Me da la sensación que por lo que va de la gira de Barack Obama hasta ahora, habiendo estado en Brasil y Chile y partiendo hacia El Salvador, no hubo ningún anuncio espectacular ni especial, sino simplemente un poco más de política y demagogia para edulcorar a una región que estaba esperando palabras dulces para sus oídos.
No está mal. Es bueno y necesario que EEUU, ensimismado y perplejo por situaciones ajenas a nuestro continente, como las preocupaciones nucleares en Japón y las militares en Libia, se haya enfocado en destacar las fortalezas de la región y que haya tratado a los países como socios comerciales indispensables para el progreso y prosperidad de su economía. Habiéndose comportado de esa forma egoísta, tirará por debajo de la borda las críticas de que siempre se comporta como un imperio que mira hacia el sur con una visión paternalista.
Sin embargo, creo que más allá del progreso económico de la región, la necesidad de combatir la pobreza, el desempleo y la inseguridad, Obama hubiera también tenido que aprovechar para remarcar las grandes debilidades de la región que tienen que ver con la corrupción y la falta de justicia, aspectos que estoy convencido están minando las democracias como si se tratara de la implosión de un edificio.
El problema de América Latina es la falta de justicia, una justicia dependiente del poder político, o una justicia corrupta infiltrada por el crimen organizado. Esta falta de un sistema de incentivos y castigos justos y equilibrados hace que la región esté desequilibrada y que sus ciudadanos descrean de las instituciones.
Obama seguramente prometerá más ayuda a El Salvador para combatir al narcotráfico como parte de los esfuerzos por apoyar el Plan Mérida y el Plan Colombia; sin embargo todos los esfuerzos económicos estarán destinados a paliar los gastos militares en esa guerra.
No creo en la legalización de las drogas como proponen muchos ex presidentes, intelectuales y periodistas a cambio de esa política correctiva. Creo que la legalización aportará mayores dolores de cabeza, porque las actividades del crimen organizado simplemente buscarán otras actividades donde anidar.
Creo, en cambio, que EE.UU. podría hacer mucho más si volcara ayuda para fortalecer la justicia. Más recursos económicos, técnicos y humanos para proteger, especializar y entrenar a fiscales, jueces y agentes auxiliares de la justicia podrían empezar a arrojar frutos en el futuro inmediato y a largo plazo.
La fortaleza de una democracia es proporcional al grado de independencia, madurez y eficiencia del sistema judicial. Cuando la justicia funciona, cuando existen castigos e incentivos para todos con igualdad y sin privilegios, retorna la credibilidad del ciudadano y la democracia gana en autoestima.
Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
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marzo 21, 2011
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