

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...