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enero 20, 2013

Chávez, Armstrong y el periodismo


La manipulación informativa oficial sobre la suerte del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y las mentiras del ciclista estadounidense, Lance Armstrong, no hablan muy bien del periodismo que, en ambas historias, se ha quedado en la superficialidad de las declaraciones sin meterse en su responsabilidad de investigar a profundidad.

Aunque el secretismo oficial en torno a Chávez está condicionado por sus allegados y por el hermético gobierno de La Habana, es posible que, si desde que su historia médica comenzó hace dos años, un grupo de periodistas hubiera indagado, se podrían hoy saber más verdades.

Así como el gobierno tiene la obligación de informar con la verdad, el periodismo investigativo venezolano en primera instancia y el de otras latitudes, en segunda, tienen las responsabilidad de buscar la verdad y no conformarse con las declaraciones del vicepresidente Nicolás Maduro, del ministro de Información, Ernesto Villegas o del propio Chávez, que durante su última campaña electoral juró que se había curado del cáncer. Tampoco los periodistas pueden quedarse tranquilos con las denuncias de algún médico o columnista que aseguran que informan usando fuentes muy cercanas al gobierno; informaciones que no pueden confirmar ni verificar y que solo serían parte de filtraciones de algún funcionario de buena voluntad.

En el caso de Armstrong - que mintió sobre su conducta personal como lo hizo Chávez – la responsabilidad le cabe a los periodistas deportivos estadounidenses principalmente, quienes tratan al deporte como una disciplina de entretenimiento más que una que también requiere de investigación o, al menos, de verificación. En el caso de Armstrong, el periodismo actuó de público, dejándose arrastrar emocionalmente por el protagonista convertido en héroe, tapando, incluso, cualquier denuncia que se hacía sobre su dopaje.

En el caso de Armstrong fueron finalmente sus propias declaraciones las que determinaron la verdad del caso, mientras los periodistas parecieron los espectadores; y eso que su historia de dopaje se remonta a la época de la primera de sus siete coronas del Tour de Francia con el equipo del US Postal Service.

Hay que admitir que el periodismo también puede ser sorprendido con muchas noticias repentinas, pero tratándose de historias muy repetitivas – la enfermedad de Chávez de dos años y el dopaje de Armstrong de siete – al periodismo le cabe su alta cuota de responsabilidad por no haber investigado y echado luz sobre tantas mentiras, manipulaciones y deformaciones de la verdad.

El periodismo no puede darse el lujo de ser espectador.

julio 11, 2012

Chávez; cáncer inconstitucional


Hugo Chávez acaba de anunciar que se curó de cáncer al comenzar en estos días su batalla electoral. Siendo el único en Venezuela “autorizado” para hablar de un tema que debiera ser obligación de Estado, muchos dudan de sus palabras, basados en que otras veces dijo lo mismo y terminó hospitalizándose en Cuba.

Que su enfermedad sea tratada como secreto de Estado y que la verdad no salga a flote en un tema de tanta importancia para los venezolanos, desenmascara el autoritarismo en el que se basa el chavismo como sistema de gobierno. Como sostuve en mi columna el año pasado cuando Chávez admitió que sufría de cáncer, pero no de qué tipo: “… toda información, sin importar su relevancia, no se ofrece sin antes calcular sus efectos, o se manipula o tergiversa en beneficio de intereses partidarios, y en desmedro del bien común.

En sus reformas constitucionales, el gobierno de Chávez logró incluir que la información debe ser veraz y oportuna. Con el paso del tiempo, su régimen utilizó esta figura para crear leyes que le permitieran controlar o, al menos, castigar a la prensa. Sin embargo, esa limitación constitucional jamás la consideró como obligación para sí mismo, como si la Constitución fuera un modo más para controlar a la ciudadanía en lugar de limitar lo que puede hacer un gobierno, lo que es en su esencia.

Obviamente, la actitud del gobierno venezolano de no informar en forma “veraz y oportuna” sobre la salud del Presidente, es a todas luces un hecho inconstitucional.

diciembre 30, 2011

Reacción desmedida de EE.UU. por Chávez


Es lamentable que el gobierno de EE.UU. haya contestado los imbéciles comentarios de Hugo Chávez quien sugirió que EE.UU. tendría tecnología para generar cáncer, después que el mandatario venezolano reaccionó al saber sobre el carcinoma de tiroides que afecta ahora a la presidenta argentina Cristina de Kirchner.

Lo de Chávez estuvo en realidad motivado por dos cuestiones, una risueña y otra seria. La broma vino a colación del Día de los Inocentes y la más seria porque hace un par de meses EE.UU. pidió perdón al estado de Guatemala por haber hecho experimentos médicos a mediados del siglo pasado con personas a quienes se les inoculó sífilis y otras infecciones.

De todos modos, no es la primera vez que Chávez sale con ocurrencias divertidas o estúpidas, como la de haber acusado a EE.UU. por haber creado una tecnología subterránea para generar movimientos sísmicos, después que se produjo el catastrófico terremoto en Haití.

En aquella oportunidad, el gobierno de EE.UU. no dijo nada así como las miles de veces que Chávez acusó al “imperio” de generar todo tipo de males en el mundo. Hubiese sido mejor que esta vez el Departamento de Estado no hubiera contestado, ya que es justamente esa diatriba la que le encanta al líder venezolano y donde siente que se le presta atención.

Así como el pez muere por la boca, es mejor dejar a Chávez que se auto desprestigie con sus dichos, de la misma forma que se permitió a Evo Morales y Fidel Castro desmoronarse con sus propios desmanes verborrágicos.    

noviembre 10, 2011

Chávez y la verdad constitucional


El presidente Hugo Chávez tiene la obligación moral y constitucional de contarles a sus ciudadanos la verdad sobre el cáncer que le aqueja. No debe abusar de la información sobre el tema, como si se tratara de un secreto de Estado. Chávez, quien acusa generalmente a los medios de comunicación y a la oposición de mentir y no obedecer el mandato de la Constitución que obliga a ofrecer “información veraz”, es a quien ahora justamente le cabe el sayo.

La Constitución lo obliga a él a decir la verdad, especialmente en su carácter de primer mandatario. Si no cumple con su precepto y dando el ejemplo, difícilmente pueda exigir que otros lo cumplan.

Esto viene a colación porque es la segunda vez en unas cuantas semanas que el ex embajador estadounidense ante la OEA, Roger Noriega, aduciendo fuentes confiables dentro de Venezuela y de Cuba, dijo que el cáncer de Chávez está muy avanzado y que difícilmente llegue vivo para las elecciones de 2012.

A las apreciaciones de Noriega, seguramente le seguirán declaraciones de Chávez hoy, quien saldrá con una sarta de justificaciones y apariciones en público para desmentir al “esbirro imperialista”; aunque es fácil prever que, como siempre, se negará a ser específico sobre el tipo de cáncer que padece. Solo hablará de que su vida es la revolución y recitará su nuevo lema “Patria o viviremos”, en reemplazo del revolucionario “venceremos”.

Chávez debe dejar de mentir u omitir información sobre su salud. Nadie todavía se ha percatado que la actitud de Chávez es incompatible con los dichos que forzó en la Constitución y que lo obligan a decir la verdad, especialmente cuando se trata del primer ciudadano del país, quien debe ser más respetuoso de las leyes de su país.

julio 06, 2011

Chávez remontando en Venezuela


Cuando la verdad y la información oficial fidedigna no brotan fácilmente, dejan al descubierto el carácter autoritario de un sistema de gobierno.

La admisión este jueves del presidente Hugo Chávez de que padece cáncer, después de esconder la enfermedad por varias semanas y propiciar todo tipo de rumores sobre su salud, demuestra que en regímenes autócratas toda información, sin importar su relevancia, no se ofrece sin antes calcular sus efectos, o se manipula o tergiversa en beneficio de intereses partidarios, y en desmedro del bien común.

El anuncio, aunque tardío, le sirve al gobierno de bálsamo para calmar especulaciones y transformar la enfermedad en un instrumento utilitario, convirtiendo un tumor maligno, en estrategia benigna para el régimen, aprovechando la coyuntura de que “no hay mal que por bien no venga”,

Pese a lo que se pudo especular tras el primer video de Chávez con Fidel Castro leyendo el Granma y por su debilidad en el segundo, cuando oficializó el cáncer, el absceso, traducido en tres semanas de ausencia en su terruño, permitió al régimen demostrar el vacío de poder. Que Venezuela, como iglesia sin párroco, no funciona bien sin Chávez, que sus fieles siguen dispersos y peleándose entre sí, y que la oposición perdió el blanco adonde apuntar críticas y desazones.

La falta de instituciones fuertes y el personalismo mandón, le permitieron a Chávez sin consecuencias burlar la Constitución para gobernar atemporalmente desde otro territorio. Y demostrar que el hermetismo es una fenomenal arma de propaganda. Bien manejada, como lo hizo el régimen cubano durante el proceso enfermizo de Fidel, sirvió para convertir cualquier situación en secreto de Estado, y violar leyes que al gobierno le obligan ser transparente e informar al público con la verdad.

Esa falta de transparencia justifica que muchos, a pesar del anuncio, creyeran que más allá de la gravedad de la dolencia, la prolongada ausencia de Chávez no fue más que un alejamiento premeditado al servicio de sus renovadas intenciones políticas.

No es absurdo pensar que el aparato de inteligencia cubano ha sabido transformar un supuesto tumor maligno en una formidable campaña de expectativas. Dentro de ese esquema, la verdad a medias y el silencio, motor de rumores, incertidumbres y mitos populares, suelen ser más provechosos que la información pura y verdadera.

En definitiva, la ausencia física que se reclamó a gritos, no fue más que sinfonía para egoístas y narcisistas dentro de un régimen que ha idolatrado y acentuado el personalismo. Por ello, el vicepresidente Elías Jaua se excusó de ser el líder, prefiriendo que se gobierne a control remoto o con exclamaciones victoriosas por Twitter. Los demás funcionarios impúdicamente acusaron a los medios por la desinformación que provocó el gobierno, mientras destacaron talentos sobrenaturales y endiosaron a un patriarca que durante los actos del bicentenario de ayer, siguió diciendo – esta vez en mensaje en video pero desde el Palacio de Miraflores – que no está dando batalla contra la muerte, sino a favor de la vida de la revolución y la grandeza de la nación. Propaganda en todo su esplendor.

Aunque habrá que esperar por el desenlace de la enfermedad, si volverá reponerse a La Habana o aceptará el ofrecimiento del gobierno brasileño para tratarse en las clínicas oncológicas de Sao Paulo, el gobierno ya ha convertido esta separación del líder con su pueblo en una estrategia publicitaria al servicio de la purificación de sus crecientes debilidades. Frente al próximo proceso electoral, la ausencia física se transformó en espacio adecuado para recargar baterías y acrecentar la popularidad decaída. En ese marco, el chavismo idealiza un futuro más unificado, que incluyó un regreso apoteósico con fuegos artificiales.  

La ausencia del líder jugó a favor de un chavismo que desde hace años sufre un desgaste notable. El país está más pobre, el gobierno más corrupto y despilfarrando, y a Chávez se lo ve cansado y sin lustre internacional. Una carestía de liderazgo tan fastidiosa como la escasez de azúcar, habichuelas y electricidad.

A veces, bien lo saben quienes manipulan las verdades, es necesario que las cosas sean escasas o estén ausentes para convertirlas en objetos de deseo o de primaria necesidad.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...