julio 27, 2015

París verde = Oportunidad histórica

El futuro de nuestro planeta está en manos de todos, pero bajo la decisión de unos pocos. Será en la cumbre de cambio climático de diciembre en Paris cuando los gobiernos tendrán la responsabilidad de que la Tierra deje de ser “un inmenso depósito de porquerías” como denunció el papa Francisco. 

La deuda ecológica es grave. De persistir el nivel de contaminación actual, la temperatura sobrepasará los dos grados centígrados de calentamiento en este siglo; y las consecuencias se perfilan devastadoras. Los científicos auguran que un grado adicional potenciará desastres naturales, extinción de especies y escasez de alimentos, agua y energía.

Francisco va mucho más allá y advierte en su encíclica verde, Alabado Seas - cuyo nombre está inspirado en el Cántico de las Criaturas de Francisco de Asís y en la que conjuga las dos pasiones del santo, amor por la pobreza y la naturaleza – que la falta de cuidado medioambiental derivará en mayor miseria, más guerras y menos vidas.

No es casualidad que haya lanzado este documento meses antes de la cumbre de Paris donde deberá firmarse un acuerdo mundial obligatorio para reemplazar al fracasado de Kioto, un manojo de voluntades y buenos deseos. Francisco desafió a los líderes mundiales, sabedor de que la mayoría apunta a mantener el poder a toda costa con objetivos a corto plazo: “La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”.
En la encíclica Francisco no se presta a dudas sobre si el calentamiento es un problema causado por el hombre o consecuencia de un proceso natural del universo. Acusa a los líderes mundiales por su “debilidad de reacción” y haber sometido la política a los intereses de la economía y la tecnología. A esta “debilidad internacional” la describe como la gran causante de los fracasos de anteriores cumbres sobre medioambiente.
En el documento de 191 páginas, dedicado esta vez no solo a los creyentes, sino de carácter universal, reta a todos los gobiernos, principalmente a lo más a ricos, a actuar con rapidez y tomar decisiones drásticas: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario?”.

Como cualquier novelista que debe presentar su nuevo libro, Francisco tiene una estrategia concreta para machacar por decisiones ecológicas urgentes y hacer a todos responsables. Usará la excelente plataforma del Congreso estadounidense en su viaje de setiembre, así como esta semana convocó a un foro sobre medioambiente en el Vaticano. Frente a 60 alcaldes de todo el mundo, los comprometió a trabajar más allá de lo que hagan los presidentes mundiales. “La Santa Sede o tal país podrán hacer un buen discurso en la ONU, pero si no hay trabajo desde la periferia al centro, no tendrá efecto”, concluyó.

La mayor conciencia ecológica está dando mejores frutos. China, el mayor contaminante con 27% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, después de EEUU con 17.7% y la Unión Europea con 9.9%, anunció este mes un compromiso para descarbonizar su economía. Prometió que para 2030 el 20% de su energía será de fuentes renovables y que reducirá en un 60% su dependencia del carbón.
En coincidencia con el foro del Vaticano, Francia organizó esta semana una Cumbre de las conciencias por el clima. El presidente François Hollande, concluyó que el cuidado del medioambiente es un deber moral y que la reunión de París asoma como oportunidad histórica. Comparó este proceso ecológico con el que se vivió a favor del movimiento por los derechos humanos tras la Segunda Guerra Mundial.
La misma dimensión la dieron 36 premios Nobel a principios de mes reunidos en Alemania: “Si no se revisa nuestra cada vez mayor demanda de alimentos, agua y energía, acabará por sobrepasar la capacidad que tiene la Tierra para satisfacer las necesidades de la humanidad, y llevará a una tragedia humana a gran escala”.
Los acuerdos que se alcancen en París trascienden el verde ecológico. Esta oportunidad histórica e invocación de Francisco por una “solidaridad universal nueva”, servirá para buscar un mayor equilibrio económico, combatir la desigualdad mundial y, sobre todo, para construir más paz. 

julio 20, 2015

Francisco, EEUU y Cuba: Para alquilar balcones

Si el peregrinaje del papa Francisco a tres de los países más inequitativos de América Latina levantó polvaredas, su próxima visita en setiembre a EEUU y Cuba será para alquilar balcones.

Necesitará de toda su pericia para lidiar con dos de los países más disímiles de la Tierra. Cosechará halagos por haber sido el artífice de las reinstauradas relaciones diplomáticas que terminaron de sellar Barack Obama y Raúl Castro, pero también vendrá por otros temas sociales y pastorales, y por varias ovejas descarriadas.

Por un lado tendrá a la rica superpotencia, abanderada de las libertades individuales, pero a cuyo sistema capitalista cuestiona y considera que “no aguanta más” por anteponer el servilismo del dinero a los valores morales. Por el otro, tendrá a uno de los estados más pobres del planeta, comunista y  marcadamente represor, que todavía entiende a la religión “como el opio del pueblo”.

A juzgar por sus enseñanzas en Ecuador, Bolivia y Paraguay, Francisco tendrá dificultades en Cuba para hablar de “tierra, techo y trabajo”, tres derechos que Fidel y Castro nunca han considerado dignos del ser humano o regalos de Dios, sino privilegios que otorga el Estado. Y aunque las autoridades le mostrarán sus logros en salud, educación, deportes, y cierta apertura económica, Francisco apuntará a una Cuba libre, donde no debería haber restricciones políticas y se goce de libertad de culto.

A EEUU llegará en un ambiente polarizado, donde las dos fuerzas políticas, demócrata y republicanas, se juegan el puesto de Obama. Así como sucedió en su viaje a América Latina, los políticos serán selectivos en aprovechar las declaraciones que más les gusten de Francisco y descartarán el resto. La demócrata Hillary Clinton ya se prodiga en elogios a Francisco desde que reclamó que las mujeres deben recibir el mismo salario que los hombres. Y los republicanos querrán mostrar que cinco de sus nominados son católicos, entre ellos, Jeb Bush y Marco Rubio, aunque no comulguen al pie de la letra con el dogma de la Iglesia.

En lo económico y social, Francisco se siente más cómodo del lado de Obama, porque las políticas demócratas están más a favor de los inmigrantes, del medioambiente y de una economía más regulada e igualitaria.

Pero esas posiciones más progresistas de los demócratas también conllevan posiciones antagónicas con la Iglesia. Favorecen, a diferencia de los republicanos, el aborto legal y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La posición más conservadora de los republicanos tampoco es un cheque en blanco a favor de Francisco. No creen que el calentamiento global sea todo atribuible al hombre y prefieren mantener a las armas nucleares como disuasivos para la paz.

Dentro de todo el intríngulis político, los católicos estadounidenses tampoco comparten todas las enseñanzas de la Iglesia. Se trata de una fuerza más tolerante y empoderada por la nueva visión de Francisco, quien ha demostrado mayor tolerancia sobre los derechos de los homosexuales – “quien soy yo para juzgarlos” – los derechos de los divorciados a recibir la Comunión y no es tan rígido en debates sobre si los políticos católicos abiertamente pro aborto deben ser excluidos o sobre el celibato y la mayor participación de la mujer en asuntos religiosos.

Francisco tiene mucha claridad sobre conflictos políticos y no le resultará difícil buscar consensos en temas escabrosos, pese a las luchas intestinas entre demócratas y republicanos sobre medioambiente, inmigración, armas y economía. Aunque si bien Francisco se enfocará en recalcar la necesidad del diálogo para dirimir diferencias, y demostrará sus jalones por el nuevo acuerdo con Cuba - así como el que promovió entre Bolivia y Chile o entre palestinos e israelíes, a cuyos líderes invitó a rezar juntos en el Vaticano – los republicanos sostendrán que el gobierno de los hermanos Castro no es digno de pactos o que se le retire el embargo hasta que deje de violar los derechos humanos.

A poco menos de dos meses de su visita, y aunque se entiende que tiene posiciones pastorales más progresistas que Benedicto VI y Juan Pablo II, el poder de Francisco radica en la incertidumbre de lo que dirá y hará sobre dos sistemas políticos y económicos diametralmente opuestos: comunismo y capitalismo. 

julio 12, 2015

Francisco: Evangelizador, político y activista

Francisco desembarcó en América Latina con un mensaje evangelizador, más que nunca provocador y cargadamente político. Cada gobierno y sector lo interpretó a su gusto y conveniencia.

Como activista empoderó a los pobres y marginados. “No se achiquen”, les dijo, pidiéndoles que se organicen y buscar alternativas creativas para ganar “tierra, techo y trabajo”. Ordenó amar a la pachamama, respondiendo a las atrocidades ecológicas que denunció en su encíclica Laudato si’. Condenó el servilismo al dinero y habló pestes del capitalismo, un sistema que “ya no aguanta”.

Como evangelizador pidió perdón por los crímenes de la Iglesia a los pueblos originarios durante la conquista de América. Reclamó a los católicos a no caer en “el alzheimer espiritual” y retó a otras denominaciones cristianas a no disfrazar evangelización con proselitismo para conseguir fieles.

Como político desafió a Bolivia y Chile a dialogar por la salida al mar, así como antes logró sentar a Cuba y EEUU a la mesa de negociación. Se mostró satisfecho por los avances sociales de los gobiernos de Rafael Correa y Evo Morales, aunque reclamó por el “afán de liderazgos únicos”; pidió alejarse de sectarismos y propuestas cercanas a dictaduras; a no confundir “unidad por uniformidad”; y denunció la merma de libertades, la falta de diálogo y el control desmedido.

Fueron las frases más contundentes y directas en contra de muchos líderes que siguen generando divisiones políticas, excluyendo y persiguiendo a todos aquellos que no comparten su visión de país. Pero creo que a Francisco le faltó ser más directo y frontal, ya que Correa y Morales, más preocupados de que sus aparatos de propaganda aprovecharan cada una de sus frases, ni se dieron por enterados.

Hubiera preferido un Francisco más específico; que denunciara los tres pecados capitales que desangran a Latinoamérica: Abuso de poder, corrupción y clientelismo. Lo hubiera preferido más enérgico y enojado para cantar las cuarenta, de la misma forma cuando diferenció pecados de delitos y sacó a los corruptos del Vaticano o arrojó a los curas pedófilos a la justicia ordinaria.

Que Correa y Morales hicieron más que gobiernos anteriores para reducir la pobreza e incluir a los marginados históricos, es cierto. Pero acaso ¿no es ese el deber de un gobierno? ¿Es que tanto se ha descompuesto el papel del Estado, que hay que alabar a aquel que genera bienestar, desarrollo y bien común, como lo exigen las constituciones y se promete en elecciones?

Correa y Morales, así como otros populistas del peronismo kirchnerista, del orteguismo sandinista y del madurismo chavista, abusan del poder. Se están eternizando a costa de reformas constitucionales retorcidas, elecciones manipuladas, oposición amordazada y justicia secuestrada. Todo ello les permite gobernar con impunidad, pese a la alta dosis de corrupción en la que viven. No se pueden tolerar estas prácticas, justificando que gobiernos de derecha anteriores fueron peores.

Mediante prácticas corruptas disfrazadas de Robin Hood, muchos gobiernos meten la mano en la lata usando fondos de la recaudación impositiva para crear grandes aparatos con los que hacen clientelismo desvergonzado, no obra social. Si esa danza de miles de millones fuera canalizada para crear obra e infraestructura pública, más fácil sería alcanzar ese círculo virtuoso de la economía y lograr el objetivo de “tierra, techo y trabajo” que reclama Francisco.   

El clientelismo no es más que un espejismo de bienestar. A la larga, solo sirve para aceitar maquinarias electorales y redoblar los abusos de poder. Doblan la apuesta pisoteando las libertades de expresión y de prensa, se atribuyen la propiedad de la verdad y usan gigantescos sistemas de propaganda para manipular la opinión pública. 

Ese círculo vicioso en el que se retroalimenta la corrupción fue denunciado esta semana por Leandro Despouy, después de auditar por 12 años al kirchnerismo desde la Auditoría General de la Nación. Puso de ejemplo los programas retorcidos de Sueños Compartidos y Fútbol Para Todos.

Ojalá Francisco cierre su gira en Paraguay con severas críticas a la corrupción y que advierta que en vez de jugar a Robin Hood, los gobiernos tienen la obligación de crear bienestar para todos, sin distinciones. 

julio 06, 2015

Donald Trump: entre México y Charleston

El discurso xenófobo de Donald Trump fue mucho más que un ataque directo a los inmigrantes mexicanos. Fue también un atentado indirecto contra todas las minorías étnicas que conviven e hicieron de EEUU un país plural y diverso.

Sus insultos al calificar de traficantes de drogas y violadores a los mexicanos mientras anunciaba su candidatura a la Presidencia, no cayeron en buen momento. Cortaron de cuajo un debate profundo sobre los símbolos racistas que reflotaron tras la reciente masacre de nueve afroamericanos en una iglesia en Charleston, Carolina del Sur.

Trump es rico, arrogante y boquiabierto, características mediáticas que lo entronaron en la cultura pop estadounidense como al expresivo Cassius Clay o la plástica Kim Kardashian. Hasta ahora, con una lengua sin tapujos y convertido en fiscal social, gozaba de cierta empatía popular para criticar a cualquier candidato que no apoyara el libre mercado o para desafiar a Barack Obama a que muestre su partida de nacimiento.

Pero en su papel de candidato las cosas cambiaron. Pasó de fiscal público a que el público lo fiscalizara. En esta órbita el peso de las palabras tiene mayor peso y le pasaron factura. De ahí que sus insultos, que los lanzó superficialmente como si estuviera en la ficción de reality show El Aprendiz, chocaron con la realidad, con una catarata de desagravios que mellarán su posibilidad electoral y su bolsillo.

Pese a que los sondeos pos insultos realizados por CNN todavía lo mantienen como segundo aspirante detrás de Jeb Bush entre los 13 candidatos republicanos, su error de cálculo le está restando popularidad a futuro. En especial, por una catarata sin fin de censuras y boicots a su imagen y negocios, a la que se suman empresas, celebridades y personas de todos los calibres y colores.

Las cadenas Univisión y NBC fueron las primeras en romper los contratos para la televisación de sus concursos Miss Mundo y Miss Universo. Televisa y el mexicano segundo más rico del mundo, Carlos Slim, también anunciaron la cancelación de negocios con Trump. Casi un millón de firmas obligaron a la cadena de tiendas Macy’s a ser políticamente correcta y dejar de vender sus corbatas y camisas. Y a la batahola de reprimendas del público en Facebook, Twitter e Intagram, se le sumaron desde Jay-Z a Ricky Martin y Shakira. Así como aquel balde de agua helada que todos se echaron por la campaña contra la esclerosis múltiple, nadie quiso perder la oportunidad de despegarse de Trump y sus agravios.

Trump fue poco inteligente. Cerró las puertas de su candidatura al voto hispano que componen 56 millones de personas, la primera minoría del país, y desdeñó la fuerza de una comunidad que junto a la afroamericana y la asiática, aportó 3.400 billones de dólares a la economía en 2014. Difícilmente alguien puede llegar a la Presidencia sin este botín que desvela a demócratas y republicanos por igual, y que sabiamente usó Obama para ganar sus dos presidencias.

Lo más lamentable, sin embargo, es que los insultos de Trump desviaron la atención sobre un rico debate que se había instalado en la sociedad. El racismo, sus símbolos y la tenencia de armas son temas recurrentes en la cultura estadounidense cada vez que un afroamericano es apaleado o peor, como en este caso, que nueve fueron asesinados por Dylan Roof, un blanco al que prefieren llamarlo supremacista y no lo que es: terrorista.

Los feligreses de la iglesia en Charleston ya habían sido testigo de otros desmanes, pero ninguno de esta envergadura, obligándolo a Obama a hablar del racismo que todavía “forma parte del ADN de este país”. Aunque el presidente está construyendo su legado, sabe que varias de sus asignaturas seguirán pendientes y que no logró sepultar los sentimientos racistas.

Tal vez lo único que logró Charleston, es que se haya desterrado de los mástiles oficiales la bandera confederada, esa insignia de emancipación de los estados del sur que se desdibujó en símbolo de esclavitud y superioridad racial adoptado por los supremacistas blancos.

El discurso nacionalista y racista de estos supremacistas como Trump no se compadece con la evolución que EEUU ha demostrado tras elegir al primer presidente negro de su historia. Por eso, así como él lo hace en El Aprendiz, hay que imponerle sus mismas palabras: ¡Está despedido! 

junio 29, 2015

La tecnología: presiones y desafíos

No es fácil tener un medio de comunicación. Hay que sobrevivir a tres tipos de presiones muy agresivas: Política, violencia y digitalización.

Las presiones que plantean los gobiernos y la violencia provocada por grupos mafiosos, entre ellos los narcotraficantes, son ajenas a los medios y, por ende,  incontrolables. Sin embargo, operar en un contexto digital y hacerlo en forma eficiente, es un desafío que depende enteramente del medio.

Adaptarse de una forma rápida y eficiente a la nueva era digital es cuestión de sobrevivencia. Esto no es sólo válido para los medios; todas las industrias, de una u otra manera, están desafiadas por el nuevo contexto tecnológico. Uber le ha movido los cimientos a las empresas de taxis y Airbnb, sin tener un solo hotel, tiene mayor valor que la cadena Hilton que administra más de 14 mil hoteles en todo el mundo.

Es indudable que la tecnología está jugando un papel cada vez más importante en nuestras vidas y en la economía. Whatsapp le ha derrumbado el negocio de los mensajes de texto a las telefónicas, Skype ¡ni hablar! y Facebook, sin vender otra cosa que “likes” y publicidad alcanzó esta semana 236 mil millones de dólares, superando el valor de Walmart, la décima compañía más grande del planeta.

Pocas empresas y medios están adoptando nuevos modelos de negocios que exige el nuevo ecosistema tecnológico. En una conferencia hemisférica de la Sociedad Interamericana de Prensa que concluyó este viernes, con unos 200 ejecutivos de medios de las tres Américas y Europa, junto a funcionarios de Google y Facebook, tratamos de descifrar modelos de negocios que funcionen.

Pese al pesimismo de algunos, la mayoría no ve a la tecnología como un problema, sino como una gran oportunidad. Ya es irrelevante aquella pregunta si se acabará el diario en papel o si YouTube matará a la televisión como la percibimos hoy. Lo importante es que la esencia de los medios, noticias y contenidos, siguen siendo la esencia, aunque hay que aprender a ser más eficiente con las plataformas digitales para llegar a las audiencias. De la misma forma que Netflix no modificó el contenido de las películas, sino la forma en que las alquilamos y consumimos.

El problema de esta época es que no hay un modelo definido que sirva a todos por igual; el negocio está supeditado a la audiencia a la que se sirve. Pro supuesto que hay denominadores comunes y tendencias. La gente prefiere contenidos audiovisuales más que palabras y audio, y consumirlos desde sus teléfonos celulares, no en sus computadoras o medios tradicionales. Nuevos estudios calculan que en tres años, los videos conformarán el 80% del contenido que se trafica y consume en internet, mientras que las redes sociales y la interactividad se intensificarán.

Los medios deben prestar atención a esas tendencias. Ya no pueden pensar en el modelo tradicional de vender publicidad para subsistir o creer que la publicidad digital les salvará. Ni está sucediendo ni sucederá. Tampoco vender contenido se apunta como relevante, ante unas audiencias acostumbradas a la gratuidad de los contenidos.

El nuevo ecosistema exige mayor creatividad. Conocimiento de la audiencia, bancos de datos superlativos, organizar eventos y el e-commerce se consideran modos más eficientes para generar ingresos y monetizar. Para ello los medios tienen que invertir en nuevo personal, joven, creativo y con mayor cultura digital.

Sin embargo, pese a esta nueva realidad, se comprende que la tecnología es solo una plataforma para potenciar el negocio periodístico, pero no puede reemplazar la forma en que se hace periodismo, aunque los robots y algoritmos estén haciendo noticias y contenido a la velocidad de la luz y con calidad, como muestra la revista Forbes.

La esencia del periodismo sigue siendo investigar, fiscalizar a los poderes y contar historias relevantes. Las amenazas que plantean Facebook y Google, es al negocio de distribución y consumo de noticias, pero no a su esencia. La gente sigue detrás de las marcas periodísticas en busca de calidad y confianza.

El desafío, empero, es que los medios deben ser tan eficientes en cuanto a calidad del contenido como en sus modelos de negocio. Deben adaptarse y cambiar. Es la mejor alternativa para sobrevivir. 

junio 23, 2015

Patas largas y propaganda

Al contrario de lo que dice el dicho, en la política la mentira tiene patas largas y, peor aún, no tiene consecuencias. Pero cuando pudiera tenerlas, los gobiernos se apuran a neutralizarlas con más propaganda.

La más descarada fue la de Cristina Kirchner. Anunció que en Argentina la pobreza es del 5%; cifra irrisoria si se la compara con el 40% al que la sitúa un informe reciente de la Universidad Católica Argentina.

Sin vergüenza a la ridiculez, la Presidenta, que emula a Hugo Chávez con tal de ser foco de atención permanente, contrarrestó con anuncios rimbombantes las comparaciones sobre el nivel de vida entre argentinos y alemanes. Aumentó un 30% las asignaciones familiares y el presupuesto de Fútbol para Todos que tiene ahora más dinero que la Secretaría de Cultura. Pan y circo.

La mentira pulula entre los gobiernos y es tema central de “Alabado Sea”, la primera encíclica del papa Francisco sobre la contaminación de la “casa común”. Francisco responsabiliza a los políticos y compañías por “enmascarar” los problemas ambientales, mentir y “manipular la información”, favoreciendo sus intereses por sobre el bien común.

Los ricos, señaló, son más responsables. El sayo le cabe, entre otros, a  Barack Obama. Pese a declamar buenos deseos ambientales, duplicó la explotación de energías fósiles, un atajo oscuro para sanear la economía.

La falta de transparencia atraviesa todo color y nivel de gobierno. Desde el espionaje a ciudadanos que denunció Edward Snowden, a las mentiras de Michel Bachelet para encubrir a su hijo o la propaganda del nicaragüense Daniel Ortega, que cada vez que sus familiares se quedan con un nuevo negocio, ya sea una televisora, una finca o una generadora de electricidad, desvía la atención aumentando los beneficios de los programas Hambre y Usura Cero. Combinación perfecta de nepotismo y clientelismo, adobado con propaganda de alto calibre.

Enmascarar la información, como señala el Papa, es habitual en el gobierno del ecuatoriano Rafael Correa. Su última ficha la consumó esta semana. Logró que un juez adicto a su gobierno, Patricio Pazmiño, sea elegido a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, una institución a la que le declaró la guerra y a la que quiere desaparecer, según sus propias palabras.

Después de una dura batalla mediática en contra del Sistema Interamericano, al que no pudo doblegar, el presidente Correa se apersonó ante la sede de la Corte en Costa Rica y le donó un millón de dólares. A todas luces, se leyó como un soborno político con la intención de comprar un asiento en el tribunal para alcanzar su objetivo de desmantelar el Sistema y para neutralizar cualquier sentencia en su contra, especialmente aquellas sobre causas medioambientales.

Como caballo de Troya, Pazmiño tiene su símil en el juez Eugenio Zaffaroni que el gobierno argentino también logró meter en la Corte. Ambos magistrados, politizados y distantes a la imparcialidad que el cargo requiere, posiblemente seguirán respondiendo a sus gobiernos más que a la Justicia.

La auto alabanza de Cristina y Nicolás Maduro tras recibir un premio de la FAO por la lucha contra el hambre con el que habían galardonado a medio mundo, demuestra que la propaganda es una gran aliada del poder político, por lo que no pueden soslayarse sus efectos y beneficios. Las mentiras repetidas mil veces suelen convertirse en verdades, sostenía Gobbels, el arquitecto del nazismo.

Un estudio divulgado esta semana por la Universidad de California sobre el régimen de Hitler, reveló que la propaganda y la intervención política fueron muy útiles para tapar la realidad y modificar las creencias de la población, especialmente por lo que se inculcó a través de los sistemas educativos y de las organizaciones juveniles.

El problema para los gobiernos es cuando no tienen dinero para gastar en propaganda como los casos de Guatemala y Honduras. Ahí se observa cómo las mentiras tienen patas cortas, como bien reza el dicho, algo que quedó en evidencia con las recientes protestas convocadas en las redes sociales que derivaron en la renuncia de Rosana Baldetti, vicepresidenta guatemalteca.

Por todo esto, la fórmula para detectar cuán corrupto y mentiroso es un gobierno no es nada difícil: Es suficiente con constatar cuán elevado es su gasto en propaganda y autobombo. 

junio 15, 2015

Fútbol, revancha, consuelo y distracciones

Es verdad que el fútbol da revancha. Ese es el sentimiento de varias selecciones latinoamericanas que participan en la Copa América de Chile después de fracasar en el último Mundial de Brasil. Para las favoritas, sin embargo, levantar el trofeo será premio consuelo.

Argentina quiere olvidar que dejó escapar su tercera estrella mundial en el Maracaná; Brasil necesita despejar los fantasmas del 7 a 1 en el Mineirao; Colombia pretende demostrar que su fútbol no es casualidad y Chile codicia, ahora o nunca, su primera Copa relevante sacando pecho de local.

A diferencia de los Mundiales, esos agujeros negros que consumen y paralizan toda la realidad del globo y que hacen que “la mano de Dios”, el cabezazo de Zidane o el mordisco de Suárez sean más trascendentes que un tsunami o un terremoto, la Copa América no tiene ese poder para distraer y tapar la corrupción que envuelve al fútbol y a los países que se dan cita.

Este torneo no tiene la fuerza para que el escándalo FIFA pase desapercibido, menos con asociaciones nacionales tan comprometidas con la corrupción como las de Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela, países que puntean en la lista de  dirigentes y empresarios detenidos por soborno, extorsión y lavado de dinero.

Tampoco esta Copa es tan potente para que las poblaciones se distraigan de sus pesares. El anfitrión Chile, hasta hace poco considerado el país menos corrupto de América Latina, todavía no puede salir de una espiral de podredumbre y beneficios que involucraron al hijo de la Presidenta, a todos los partidos políticos y que obligó a Michel Bachelet a cambiar todo su gabinete.

Dilma Rousseff viene haciendo malabares y lamentando que algunos de sus ministros terminen en la cárcel por desfalco de las arcas públicas. Cristina Kirchner sigue  escapando de acusaciones por malversación, distrayendo con visitas al papa Francisco y dando índices de pobreza menores a los de Alemania y Dinamarca. Y el régimen de Nicolás Maduro sigue consolidándose con autoritarismo, escasez e inflación, además de seguir con su perorata de acusar al imperio por inventar que su presidente del Congreso, Diosdado Cabello, es el jefe narco del Cartel de los Soles.

A la FIFA y a varios gobiernos le fascinaría que este torneo aporte el pan y circo acostumbrado. Pero esta vez no funcionará. Es que la corrupción es epidemia en América Latina y el escándalo FIFA es muy reciente, grande e inolvidable. Además, la institución tiene más flancos débiles. Ahora se le sumaron las críticas por discriminación contra las mujeres, después de que exigió pruebas de género para los países que participan del Mundial Femenino que se juega actualmente en Toronto, como si se tratara de simples controles antidoping. Las mujeres tampoco le perdonan que las discriminen sobre el juego de hombres, haciéndolas jugar sobre césped sintético como aprendices de balón.

La FIFA también tendrá que cambiar sus políticas sobre derechos televisivos del fútbol femenino, ya que la escasa divulgación no está incentivando esta disciplina en todo el mundo, como es potencia en EEUU, Alemania y Noruega. El tema es relevante en un contexto más amplio. En EEUU, un estudio de la Universidad del Sur de California demostró que el deporte femenino solo tuvo un 3.2% de exposición televisiva, porcentaje incluso inferior al 5% registrado en 1989.

Pese a los problemas, esta Copa América tiene varios retos, entre ellos, el de ratificar que los mejores futbolistas están de este lado del mundo y que Chile, Ecuador y Venezuela deben comenzar ya su carrera por los títulos detrás de los 15 y 14 que Uruguay y Argentina obtuvieron de los 43 disputados desde 1917. Sin embargo, el desafío mayor tiene que ver con la globalización y las expectativas. Es que la gente se acostumbró a la calidad del fútbol de equipos, como los del Barcelona, Real Madrid, Manchester City, PSG o el Borussia Dortmund, y espera que el juego de seleccionados esté a la altura.

Si los equipos y las individualidades no dan la talla, si el Messi argentino no juega como el Messi catalán, si Neymar y Alexis no hacen piruetas y golazos, si Falcao y James no la embocan desde fuera del área y si Vidal y Alves no quedan entre los mejores del torneo, la Copa será para olvidar o solo servirá como puesta a punto para las eliminatorias de Rusia 2018. 

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...