A 18 meses de terminar su
mandato, Barack Obama sigue firme en procura de construir su legado. No será recordado
tan solo por ser el primer presidente negro en la Casa Blanca o por destrabar
las relaciones con Cuba e Irán. También lo será por asumir que Estados Unidos es
gran responsable por el calentamiento global del planeta.
Displicente años atrás
cuando el tema ni siquiera formaba parte de sus discursos electorales, esta
semana Obama sorprendió anunciando drásticas medidas para reducir la
contaminación ambiental. Despejó así el clima enrarecido previo a la Cumbre de
París, donde los 200 países que componen la ONU, se sentirán ahora más
motivados para comprometerse a firmar un acuerdo obligatorio para reducir los gases
de efecto invernadero.
El nuevo liderazgo de
Obama es irreprochable aunque llega un poco tarde. Pero como dice el dicho, más
vale tarde que nunca. Lo interesante esta vez es que Obama no le habló a su
país como otras veces, sino que prefirió hacerlo a través de un video oficial por
Facebook.
El mensaje por Facebook
tiene mayores atributos que una cadena nacional; aunque más informal, está
dedicado a un público más universal, justo al que estratégica y aparentemente
quería hablarle por dos motivos. Primero para anunciarle al mundo que EEUU
tiene “una obligación moral” por haber avivado el cambio climático y, por otro,
para que el mundo le ayude a contrarrestar la pelea en contra que le dará la oposición
republicana.
Es que aunque suene como
un plan increíble reducir en un 30% la contaminación de dióxido carbono que
emana de las plantas eléctricas a carbón, los republicanos, que dominan el
Congreso, consideran que el Plan de Energía Limpia debilita el poder autónomo
de los estados en materia ecológica y destruirá millones de empleos.
Los republicanos no tienen
razones muy válidas, actúan como oposición temiendo que la demócrata Hillary
Clinton herede estas buenas medidas ambientalistas para aupar su campaña
presidencial de 2016. En realidad, las energías alternativas, eólica y solar, crearán
más empleos que los que se perderán por las energías a carbón, todavía
aferradas a una ya fenecida revolución industrial que causó estragos con el
clima.
Los republicanos tampoco tienen
mucho plafond político donde aferrarse. Tarde o temprano deberán dejar de
pensar electoralmente y sumarse a esta nueva conciencia universal (y
científica) de que todos los países deben hacer esfuerzos, incluidos los otros
dos grandes contaminantes de la Tierra, China y la Unión Europea, para evitar
que la temperatura suba más de 2 grados centígrados y se desaten efectos
catastróficos.
Obama, oportunista o a conciencia,
pasará a la historia sin dudas por sus virtudes ecológicas. No solo como el primer
presidente que impone límites concretos y positivos contra la polución por
dióxido de carbono, responsable del 31% de la contaminación, sino también por
haber impuesto severas obligaciones a las automotrices para que fabriquen autos
con mayor autonomía, más eficientes y eléctricos.
Sumado a sus medidas y a
su mensaje universal sobre que “somos la primera generación que siente las
consecuencias del cambio climático y la última que tiene la oportunidad de
hacer algo para detenerlo”, Obama se está cimentando como líder. Ojalá sus
decisiones y actitudes sean capaces de contagiar e incentivar a otros gobiernos
a tomar el mismo camino y a que el cambio climático no esté ausente de campañas
electorales, como las actuales en Argentina y Guatemala.
Ningún gobierno puede ya
creer que el calentamiento es una solución que deben traer los más ricos o más
contaminantes. Más allá de los niveles de responsabilidad, todos deben
contribuir a minimizar los efectos del cambio climático, pensando que de lo
contrario sufrirán mayores consecuencias en materia de salud pública y economía.
Pese a esto, tampoco se puede pecar de pesimismo
como ocurrió en diciembre pasado tras la reunión preparatoria sobre el clima en
Lima, cuando se descartaron acuerdos y obligaciones. Hoy, pocos meses después, debido
a la decisión de Obama, el hecho de que China se haya comprometido por primera
vez a reducir su contaminación y la encíclica verde del papa Francisco, el pronóstico
del clima para la Cumbre de París ha mejorado sustancialmente. Hay mayor
conciencia y optimismo.
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