agosto 15, 2015

Cuba libre o libre en Cuba

Cuba todavía no es libre; no hay que confundirse. El derecho humano al libre albedrío lo sigue administrando el régimen de los Castro, por más que muestren mejor cara tras la reapertura de relaciones diplomáticas con EE.UU.
La confusión deviene de aquella algarabía que causaron Barack Obama y Raúl Castro cuando el 17 de diciembre anunciaron que reiniciaban relaciones. También por el acto de este viernes, en el que un exultante John Kerry, secretario de Estado, izó la bandera estadounidense en La Habana, enterrando desconfianzas y agresiones mutuas que duraron 54 años.

La esencia misma de la dictadura militar castrista está intacta. Por eso nadie de la disidencia pudo presenciar la ceremonia de Kerry. Los Castro impidieron que sus opositores aprovechen la tribuna. Y el gobierno de Obama se sintió de manos atadas ante las condiciones impuestas. Debió aceptar, además, la furia de los republicanos que creen que Washington dio mucho a cambio de poco o nada.
De todos modos, la discusión entre republicanos y demócratas es de forma. Todos saben que los distintos gobiernos de EEUU jamás dejaron de apoyar a la disidencia interna con ideología y recursos. Su objetivo siempre fue promover la implosión de la revolución. Pero, en el fondo, lo que molesta, es que los Castro se salgan de nuevo con la suya. Consiguieron beneficios económicos para seguir estirando su supervivencia, aunque siguen bloqueando la supervisión de los derechos humanos: Prohíben las libertades de reunión, de expresión y ni hablar de elecciones libres.
Los Castro se muestran inamovibles y tercos en su posición. Del país solo autorizan la salida de los privilegiados, los que reciben permisos y que conforman las delegaciones oficiales. Pero son muchos más los que desertan y escapan, en busca de libertad y toma de decisiones.
Los Castro se regodearon esta semana enviando a cuatro chefs oficiales a Miami. Pero la propaganda sobre los beneficios culinarios de la revolución es insignificante ante los grandes fracasos que denota la falta de libertades. De muestra un botón: En las pasadas semanas, cuatro futbolistas de la selección cubana desertaron mientras jugaban la Copa de Oro y cuatro dentistas cubanos llegaron a Miami vía Colombia, después de desertar de las misiones sanitarias en Venezuela.
Los cubanos siguen escapándose de esa gran prisión todos los días, aunque sus odiseas, por repetidas e institucionalizadas, no concitan la atención que provocó la del Chapo Guzmán. Veinticuatro de ellos llegaron deshidratados esta semana a las costas de Florida en una embarcación precaria; una de las tantas que en los últimos meses trajo a más de tres mil inmigrantes. Otros miles fueron deportados en el intento, por aquella cláusula que no da status de refugiados a quienes no toquen con sus pies tierra firme. Lo más dramático: Se calcula que cientos murieron en el intento.
Quienes no se animan a salir de Cuba pero están descontentos y se manifiestan como tal, no la pasan bien. La tendencia a las detenciones arbitrarias, a los juicios sumarios y a las palizas sigue en alza. Nada se detuvo pese a los nuevos acuerdos diplomáticos. Raúl Castro se esfuerza en demostrar rigor y puño de hierro, de ahí que sostenga que la apertura económica no implica reformas políticas. El comunismo sigue siendo regla y forma de vida.
El doble discurso castrista es elocuente. A los salvavidas económicos que otrora les tiró Rusia, China y recientemente Venezuela, ahora le suma los de EE.UU. Obama, por su parte, insistirá en su propósito de que la economía derruirá a la ideología. Tiene esperanzas de que el Congreso levante el embargo, la última excusa al que los Castro le adjudican la pobreza económica de su régimen.
De nuevo. No hay que confundirse. Cuba libre es por ahora una aspiración y vivir libre en Cuba es solo condición para turistas, privilegiados y miembros del gobierno y del partido. Quien no pertenece a estos grupos y quiere ser libre,  debe remar en la inmensidad del océano o desertar de alguna delegación oficial que le haya tocado en suerte.
Tampoco hay que confundirse. La estrategia que EE.UU. siguió por décadas para conquistar a Cuba nunca funcionó. Este es un nuevo y razonable intento para demostrar que con dólares, y sin soldados, se puede comprar libertad. 

agosto 10, 2015

Clima despejado hacia París

A 18 meses de terminar su mandato, Barack Obama sigue firme en procura de construir su legado. No será recordado tan solo por ser el primer presidente negro en la Casa Blanca o por destrabar las relaciones con Cuba e Irán. También lo será por asumir que Estados Unidos es gran responsable por el calentamiento global del planeta.
Displicente años atrás cuando el tema ni siquiera formaba parte de sus discursos electorales, esta semana Obama sorprendió anunciando drásticas medidas para reducir la contaminación ambiental. Despejó así el clima enrarecido previo a la Cumbre de París, donde los 200 países que componen la ONU, se sentirán ahora más motivados para comprometerse a firmar un acuerdo obligatorio para reducir los gases de efecto invernadero.
El nuevo liderazgo de Obama es irreprochable aunque llega un poco tarde. Pero como dice el dicho, más vale tarde que nunca. Lo interesante esta vez es que Obama no le habló a su país como otras veces, sino que prefirió hacerlo a través de un video oficial por Facebook.
El mensaje por Facebook tiene mayores atributos que una cadena nacional; aunque más informal, está dedicado a un público más universal, justo al que estratégica y aparentemente quería hablarle por dos motivos. Primero para anunciarle al mundo que EEUU tiene “una obligación moral” por haber avivado el cambio climático y, por otro, para que el mundo le ayude a contrarrestar la pelea en contra que le dará la oposición republicana.
Es que aunque suene como un plan increíble reducir en un 30% la contaminación de dióxido carbono que emana de las plantas eléctricas a carbón, los republicanos, que dominan el Congreso, consideran que el Plan de Energía Limpia debilita el poder autónomo de los estados en materia ecológica y destruirá millones de empleos.
Los republicanos no tienen razones muy válidas, actúan como oposición temiendo que la demócrata Hillary Clinton herede estas buenas medidas ambientalistas para aupar su campaña presidencial de 2016. En realidad, las energías alternativas, eólica y solar, crearán más empleos que los que se perderán por las energías a carbón, todavía aferradas a una ya fenecida revolución industrial que causó estragos con el clima.
Los republicanos tampoco tienen mucho plafond político donde aferrarse. Tarde o temprano deberán dejar de pensar electoralmente y sumarse a esta nueva conciencia universal (y científica) de que todos los países deben hacer esfuerzos, incluidos los otros dos grandes contaminantes de la Tierra, China y la Unión Europea, para evitar que la temperatura suba más de 2 grados centígrados y se desaten efectos catastróficos.
Obama, oportunista o a conciencia, pasará a la historia sin dudas por sus virtudes ecológicas. No solo como el primer presidente que impone límites concretos y positivos contra la polución por dióxido de carbono, responsable del 31% de la contaminación, sino también por haber impuesto severas obligaciones a las automotrices para que fabriquen autos con mayor autonomía, más eficientes y eléctricos.
Sumado a sus medidas y a su mensaje universal sobre que “somos la primera generación que siente las consecuencias del cambio climático y la última que tiene la oportunidad de hacer algo para detenerlo”, Obama se está cimentando como líder. Ojalá sus decisiones y actitudes sean capaces de contagiar e incentivar a otros gobiernos a tomar el mismo camino y a que el cambio climático no esté ausente de campañas electorales, como las actuales en Argentina y Guatemala.
Ningún gobierno puede ya creer que el calentamiento es una solución que deben traer los más ricos o más contaminantes. Más allá de los niveles de responsabilidad, todos deben contribuir a minimizar los efectos del cambio climático, pensando que de lo contrario sufrirán mayores consecuencias en materia de salud pública y economía.
Pese a esto, tampoco se puede pecar de pesimismo como ocurrió en diciembre pasado tras la reunión preparatoria sobre el clima en Lima, cuando se descartaron acuerdos y obligaciones. Hoy, pocos meses después, debido a la decisión de Obama, el hecho de que China se haya comprometido por primera vez a reducir su contaminación y la encíclica verde del papa Francisco, el pronóstico del clima para la Cumbre de París ha mejorado sustancialmente. Hay mayor conciencia y optimismo. 

agosto 03, 2015

Cinco libertades importantes

Ojalá todos pudieran visitar el Newseum o museo de las noticias en Washington, aunque sea una vez en la vida. Para los políticos, sin embargo, y para quienes aspiran a un cargo público, la visita debería ser obligatoria.

Como parte de una delegación internacional de la Sociedad Interamericana de Prensa que se destacó esta semana ante el Congreso estadounidense, no pude evadir la tentación. Por sexta vez cumplí con el rito de pasar por el Newseum a recargar las baterías y constatar cuán imprescindible es la comunicación sin censura para construir democracia.

Es uno de los pocos museos privados de la ciudad. Está ubicado entre la Casa Blanca y el Capitolio, por la avenida Pennsylvania, a pocas cuadras de la Corte Suprema. Representa el cuarto símbolo del equilibrio democrático, el de watchdog o contrapoder que ejerce la prensa ante los poderes del Estado.

No es solo un rejunte de trastes viejos – papiros, grilletes de esclavos, el primer satélite o las fotografías Pulitzer - sino un espacio didáctico e interactivo para crear conciencia sobre las cinco libertades de la Primera Enmienda constitucional. Cinco libertades – de religión, de prensa, de expresión, de reunión y de petición - que no se enmarcan como derechos ciudadanos, sino como deberes del gobierno, al que se le prohíbe transgredirlas o censurarlas mediante leyes o acciones directas.

Es una muestra de cómo el periodismo libre, muchas veces antagónico y fiscalizador y, otras veces, pusilánime y vacilante, refleja los grandes acontecimientos de la historia provocando profundos cambios sociales, desde la abolición de la esclavitud a la caída del muro de Berlín o desde la revolución causada por la imprenta de Gutemberg hasta la de Facebook de Zuckerberg.

El Newseum exalta la importancia del libre flujo de la información, ya sea mediante el periodismo incisivo y entrometido o a través de redes sociales contagiosas y virales, y de cómo todos vamos cambiando percepciones y decisiones.

Muestra como en 1965, con 2.213 soldados muertos, solo el 24% de los estadounidenses se oponía a la guerra de Vietnam; mientras que en 1973, con 58.220 muertes la decisión de terminarla fue inminente. En la actualidad, resalta la polarización detrás de la decisión de prohibir el uso de la bandera confederada tras la masacre de nueve afroamericanos en Charleston, si está bien que los policías usen cámaras en sus uniformes como disuasivo para que no maltraten a los detenidos o si es válido que el público trate de hacer justicia por sus propias manos ciberacosando al dentista Palmer que mató el león Cecil en Zimbabue.

Desde mi percepción, lo más relevante del museo es que retrata el alto grado de autocrítica que tiene el periodismo estadounidense y la capacidad de la clase dirigente a tolerar la crítica y la burla sin tomar represalias. Posiciones distintas que se observa en otros países menos propensos al diálogo y al debate, donde existen presidentes como Rafael Correa que persiguen a sus críticos y caricaturistas.

Visitar el Newseum sirve para aprender a distinguir libertad de opresión, información de censura, y para exigir a los gobiernos que respeten esas cinco libertades. En nuestra visita posterior al Congreso, cuando los legisladores esperaban una andanada de críticas a otros países, también debieron escuchar lo suyo. ¿O es que acaso puede el gobierno de Barack Obama sellar un acuerdo con Cuba y reabrir embajadas, sin que se le reclame a los hermanos Castro que dejen de oprimir esas cinco libertades?

Claudio Paolillo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP, pidió a los legisladores que el tema de las libertades de prensa y expresión no quede ausente de la nueva agenda bilateral y que se le exija al régimen castrista la liberación de los tres periodistas cubanos todavía encarcelados. Pidió, además, que impulsen el cumplimiento de la Carta Interamericana Democrática en todas las reuniones intergubernamentales, un documento que manda a los gobiernos de la OEA respetar la libertad de prensa para construir democracia.

Así como esa Carta, el Newseum enseña que la libertad no es un concepto abstracto, sino una disciplina y deber que requiere compromiso y práctica; algo que muchos líderes y futuros dirigentes todavía no tienen incorporado. 
La torre de comuniciación de una de las torres gemelas derribadas en 2001 en Nueva York, en uno de los sitios más destacados del Newseum en Washington.

julio 27, 2015

París verde = Oportunidad histórica

El futuro de nuestro planeta está en manos de todos, pero bajo la decisión de unos pocos. Será en la cumbre de cambio climático de diciembre en Paris cuando los gobiernos tendrán la responsabilidad de que la Tierra deje de ser “un inmenso depósito de porquerías” como denunció el papa Francisco. 

La deuda ecológica es grave. De persistir el nivel de contaminación actual, la temperatura sobrepasará los dos grados centígrados de calentamiento en este siglo; y las consecuencias se perfilan devastadoras. Los científicos auguran que un grado adicional potenciará desastres naturales, extinción de especies y escasez de alimentos, agua y energía.

Francisco va mucho más allá y advierte en su encíclica verde, Alabado Seas - cuyo nombre está inspirado en el Cántico de las Criaturas de Francisco de Asís y en la que conjuga las dos pasiones del santo, amor por la pobreza y la naturaleza – que la falta de cuidado medioambiental derivará en mayor miseria, más guerras y menos vidas.

No es casualidad que haya lanzado este documento meses antes de la cumbre de Paris donde deberá firmarse un acuerdo mundial obligatorio para reemplazar al fracasado de Kioto, un manojo de voluntades y buenos deseos. Francisco desafió a los líderes mundiales, sabedor de que la mayoría apunta a mantener el poder a toda costa con objetivos a corto plazo: “La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”.
En la encíclica Francisco no se presta a dudas sobre si el calentamiento es un problema causado por el hombre o consecuencia de un proceso natural del universo. Acusa a los líderes mundiales por su “debilidad de reacción” y haber sometido la política a los intereses de la economía y la tecnología. A esta “debilidad internacional” la describe como la gran causante de los fracasos de anteriores cumbres sobre medioambiente.
En el documento de 191 páginas, dedicado esta vez no solo a los creyentes, sino de carácter universal, reta a todos los gobiernos, principalmente a lo más a ricos, a actuar con rapidez y tomar decisiones drásticas: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario?”.

Como cualquier novelista que debe presentar su nuevo libro, Francisco tiene una estrategia concreta para machacar por decisiones ecológicas urgentes y hacer a todos responsables. Usará la excelente plataforma del Congreso estadounidense en su viaje de setiembre, así como esta semana convocó a un foro sobre medioambiente en el Vaticano. Frente a 60 alcaldes de todo el mundo, los comprometió a trabajar más allá de lo que hagan los presidentes mundiales. “La Santa Sede o tal país podrán hacer un buen discurso en la ONU, pero si no hay trabajo desde la periferia al centro, no tendrá efecto”, concluyó.

La mayor conciencia ecológica está dando mejores frutos. China, el mayor contaminante con 27% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, después de EEUU con 17.7% y la Unión Europea con 9.9%, anunció este mes un compromiso para descarbonizar su economía. Prometió que para 2030 el 20% de su energía será de fuentes renovables y que reducirá en un 60% su dependencia del carbón.
En coincidencia con el foro del Vaticano, Francia organizó esta semana una Cumbre de las conciencias por el clima. El presidente François Hollande, concluyó que el cuidado del medioambiente es un deber moral y que la reunión de París asoma como oportunidad histórica. Comparó este proceso ecológico con el que se vivió a favor del movimiento por los derechos humanos tras la Segunda Guerra Mundial.
La misma dimensión la dieron 36 premios Nobel a principios de mes reunidos en Alemania: “Si no se revisa nuestra cada vez mayor demanda de alimentos, agua y energía, acabará por sobrepasar la capacidad que tiene la Tierra para satisfacer las necesidades de la humanidad, y llevará a una tragedia humana a gran escala”.
Los acuerdos que se alcancen en París trascienden el verde ecológico. Esta oportunidad histórica e invocación de Francisco por una “solidaridad universal nueva”, servirá para buscar un mayor equilibrio económico, combatir la desigualdad mundial y, sobre todo, para construir más paz. 

julio 20, 2015

Francisco, EEUU y Cuba: Para alquilar balcones

Si el peregrinaje del papa Francisco a tres de los países más inequitativos de América Latina levantó polvaredas, su próxima visita en setiembre a EEUU y Cuba será para alquilar balcones.

Necesitará de toda su pericia para lidiar con dos de los países más disímiles de la Tierra. Cosechará halagos por haber sido el artífice de las reinstauradas relaciones diplomáticas que terminaron de sellar Barack Obama y Raúl Castro, pero también vendrá por otros temas sociales y pastorales, y por varias ovejas descarriadas.

Por un lado tendrá a la rica superpotencia, abanderada de las libertades individuales, pero a cuyo sistema capitalista cuestiona y considera que “no aguanta más” por anteponer el servilismo del dinero a los valores morales. Por el otro, tendrá a uno de los estados más pobres del planeta, comunista y  marcadamente represor, que todavía entiende a la religión “como el opio del pueblo”.

A juzgar por sus enseñanzas en Ecuador, Bolivia y Paraguay, Francisco tendrá dificultades en Cuba para hablar de “tierra, techo y trabajo”, tres derechos que Fidel y Castro nunca han considerado dignos del ser humano o regalos de Dios, sino privilegios que otorga el Estado. Y aunque las autoridades le mostrarán sus logros en salud, educación, deportes, y cierta apertura económica, Francisco apuntará a una Cuba libre, donde no debería haber restricciones políticas y se goce de libertad de culto.

A EEUU llegará en un ambiente polarizado, donde las dos fuerzas políticas, demócrata y republicanas, se juegan el puesto de Obama. Así como sucedió en su viaje a América Latina, los políticos serán selectivos en aprovechar las declaraciones que más les gusten de Francisco y descartarán el resto. La demócrata Hillary Clinton ya se prodiga en elogios a Francisco desde que reclamó que las mujeres deben recibir el mismo salario que los hombres. Y los republicanos querrán mostrar que cinco de sus nominados son católicos, entre ellos, Jeb Bush y Marco Rubio, aunque no comulguen al pie de la letra con el dogma de la Iglesia.

En lo económico y social, Francisco se siente más cómodo del lado de Obama, porque las políticas demócratas están más a favor de los inmigrantes, del medioambiente y de una economía más regulada e igualitaria.

Pero esas posiciones más progresistas de los demócratas también conllevan posiciones antagónicas con la Iglesia. Favorecen, a diferencia de los republicanos, el aborto legal y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La posición más conservadora de los republicanos tampoco es un cheque en blanco a favor de Francisco. No creen que el calentamiento global sea todo atribuible al hombre y prefieren mantener a las armas nucleares como disuasivos para la paz.

Dentro de todo el intríngulis político, los católicos estadounidenses tampoco comparten todas las enseñanzas de la Iglesia. Se trata de una fuerza más tolerante y empoderada por la nueva visión de Francisco, quien ha demostrado mayor tolerancia sobre los derechos de los homosexuales – “quien soy yo para juzgarlos” – los derechos de los divorciados a recibir la Comunión y no es tan rígido en debates sobre si los políticos católicos abiertamente pro aborto deben ser excluidos o sobre el celibato y la mayor participación de la mujer en asuntos religiosos.

Francisco tiene mucha claridad sobre conflictos políticos y no le resultará difícil buscar consensos en temas escabrosos, pese a las luchas intestinas entre demócratas y republicanos sobre medioambiente, inmigración, armas y economía. Aunque si bien Francisco se enfocará en recalcar la necesidad del diálogo para dirimir diferencias, y demostrará sus jalones por el nuevo acuerdo con Cuba - así como el que promovió entre Bolivia y Chile o entre palestinos e israelíes, a cuyos líderes invitó a rezar juntos en el Vaticano – los republicanos sostendrán que el gobierno de los hermanos Castro no es digno de pactos o que se le retire el embargo hasta que deje de violar los derechos humanos.

A poco menos de dos meses de su visita, y aunque se entiende que tiene posiciones pastorales más progresistas que Benedicto VI y Juan Pablo II, el poder de Francisco radica en la incertidumbre de lo que dirá y hará sobre dos sistemas políticos y económicos diametralmente opuestos: comunismo y capitalismo. 

julio 12, 2015

Francisco: Evangelizador, político y activista

Francisco desembarcó en América Latina con un mensaje evangelizador, más que nunca provocador y cargadamente político. Cada gobierno y sector lo interpretó a su gusto y conveniencia.

Como activista empoderó a los pobres y marginados. “No se achiquen”, les dijo, pidiéndoles que se organicen y buscar alternativas creativas para ganar “tierra, techo y trabajo”. Ordenó amar a la pachamama, respondiendo a las atrocidades ecológicas que denunció en su encíclica Laudato si’. Condenó el servilismo al dinero y habló pestes del capitalismo, un sistema que “ya no aguanta”.

Como evangelizador pidió perdón por los crímenes de la Iglesia a los pueblos originarios durante la conquista de América. Reclamó a los católicos a no caer en “el alzheimer espiritual” y retó a otras denominaciones cristianas a no disfrazar evangelización con proselitismo para conseguir fieles.

Como político desafió a Bolivia y Chile a dialogar por la salida al mar, así como antes logró sentar a Cuba y EEUU a la mesa de negociación. Se mostró satisfecho por los avances sociales de los gobiernos de Rafael Correa y Evo Morales, aunque reclamó por el “afán de liderazgos únicos”; pidió alejarse de sectarismos y propuestas cercanas a dictaduras; a no confundir “unidad por uniformidad”; y denunció la merma de libertades, la falta de diálogo y el control desmedido.

Fueron las frases más contundentes y directas en contra de muchos líderes que siguen generando divisiones políticas, excluyendo y persiguiendo a todos aquellos que no comparten su visión de país. Pero creo que a Francisco le faltó ser más directo y frontal, ya que Correa y Morales, más preocupados de que sus aparatos de propaganda aprovecharan cada una de sus frases, ni se dieron por enterados.

Hubiera preferido un Francisco más específico; que denunciara los tres pecados capitales que desangran a Latinoamérica: Abuso de poder, corrupción y clientelismo. Lo hubiera preferido más enérgico y enojado para cantar las cuarenta, de la misma forma cuando diferenció pecados de delitos y sacó a los corruptos del Vaticano o arrojó a los curas pedófilos a la justicia ordinaria.

Que Correa y Morales hicieron más que gobiernos anteriores para reducir la pobreza e incluir a los marginados históricos, es cierto. Pero acaso ¿no es ese el deber de un gobierno? ¿Es que tanto se ha descompuesto el papel del Estado, que hay que alabar a aquel que genera bienestar, desarrollo y bien común, como lo exigen las constituciones y se promete en elecciones?

Correa y Morales, así como otros populistas del peronismo kirchnerista, del orteguismo sandinista y del madurismo chavista, abusan del poder. Se están eternizando a costa de reformas constitucionales retorcidas, elecciones manipuladas, oposición amordazada y justicia secuestrada. Todo ello les permite gobernar con impunidad, pese a la alta dosis de corrupción en la que viven. No se pueden tolerar estas prácticas, justificando que gobiernos de derecha anteriores fueron peores.

Mediante prácticas corruptas disfrazadas de Robin Hood, muchos gobiernos meten la mano en la lata usando fondos de la recaudación impositiva para crear grandes aparatos con los que hacen clientelismo desvergonzado, no obra social. Si esa danza de miles de millones fuera canalizada para crear obra e infraestructura pública, más fácil sería alcanzar ese círculo virtuoso de la economía y lograr el objetivo de “tierra, techo y trabajo” que reclama Francisco.   

El clientelismo no es más que un espejismo de bienestar. A la larga, solo sirve para aceitar maquinarias electorales y redoblar los abusos de poder. Doblan la apuesta pisoteando las libertades de expresión y de prensa, se atribuyen la propiedad de la verdad y usan gigantescos sistemas de propaganda para manipular la opinión pública. 

Ese círculo vicioso en el que se retroalimenta la corrupción fue denunciado esta semana por Leandro Despouy, después de auditar por 12 años al kirchnerismo desde la Auditoría General de la Nación. Puso de ejemplo los programas retorcidos de Sueños Compartidos y Fútbol Para Todos.

Ojalá Francisco cierre su gira en Paraguay con severas críticas a la corrupción y que advierta que en vez de jugar a Robin Hood, los gobiernos tienen la obligación de crear bienestar para todos, sin distinciones. 

julio 06, 2015

Donald Trump: entre México y Charleston

El discurso xenófobo de Donald Trump fue mucho más que un ataque directo a los inmigrantes mexicanos. Fue también un atentado indirecto contra todas las minorías étnicas que conviven e hicieron de EEUU un país plural y diverso.

Sus insultos al calificar de traficantes de drogas y violadores a los mexicanos mientras anunciaba su candidatura a la Presidencia, no cayeron en buen momento. Cortaron de cuajo un debate profundo sobre los símbolos racistas que reflotaron tras la reciente masacre de nueve afroamericanos en una iglesia en Charleston, Carolina del Sur.

Trump es rico, arrogante y boquiabierto, características mediáticas que lo entronaron en la cultura pop estadounidense como al expresivo Cassius Clay o la plástica Kim Kardashian. Hasta ahora, con una lengua sin tapujos y convertido en fiscal social, gozaba de cierta empatía popular para criticar a cualquier candidato que no apoyara el libre mercado o para desafiar a Barack Obama a que muestre su partida de nacimiento.

Pero en su papel de candidato las cosas cambiaron. Pasó de fiscal público a que el público lo fiscalizara. En esta órbita el peso de las palabras tiene mayor peso y le pasaron factura. De ahí que sus insultos, que los lanzó superficialmente como si estuviera en la ficción de reality show El Aprendiz, chocaron con la realidad, con una catarata de desagravios que mellarán su posibilidad electoral y su bolsillo.

Pese a que los sondeos pos insultos realizados por CNN todavía lo mantienen como segundo aspirante detrás de Jeb Bush entre los 13 candidatos republicanos, su error de cálculo le está restando popularidad a futuro. En especial, por una catarata sin fin de censuras y boicots a su imagen y negocios, a la que se suman empresas, celebridades y personas de todos los calibres y colores.

Las cadenas Univisión y NBC fueron las primeras en romper los contratos para la televisación de sus concursos Miss Mundo y Miss Universo. Televisa y el mexicano segundo más rico del mundo, Carlos Slim, también anunciaron la cancelación de negocios con Trump. Casi un millón de firmas obligaron a la cadena de tiendas Macy’s a ser políticamente correcta y dejar de vender sus corbatas y camisas. Y a la batahola de reprimendas del público en Facebook, Twitter e Intagram, se le sumaron desde Jay-Z a Ricky Martin y Shakira. Así como aquel balde de agua helada que todos se echaron por la campaña contra la esclerosis múltiple, nadie quiso perder la oportunidad de despegarse de Trump y sus agravios.

Trump fue poco inteligente. Cerró las puertas de su candidatura al voto hispano que componen 56 millones de personas, la primera minoría del país, y desdeñó la fuerza de una comunidad que junto a la afroamericana y la asiática, aportó 3.400 billones de dólares a la economía en 2014. Difícilmente alguien puede llegar a la Presidencia sin este botín que desvela a demócratas y republicanos por igual, y que sabiamente usó Obama para ganar sus dos presidencias.

Lo más lamentable, sin embargo, es que los insultos de Trump desviaron la atención sobre un rico debate que se había instalado en la sociedad. El racismo, sus símbolos y la tenencia de armas son temas recurrentes en la cultura estadounidense cada vez que un afroamericano es apaleado o peor, como en este caso, que nueve fueron asesinados por Dylan Roof, un blanco al que prefieren llamarlo supremacista y no lo que es: terrorista.

Los feligreses de la iglesia en Charleston ya habían sido testigo de otros desmanes, pero ninguno de esta envergadura, obligándolo a Obama a hablar del racismo que todavía “forma parte del ADN de este país”. Aunque el presidente está construyendo su legado, sabe que varias de sus asignaturas seguirán pendientes y que no logró sepultar los sentimientos racistas.

Tal vez lo único que logró Charleston, es que se haya desterrado de los mástiles oficiales la bandera confederada, esa insignia de emancipación de los estados del sur que se desdibujó en símbolo de esclavitud y superioridad racial adoptado por los supremacistas blancos.

El discurso nacionalista y racista de estos supremacistas como Trump no se compadece con la evolución que EEUU ha demostrado tras elegir al primer presidente negro de su historia. Por eso, así como él lo hace en El Aprendiz, hay que imponerle sus mismas palabras: ¡Está despedido! 

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...