abril 06, 2015

Cuba: la fruta prohibida

Cuba es una isla, con el agravante de que el comunismo castrista y el embargo estadounidense la aislaron aún más en los últimos 50 años. Sin embargo, las nuevas relaciones con el gobierno de Barack Obama la han proyectado como la fruta prohibida que todos quieren saborear.

Los beneficios y desventajas del aislamiento de la sociedad cubana dependen del observador. El extranjero la ve como una sociedad oprimida, fracasada y pobre. El gobierno cubano la muestra impoluta, con buena salud, alfabetizada y sin las imperfecciones que atrae el capital: narcotráfico, criminalidad y consumismo alienado.

No obstante, para que Cuba se integre y sea continental, el camino está lleno de piedras. Las más grandes tienen que ver con un sistema político que no se concibe fuera del monopolio del Estado; cuya Constitución no reconoce las libertades del individuo, sean de asociación, reunión o de expresión.

Otras trabas son de orden económico, por más que hace tiempo Raúl Castro esté lidiando con reformas económicas que no terminan de cuajar. Cree en abrir el mercado, pero manteniendo el férreo control estatal, desconociendo que se necesita un sector privado vigoroso y libre para alcanzar competencia e innovación.

Cuba prefiere el sistema chino, con un capitalismo controlado y sin libertades políticas, tal como Beijing lo viene demostrando y lo confirmó con Hong Kong. Hasta para lograr esto, los Castro tendrán que confiar el cuentapropismo a sus ciudadanos y que varias compañías privadas peleen por el mercado. Un mal ejemplo lo ofrece la primera telefónica que desembarcó en esta nueva era. Es única y debe trabajar en sociedad con la estatal e ineficiente Etecsa. Sin competencia, las tarifas serán caras, el desarrollo escaso y no se avizora buen futuro para el internet como pretende la ONU; que la conexión en los hogares sea del 50% para 2020, del 4% actual. Una quimera.

En el terreno político las esperanzas son menores. Cuba no está ofreciendo multipartidismo, elecciones libres ni libertad de reunión ni de expresión. Esto representa un gran desafío para el Congreso de EEUU que debe ser coherente con sus políticas y sanciones, pese a los anuncios de Obama de abrir embajadas y considerar retirar a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo.

El problema es que Cuba fue y sigue siendo una cárcel. Solo a un puñado de personas se les permite entrar y salir; hasta los “embajadores” – músicos, bailarines, deportistas – suelen desertar. La diáspora cubana está compuesta por los movimientos Peter Pan y Mariel, la lotería de visas de EEUU que beneficia a 20 mil personas por año, los que escaparon en balsas improvisadas a través del Estrecho de la Florida y los miles que murieron en el intento.

Este desgarro no permite a los cubanoamericanos olvidar el pasado, aunque empiezan a acostumbrarse a la idea de una Cuba libre. Una encuesta conocida esta semana muestra que el apoyo de los cubanoamericanos saltó del 48% en diciembre, apenas se anunció el acuerdo político, al 69% actual. Los mayores de 65 años, aquellos que optaron por irse o fueron expulsados apenas Fidel Castro bajó de la Sierra Maestra, son los más resistentes al cambio. Sin embargo, la mayoría no quiere ni viajar ni invertir en la isla hasta que los Castro no hayan desaparecido. Nadie confía.

Las conversaciones de esta semana entre funcionarios de ambos países estuvieron enfocadas en las violaciones a los derechos humanos. A ninguno le fue bien. EEUU no consigue promesas de apertura y Cuba insiste en su estrategia de reciprocidad. Quiere que EEUU reconozca sus propias violaciones, sin entender que lo que está en juego es la transparencia. En EEUU todo es público y a debate, gracias a un periodismo libre, una sociedad acostumbrada a la autocrítica y a que se acepta la protesta y la rebelión. El problema en Cuba es el secretismo, la censura y que no se acepte la supervisión internacional sobre los derechos humanos.

La VII Cumbre de las Américas en Panamá servirá de termómetro. Habrá que observar si Raúl juega con sus aliados y quiere mantenerse como la fruta prohibida que le dio tantos réditos políticos externos como miseria interna o si, fiel a los acuerdos con Obama, anunciará reformas políticas para insertarse en el continente. Ya no tiene excusas. Es hora de definiciones. 

abril 02, 2015

Silencio cómplice sobre Venezuela

Hace rato que la democracia dejó de ser real en Venezuela; solo existe en apariencias. El régimen de Nicolás Maduro mantiene los procesos electorales y se aferra a su discurso antiimperialista para distraer la atención sobre la creciente inestabilidad.

Con elecciones y retórica, sin embargo, no le alcanza para esconder lo obvio: Violaciones sistemáticas a los derechos humanos, Congreso inoperante, Justicia incautada y opresión de las libertades políticas y de expresión; todo esto sumado a la desorientación del venezolano que se ve cada vez más reflejado en la miseria cubana.

Pese a todo, Maduro, así como su antecesor, se las ha ingeniado para comprar silencio. Generó censura y autocensura a fuerza de denunciar conspiraciones y golpes de Estado. Es que el silencio es para el chavismo parte esencial de su política de comunicación. Quienes desafían al régimen a nivel interno terminan golpeados, perseguidos, encarcelados y hasta denunciados y controlados por las milicias populares. Hacia afuera, su dispendiosa generosidad petrolera le ganó aliados, mientras el Alba, Unasur, Celac y Petro Caribe, organismos creados a imagen y semejanza, le sirvieron de autodefensa.

Muy pocos se atreven a criticar abiertamente a Maduro por estas razones, las mismas que supo aupar Fidel Castro por más de medio siglo. Pero está visto que Maduro no es Hugo Chávez ni Raúl es Fidel, de ahí que hasta los intelectuales de izquierda estén cautos y a la expectativa de lo que pase. Todos pueden celebrar cierta retórica antiyanqui, como la disparó en estos días el presidente ecuatoriano Rafael Correa, pero nadie puede justificar que los alcaldes opositores Leopoldo López, Antonio Ledesma y Daniel Ceballos sigan presos por rebelión y conspiración.

Los ruidos en contra de Maduro son cada vez más fuertes. Esta semana cosechó varios de importancia, como la del premio Nobel, Mario Vargas Llosa, quien arremetió contra los gobiernos más democráticos de la región, por guardar el mismo silencio que aquellos aliados del chavismo. Pero la voz más decidida surgió en España, cuando Felipe González anunció que asumía la defensa de López y Ledezma.

La decisión de González apareció en el momento justo. Desorientó a Maduro que por semanas ya venía construyendo toda una batahola contra el gobierno de Barack Obama tras haber sancionado a siete autoridades venezolanas por violación a los derechos humanos. Ingenioso con las palabras rimbombantes, Maduro aprovechó el “bad timing” de EEUU para petardear el protagonismo que Obama y Castro tendrían en la próxima Cumbre de las Américas en Panamá, después de que ambos países reiniciaron las relaciones diplomáticas.

Además de desencajar a Maduro, lo de González sirvió para marcarle la cancha a los gobernantes latinoamericanos y crearle, al menos, cierta vergüenza pública por no criticar el totalitarismo cada vez más arraigado en Venezuela. Y pese a que el ex presidente colombiano, Ernesto Samper, ahora al frente del Unasur, siga criticando a EEUU por su injerencia en asuntos internos, todo gobernante sabe que las violaciones a los derechos humanos deben denunciarse aquí y en la china, porque escapan a temas de soberanía nacional como lo indican los tratados internacionales.

Es por demás sabido que EEUU, con sus políticas expresas y sus omisiones, es responsable de muchos desmanes así como de grandes avances en América Latina. Pero en este caso de las sanciones, es innegable que se ha convertido en una gran voz y la única de un gobierno en ejercicio para criticar y actuar en contra de los violadores de derechos humanos. Y aunque ahora el proceso parezca tortuoso, en el futuro, cuando se lea la historia, se podrá diferenciar a quienes quedaron callados de los que sintieron la responsabilidad de denunciar.

Además de lo meritorio por asumir la defensa de presos políticos, lo de González es relevante porque ilumina el deterioro democrático de Venezuela. Anima a muchos a salir al ruedo; pero, principalmente, aísla aún más a Maduro, que había aprovechado las sanciones de Obama para retomar las banderas del nacionalismo, realizar ejercicios militares y, lo más peligroso, legislar de espaldas al Congreso mediante una “ley habilitante antiimperialista” con la que volverá a limitar a la Justicia y controlar todavía más a los ciudadanos venezolanos. 

marzo 22, 2015

Supermujeres

Atribulada por la corrupción galopante, las protestas sociales y la caída precipitosa de popularidad, Dilma Rousseff se desdibujó como la heroína que podía catapultar el papel de la mujer brasileña a otras alturas.

Su historia de joven revolucionaria, sufrida por las torturas y conquistadora de multitudes, era buen precedente, pero ahora resulta insuficiente. A no ser que revolucione con leyes anticorrupción más estrictas y encarcele a todos los corruptos que deambulan la órbita del poder, Dilma difícilmente podrá reivindicarse como líder y a su género.

Una lástima. La trituradora de la política ha debilitado su liderazgo en la lucha contra la violencia de género. Como en muchos otros países, tal el caso de Guatemala, India y México, donde los feminicidios son cosa de todos los días, Brasil tampoco es paraíso para las mujeres. Cada 90 minutos una es víctima de violencia.

Todo esto, pese a que semanas atrás, cuando Madonna denunciaba a capa y espada que “las mujeres seguimos siendo el grupo más marginal” y que “los derechos de los gais han progresado más” que el de las mujeres, en Brasil se aprobaba una ley importante, que considera un agravante el homicidio por violencia de género, elevando las penas a 30 años de cárcel.

Madonna, más allá de las controversias que desata, es una de estas supermujeres que constantemente reivindica el papel de sus pares en la sociedad. Pero no todas lo pueden hacer como ella desde posiciones privilegiadas. Muchas lo hacen como amas de casa o madres, para quienes no hay premios ni reconocimientos; como monjas de clausura incomprendidas; o como periodistas, científicas o ejecutivas con mayor capacidad que los hombres, pero por menos paga, como lo reclamó ovacionada la actriz Patricia Arquette en la gala de los premios Oscar.

Confieso que no me generan tanta admiración una ejecutiva o una premio Nobel como aquellas más vulnerables que se exponen a las arbitrariedades. Como una refugiada que deja todo con tal de salvar a sus hijos de una guerra; como la ama de casa pobre que con esfuerzo cose para afuera; como aquella que sigue los pasos de la Madre Teresa a favor de pobres y enfermos; o como Dilma y tantas otras, que no tuvieron más remedio que sobreponerse a su desgraciado destino y pelear contra la opresión.

Muchas son las heroínas que se la juegan a diario. Cinco de ellas están en China, todavía encarceladas desde que el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, quisieron lanzar una campaña con folletos y pegatinas en contra del acoso sexual en el transporte público. Las procesaron acusándolas de “provocar disturbios”, cuando solo pretendían crear conciencia pública sobre este tipo de abusos que en India, y en varias ciudades de Latinoamérica, suelen alcanzar el grado de violación y asesinato. La desproporción de fuerzas fue un mensaje. Las autoridades quisieron silenciar a una minoría política que busca crear una ley contra la violencia doméstica y el acoso sexual, y evitar así que la mala imagen de China se propague por doquier.

En América Latina también existen supermujeres que deben luchar contra la opresión diaria. Una de ellas es la periodista cubana Yoani Sánchez cuya imagen humilde y frágil a primera vista, esconde la determinación y valentía con la que se opuso al régimen castrista, combatió la censura y se sobrepuso a los golpes y al desprestigio cotidiano. Una heroína que se abrió paso con su pluma y sus gritos por libertad en su blog Generación Y y en 14ymedio, el primer diario digital estructurado e independiente.

Cuando uno da nombres y ejemplos, corre el riesgo de omitir muchos. En mi caso sería injusto que no reconociera a quien considero mis dos supermujeres, quienes más me han influenciado y que hicieron y hacen una diferencia en mi mundo: Mi madre y mi esposa.

A mi mamá la Tota le debo lo que soy;  hace mucho que se fue, pero su espíritu vive sin tiempo ni espacio en todo mí ser. A mi esposa Graciela, después de 30 años de casados, cumplidos este 20 de marzo, le debo todo lo demás: Nuestros hijos, lo que ellos son y lo que yo aprendí a ser. Esa es su obra más generosa, sin egoísmos, habiendo postergado sus sueños personales para abrazar los nuestros. A ambas les estaré siempre en deuda y muy agradecido. 

marzo 20, 2015

Ingenuidad política de EEUU: Venezuela revivió

Es difícil no enojarse con las políticas de EEUU que muchas veces han pecado por ser bruscas y otras veces por ingenuas o, al menos, que no tengan el timing adecuado, transformándose en desacertadas por decir lo mínimo.

Sin dudas un nuevo caso es el de haber declarado a Venezuela una amenaza para la seguridad nacional. Si bien EEUU puede tener las justificaciones para sancionar a siete funcionarios venezolanos por violación a los derechos humanos, y que haya tenido que técnicamente usar una ley que exige la figura de la amenaza a la seguridad nacional para explicar el porqué de las sanciones, lo que quedó en el ambiente es que la política exterior estadounidense ha desaprovechado el viento de cola que traía con las nuevas relaciones diplomáticas con Cuba.

EEUU estaba en inmejorable posición para llegar a la VII Cumbre de las Américas que se celebrará el 11 de abril en Panamá, tras el anuncio y las posteriores negociaciones con Cuba sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países. El repentino anuncio hecho por Barack Obama y Raúl Castro al unísono el 17 de diciembre, de golpe y porrazo dejó a Venezuela y su mandamás, Nicolás Maduro, totalmente descolocado. Entonces pareció ser una obra maestra de la política estadounidense, obligando a un cambio de paradigmas en la geopolítica del continente americano.

Pero así como aquella decisión tuvo un golpe de efecto virtuoso y asomaba como un hito que replantearía la agenda menos antiimperialista de todas las Cumbres de las Américas anteriores, el bad timing de las medidas anunciadas contra Venezuela, retrotraen la agenda a la situación de entonces.

Aunque las sanciones contra los siete funcionarios pueden estar justificadas, los funcionarios de la política exterior estadounidense tendrán que esforzarse al máximo para neutralizar la propaganda de Maduro. Ni lerdo ni perezoso, era fácil advertir que volvería al ruedo internacional con la parafernalia propagandística del chavismo que tantos éxitos le dio en el pasado para desviar la atención sobre sus problemas internos galopantes: inflación, desempleo, escasez, violencia e inseguridad, por hablar de algunos.


EEUU le dio suero y vida a un Maduro que estaba en terapia intensiva. Maduro irá renovado a la Cumbre, encumbrado, además, por un montón de líderes regionales que si bien antes mantuvieron silencio por la situación antidemocrática en Venezuela, ahora se verán obligados a declarar su apoyo al régimen.  Y aunque todo parezca un acto de gran hipocresía, EEUU empoderó esta situación.    

marzo 15, 2015

La dualidad del internet: Para el bien y para el mal

Es difícil no estar agradecidos y frustrados al mismo tiempo con el internet y las redes sociales. Es que la web empoderó más libertades, pero también se transformó en una herramienta para la censura y el sometimiento.
En esta época digital, pareciera que todo tuviera la misma relevancia. Tanto da una selfie que se sacaron los jugadores de Boca para festejar un gol que viralizaron por Twitter, que los sanguinarios del Estado Islámico muestren por YouTube como arrojan homosexuales desde azoteas o que el presidente venezolano Nicolás Maduro haya detenido y procesado a siete tuiteros por criticar a su régimen.
Habrá que aprender a convivir con esta dualidad del internet y lidiar caso por caso sin caer en glorificarlo o condenarlo en forma general. Sobre la base de reencontrarnos con amigos de la infancia, acudir marchas de protesta, firmar peticiones, informarse y saberse vigilados o insultados, hemos aprendido que el mundo digital y sus redes son un medio nada más y que pueden usarse para el bien o para el mal.
Esta dualidad se vio plasmada en un caso concreto de la reciente reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa en Panamá. Claudia Gurisatti y Johnattan Balincieri de NTN24, explicaron cómo debieron lidiar con la censura cuando Maduro los expulsó de Venezuela. Lejos de amilanarse, NTN24 siguió informando a través de sitios web y redes sociales. Una y otra vez fueron bloqueados y censurados, pero con creatividad y tesón supieron resistir. Así, la cadena internacional no dejó de informar a los venezolanos.
A esta calidad dual del internet, que de igual forma sirve para censurar como para burlar la censura, el uruguayo Claudio Paolillo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP la definió como el cuchillo de dos filos. Sirve para cortar un buen bistec como para coartar las libertades.
En todos los países se cuecen habas. En EEUU tal vez es donde más se ha notado como el internet ha cambiado la forma de hacer negocios y política. Los shopping Center han perdido gran parte de la clientela que ahora, más selectiva, prefiere comprar a través de Amazon que en Banana Republic. Y, por otro lado, la política ya no será igual. Barack Obama mostró el camino. Ningún candidato puede obviar el uso de las redes sociales para ganar elecciones; aunque también se observó a este gobierno manipular a Facebook e Instagram, para vigilar a los usuarios,  violentando datos y el derecho de los ciudadanos a la privacidad.
En su nuevo libro “La Nueva Censura: La batalla global por la libertad de prensa”, Joel Simon del Comité de Protección para Periodistas argumenta que nunca antes se habían visto tantas amenazas al trabajo de los reporteros. En esta era digital, se enfoca más en las amenazas que provienen de gobiernos elegidos en las urnas pero con rango de autoritarios, a los que llama “democratators” – Maduro y Rafael Correa entran en este rango - que se dedican a censurar, espiar, bloquear y perseguir a sus críticos por internet y redes sociales.
Cuba es un caso concreto de esta práctica vil de censura de Estado. Fue denunciado de manera peculiar este 12 de marzo cuando se celebró el Día Mundial contra la Censura en Internet. La organización Reporteros sin Fronteras puso en marcha su operación “Libertad colateral”, creando espejos de páginas webs en la nube digital para que todo el mundo pueda acceder a los sitios censurados. Yoani Sánchez, la famosa bloguera cubana dijo en la reunión de la SIP, que si bien el internet la ha liberado, también le ha servido al gobierno para rastrearla mejor, así como para perseguir y encarcelar a muchos de sus compatriotas internautas.
El internet ha traído historias de éxitos y fracasos. Desde el sitio Ipaidabribe en India para que los usuarios denuncien a funcionarios que sobornan o el de la periodista mexicana María del Rosario Fuentes, quien sigue desaparecida desde octubre pasado. Desafió a los narcotraficantes informando sobre sus actividades en su página de Facebook “Valor de Tamulipas”, denuncias que los medios tradicionales no se animaban a delatar por temor a las represalias.
Esto comprueba que el internet no es bueno o malo en sí mismo; sino que, como cualquier otro medio de comunicación, es una herramienta que puede usarse para el bien o para el mal. 

marzo 10, 2015

Libertad de prensa en las Américas

Al terminar este lunes las deliberaciones de la Sociedad Interamericana de Prensa en Panamá, quedó un mensaje para la Cumbre de las Américas que se celebrará en abril próximo: Las democracias, para que se precien de tal, necesitan ofrecer una alta dosis de libertad individual a sus ciudadanos y garantizar libertad de prensa y expresión.

Será la primera vez que Barack Obama y Raúl Castro se sentarán en una misma mesa; cruzarán miradas y estrecharán manos sin condicionamientos ideológicos ni diplomáticos. No obstante el optimismo, la SIP insistirá que el acuerdo político-económico será en vano si el gobierno de los Castro sigue golpeando, deteniendo y encarcelando a quienes expresen sus opiniones o debatan por internet.

La reunión de abril, para que se precie de Cumbre, tendrá que lidiar sobre desarrollo sostenible, pobreza, falta de agua, narcotráfico, procesos políticos insostenibles, como el de Venezuela, y sobre el renovado papel que tendrá que jugar una Organización de Estados Americanos más eficiente y ágil. Pero tampoco podrá desconocer que el continente está retrocediendo a pasos agigantados en materia de libertad de prensa y de expresión vulnerándose la esencia misma de la democracia.

Para este lunes, la SIP habrá señalado que la violencia contra periodistas, medios de comunicación y usuarios de redes sociales conspira contra las libertades que deben resguardarse en una democracia. La ineficiencia de los sistemas de protección de periodistas y el asesinato de siete en los últimos tres meses, en Colombia, Honduras, México y Perú, además de la impunidad que rodean a crímenes anteriores – solo en Colombia prescribieron cuatro casos en 2014 y tres más lo harán este año – demuestran el retroceso.

No solo los periodistas están sufriendo represalias físicas y presiones legales-judiciales. En Venezuela el gobierno de Nicolás Maduro procesó y detuvo a siete usuarios de Twitter por violentar la seguridad nacional, es decir por hablar mal del Presidente. En Ecuador, Rafael Correa hizo cerrar cinco cuentas de Twitter y varias en Facebook porque los usuarios osaron reírse y burlarse del gobierno.

En México fue peor, el crimen organizado asesinó a una usuaria de Facebook porque denunció actividades del narcotráfico. Algo que los medios tradicionales y periodistas obvian y se autocensuran para evitar seguir siendo blanco, en un país que el Estado es poco eficiente para controlar tanta violencia.

En materia de internet la SIP ha puesto el grito en el cielo. Cada vez es más palpable el uso que le dan los gobiernos - EEUU, Canadá, Colombia, Argentina, Venezuela, Panamá y Ecuador - para restringir las libertades individuales más que para empoderar a los ciudadanos. Las potenciales amenazas del terrorismo, que en la mayoría de los casos se usa como excusa para vigilar a los ciudadanos, han servido a los gobiernos para crear intrincados sistemas de espionaje con la intención de vigilar ciudadanos, neutralizar denuncias de periodistas y detener estrategias de los políticos de oposición.

En la Cumbre de las Américas tampoco será bueno que los casos de Dilma Rousseff y Petrobras en Brasil o la interminable lista de Amado Bodou en Argentina eviten que se vea el bosque de la corrupción cultural y casi generalizada. Muchos gobiernos siguen usando los dineros del Estado como propios, viven haciendo propaganda de sus actos como si vivieran en procesos electorales continuos y el dinero para viviendas y salud lo siguen derrochando en clientelismo para llenar narcisistas actos partidarios.     

La Cumbre deberá revisar varios casos de democracias que no son tales y que pasan debajo del radar por el espejismo de vivir en elección tras elección. Venezuela es el caso más patético de cómo estos procesos le permiten al gobierno sobrevivir, escondiendo engaños y restricciones.

Sin embargo, es Ecuador el país al que se debiera ponerle mayor atención. Correa ha creado una ley de Comunicación con la que legitima la censura. En un par de meses ha extendido 37 procesos y sanciones económicas a medios, periodistas y usuarios de internet. Mandó a cerrar dos radios y cuentas de usuarios en redes sociales. Su tendencia medieval a censurar a sus críticos no tiene fin y es una tendencia que tenderá a agravarse en el futuro inmediato. 

marzo 01, 2015

Francisco y el narcotráfico

Cayeron mal en México las palabras del papa Francisco sobre que “ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización”, refiriéndose al avance violento del narcotráfico en Argentina. El gobierno de Enrique Peña Nieto las consideró una estigmatización injusta.
Años atrás el mismo dolor sintió el gobierno de Colombia cuando el periodismo internacional temía la “colombianización” de México, advirtiendo que la violencia de los carteles de Cali y Medellín se estaba expandiendo a Guerrero y Tamaulipas. Cuarenta mil asesinatos de mexicanos después, aquella estigmatización solo fue un crudo diagnóstico.
Los prejuicios y comparaciones duelen por odiosas, pero no se puede desconocer la realidad. Aún más, el papa Francisco hubiera acertado si se refería a toda Latinoamérica y no solo a Argentina, ya que el narcotráfico ha convertido al continente en el más letal del mundo.
Francisco, en realidad, solo citaba el “terror” que los obispos mexicanos dicen se vive en su país cada vez más infiltrado por el narcotráfico, y que se ha apoderado de todos los sectores y estratos, así como lo estuvo Colombia cuando las mafias dominaban, compraban conciencias, elecciones y asientos en congresos, tribunales y alcaldías. Pablo Escobar fue capo y diputado, y jefes de carteles de menor o mayor calibre que él, lamentablemente hoy forman parte de los poderes públicos de muchos países latinoamericanos.
El problema es que muchos se han acostumbrado a que el narco sea parte del paisaje; está institucionalizado. Por ello las denuncias contra el presidente del Congreso de Venezuela, Diosdado Cabello, de que sería el jefe del cartel de los Soles no causaron más que algunos titulares de ocasión.
Denuncias graves parecidas en Bolivia y Perú o sobre elecciones financiadas por el narco en Ecuador, también pasaron desapercibidas. Es que el narco se ha extendido y arraigado en el sistema y creado tácticas de autoprotección. Por eso en ese laberinto de la narcopolítica pocos se atreven a denunciar, y los que lo hacen, políticos, fiscales y periodistas, terminan asesinados y sus crímenes en total impunidad.
Un caso pavoroso que describe esta narcopolítica ocurrió en Paraguay. Se sabía que el epicentro mafioso estaba en Ciudad del Este, pero de tanta inacción del Estado, el narco fue corrompiendo otras zonas de la política nacional. De ejemplo sirve el asesinato del periodista Pablo Medina en octubre pasado, que después de denunciar a un alcalde por narcotraficante, le descerrajaron a tiros la cabeza. Tras determinar que el alcalde era el autor intelectual, la policía requisó de su domicilio toneladas de marihuana, parte de ella camuflada en una ambulancia del hospital público que usaba para distribuirla. Finalmente el alcalde escapó, protegido por policías y otras autoridades que acostumbraban a recibir bonos y beneficios.
No todo son batallas perdidas. El gobierno mexicano viene gastando mucho presupuesto y aportando muchas víctimas contra el narcotráfico, y sin ello la realidad podría ser más oscura. Colombia también se alió al gobierno de EEUU que, admitiendo culpas por generar la mayor demanda de drogas, aportó millones que sirvieron para sanear en parte la política y que el tráfico de drogas quede circunscripto al accionar de guerrilleros y paramilitares.
En este contexto, se avecina ahora el mayor reto de los colombianos para desprenderse aún más de su pasado. Si el proceso de paz entre el gobierno y las FARC se concreta, no hay dudas que los guerrilleros dejarán las armas y se insertarán en la vida política, pero habrá que ver en que manos quedará el negocio millonario del narcotráfico que les ha permitido costear por décadas su ideología.
Medellín es claro ejemplo de batallas ganadas. Después de ser la ciudad más violenta del mundo en la época de Escobar, se ha transformado en capital de la innovación y la tecnología al provecho de sus ciudadanos. Y hoy poco les importa que su pasado siga creando estigmatizaciones y que a la ciudad de Rosario se la conozca como la “Medellín argentina”.
Es entendible que se le reclame a Francisco por la estigmatización incómoda creada entre mexicanos y argentinos. Pero sería una pena que ambos gobiernos se ensañen contra el mensajero, en vez de actuar en contra del narcotráfico. 

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...