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noviembre 17, 2014

Traje sin bolsillos

El mensaje más potente es el que logra crear una imagen en la mente del interlocutor.

El balde de agua helada con el que celebridades y comunes tiritaban por solo segundos a cambio de combatir la parálisis que provoca la esclerosis múltiple, pudo más que toneladas de investigaciones científicas y titulares en los medios para generar conciencia sobre esa terrible enfermedad.

La cinta rosa contra el cáncer de seno, la roja contra el sida y el arco iris como bandera de homosexuales y lesbianas, son evidencia de que el mensaje poderoso es el que, ajeno a su creador, cobra vida propia y se convierte en símbolo.

Contra la corrupción no lo hay. Transparencia Internacional no ha logrado motivar un símbolo pese a sus denuncias año tras año. Tampoco las manifestaciones de jóvenes brasileños que desde hace un lustro vienen protestando contra la corrupción; o los argentinos que encerraron a los congresistas tras el “corralito” y ahora gritan a su vicepresidente inmune e impune; o los mexicanos que incendian oficinas públicas en rechazo por la matanza en Iguala y por la casa millonaria que la esposa del presidente Peña Nieto no puede justificar.

En Paraguay acaba de gestarse un mensaje que, por crear una nueva imagen, podría convertirse en el símbolo que no prendió pese a las protestas públicas, denuncias periodísticas e investigaciones judiciales. El sastre Roberto Espínola diseñó un traje para hombres sin bolsillos como emblema para avergonzar a los políticos ladrones. Lo llamó “Traje Ibáñez” en “honor” al diputado oficialista del Partido Colorado, José María Ibáñez, procesado por usar el dinero de los contribuyentes para pagar el salario a sus empleados domésticos.

Paraguay viene teniendo buenos gestos contra la corrupción. Este año se promulgó la Ley de Acceso a la Información Pública y Transparencia, ante la insistencia de los periodistas para obtener información sobre la cultura corrupta del gobierno, en la que sus miembros, al estilo Ibáñez, pagan a sus caseros y niñeras con fondos públicos.

Como en muchos otros países, la corrupción está enquistada en la cúspide del gobierno. Muchos escándalos sacudieron la dictadura de Alfredo Stroessner; en 1999 el vicepresidente Luis María Argaña fue asesinado y el ex obispo Fernando Lugo no terminó su Presidencia por intríngulis políticas, más allá de su fama por sus hijos fuera del sacerdocio.

El actual presidente Horacio Cartes fue procesado por un caso de estafa contra el Banco Central y lo investigan periodistas y fiscales porque alguna de sus empresas está vinculada al contrabando de cigarrillos a Brasil, una aceitada maquinaria que mueve más de dos mil millones de dólares al año.

Probablemente Cartes formará fila detrás de otros presidentes y vices latinoamericanos procesados. La lista va por la veintena y a la luz de quienes ocupan hoy esos puestos, como Amado Bodou, seguirá ampliándose. En ella no se distinguen ideologías, habitan desde Carlos Menem a Alberto Fujimori, de Augusto Pinochet a Rafael Videla o de Collor de Melo a Alfonso Portillo.

No es casualidad que Latinoamérica sea la región del mundo donde más constituciones se reformaron en búsqueda de la reelección indefinida. No solo sirve para eternizarse en el poder, sino porque es escudo e inmunidad ante acusaciones e investigaciones por corrupción.

Tampoco es casualidad que Transparencia Internacional sitúe los menores niveles de corrupción en los países más desarrollados. Es que el progreso no solo se logra por buenos y sostenidos niveles de desarrollo educativo, industrial y tecnológico. El progreso está atado, principalmente, a la estabilidad política, a la fortaleza e independencia de las instituciones y a los controles y anticuerpos para combatir la corrupción.

En todos lados existe corrupción. La diferencia radica en cambiar el paradigma y la percepción. Vivir al lado de un político corrupto debería generar tanto rechazo y vergüenza como ser vecino de un ladrón de gallinas.

Ojalá que el traje sin bolsillos, tal el balde de agua helada y las cintas contra el cáncer y el sida, se convierta en un mensaje potente capaz de generar mayor conciencia sobre esta enfermedad de la corrupción que mata todos los sueños de Latinoamérica. 

mayo 02, 2013

Ecuador y Paraguay caen


En un buen informe del Freedom House sobre libertad de prensa en el 2012, publicado ayer y en vísperas de este 3 de mayo cuando se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, Ecuador y Paraguay han pasado a integrar un grupo selecto de países con poca libertad de prensa, en el que están Cuba, Honduras, México y Venezuela.

En Ecuador se destacan los airados golpes del presidente Rafael Correa contra periodistas y medios, muchas de las cuales se han revestido de legalidad y aplicado multas, penas y castigos a través de un sistema judicial muy dependiente del Poder Ejecutivo.

En Paraguay se destacan las agresiones contra periodistas del sistema público de televisión después de golpe parlamentario mediante el cual fue destituido el presidente Fernando Lugo.

El informe hace una revisión sobre la situación de la libertad de prensa en el mundo, y en América, especialmente, señala que el ambiente de libertad de prensa sigue en franco retroceso. Se remarca que la situación viene empeorando desde hace cinco años consecutivos.

julio 05, 2012

Paraguay: delicado pero no grave


Habrá que ver qué tipo de información estará recabando en estos momentos el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, respecto a la situación política paraguaya, de la que ya adelantó, es delicada, pero no grave. Lo más relevante de estos últimos días, fue que el nuevo gobierno mostró videos del canciller venezolano, Nicolás Maduro, reunido con militares paraguayos mientras el Congreso debatía sobre el juicio político contra el ex presidente Fernando Lugo, lo que evidenció el grado de injerencia que el gobierno de Hugo Chávez mantiene en la región.


Comparto mi columna del fin de semana, sobre este tema: 

La destitución vertiginosa de Fernando Lugo de la presidencia de Paraguay por “mal desempeño de sus funciones”, resaltó la polémica – y también las hipocresías - sobre los principios de no injerencia, soberanía y autodeterminación, que varios gobiernos y organizaciones de la región traslucen de acuerdo a su tinte ideológico.

La forma en que el Congreso paraguayo destituyó a Lugo fue para algunos un flagrante golpe de Estado; para otros, se trató en esencia, de un legítimo juicio político, apegado a Derecho y normas constitucionales. La falta de violencia y coerción en el proceso, la ausencia de una fuerza armada activa y que el Presidente aceptara la decisión tranquilamente en su despacho, sin que se le expulse en helicóptero o pijama, reflejan un panorama muy diferente al que terminó con Manuel Zelaya en 2010 y en forma momentánea con Hugo Chávez en 2002.

Lo que caldeó más el ambiente fue la injerencia de Chávez en el conflicto, a quien se le atribuyen los cambios bruscos de conducta del ex Obispo católico y ahora ex presidente Lugo. En un santiamén, saltó de “me someto a la decisión del Congreso”, a denunciar un “quiebre democrático mediante un golpe parlamentario”; y desde organizar un gabinete paralelo y un frente para la resistencia, hasta anunciar que será candidato para las elecciones de abril próximo.

No solo la rareza y rapidez del proceso de destitución fueron notables, sino también el alto porcentaje de diputados y senadores que estuvieron en su contra. Por eso huele a excusa que se haya basado en un episodio de ocupación de tierras donde murieron 11 campesinos y seis policías; porque casos así en otros países, acaban con ministros y responsables, pero jamás con presidentes. Lo que sucedió es que a Lugo, así como a Zelaya en Honduras, le pasaron factura por haber comprometido lealtades al ALBA, en detrimento de los partidos políticos que lo llevaron al poder.

De ahí que Chávez fuera el primero en acusar recibo, anunciando  de inmediato un embargo petrolero contra Paraguay Es que el presidente sabe bien que los senadores paraguayos, representan su último escollo -  tras la aprobación de argentinos, brasileños y uruguayos – para que Venezuela entre como socio pleno al Mercosur.

Si bien la destitución puede calificarse de inapropiada y apresurada, Paraguay demostró tener instituciones públicas más independientes y equilibradas que muchos otros países. También evidenció hipocresías ideológicas, ya que los más resentidos, como Raúl Castro, Daniel Ortega, Evo Morales, Rafael Correa y Chávez, quienes siempre reclaman contra la injerencia y la autodeterminación, fueron los que más se entrometieron en este conflicto. El nuevo gobierno de Federico Franco denunció que el canciller venezolano, Nicolás Maduro, arengó a los militares paraguayos para que defendieran a Lugo.

La hipocresía es que muchos de estos gobernantes son los responsables de consistentes “golpecitos” constitucionales. En sus países se han denunciado procesos electorales viciados, sometimiento de jueces, hostigamiento contra periodistas y medios, y servilismo de legisladores que delegan en el Poder Ejecutivo su función de legislar. El caso más grave fue el autogolpe parlamentario de 2010 en Venezuela, cuando la Asamblea Legislativa, semanas antes de que asumieran los legisladores de la oposición, le otorgó a Chávez un poder por 18 meses para que haga leyes a su antojo.
Si fue un golpe o un proceso constitucional, lo de Paraguay pasará a la historia según la óptica del observador; dudas que hasta calaron en el área de los derechos humanos. 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA calificó de inaceptable “lo expedito del juicio político”, a diferencia de la Fundación para los Derechos Humanos, una ONG independiente, que argumentó que el proceso cumplió con la Carta Democrática Interamericana. Es probable que la CIDH apresurara su diagnóstico, tratando de neutralizar las críticas y amenazas de disolución en su contra que lideran los presidentes de Venezuela y Ecuador.

Lo importante será que pese a las medidas disciplinarias que adopten las entidades continentales - OEA, Mercosur, Unasur – los nuevos dirigentes paraguayos demuestren que el juicio político no afectará de ninguna forma el orden y compromiso democrático.

marzo 17, 2009

La nota triste de Paraguay

Regresé muy contento de Asunción donde mantuvimos una nueva reunión de la SIP en la que se denunciaron las mayores violaciones a la libertad de prensa en el continente americano. Las críticas fueron duras y las contra críticas de los gobiernos no se hizo esperar. Reaccionaron aquellos habituales como los de Cuba, Venezuela, Ecuador con el habitual sarcasmo de descalificar e insultar tratando, sin argumentos objetivos, de desacreditar las críticas.

La nota que me puso triste es ver también la otra cara de los periodistas paraguayos - más allá de la violencia de la que son víctima - aquella que es muy similar a la que se observa en muchos países. Los dirigentes del Sindicato de Periodistas del Paraguay me entregaron una carta en la que denuncian hechos lamentables.

El 90% de los periodistas encuestados el año pasado por el SPP y la Federación Internacional de Periodistas (FIP) y el Centro de Solidaridad de la AFL-CIO, una central de trabajadores estadounidenses, manifestó no contar con el seguro del Instituto de Previsión Social (IPS). El 30%, de los consultados, afirmó recibir menos del ya de por sí escaso salario mínimo, actualmente de 1.341.000 guaraníes mensuales (unos 259 dólares, al cambio actual).

A este problema de bajos salarios se le suma la persistente inacción del vice Ministerio de Trabajo y Seguridad Social que no procede a inspeccionar debidamente a las empresas de comunicación que infringen las leyes laborales - existen unas 500 empresas periodísticas en Paraguay según el sindicato – permitiendo que la evasión fiscal deje postergadas las jubilaciones.

En condiciones semejantes, es muy difícil que el periodismo tenga altos estándares de calidad.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...