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febrero 28, 2016

Evoluciones paralelas a distinta velocidad: Tecnología e intimidad o FBI vs. Apple

La evolución de las nuevas tecnologías, las leyes que las regulan y la adaptación del comportamiento humano a ellas viajan en vías paralelas, pero a distintas velocidades, causando conflictos.

Así quedó en evidencia esta semana con los vertiginosos avances que mostraron los gurús de la tecnología en el Congreso Mundial de Móviles en Barcelona y la riesgosa disputa entre el FBI y Apple en Washington por los derechos y deberes en la órbita de la comunicación digital.

En Barcelona los innovadores sintieron tocar el cielo con las manos. Presentaron teléfonos móviles casi indestructibles, con capacidad para realidad virtual y videos en 360 grados en redes 5G, mientras que el nuevo “profeta”, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, anunció “conexión para todo el mundo”, mediante un sistema de drones en la estratósfera, que permitirá que 1.700 millones de personas tengan por fin acceso a internet.

La disputa entre el FBI y Apple es más terrenal. Se disputan si es más importante que el gobierno defienda a la ciudadanía ante posibles ataques que los terroristas organizan desde la web o que las empresas ayuden a los usuarios a proteger sus datos personales y comunicaciones por internet. El dilema entre estos dos principios - seguridad nacional y derecho a la intimidad – no es de fácil solución y, sin prudencia y sabiduría, se corre el riesgo de que se promulguen leyes que terminen inhibiendo la innovación tecnológica y restringiendo la privacidad y libertad de expresión.

El FBI pidió que Apple desarrolle un sistema operativo capaz de desbloquear el iPhone del terrorista que mató a 14 personas en San Bernardino en diciembre pasado. El objetivo es saber si Rizwan Farook contó con apoyo y cómplices. El contenido del teléfono es clave, por cuanto semanas antes del atentado lo desconectó de la nube, tras dejar loas al Estado Islámico en su perfil de Facebook.

Apple también está sólido en su posición. Pidió anular la orden de un juez que le pidió colaborar con las autoridades. Tim Cook, el presidente de Apple, que fue acusado por el FBI de negarse a colaborar por anteponer el marketing y su modelo de negocio a la seguridad de los ciudadanos, considera que el gobierno está empecinado en un juego peligroso.

Argumenta que un sistema operativo que permita violar los códigos de seguridad y la encriptación de su propio iPhone, podría ser aprovechado por las autoridades para violentar la privacidad de los ciudadanos, asunto que todavía está en la memoria colectiva, desde que Edward Snowden demostró que el Gobierno espiaba las comunicaciones digitales de cualquiera.

Ante el embate, el director del FBI, James Comey, reconoció que el Gobierno está ante “uno de los dilemas más fuertes” de todos los tiempos. No es para menos. El nuevo sistema o “puerta trasera” que Apple debería crear para debilitar la seguridad del iPhone, tarde o temprano, podría convertirse en una ventana que aprovecharían los hackers y terroristas, así como gobiernos autoritarios ávidos por mejores formas para controlar a los ciudadanos y censurar sus libertades.

Si bien la discusión tiene la fortaleza de los argumentos de cada parte, su debilidad radica en el contexto. Si ocurre un nuevo ataque terrorista de envergadura puede hacer que el público, ahora a favor de Apple según las encuestas, cambie de opinión y acepte nuevas leyes que limiten las libertades, así como sucedió con la controversial Ley Patriótica después de Setiembre 11.

También pudiera ocurrir que los jueces, sin reglas nuevas en el contexto digital, apliquen otras obsoletas sobre terrorismo dándole un mordisco más a Apple. Dadas las condiciones, la empresa prevé que su mejor alternativa es llegar ante la Corte Suprema, tradicionalmente más amiga de las libertades que de las restricciones. Sin embargo el viaje puede ser largo y tortuoso, y en el camino se le podría ordenar que abandone sus planes actuales de hacer más inviolable el sistema operativo del iPhone.

La mejor opción, según el consenso de los últimos días, es que el Congreso forme una comisión de expertos tecnológicos y legales. La intención es crear el mejor entorno para conciliar la tecnología con el deber del Estado a brindar seguridad ciudadana y respetar el derecho a la privacidad. Aparenta ser la única salida. 

septiembre 22, 2014

Evolución: Relojes inteligentes

Cada tanto aparece un producto capaz de transformar la forma en que vivimos. Pero no había certeza sobre cómo evolucionaría la tecnología portátil después de la revolución que generó el teléfono móvil inteligente.

Apple, cuyos anuncios se esperan como el humo blanco del Vaticano, mostró de nuevo el camino de la evolución. Se trata del Apple Watch, un reloj inteligente de pulsera, que le facilitará al usuario hacer todas las operaciones que en forma combinada le permiten su computadora personal, teléfono inteligente y las nuevas pulseras que miden la actividad física.

El Apple Watch pasó desapercibido ante el anuncio de los nuevos iPhone 6 y 6 Plus, pero es el producto al que le puso mayor atención Tim Cook, el nuevo Steve Jobs de la compañía. La prensa no se mostró muy entusiasmada. Tal vez por la irrelevancia de otros relojes inteligentes que sacaron Samsung, Motorola y Google, y pulseras que miden la actividad física como la FuelBand de Nike, Jawbone y Fitbit, que no pudieron establecerse en el mercado por escasa utilidad, poca estética y mal diseño.

Sin embargo, Apple tiene chances de éxito con el nuevo producto. Se adentra a la tecnología portátil “wearable” (complementos tecnológicos personales) con estilo y estética, como lo hizo en 2001 con el iPod. Promete seis tipos de relojes inteligentes para todos los gustos, y con un diseño que se asemeja, más que a una grotesca computadora de muñeca, a un reloj tradicional ofreciendo la apariencia de estatus social que brindan Rolex, Omega, Breitling, Tag Heuer, entre otras marcas de lujo en el mercado.

Apple ha tenido la visión de congeniar esa cualidad con la tecnología personal y hacer más útil un producto tradicional, cuyos únicos avances en más de un siglo fueron el cronómetro y que se pudiera sumergir a 200 metros de profundidad, detalles irrelevantes para el usuario común. El nuevo Watch permitirá mayor conexión a internet, correo personal, hacer llamadas, jugar, descargar apps, mapas, gps, manejar electrodomésticos a distancia, así como medir el nivel de azúcar en la sangre y desarrollar un programa de ejercicios físicos para perder las calorías acumuladas.

Sin embargo, en esa mayor intimidad y personalización que permite la tecnología “wearable”, radica una amenaza insalvable para el usuario: Mayor invasión de la privacidad. Los datos que el reloj registre, de subir a la nube digital o iCloud, podrán ser utilizados para saturar de publicidad farmacéutica al usuario o, hasta en un futuro, para que las aseguradoras rechacen ofrecer una póliza de vida y las prestadoras de salud aumenten las primas a todo aquel que no cumpla con los ejercicios físicos o compre más carnes rojas que frutas y verduras.

En respuesta a estas amenazas y preocupaciones, a tiempo con los nuevos productos que irrumpen en el mercado, esta semana los rivales Apple y Google quisieron vender confianza y tranquilidad. Apple, con su sistema operativo móvil iOS 8, y Google, con el sistema de sus próximos Androids, anunciaron que solo venden productos, que los datos personales de los usuarios en sus dispositivos estarán encriptados, lo que ni siquiera les permitirá acceder a ellos o, por supuesto, entregarlos a la justicia y a la policía por más orden de cateo que exista.

Estas precauciones por mayor seguridad dan respuesta a la desconfianza que se generó hace semanas con el robo masivo de fotografías de actrices del iCloud y, en especial, a las críticas que las todas compañías digitales recibieron por colaborar subrepticiamente con el gobierno estadounidense entregándole los datos personales de sus clientes.

Más allá de las ventajas y riesgos que deben contemplarse con el uso de los nuevos aparatos inteligentes, vale resaltar la enorme evolución de las tecnologías portátiles y la ventaja de Apple sobre otros “wearables” como los “glasses” de Google, que no lograron ser tan relevantes o adecuarse a las nuevas exigencias de los consumidores: Mayor conexión y mejor calidad de vida.

Aquellas exigencias, en cambio, fueron las que el visionario fundador de Apple descubrió antes de tiempo, de ahí su éxito. Por eso cuando murió en 2011, en las redes sociales se evocó repetidamente a las tres manzanas que revolucionaron a la humanidad: la de Adán y Eva, la de Isaac Newton y la de Steve Jobs. 

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...