Fieles a su condición de
buenos entrevistadores y periodistas, María Elena Salinas y Jorge Ramos de
Univsión tuvieron a maltraer a los dos candidatos presidenciales, Barack Obama
y Mitt Romney.
De las dos noches de “encuentros”
de la cadena hispana, el más castigado fue el presidente Obama, algo que debía
esperarse ya que después de cuatro años de trabajo en la Casa Blanca mucho hay
de lo que prometió y no cumplió. Ramos y Salinas se sintieron aliviados cuando lograron
en forma insistente que Obama se refiera a su peor fracaso con los hispanos: No
haber logrado una reforma migratoria integral como prometió en 2008.
Después con cierta maestría
que la da la experiencia en el salón Oval, Obama se despachó en contra del
Congreso bipartidario, dijo que no todo depende de él, como para acumular
puntos en contra de los Republicanos y dijo, como ya lo viene haciendo hasta el
cansancio, que necesita cuatro años más para que el país despegue en materia
económica, ya que en sus primeros años solo se dedicó al rescate de la economía.
Me parece que a Romney le
fue mucho mejor en los encuentros. No le fue muy difícil hablar del 100% de la
gente para dejar atrás lo que en un video clandestino se refirió a que no debía
preocuparse por el 47% que seguro votaría por Obama y que de ello nada podría
cambiar. Aunque el tema fue tomado como parte central de la propaganda de los
Demócratas en esta semana, el propio Ramos admitió que ya sobre eso Romney se
había manifestado públicamente en varias ocasiones.
Romney no dudó en hablar de
los impuestos que no paga como los demás – ayer viernes justamente mostró su
récord de los impuestos de 2011, con algo más del 14% de pago al Tío Sam – y se
enfocó en los 12 millones de trabajos que creará, lo que hará reducir también
la tasa de desempleo más alta que tienen los hispanos, casi del 12%, más de
tres puntos por arriba de la tasa nacional de 8.1%
Aunque me pareció que Romney
tuvo más aplomo, no creo que los encuentros ayuden a que el panorama electoral
hispano haya cambiado en algo. Obama, por Demócrata, seguirá recibiendo más
votos que los Republicanos. Lo interesante es que ninguno de los dos hizo nada
tan malo como para espantar a su capital electoral.