Hugo Chávez acaba de
anunciar que se curó de cáncer al comenzar en estos días su batalla electoral.
Siendo el único en Venezuela “autorizado” para hablar de un tema que debiera
ser obligación de Estado, muchos dudan de sus palabras, basados en que otras
veces dijo lo mismo y terminó hospitalizándose en Cuba.
Que su enfermedad sea tratada como secreto de Estado y que la verdad
no salga a flote en un tema de tanta importancia para los venezolanos,
desenmascara el autoritarismo en el que se basa el chavismo como sistema de
gobierno. Como sostuve en mi columna el año pasado cuando Chávez admitió que
sufría de cáncer, pero no de qué tipo: “… toda información, sin importar su
relevancia, no se ofrece sin antes calcular sus efectos, o se manipula o
tergiversa en beneficio de intereses partidarios, y en desmedro del bien común.
En sus reformas
constitucionales, el gobierno de Chávez logró incluir que la información debe
ser veraz y oportuna. Con el paso del tiempo, su régimen utilizó esta figura para
crear leyes que le permitieran controlar o, al menos, castigar a la prensa. Sin
embargo, esa limitación constitucional jamás la consideró como obligación para
sí mismo, como si la Constitución fuera un modo más para controlar a la
ciudadanía en lugar de limitar lo que puede hacer un gobierno, lo que es en su
esencia.
Obviamente, la actitud
del gobierno venezolano de no informar en forma “veraz y oportuna” sobre la
salud del Presidente, es a todas luces un hecho inconstitucional.