Un electrizante debate se ha instalado en Chile, cuyo desenlace puede tener amplias repercusiones en la región. La ley no prohíbe que se hagan actos de homenaje sobre figuras controversiales, como la del dictador Augusto Pinochet, pero ¿es ético que se realce la figura de una persona, a cuyo régimen se le achacan más de 3.000 desaparecidos y responsable del golpe de estado contra Salvador Allende?
Los más críticos piden que se prohíba el acto para que no haga apología del delito ni de la dictadura; los más mesurados, incluido el presidente Sebastián Piñera, no creen que el acto sea bueno pero dicen que no pueden impedir que la gente se exprese; y otros creen que tienen todo el derecho a celebrar sus actos y homenajear a quienes consideren que representan su sentir.
El caso es tan apasionante como educativo, ya que del desenlace se desprenderá una buena enseñanza sobre valores encontrados. Seguramente, ante esta sorpresiva instancia y ante el vacío legal, algún legislador pronto preparará un proyecto de ley para que se prohíba ensalzar figuras como la de Pinochet, de la misma forma que en varios países hay legislación en contra de expresiones de odio, como las que podrían motivar grupos de neonazis para celebrar a Hitler.
Pero el problema es que en Chile la figura de Pinochet no concentra el consenso necesario para que sea condenado o vilipendiado o, al menos, su causa tiene tantos detractores como seguidores. Muchos ven a Pinochet como la figura que rescató a Chile del comunismo y proyectó al país hacia una bonanza y disciplina de la que ahora todos disfrutan. Por otro lado, los otros, ven a un dictador sanguinario violador de los derechos humanos de sus ciudadanos.
Los datos más concretos que condenan a su gobierno, según un informe oficial de agosto de 2011, indican que Pinochet, quien murió en 2006, luego de un intríngulis procesal internacional, no fue condenado en su país por los más de 3.000 muertos y desaparecidos y las 37.000 personas encarceladas y torturadas que dejó su dictadura.
El debate en torno al homenaje es fuerte y puede ser tan enriquecedor como la tolerancia que los chilenos, de uno y otro lado, se impongan para debatir un tema tan importante en la historia moderna de su país.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
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junio 08, 2012
mayo 02, 2011
Defender la libertad de prensa - Foro desde Santiago
El ex presidente uruguayo, Julio María Sanguinetti, reclamó que “no hay democracia sin libertad de prensa”, en la inauguración de la Conferencia sobre Libertad de Expresión que comenzó esta mañana, organizada entre la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y la Asociación Nacional de la Prensa de Chile (ANP).
Gonzalo Marroquín, presidente de la SIP, al inaugurar el evento como parte de los festejos del Día Mundial de la Libertad de Prensa, a celebrarse mañana, hizo un llamado a la responsabilidad de todos desde Chile a que “debemos defender la libertad de prensa no como un derecho de los periodistas y de los medios de comunicación, sino como un privilegio esencial de la sociedad”.
En su clase magistral, Sanguinetti dijo que la revolución tecnológica hizo que se revaloricen los términos de la sociedad en materia de comunicación, como los problemas de soberanía entre China y Google; o las revoluciones en los países árabes que se iniciaron a través de las redes sociales.
Sanguinetti criticó a los populismos por sus restricciones a la libertad. Además de referirse al peronismo argentino y al chavismo venezolano, criticó el referendo popular del presidente Rafael Correa “por tratarse de una super encuesta con preguntas condicionadas” en la que se busca el apoyo para una política gubernamental contraria a la libertad de prensa.
Alvaro Caviedes, presidente de la ANP, coincidió con Sanguinetti en que los periodistas “tenemos responsabilidades y debemos cumplir con altos estándares de ética”. Agregó que la tradición en Chile sobre autorregulación de los medios ha sido una práctica adecuada y efectiva para defender la libertad de prensa.
Por su parte, Julio E. Muñoz, director ejecutivo de la SIP, insistió en el contenido de la Declaración de Chpaultepec como principios de libertad de prensa que deben respetarse para revalorizar la democracia.
Durante el panel “Censura y la violencia en el continente”, moderado por Jorge Canahuati, de La Prensa, Honduras, la panelista chilena Mónica González dijo que la batalla contra la violencia no se gana con declaraciones, recuento y estadísticas de periodistas asesinados, sino con denuncias certeras sobre quienes dominan el crimen organizado. “Inviertan en unidades de investigación, en periodismo de calidad”, dijo.
Por su parte, Claudio Paolillo, de Búsqueda, Uruguay, hizo un repaso de los diferentes tipos de censura que se imponen en todos los países americanos, tanto de índole política, judicial como legal, más allá de la violencia contra periodistas y medios.
El panel “La libertad de expresión en el continente latinoamericano”, fue moderado por Alejandro Miró Quesada, de Cosas, Perú. María Elvira Domínguez, de El País, Cali, ahondó sobre la impunidad sobre crímenes contra periodistas, reflotando un caso propio, el de Gerardo Bedoya, director de Opinión de su diario, quien fue asesinado por sus denuncias en contra del narcotráfico.
José Roberto Dutriz, de La Prensa Gráfica, El Salvador, habló de la inseguridad en su país, “no solo en las calles, sino también en los tribunales”. Reflexionó sobre el retroceso para la libertad de prensa que implica el acoso judicial y que es necesaria una reforma legal para evitar que se castigue a medios y periodistas por sus contenidos y denuncias.
Guillermo Turner, de El Financiero, Chile, dijo que se debe defender la libertad de prensa, entre otras cosas, a través de medios que mantengan su papel periodístico sin dejarse arrastrar al terreno de la polémica política, para no perder credibilidad.
Respecto a la Ley de Transparencia en Chile, Juan Pablo Olmedo, del Consejo para la Transparencia, dijo que el acceso de la información pública contribuye a la independencia de los medios y contrarresta la tendencia a la secrecía del Estado.
Como parte de las actividades el presidente chileno Sebastián Piñera firmará la Declaración de Chapultepec, decálogo de principios sobre libertad de prensa, en un acto que se realizará el martes 3 de mayo en el Palacio La Moneda, sede del gobierno chileno. Piñera es el 59º presidente en firmar esta Declaración.
Una destacada delegación internacional de la SIP participó de la conferencia. Acompañan a Marroquín, además de Canahuati, Paolillo, Miró Quesada, Dutriz, Domínguez y Muñoz, Jorge Fascetto (Diario Popular, Argentina), Scott Schurz (Hoosier Times, Inc, Estados Unidos), Bartolomé Mitre (La Nación, Argentina), Francisco Miró Quesada (El Comercio, Perú), Gilberto Urdaneta (El Regional del Zulia, Venezuela), Marcela Noble Herrera (Grupo Clarín, Argentina), Ulilo Acevedo Silva (Hoy Diario del Magdalena, Colombia), Saturnino Herrero Mitjans (Grupo Clarín, Argentina) y Ricardo Trotti, director de Libertad de Prensa de la SIP.
La agenda de la SIP en Chile culminará el martes 3 de mayo por la tarde con una conferencia de prensa.
marzo 21, 2011
La gira de Obama: ¿y la justicia?
Me da la sensación que por lo que va de la gira de Barack Obama hasta ahora, habiendo estado en Brasil y Chile y partiendo hacia El Salvador, no hubo ningún anuncio espectacular ni especial, sino simplemente un poco más de política y demagogia para edulcorar a una región que estaba esperando palabras dulces para sus oídos.
No está mal. Es bueno y necesario que EEUU, ensimismado y perplejo por situaciones ajenas a nuestro continente, como las preocupaciones nucleares en Japón y las militares en Libia, se haya enfocado en destacar las fortalezas de la región y que haya tratado a los países como socios comerciales indispensables para el progreso y prosperidad de su economía. Habiéndose comportado de esa forma egoísta, tirará por debajo de la borda las críticas de que siempre se comporta como un imperio que mira hacia el sur con una visión paternalista.
Sin embargo, creo que más allá del progreso económico de la región, la necesidad de combatir la pobreza, el desempleo y la inseguridad, Obama hubiera también tenido que aprovechar para remarcar las grandes debilidades de la región que tienen que ver con la corrupción y la falta de justicia, aspectos que estoy convencido están minando las democracias como si se tratara de la implosión de un edificio.
El problema de América Latina es la falta de justicia, una justicia dependiente del poder político, o una justicia corrupta infiltrada por el crimen organizado. Esta falta de un sistema de incentivos y castigos justos y equilibrados hace que la región esté desequilibrada y que sus ciudadanos descrean de las instituciones.
Obama seguramente prometerá más ayuda a El Salvador para combatir al narcotráfico como parte de los esfuerzos por apoyar el Plan Mérida y el Plan Colombia; sin embargo todos los esfuerzos económicos estarán destinados a paliar los gastos militares en esa guerra.
No creo en la legalización de las drogas como proponen muchos ex presidentes, intelectuales y periodistas a cambio de esa política correctiva. Creo que la legalización aportará mayores dolores de cabeza, porque las actividades del crimen organizado simplemente buscarán otras actividades donde anidar.
Creo, en cambio, que EE.UU. podría hacer mucho más si volcara ayuda para fortalecer la justicia. Más recursos económicos, técnicos y humanos para proteger, especializar y entrenar a fiscales, jueces y agentes auxiliares de la justicia podrían empezar a arrojar frutos en el futuro inmediato y a largo plazo.
La fortaleza de una democracia es proporcional al grado de independencia, madurez y eficiencia del sistema judicial. Cuando la justicia funciona, cuando existen castigos e incentivos para todos con igualdad y sin privilegios, retorna la credibilidad del ciudadano y la democracia gana en autoestima.
No está mal. Es bueno y necesario que EEUU, ensimismado y perplejo por situaciones ajenas a nuestro continente, como las preocupaciones nucleares en Japón y las militares en Libia, se haya enfocado en destacar las fortalezas de la región y que haya tratado a los países como socios comerciales indispensables para el progreso y prosperidad de su economía. Habiéndose comportado de esa forma egoísta, tirará por debajo de la borda las críticas de que siempre se comporta como un imperio que mira hacia el sur con una visión paternalista.
Sin embargo, creo que más allá del progreso económico de la región, la necesidad de combatir la pobreza, el desempleo y la inseguridad, Obama hubiera también tenido que aprovechar para remarcar las grandes debilidades de la región que tienen que ver con la corrupción y la falta de justicia, aspectos que estoy convencido están minando las democracias como si se tratara de la implosión de un edificio.
El problema de América Latina es la falta de justicia, una justicia dependiente del poder político, o una justicia corrupta infiltrada por el crimen organizado. Esta falta de un sistema de incentivos y castigos justos y equilibrados hace que la región esté desequilibrada y que sus ciudadanos descrean de las instituciones.
Obama seguramente prometerá más ayuda a El Salvador para combatir al narcotráfico como parte de los esfuerzos por apoyar el Plan Mérida y el Plan Colombia; sin embargo todos los esfuerzos económicos estarán destinados a paliar los gastos militares en esa guerra.
No creo en la legalización de las drogas como proponen muchos ex presidentes, intelectuales y periodistas a cambio de esa política correctiva. Creo que la legalización aportará mayores dolores de cabeza, porque las actividades del crimen organizado simplemente buscarán otras actividades donde anidar.
Creo, en cambio, que EE.UU. podría hacer mucho más si volcara ayuda para fortalecer la justicia. Más recursos económicos, técnicos y humanos para proteger, especializar y entrenar a fiscales, jueces y agentes auxiliares de la justicia podrían empezar a arrojar frutos en el futuro inmediato y a largo plazo.
La fortaleza de una democracia es proporcional al grado de independencia, madurez y eficiencia del sistema judicial. Cuando la justicia funciona, cuando existen castigos e incentivos para todos con igualdad y sin privilegios, retorna la credibilidad del ciudadano y la democracia gana en autoestima.
marzo 15, 2011
Japón nos enseña dos cosas
La tragedia en Japón nos enseña dos cosas. La prevención, la preparación y las precauciones en materia de desastres naturales ahorran muchas vidas; pero la creencia de que todo es previsible, seguro y manejable en materia de energía atómica es solo un espejismo, una ilusión o una quimera.
Solo basta pensar qué hubiera pasado en Haití o en Chile el año pasado si un sismo y un tsunami como el que el pasado viernes le tocó a Japón, hubiera desplegado toda su furia. En Haití los más de 300 mil muertos y en Chile lo casi mil, hubieran sido solo una pequeña porción de la tragedia.
Japón tiene muchos muertos y pueblos arrasados, pero gracias a sus sistemas de prevención ha podido ahorrar cientos de miles de vidas. Muchas personas escaparon a la tragedia por el solo hecho de haber sido advertidos con tiempo, gracias a sistemas que se empezaron a implementar hace décadas y a que sus ciudadanos son instruidos en el arte de lidiar con las catástrofes como nadie. Los niños aprenden cómo prepararse y la supervivencia, la solidaridad y la calma se han transformado en una forma de vida. Hemos podido observar cómo la gente, a pesar de la conmoción, hace filas, está en orden, respeta a los demás y no se produjeron escenas de desesperados que se aprovechan de lo ajeno. Los chilenos y haitianos se mostraron diferentes y los hemos justificado porque la tragedia puede sacar a todos de su quicio. Lo de Japón y su tranquilidad, en cambio, pareció desquiciarnos.
Pero Japón nos dio otra lección y la humanidad hoy se encuentra repensando la utilidad y la seguridad de la energía nuclear. Ésta es tal vez la más limpia, pero a pesar de todo el minucioso proceso de seguridad, también es la más insegura o, al menos, la que percibimos como la más insegura.
Lo importante es que como nunca antes, con las comunicaciones tan globalizadas, estamos aprendiendo como nunca sobre los pros y contras de la energía nuclear. Y los gobiernos, a pesar de que mucho no les agrade, se ven cada vez más obligados a ser transparentes y rendir cuentas. De ahí que ahora deban lidiar con una opinión pública internacional demasiado ignorante, por lo que varios gobiernos actúan de acuerdo a los vaivenes electorales, como el caso del Alemán que debió mantener apagados varios reactores, o están pagando su imagen con una mala percepción del público debido a que no pueden contrarrestar a tiempo el sensacionalismo que despliegan muchos medios de comunicación.
Lo cierto es que la energía atómica no solo representa su vulnerabilidad ante una catástrofe natural de las dimensiones del terremoto de Japón, sino que también nos hace pensar cuán vulnerable puede ser ante un minúsculo ataque de algún terrorista o de algún desperfecto de ingeniería o de un ciber ataque.
Una nube radioactiva como la que se desprendió de Fukushima, trae a la memoria la radioactividad mortal de Chernobyl en Rusia y los problemas de Three Mile Island en EEUU. Nuestros parámetros y percepciones están nuevamente cambiando, y de ella depende la suerte de la energía nuclear para el futuro.
Si en Japón, uno de los países más desarrollados del mundo, con la sofisticación de haber sido hasta hace poco la segunda economía mundial y capacitado en la cultura de la prevención, estos accidentes pasan; qué confianza podemos tener en las centrales de Argentina, Brasil y México.
Solo basta pensar qué hubiera pasado en Haití o en Chile el año pasado si un sismo y un tsunami como el que el pasado viernes le tocó a Japón, hubiera desplegado toda su furia. En Haití los más de 300 mil muertos y en Chile lo casi mil, hubieran sido solo una pequeña porción de la tragedia.
Japón tiene muchos muertos y pueblos arrasados, pero gracias a sus sistemas de prevención ha podido ahorrar cientos de miles de vidas. Muchas personas escaparon a la tragedia por el solo hecho de haber sido advertidos con tiempo, gracias a sistemas que se empezaron a implementar hace décadas y a que sus ciudadanos son instruidos en el arte de lidiar con las catástrofes como nadie. Los niños aprenden cómo prepararse y la supervivencia, la solidaridad y la calma se han transformado en una forma de vida. Hemos podido observar cómo la gente, a pesar de la conmoción, hace filas, está en orden, respeta a los demás y no se produjeron escenas de desesperados que se aprovechan de lo ajeno. Los chilenos y haitianos se mostraron diferentes y los hemos justificado porque la tragedia puede sacar a todos de su quicio. Lo de Japón y su tranquilidad, en cambio, pareció desquiciarnos.
Pero Japón nos dio otra lección y la humanidad hoy se encuentra repensando la utilidad y la seguridad de la energía nuclear. Ésta es tal vez la más limpia, pero a pesar de todo el minucioso proceso de seguridad, también es la más insegura o, al menos, la que percibimos como la más insegura.
Lo importante es que como nunca antes, con las comunicaciones tan globalizadas, estamos aprendiendo como nunca sobre los pros y contras de la energía nuclear. Y los gobiernos, a pesar de que mucho no les agrade, se ven cada vez más obligados a ser transparentes y rendir cuentas. De ahí que ahora deban lidiar con una opinión pública internacional demasiado ignorante, por lo que varios gobiernos actúan de acuerdo a los vaivenes electorales, como el caso del Alemán que debió mantener apagados varios reactores, o están pagando su imagen con una mala percepción del público debido a que no pueden contrarrestar a tiempo el sensacionalismo que despliegan muchos medios de comunicación.
Lo cierto es que la energía atómica no solo representa su vulnerabilidad ante una catástrofe natural de las dimensiones del terremoto de Japón, sino que también nos hace pensar cuán vulnerable puede ser ante un minúsculo ataque de algún terrorista o de algún desperfecto de ingeniería o de un ciber ataque.
Una nube radioactiva como la que se desprendió de Fukushima, trae a la memoria la radioactividad mortal de Chernobyl en Rusia y los problemas de Three Mile Island en EEUU. Nuestros parámetros y percepciones están nuevamente cambiando, y de ella depende la suerte de la energía nuclear para el futuro.
Si en Japón, uno de los países más desarrollados del mundo, con la sofisticación de haber sido hasta hace poco la segunda economía mundial y capacitado en la cultura de la prevención, estos accidentes pasan; qué confianza podemos tener en las centrales de Argentina, Brasil y México.
febrero 04, 2011
Mujica y su miopía digital
El gobierno del presidente uruguayo José Mujica tomó una decisión absurda y errónea para mejorar el rendimiento y la eficiencia de la administración pública. Prohibió a los empleados estatales usar las redes sociales, como Facebook y Twitter, o que descarguen videos en YouTube o servicios telefónicos como Skype en horas de oficina.
Es posible que algunos empleados abusen de sus puestos descargando música, películas o juegos on-line, pero es injusto achacarle al internet la ineficiencia y lentitud que las burocracias arrastran desde hace siglos.
El desconocer el uso eficiente que pueden tener las redes sociales en la función pública y en la creación de un Gobierno 2.0, más participativo y conectado con la gente, demuestra que ciertos políticos han hecho poco para vencer el analfabetismo tecnológico.
Desconcierta esta miopía digital en Uruguay, país con uno de los sistemas más democráticos, con menos corrupción, y pionero en el mundo con el programa “una computadora por alumno”, mediante el cual se abasteció a 400 mil estudiantes con nuevas tecnologías e internet, lográndose mejorar la educación y reducir la deserción escolar.
Es inentendible que esa experiencia positiva no se haya extrapolado a la administración pública. La Oficina de Planeamiento y Presupuesto del gobierno uruguayo optó por colocar en las computadoras de los empleados medidores de descargas de banda ancha, con lo que se sancionarán los abusos, pero a costa la creatividad y la capacidad de una mejor comunicación con los ciudadanos. También se pierde la posibilidad de que el Estado esté presente donde ocurre gran parte de la conversación pública, las redes sociales, el espacio de mayor crecimiento en todos los países del planeta.
Existen buenas experiencias sobre el uso de esos nuevos medios en los gobiernos. Se utilizan en campañas de educación, el mejoramiento de procesos electorales y la orientación para usuarios sobre trámites complejos, así como para informar sobre salud pública por Twitter, reclutar personal por medio de Facebook, entrenar a los empleados por YouTube sobre programas como Excel o Photoshop o ahorrar con Skype en llamadas telefónicas y video conferencias.
Lo más trascendente de un Gobierno 2.0, es que la comunicación digital en redes y blogs, demanda ofrecer más información pública, mayor transparencia y rendición de cuentas, además de que permite a los ciudadanos participar de las soluciones. Por ejemplo, el sitio que lanzó esta semana la Comisión Federal de Comercio de EEUU, en cooperación con 30 agencias federales, enseña a los consumidores no sólo a mantener la privacidad o evitar el robo de identidad, sino también a reportar prácticas fraudulentas y delictivas.
Además del área de seguridad, las mejores prácticas para Facebook y Twitter se hallan en el terreno de la salud y la educación. En EEUU algunos gobiernos municipales han creado cuentas donde los pacientes intercambian síntomas de enfermedades y evalúan cuáles son los hospitales de la ciudad que ofrecen mejores servicios y atención. En Suecia un sitio gubernamental permite a los usuarios hacer evaluaciones, comparaciones y críticas de servicios de las oficinas públicas, lo que las ha obligado a gastar mejor sus recursos, cambiar malos hábitos de atención al público y reducir tiempos en los trámites.
A diferencia de Mujica, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, optó por tener un gobierno alineado a las nuevas tecnologías. En lugar de prohibirlas, prefirió educar a sus funcionarios en el buen uso de ellas. En unos meses, Chile será el primer país latinoamericano con una guía de instrucción para funcionarios y empleados públicos en el manejo apropiado de las redes sociales, que podrá ser actualizado en forma constante. En el primer borrador presentado a fines de diciembre, en forma similar a otros instructivos de Australia, España, EEUU e Inglaterra, se incluyen temas tales como no responder a insultos, usar vocabulario coloquial, no bombardear con información sin calidad o discriminar los datos públicos de los confidenciales.
Uruguay y Chile optaron por caminos opuestos para alcanzar el mismo fin de contar con una administración pública eficiente. Ojalá que otros países que están detrás de la misma senda, adviertan las diferencias entre la miopía digital de Mujica y la responsabilidad tecnológica de Piñera. No es difícil elegir cuál modelo ofrece un gobierno más abierto y participativo.
octubre 21, 2010
Al rescate de lo humano
En el barullo de noticias cotidianas cargadas de conflicto y polémica, el mundo recibió una bocanada de aire puro con una historia cargada de humanismo, inspirada por las personalidades de 33 humildes mineros y la firmeza y alta capacidad organizativa del gobierno chileno.
Un drama humano de esta naturaleza no conmovía y deslumbraba al mundo desde hace mucho tiempo. Ocurrió justo en el medio de una revolución en los medios de comunicación.
Puede decirse que en la mina San José no solo fueron salvados Florencio Avalos, Luis Urzúa y sus compañeros, el primero y el último en salir del sepulcro a 700 metros, sino que fueron rescatados los valores humanos.
La época moderna contiene emocionantes epopeyas como la llegada del hombre a la Luna, la entrada de Juan Pablo II a Polonia o la asunción del primer presidente negro en EEUU. Pero lo de la mina San José fue diferente. Ante sus imágenes, no fuimos solo espectadores, sino que nos sentimos parte, conectados e identificados con las vidas de esos hombres con sus circunstancias en la superficie o en la profundidad donde adoptaron los roles de “jefe”, “doctor”, “periodista”, “escritor”, “electricista”, “pastor” o “camarógrafo”.
La conexión con los mineros fue íntima y universal, cada uno de nosotros probablemente pensó qué conducta hubiera adoptado de estar ahí, si también hubiésemos sido capaces de superar la adversidad. Si ante la desesperación, como ellos, habríamos antepuesto fe, oración y esperanza; ante la soledad, cohesión y espíritu de equipo; ante el aislamiento, unidad, orden y solidaridad.
Muchos expertos creen que la crisis post traumática o la presión mediática y las tentaciones que les atraerá la fama, así sean libros, películas, entrevistas o viajes hará que los intereses personales de estos hombres afloren por sobre el carácter de grupo demostrado en el refugio. Puede ser y es normal que ocurra. El espíritu humano es indomable e impredecible. Así lo demostraron las colombianas Ingrid Betancourt y Clara Rojas y los tres estadounidenses que fueron rescatados de las garras de las FARC. Aquella algarabía inicial se transformó en acusaciones y denuncias que se propinaron en cada uno de sus libros, dejándonos a todos huérfanos de una hazaña de unidad y compañerismo.
Estos mineros no fueron improvisados, sabían de su trascendencia y supieron transformar su desgracia en una causa justa. Además la forma en que exhibieron al mundo sus personalidades cada vez que se abría la puerta de la cápsula Fénix 2, lo más extraordinario fue el mensaje del jefe de turno, Urzúa, quien ante las cámaras del mundo, agradeció a Sebastián Piñera, pero abrazó una causa mayor que la de su propia odisea. Le pidió al Presidente comprometerse a que Chile no siga permitiendo accidentes como este que han cobrado la vida de 373 de sus mineros en la última década, 31 de ellos este año.
Piñera prometió que se corregirán las políticas en minería para que jamás nadie reclame trato inhumano, pero también las autoridades tienen el mayor mérito en esta gesta. Siempre creyeron en la vida. Planearon con rigurosidad científica; no hubo detalles al azar. No crearon falsas expectativas, fueron precavidos y muy realistas; y todo lo cumplieron antes de tiempo, descomprimiendo ansiedades.
El gobierno trabajó unido, decidido y con liderazgo, sin los ruidos de la confrontación política y la polarización que suelen empañar cada episodio en los países de la región. Ni siquiera EEUU se vio ausente de esas actitudes belicosas entre el gobierno demócrata y la oposición republicana durante la crisis por el derrame de crudo en el Golfo de México.
Algunos también sintieron que los medios aprovecharon el “reality show” para ganar audiencias y rating, o la exposición mediática magnificada de un Presidente, que hasta hace poco era dueño de unos de los canales más exitosos de la televisión chilena y conoce de primera mano el poder de la imagen. Las críticas son inevitables y aumentarán, independientemente del rumbo que tomen cada minero y el gobierno.
Lo importante es encapsular este momento impecable y mágico que nos dio Chile. Cuando todavía estaba sanando las heridas de un terremoto, el pueblo chileno salió al rescate de los valores humanos. Nos regaló una historia universal.
Un drama humano de esta naturaleza no conmovía y deslumbraba al mundo desde hace mucho tiempo. Ocurrió justo en el medio de una revolución en los medios de comunicación.
Puede decirse que en la mina San José no solo fueron salvados Florencio Avalos, Luis Urzúa y sus compañeros, el primero y el último en salir del sepulcro a 700 metros, sino que fueron rescatados los valores humanos.
La época moderna contiene emocionantes epopeyas como la llegada del hombre a la Luna, la entrada de Juan Pablo II a Polonia o la asunción del primer presidente negro en EEUU. Pero lo de la mina San José fue diferente. Ante sus imágenes, no fuimos solo espectadores, sino que nos sentimos parte, conectados e identificados con las vidas de esos hombres con sus circunstancias en la superficie o en la profundidad donde adoptaron los roles de “jefe”, “doctor”, “periodista”, “escritor”, “electricista”, “pastor” o “camarógrafo”.
La conexión con los mineros fue íntima y universal, cada uno de nosotros probablemente pensó qué conducta hubiera adoptado de estar ahí, si también hubiésemos sido capaces de superar la adversidad. Si ante la desesperación, como ellos, habríamos antepuesto fe, oración y esperanza; ante la soledad, cohesión y espíritu de equipo; ante el aislamiento, unidad, orden y solidaridad.
Muchos expertos creen que la crisis post traumática o la presión mediática y las tentaciones que les atraerá la fama, así sean libros, películas, entrevistas o viajes hará que los intereses personales de estos hombres afloren por sobre el carácter de grupo demostrado en el refugio. Puede ser y es normal que ocurra. El espíritu humano es indomable e impredecible. Así lo demostraron las colombianas Ingrid Betancourt y Clara Rojas y los tres estadounidenses que fueron rescatados de las garras de las FARC. Aquella algarabía inicial se transformó en acusaciones y denuncias que se propinaron en cada uno de sus libros, dejándonos a todos huérfanos de una hazaña de unidad y compañerismo.
Estos mineros no fueron improvisados, sabían de su trascendencia y supieron transformar su desgracia en una causa justa. Además la forma en que exhibieron al mundo sus personalidades cada vez que se abría la puerta de la cápsula Fénix 2, lo más extraordinario fue el mensaje del jefe de turno, Urzúa, quien ante las cámaras del mundo, agradeció a Sebastián Piñera, pero abrazó una causa mayor que la de su propia odisea. Le pidió al Presidente comprometerse a que Chile no siga permitiendo accidentes como este que han cobrado la vida de 373 de sus mineros en la última década, 31 de ellos este año.
Piñera prometió que se corregirán las políticas en minería para que jamás nadie reclame trato inhumano, pero también las autoridades tienen el mayor mérito en esta gesta. Siempre creyeron en la vida. Planearon con rigurosidad científica; no hubo detalles al azar. No crearon falsas expectativas, fueron precavidos y muy realistas; y todo lo cumplieron antes de tiempo, descomprimiendo ansiedades.
El gobierno trabajó unido, decidido y con liderazgo, sin los ruidos de la confrontación política y la polarización que suelen empañar cada episodio en los países de la región. Ni siquiera EEUU se vio ausente de esas actitudes belicosas entre el gobierno demócrata y la oposición republicana durante la crisis por el derrame de crudo en el Golfo de México.
Algunos también sintieron que los medios aprovecharon el “reality show” para ganar audiencias y rating, o la exposición mediática magnificada de un Presidente, que hasta hace poco era dueño de unos de los canales más exitosos de la televisión chilena y conoce de primera mano el poder de la imagen. Las críticas son inevitables y aumentarán, independientemente del rumbo que tomen cada minero y el gobierno.
Lo importante es encapsular este momento impecable y mágico que nos dio Chile. Cuando todavía estaba sanando las heridas de un terremoto, el pueblo chileno salió al rescate de los valores humanos. Nos regaló una historia universal.
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