Sobre tres grandes luchas se debatió esta semana en la asamblea de
Naciones Unidas: Contra el terrorismo internacional, el virus del ébola y el
cambio climático.
Las dos primeras batallas son difíciles pero tangibles, de ahí que por
los acuerdos y consensos alcanzados sobre acciones inmediatas, se pronostique
éxito a corto o mediano plazo. En cuanto a la protección del medio ambiente, la
realidad es muy diferente. Muchos países todavía consideran que el tema es
importante, pero no urgente debido a que los resultados no se verán hasta en la
próxima generación. Aun así, todos los líderes pronunciaron discursos
rimbombantes sobre la necesidad de reducir los gases de efecto invernadero e
invertir en energías renovables.
Si bien el martes hubo tanta demagogia como en pasadas asambleas, vale
destacar que hay algo de mayor conciencia sobre las urgencias. Todos los países
- ricos, emergentes y pobres - coincidieron en dejar de achacarse culpas y
trabajar para que el año próximo en París se alcance un tratado con prácticas y
objetivos comunes para reducir los gases contaminantes.
Los gobiernos no hubieran conseguido este avance a no ser por la
presión que ejerció la sociedad civil. En el Central Park de Nueva York el
domingo desfilaron 300 mil personas, una de las 2.700 marchas que se
contagiaron en 158 países. Y también porque el secretario general de la ONU,
Ban Ki-moon, advirtió la demagogia y reclamó cambios: “No estamos aquí para
hablar sino para actuar”.
Ya nadie quiere escuchar discursos sino ver acciones concretas.
Tampoco que gobiernos y científicos con intereses mezquinos emitan informes
sobre que el cambio climático es un proceso normal del universo, así como las
tabacaleras se pasaron décadas negando que el cigarrillo cause cáncer. Los
datos son contundentes. En 2013 las emisiones de combustibles fósiles
aumentaron 2,3% alcanzando un récord de 36 mil millones de toneladas de dióxido
de carbono. Este año el porcentaje será mayor.
A una tasa anual de 40 mil millones de toneladas liberadas al año, en
menos de una generación se llegaría al tope de 1.200 que puede soportar la
Tierra antes de que suba la temperatura dos grados centígrado y las consecuencias
sean catastróficas. El último informe del Panel Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático pronosticó que en este siglo la degradación
irreversible del ecosistema desplazará a millones de personas, generándose
conflictos y guerras.
El gobierno de EEUU ya admitió culpas y responsabilidades. El estudio
“Evaluación Nacional del Clima” realizado por 300 científicos, demostró los
problemas actuales que afectan al país, entre ellos, desastres meteorológicos,
cambios en la agricultura y en el nivel del mar y mayor número de enfermedades.
Ahora se espera que China, el mayor contaminador con el 28% de las emisiones del
planeta, e India, el cuarto después de EEUU y la Unión Europea, se comprometan a
descontaminar, pese a que teman una desaceleración de sus economías.
Más allá de los gobiernos, las empresas de transporte y constructores de
automóviles también se comprometieron a sustituir gasolina por electricidad y las
petroleras a reducir las emisiones de metano.
La sustitución de energías fósiles por las renovables, eólica y solar,
se apunta como la alternativa más eficiente y factible, y en esa práctica
Alemania, España y Brasil, están adelantados. Sin embargo, para contagiar al
resto, todavía falta demostrar que las energías renovables son redituables en
comparación con el carbón, siempre barato y accesible.
La respuesta puede encontrarse en “La nueva economía del clima”, reciente
informe del Fondo Monetario Internacional y la Universidad de Bolonia. No habla
de sustitución de energías, sino de reemplazo de impuestos. Que los países impongan
cargas tributarias caras a la tonelada de emanación por carbón y que, al mismo
tiempo, reduzcan otros impuestos como el de las ganancias. Considera que así, a
la vez que se incentive la sustitución de energías, la mayor cantidad de dinero
circulante proporcionaría beneficios adicionales para el crecimiento del país.
1 comentario:
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