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julio 05, 2012

Paraguay: delicado pero no grave


Habrá que ver qué tipo de información estará recabando en estos momentos el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, respecto a la situación política paraguaya, de la que ya adelantó, es delicada, pero no grave. Lo más relevante de estos últimos días, fue que el nuevo gobierno mostró videos del canciller venezolano, Nicolás Maduro, reunido con militares paraguayos mientras el Congreso debatía sobre el juicio político contra el ex presidente Fernando Lugo, lo que evidenció el grado de injerencia que el gobierno de Hugo Chávez mantiene en la región.


Comparto mi columna del fin de semana, sobre este tema: 

La destitución vertiginosa de Fernando Lugo de la presidencia de Paraguay por “mal desempeño de sus funciones”, resaltó la polémica – y también las hipocresías - sobre los principios de no injerencia, soberanía y autodeterminación, que varios gobiernos y organizaciones de la región traslucen de acuerdo a su tinte ideológico.

La forma en que el Congreso paraguayo destituyó a Lugo fue para algunos un flagrante golpe de Estado; para otros, se trató en esencia, de un legítimo juicio político, apegado a Derecho y normas constitucionales. La falta de violencia y coerción en el proceso, la ausencia de una fuerza armada activa y que el Presidente aceptara la decisión tranquilamente en su despacho, sin que se le expulse en helicóptero o pijama, reflejan un panorama muy diferente al que terminó con Manuel Zelaya en 2010 y en forma momentánea con Hugo Chávez en 2002.

Lo que caldeó más el ambiente fue la injerencia de Chávez en el conflicto, a quien se le atribuyen los cambios bruscos de conducta del ex Obispo católico y ahora ex presidente Lugo. En un santiamén, saltó de “me someto a la decisión del Congreso”, a denunciar un “quiebre democrático mediante un golpe parlamentario”; y desde organizar un gabinete paralelo y un frente para la resistencia, hasta anunciar que será candidato para las elecciones de abril próximo.

No solo la rareza y rapidez del proceso de destitución fueron notables, sino también el alto porcentaje de diputados y senadores que estuvieron en su contra. Por eso huele a excusa que se haya basado en un episodio de ocupación de tierras donde murieron 11 campesinos y seis policías; porque casos así en otros países, acaban con ministros y responsables, pero jamás con presidentes. Lo que sucedió es que a Lugo, así como a Zelaya en Honduras, le pasaron factura por haber comprometido lealtades al ALBA, en detrimento de los partidos políticos que lo llevaron al poder.

De ahí que Chávez fuera el primero en acusar recibo, anunciando  de inmediato un embargo petrolero contra Paraguay Es que el presidente sabe bien que los senadores paraguayos, representan su último escollo -  tras la aprobación de argentinos, brasileños y uruguayos – para que Venezuela entre como socio pleno al Mercosur.

Si bien la destitución puede calificarse de inapropiada y apresurada, Paraguay demostró tener instituciones públicas más independientes y equilibradas que muchos otros países. También evidenció hipocresías ideológicas, ya que los más resentidos, como Raúl Castro, Daniel Ortega, Evo Morales, Rafael Correa y Chávez, quienes siempre reclaman contra la injerencia y la autodeterminación, fueron los que más se entrometieron en este conflicto. El nuevo gobierno de Federico Franco denunció que el canciller venezolano, Nicolás Maduro, arengó a los militares paraguayos para que defendieran a Lugo.

La hipocresía es que muchos de estos gobernantes son los responsables de consistentes “golpecitos” constitucionales. En sus países se han denunciado procesos electorales viciados, sometimiento de jueces, hostigamiento contra periodistas y medios, y servilismo de legisladores que delegan en el Poder Ejecutivo su función de legislar. El caso más grave fue el autogolpe parlamentario de 2010 en Venezuela, cuando la Asamblea Legislativa, semanas antes de que asumieran los legisladores de la oposición, le otorgó a Chávez un poder por 18 meses para que haga leyes a su antojo.
Si fue un golpe o un proceso constitucional, lo de Paraguay pasará a la historia según la óptica del observador; dudas que hasta calaron en el área de los derechos humanos. 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA calificó de inaceptable “lo expedito del juicio político”, a diferencia de la Fundación para los Derechos Humanos, una ONG independiente, que argumentó que el proceso cumplió con la Carta Democrática Interamericana. Es probable que la CIDH apresurara su diagnóstico, tratando de neutralizar las críticas y amenazas de disolución en su contra que lideran los presidentes de Venezuela y Ecuador.

Lo importante será que pese a las medidas disciplinarias que adopten las entidades continentales - OEA, Mercosur, Unasur – los nuevos dirigentes paraguayos demuestren que el juicio político no afectará de ninguna forma el orden y compromiso democrático.

junio 26, 2012

Paraguay desenmascaró hipocresías

No hacía falta que sucediera el recambio presidencial en Paraguay como para que queden desenmascaradas tantas hipocresías e ironías de parte de varios gobiernos latinoamericanos.

Todavía no se produjeron la mayoría, pero las reuniones de la OEA, Mercosur y Unasur a partir de mañana, seguramente atraerán un correlato completo de posiciones a favor de aislar al Paraguay, porque un osado Congreso – ambas cámaras y en mayoría – eliminó de un plumazo a Fernando Lugo y elevó a rango presidencial al ex vicepresidente, Federico Franco, con la ratificación de las cortes Suprema y Electoral.

Si de formas democráticas se tratara, solo basta mencionar que quedó demostrado que existe autonomía de poderes, lo que garantiza que haya independencia, equilibrio y contrapesos, tres componentes esenciales que no son parte de otros procesos políticos latinoamericanos, que están solo basados en la capacidad de gobiernos de hacer elecciones, reformar constituciones para perpetuarse en el poder y negar o manipular a los otros poderes públicos e instituciones del Estado.

Y tras ser uno de los primeros presidentes que reaccionó, uno se pregunta si puede haber verdadera democracia en Venezuela, donde Hugo Chávez logró tener una ley habilitante por 18 meses que enajenó cualquier decisión del Congreso, justo en el preciso momento en que el oficialismo había perdido el monopolio en la Asamblea Legislativa y se estaba reparando la democracia con legisladores de la oposición. Si de golpes de Estado se hablara, aquella maniobra sí fue a todas luces un autogolpe parlamentario. O si su conducta soberana de negarle petróleo a Paraguay, no es la misma posición soberana que tienen los EE.UU. para seguir con el embargo económico sobre Cuba o negarle fondos al gobierno nicaragüense.  

Más allá de los vericuetos políticos – es que justamente lo de Lugo fue un juicio político no un proceso judicial – de si lo de Paraguay fue un golpe institucional o el derecho a la autodeterminación de los pueblos que muchos reclaman, la mayor ironía de este corto proceso fue que el ex Presidente cambió de parecer y después de reconocer la decisión del Congreso, acabó formando un gabinete paralelo para, según dijo, supervisar al nuevo gabinete.

No es fácil para organismos como la OEA tener que lidiar con este tema. José Miguel Insulza habla y reacciona más por temor al que dirán – o a lo que se dijo de la OEA tras la expulsión y golpe contra Manuel Zelaya – que a lo que pasó realmente en Paraguay; donde todos, de lo único que se agarran como para tener una excusa para criticar, es de lo brevísimo que fue el proceso; como aquella decisión de la Asamblea venezolana, ni más ni menos.

Habrá que esperar lo que pase en estos días, sobre todo las presiones internacionales que podrán subir a la estratósfera. Si será suficiente aplicar la Carta Interamericana Democrática o si ello no se trataría de una injerencia en asuntos internos y en la soberanía del gobierno paraguayo que ha actuado de acuerdo a lo que limita y permite su Constitución. En el medio de todas las interpretaciones políticas que se sopesen, seguramente el nuevo gobierno paraguayo terminará presionado y aislado… y si hay paralelismos con el proceso hondureño, con el tiempo habrá elecciones (posiblemente antes de las presidenciales de abril de 2013) y de a poco se irá insertando nuevamente en el contexto internacional.

Lo que ojalá no se permita en todo este proceso internacional que irá ganando fuerza, es que los hipócritas democráticos latinoamericanos se llenen la boca sobre los “valores de la democracia” sin que haya contrapesos de algunos líderes que deben desenmascarar esas hipocresías. De lo contrario, Chávez, Correa, Morales, Ortega, de Kirchner y hasta los hermanos Castro, hablarán hasta el hartazgo dándonos lecciones sobre democracia cuando son ellos los que incumplen con esos preceptos. Como muestra vale un botón: Raúl Castro declaró que el caso paraguayo demuestra que los golpes de Estado volvieron a Latinoamérica. Lo dijo sin vergüenza como cualquier estadista democrático.    

junio 25, 2012

De Lugo a Franco en un santiamén


Lo que más dolió del juicio político contra el ahora ex presidente paraguayo, Fernando Lugo, fue la rapidez de un Congreso que lo destituyó mediante juicio político acelerado, basándose en los principios de su propia Constitución.

Si fue golpe de Estado, golpe constitucional o el ejercicio de las legítimas reglas de la democracia, quedará para el análisis posterior, como los ríos de tintas que se escribieron sobre el “golpe” o el “recambio institucional” que afectó a Manuel Zelaya en Honduras.

De todos modos, lo que no se puede desconocer es que se trató de un juicio político expedito (el Senado sólo deliberó dos horas) sin debido proceso y derecho a la defensa (Lugo habló 45 minutos para decir que acataba la orden del Congreso) y ni sus abogados pudieron intercambiar muchas palabras con los líderes del Congreso; y todo esto, teniendo en cuenta que no se trataba de una persona común, sino del presidente de un país.

Lo más interesante, quizás, es que se le haya hecho juicio político en reprimenda por su falta de liderazgo en un enfrentamiento entre campesinos invasores de tierras y la policía, episodio que dejó varios muertos; por lo que si esto sería la norma, ya no podrían estar los presidentes latinoamericanos actuales en sus puestos, considerando los muertos en los motines de las cárceles de Venezuela, los enfrentamientos con las policías de Bolivia y las de Ecuador (recordar lo que Rafael Correa calificó de golpe de Estado), ambas con violencia tras reclamos salariales o la represión contra los Mapuches en Chile, por solo citar algunos ejemplos.

Esta semana será clave para ver como reaccionan los demás estados, tanto los del Mercosur y de Unasur, ya que si bien la mayoría se adelantó a desconocer al gobierno de Federico Franco e invocar cláusulas democráticas (los legisladores paraguayos se ciñeron a lo que establece la Constitución), bien se sabe que en todos los países las constituciones siempre han sido reformadas, violadas, enmendadas, pero menos respetadas. Hubo, en todos los países, más golpes a la Constitución, que golpes de Estado, solo por el hecho de que muchos buscaron poder ser relegidos a perpetuidad.

Será interesante observar como se mueve Hugo Chávez en esto, en especial por el odio que le tiene a los senadores paraguayos de la oposición, ahora muchos en el oficialismo, quienes todavía siguen siendo su último escollo para poder entrar de socio pleno al Mercosur.   

abril 19, 2010

Piedritas en el zapato

A algunos vicepresidentes el puesto les ha servido para llegar a lo más alto, como la presidenta electa de Costa Rica, Laura Chinchilla, pero por lo general la vicepresidencia suele ser un cargo muy decorativo en la política latinoamericana.
Excepto, en estos momentos, en Argentina y Paraguay, donde los vicepresidentes son como piedritas en el zapato, para Cristina de Kirchner y a Fernando Lugo, quienes ya deben estar muy arrepentidos de tenerlos en el cuartito de al lado. No es para menos, estos vicepresidentes, Julio Cobos y Federico Franco tienen vida propia, y la sienten como tal, ya que arribaron al poder en su calidad de extrapartidarios a la fórmula presidencial.
El gobierno argentino ya no aguanta más a Cobos. Le ha pedido la renuncia millones de veces desde que votó en contra de Cristina hace un año atrás por el conflicto con el campo. Este fin de semana, cuando lo empezaron a criticar públicamente por votos en el Senado (impuesto al cheque) en contra de los intereses de Cristina, Cobos reaccionó que no se callaría, e intimó al gobierno a investigar la corrupción y combatir la inflación. La respuesta fue dura debido a que la presidenta lo llamó “croupier” por lidiar favorablemente con la oposición.
Por su parte, mientras Cobos hace una oposición activa dentro del Congreso, como presidente del Senado, el paraguayo Franco tiene un rol activo pero desde afuera, organizando marchas en contra de Lugo a quien acusa de excluir a sus correligionarios después de que llegaron juntos al poder tras los 61 años del Partido Colorado, a través de la Alianza Patriótica para el Cambio.

Franco celebrará este martes 20 de abril el segundo aniversario de la llegada al poder en un acto paralelo al de Lugo, porque dijo que no había sido invitado al evento principal.

Muchos creen que hay una falta de ética profunda por parte de los vicepresidentes por no renunciar a sus cargos cuando ya no comparten absolutamente ninguna simpatía con su propio gobierno. Otros consideran que fueron elegidos también por el voto popular y se deben a ello más allá de las diferencias. Algunos, consideran que esas piedras en el zapato ayudan a generar una oposición interna – especialmente en Argentina – limitando la soberbia del gobierno ante una oposición que a veces parece vencida por el aparato gubernamental.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...