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febrero 05, 2013

Las fotos de Uribe


Este parece un mundo al revés. Periodistas de varios medios de comunicación de Colombia y funcionarios del gobierno de ese país criticaron al ex presidente Alvaro Uribe por publicar una foto en Twitter de dos policías masacrados por las narco guerrillas de las FARC en la zona de La Guajira, con la frase “policías de la patria asesinados”.

Las reacciones el fin de semana no se hicieron esperar. Según lo publicado por el diario El Tiempo, varios directores de noticias de otros medios consideraron que se trató de una sobredosis de amarillismo político y una forma de Uribe para buscar rédito político, en momentos que quiere defenestrar a las FARC que mantienen negociaciones con el gobierno de Juan Manuel Santos para llegar a la paz.

Incluso el experto en ética periodística, el renombrado periodista Javier Darío Restrepo declaró a la página electrónica del diario El Tiempo, de Bogotá, que se trató de una “violación de la intimidad, no solo de los policías víctimas sino de sus familias”. Mientras tanto, el ministro colombiano del Interior, Fernando Carrillo, aseguró que “la sangre de nuestros policías es nuestra sangre. No puede exhibirse como trofeo de guerra contra la paz”.

Creo que más allá de las intenciones de Uribe, la publicación de su parte no fue desacertada. La responsabilidad de los medios y del gobierno – que achacan Restrepo y Carrillo - en este caso es muy diferente a la que tiene Uribe, de la misma forma que su responsabilidad era diferente cuando era él el Presidente y seguramente no hubiera publicado algo así o hubiera criticado a quien lo hubiera hecho. Pero ahora, como ha cambiado el contexto, y él está en la oposición y en otro partido político, tiene mayor libertad para fiscalizar la acción de gobierno o mayor libertad para expresarse. Me parece que es una buena forma de hacer ver las atrocidades de las FARC, y demostrar que las guerrillas no están apegadas a la negociación, tanto por los asesinatos como por el secuestro de otros policías y militares.

Uribe por su calidad de ex presidente, su relevancia y sentido de servicio público y fiscalización, tiene mayor libertad para publicar. Creo que las críticas de Restrepo, de Carrillo y otros periodistas sobre intimidad, responsabilidad patriótica y amarillismo respectivamente contra Uribe, están enfocadas como si el ex presidente fuera un medio de comunicación independiente y apegado a ciertas reglas éticas periodísticas, sin considerar que se trata de un simple emisor político, interesado en una causa particular.

Aunque no sea agradable lo que hizo, tampoco se puede correr el riesgo de endilgarle a él un mayor delito por publicar fotos que el que le corresponde a los responsables materiales e intelectuales por asesinar a los policías. 

agosto 22, 2009

Juanes y su concierto (¿por la paz?) en Cuba

El mensaje de la música es poderoso, más si es de protesta. Según su letra, el contexto en el que se difunde y la intención de quien la emite, puede ayudar a modificar la percepción o crear conciencia sobre un tema y generar cambios sociales.

Así como el concierto de Woodstock de hace 40 años buscó contagiar una cultura de paz y amor, nadie duda que el cantante colombiano Juanes tenga esos propósitos al ofrecer conciertos para estimular la armonía entre los países. Sin embargo, peca de ingenuo al mostrarse sorprendido sobre la polémica que levantó por organizar para setiembre, un recital por la paz en la Plaza de la Revolución de La Habana.

Aunque sea muy válido “fomentar la unión entre los pueblos” como es su argumento y lo fue para el concierto anterior que convocó en la frontera colombo venezolana para disipar tensiones, rechazar la violencia, el secuestro y las minas antipersonales, esta vez, los valores en juego son diferentes.

Su pregunta en Twitter sobre “¿por qué le molesta al mundo cuando se habla de paz?”, dirigida a apaciguar las críticas de miles de cubanos exiliados que escaparon de la opresión o fueron expulsados de su patria, aparenta ser inocente. Es que el valor principal en disputa en Cuba no es la paz, un principio relativo con alto grado de conciencia social que no genera división de opinión en el país; sino la libertad en todas sus acepciones – de reunión, asociación, traslado, expresión y de prensa - un valor absoluto, avasallado grotescamente desde hace 50 años.

La polémica en torno a su decisión, no es porque promueva la paz, ni por su “A Dios le pido” ni por su pegajosa “camisa negra”, sino por la posibilidad de que omita hablar de la libertad en el seno mismo de la opresión. La experiencia indica que el gobierno dictatorial cubano siempre utiliza la censura previa como a su arma predilecta, habiendo certeza de que se le habría condicionado la plaza a Juanes, a cambio de no criticar al régimen durante su visita, no hablar de libertad de expresión ni pedir la liberación de los centenares de presos políticos.

Lo criticable es que siendo lo suyo un acto político por contar con el apoyo de Raúl Castro y el beneplácito de Hillary Clinton, insista en la comodidad de promover la paz, cuando debería usar el escenario para exigir la molestosa libertad. Ni más ni menos, lo que se solicitó sin éxito a una decena de presidentes latinoamericanos que llegó a la isla este año para adular al régimen y fotografiarse con Fidel, con la condición de guardar silencio sobre las violaciones a los derechos humanos.

Juanes, así como otros cantantes que lo acompañarán, como Olga Tañón, tratan de despolitizar sus intenciones. Sin embargo, no pueden esconder la actitud política detrás del acto, ya que fueron autorizados por un régimen que censura a sus colegas, así sean extranjeros, exiliados como Willy Chirino o viviendo en la isla como la banda Porno para Ricardo; al tiempo que discrimina a sus ciudadanos permitiéndoles pisar la plaza sólo a aquellos que acatan y promueven la revolución como Silvio Rodríguez y los Van Van.

Pero más allá de la polémica, los principios de libertad de expresión enseñan que no es bueno juzgar, boicotear, condenar o censurar a Juanes en forma previa, antes de que viaje, ya que existe la posibilidad de que su música, entusiasmo y causa noble pueda permitir al régimen otorgar concesiones que jamás admitiría ante gobiernos extranjeros.

Es preferible, en todo caso, demostrar esa ofuscación y hacer a Juanes responsable en forma posterior, después de que se sepa si su propósito sirvió o no para abrir espacios de libertad, si avaló al régimen o si corrió igual suerte que decenas de otros cantantes extranjeros que se marcharon con el mismo sentimiento de haber sido utilizados. Pero debe tener la posibilidad de intentarlo.
Es cierto, como dice Juanes, que “la música, el arte, deben estar por encima de toda ideología o condición”; pero también es verdad que lo que causa aquí mucha indignación, es que un gobierno manipule las expresiones artísticas transformándolas en pura propaganda.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...