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marzo 19, 2016

Obama con paquete y mochila

Con los inquilinos a la Casa Blanca casi definidos y a solo nueve meses de ser un ex, Barack Obama inicia su viaje a Cuba y Argentina. Quiere dejar una América Latina más amigable de la que encontró hace ocho años, cuando Hugo Chávez arengaba contra el “imperio” y la región prefería al ALBA sobre el ALCA.

Obama quiere cosechar los frutos de la diplomacia suave que aplicó en la región. Supo alejarse de la confrontación retórica de los gobiernos populistas y tejer acuerdos entre bambalinas. Cuba fue su sorpresa. Nadie imaginó su acercamiento a una de las dictaduras más longevas del planeta.

Obama prometió que hablará con Raúl Castro sobre el abuso a los derechos humanos, de libertades civiles pisoteadas y disidentes sistemáticamente detenidos. Sabe que la sordera de los Castro, maquiavélicos en el arte de evadir preguntas comprometidas, puede desmoronar la flexibilización del embargo con la que está empeñado.

El gobierno cubano, que jamás supo crear prosperidad sino administrar pobreza estimulado con subsidios soviéticos, chinos y venezolanos, buscará enmarañarlo. Le pedirá ostentosamente por el fin del embargo, la devolución de Guantánamo e indemnizaciones millonarias por el “injusto” bloqueo económico más largo de la historia.

La coartada de los Castro es llevarlo a Obama públicamente al terreno de la economía y escucharlo en privado sobre elecciones, democracia y derechos humanos. Querrán que desarrolle su teoría de que la apertura económica devengará en cambios políticos y no a la inversa. Por eso, Raúl ya adelantó que la revolución concebida por Fidel es intocable, que los contactos de Obama con la disidencia serán inexistente y que muchos revoltosos estarán en el calabozo.

Los Castro siguen obsesionados con la oscuridad y la censura. Saben que deben contrarrestar a Obama que intentará ser abierto y que a cada paso se estará jugando su credibilidad. Tratarán que tenga el menor impacto posible. En vivo y en directo los cubanos aprenderán lo que la prensa oficial querrá decirles. Para saber más deberán esperar el Paquete Semanal, esa memoria USB que se trafica en el mercado negro con noticieros, series televisivas, películas y videojuegos enlatados, al que el gobierno sin éxito combate con la Mochila, otro paquete oficial que pasa desapercibido.

Días después, y a punto de que el Congreso argentino apruebe un acuerdo definitivo para salir del default y así pueda aspirar a líneas de crédito internacionales, Obama recalará en Buenos Aires con unos 450 empresarios y un paquete ponderable de inversiones

El viaje es un espaldarazo importante a Mauricio Macri, quien encarna el principio del fin de los populismos. La tendencia parece irreversible sin Cristina Kirchner en el poder, con la derrota de Evo Morales en el referéndum, la de Nicolás Maduro en las legislativas y a la negativa de Correa de aspirar a la reelección.

Obama tiene una agenda concreta con Macri, más allá de los acuerdos comerciales, científicos y tecnológicos. Considera crucial la colaboración en materia de terrorismo y narcotráfico. La triple frontera es un talón de Aquiles difícil de eludir y ofrece a la DEA, la Agencia Antinarcóticos, para debilitar al narco que se disparó a niveles insospechados en años recientes.

Habrá fotos para todos los gustos. Momentos duros como cuando Obama anuncie que desclasificará documentos de la dictadura, mientras visite el Parque de la Memoria para honrar a las víctimas. Y momentos más relajados, cuando las cámaras enfoquen a las primeras damas Michele y Juliana, a quienes Vogue las comparó con las sofisticadas Jaqueline Kennedy y Evita Perón, dos íconos de la pasarela mundial.

Macri le mostrará a Obama sus esfuerzos por crear institucionalidad, garantizar la independencia judicial y acabar con la corrupción, esa lacra que se manifiesta cotidiana, ya sea por la deficiente investigación sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, como por la valija de Antonini o el conteo impúdico de dólares de Martín Báez.

Barack Obama está convencido de estar abriendo una nueva era menos paternalista y de igual a igual con sus pares latinoamericanos. Lleva a Cuba y Argentina paquetes genuinos de ayuda política y económica, pero también quiere regresar con una mochila cargada de hechos y promesas. Quiere que sea un viaje memorable.

noviembre 16, 2013

Otro golpe de Estado en América Latina

Y otra vez sucedió en Venezuela, cuando la Asamblea Nacional, aprobó este jueves pasado otorgarle al presidente Nicolás Maduro, el título de legislador máximo o único, delegándole el derecho de que podrá legislar por decreto por 12 meses.

Por más que la Ley Habilitante esté contemplada en la Constitución – algo de lo que todos se llenan la boca para darle visos de legalidad – no es buena, por cuanto al cerrar el Congreso, se están evitando los contrapesos y balances naturales y necesarios en una democracia. Así como cuatro veces ocurrió con Hugo Chávez, siempre se trató de una coartada para evitar los debates en el Congreso y gobernar a gusto y placer. Es decir, se trata del cierre del Congreso, lo que no puede denominarse de otra forma que autogolpe de Estado.

Además, la forma que se consiguió esa habilitación tuvo vicios de ilegalidad por más que Maduro justifique que debe tener las herramientas necesarias para “proteger al pueblo”. Diosdado Cabello consiguió los 99 votos oficialistas después que le retiró los fueros a una diputada de oposición acusándola de corrupta.

Habrá que ver ahora como actúa Maduro quien no hubiera necesitado combatir la corrupción y mejorar la economía mediante decretos. Seguramente, asesorado por el gobierno cubano, de la misma forma que lo hizo Chávez las veces anteriores (1999, 2000, 2007 y 2010) dictará decretos para reformar leyes y crear nuevas que le permitirá seguir profundizando el esquema socialista, algo que la mitad de los venezolanos rechazaron en las urnas meses atrás.


Esta Ley Habilitante no es otra cosa que un golpe de Estado y un abuso de poder contrario a la voluntad ya expresada por los venezolanos.

julio 31, 2009

Golpe a la democracia venezolana

De tanto hablar y hablar sobre los golpes de Estado en otros países, el golpista presidente venezolano Hugo Chávez, cometió nuevamente otro golpe de Estado a la poca democracia que les queda a los ciudadanos venezolanos.

La dio esta vez en contra de la maltrecha libertad de prensa que ya le viene quitando a su pueblo desde hace 10 años cuando asumió en 1999. Impresionante estrategia golpista que ha sido implacable contra periodistas y medios, generando en su contra violencia, prisión, cierre y leyes mordazas que dejan pocos espacios para que los venezolanos puedan acceder a información plural y diversa y así cumplir con el principio constitucional de acceder libre a las informaciones que deseen.

Ayer la fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, presentó ante el Congreso nacional un proyecto de ley sobre “delitos mediáticos” que legaliza el castigo contra los medios de comunicación y periodistas independientes, promueve la autocensura y revierte la tendencia actual en América Latina por despenalizar los delitos contra la prensa, ajustándose a los estándares interamericanos sobre la materia.

El “Proyecto de Ley Especial contra Delitos Mediáticos” tiene 17 artículos, en los que se busca “prevenir y sancionar las acciones u omisiones desplegadas a través de los medios de comunicación”, con penas que llegan hasta los cuatro años de cárcel, además de otras sanciones. Del artículo 5 al 12 de la iniciativa, se detallan los delitos y los castigos correspondientes: divulgación de noticias falsa, de dos a cuatro años; manipulación de noticias, de dos a cuatro años; negativa a revelar información, de seis meses a dos años; coacción mediática, de uno a tres años; omisión voluntaria de suministrar información, de dos a cuatro años; instigación, de dos a cuatro años y obstaculización de actividades de medios de comunicación, de uno a tres años.

Venezuela parece desconocer los principios de libertad de prensa elementales sobre que no existen delitos de prensa sino cometidos a través de la prensa, para lo cual ya están especificados en las leyes generales y tipificados en el Código Penal.

Si se aprueba este proyecto de ley, lo que no será difícil por el Congreso está sometido a Chávez, se contempla sancionar, como explica su artículo 4, “las acciones u omisiones que lesionen el derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, que atentan contra la paz social, la seguridad e independencia de la nación, el orden público, estabilidad de las instituciones del Estado, la salud mental o moral pública, que generen sensación de impunidad o de inseguridad y que sean cometidas a través de un medio de comunicación social”.

La Sociedad Interamericana de Prensa que expresó su condena al resepcto, señaló una serie de actos que forman parte de la estrategia seguida por el presidente Chávez en sus 10 años de gobierno para maniatar a la prensa. Entre esos arrebatos, se destacan la reforma constitucional en 1999 donde se incluyó la responsabilidad de publicar información veraz e imparcial; sentencias judiciales como la “1013” de 2001 que niega el derecho de réplica o de rectificación a los periodistas; la promulgación de la “ley mordaza” o la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión de 2004; la sanción de la Ley de Reforma Parcial del Código Penal de 2005 que aumentó las penas por los delitos de desacato y difamación; la aplicación de regulaciones que obliga a los medios a tener columnistas de todas las ideologías en una clara invasión de sus políticas editoriales; el cierre en mayo de 2007 de RCTV, el hostigamiento contra Globovisión y 240 radioemisoras que son amenazadas con su cierre definitivo; y la apertura de numerosos medios electrónicos y escritos y agencias de noticias estatales utilizadas para divulgar material propagandístico.

Uno se pregunta ante estos golpes a la democracia. Será que la OEA, en todo caso su secretario general Insulza, ¿dirá algo al respecto? Será que la OEA medirá con la misma vara todos los atropellos a la democracia y a las libertades? ¿O será que ganar elecciones – muchas veces fraudulentas – es un blindaje para todos los arrebatos a las demás libertades que obliga la democracia?

julio 06, 2009

A la espera del diálogo

En la conferencia de prensa en El Salvador de esta noche, donde estuvieron presente Mauricio Funes, Manuel Zelaya, Fernando Lugo y Rafael Correa, además de Miguel D’Escoto de la ONU y José Miguel Insulza de la OEA, se reiteraron muchas de las declaraciones de estos días sobre condenar el golpe de Estado y buscar la restitución del presidente Zelaya; aunque primó la idea de abrir un espacio de diálogo, algo que no estaba en la mesa de negociaciones hasta entonces.

No hubo avances sobre cómo se buscarán esos términos o la solución a la crisis, pero lo importante es que de uno y otro lado, todo el mundo ya está proponiendo el diálogo como forma de solucionar la crisis. Roberto Micheletti dijo hoy que estaba dispuesto al diálogo con la OEA, y se espera que la voluntad dentro de la OEA será que se deje de lado la Carta Democrática – que no es aplicada con la misma vara – y haya una mesa de negociación y diálogo con un Presidente al que no reconocen, y que estaría dispuesto a adelantar las elecciones.

De esta noche me quedo con las declaraciones de Cristina de Kirchner en la conferencia desde El Salvador. Dijo que ella está comprometida de seguir participando en los viajes y movimientos en busca de que se respeten y promuevan la democracia y los derechos humanos. Ante tal declaración, uno no puede dejar de preguntarse ¿por qué viajó a la Habana (como los demás presidentes en esta conferencia) a principios de año y no pidió por esos dos valores que dice defender a capa y espada?

Zelaya pidió que no repriman al pueblo consiguiendo los aplausos de sus colegas por las muertes que se produjeron en las escaramuzas de hoy en Honduras, donde no pudo aterrizar.

Esta semana se verá si el espíritu democrático prima en América Latina y uno de sus valores más importante será respetado: el diálogo.

julio 04, 2009

Honduras: hora de verdades

Este domingo es hora de verdades. Manuel Zelaya amenaza volver a Honduras y hacerlo con varios mandatarios amigos. La Iglesia Católica le exhorta que no lo haga para evitar violencia. El nuevo gobierno expresó que lo apresará y juzgará. Mientras tanto, los militares dijeron que apoyarán a la policía para que lo detengan.

Mientras hoy la asamblea general de la OEA recibía el informe negativo de José Miguel Insulza de que Honduras no daría marcha atrás, y pidiendo su separación de la entidad aplicando una Carta Democrática que jamás se utilizó para condenar a los demás regímenes antidemocráticos de las Américas, miles de hondureños se arrojaron a las calles para expresar su desprecio por Zelaya y apego a Roberto Micheletti; acciones de apoyo que no pueden dejarse de tener en cuenta como parte de la voluntad de un pueblo.

Es probable que la OEA tenga que extender plazos si quiere resolver el conflicto, de lo contrario el regreso intempestivo de Zelaya - como lo hizo cuando se apoderó de las urnas en un cuartel general después de que el Poder Judicial no lo autorizaba a desplegarlas – puede generar mayores consecuencias.

El conflicto hondureño es confuso porque sostiene, con la misma convicción, dos verdades diametralmente opuestas: Golpe de Estado y sucesión constitucional. Gran parte de la comunidad internacional, anota que la destitución y expulsión de Mel Zelaya mediante fuerza militar no tiene otra lectura que un golpe de Estado. En cambio, para una mayoría de hondureños, incluyendo a la Justicia y al Congreso, su verdad es que se trató de una transición democrática, obligada por los atropellos de un presidente que se había elevado por arriba de la Constitución y la justicia.

Vivimos en un mundo muy polarizado, donde es difícil aferrarse a verdades absolutas; y las contradicciones están a flor de piel. La OEA, por ejemplo, rechaza el golpe en Honduras pero flirtea a un régimen totalitarista de medio siglo como el cubano; Hugo Chávez reclama a los hondureños someterse a la resolución de la OEA pero desconoce en su país los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; mientras Raúl Castro y Daniel Ortega hacen gala de cinismo al exigir la Carta Democrática.

La forma en que las nuevas autoridades hondureñas procedieron está en entredicho, pero muchos comprenden su verdad de fondo. Trataron de prevenir el modelo “chavista” que Zelaya estaba adoptando para perpetuarse en el poder, y evitar las consecuencias antidemocráticas que experimenta Venezuela, donde todo está sometido a la voluntad única del líder. Sin este ingrediente invasivo, no se podría entender lo que gritan los hondureños en las calles. No es casualidad que Chávez haya amenazado con usar la fuerza militar para derrocar al nuevo presidente Roberto Micheletti y liderado un movimiento sarcásticamente democrático dentro de la OEA, de países con signos autoritarios como Cuba, Ecuador, Nicaragua y Bolivia.

A pesar de que cada sector tenga sus razones o verdades, y que las organizaciones intergubernamentales hayan establecido límites, enviando así un mensaje a otros países para evitar imitaciones; es importante que utilicen la misma vara para medir, ya que si bien se quejan contra Honduras, también debería ser poco tolerantes con aquellos gobiernos, que disfrazados por procesos electorales, se la pasan dando “golpecitos” con total impunidad

Honduras dice no a Chávez

El presidente venezolano está muy incómodo. A él (así como a la mayoría de los hondureños) no le importa la suerte de Mel Zelaya, esa es la cortina de humo, lo que le incomoda es saber que lo están rechazando a él y a su revolución. No es para menos. José Miguel Insulza no logró en sus reuniones en Tegucigalpa que las autoridades hondureñas decidan restituir a Mel Zelaya, según lo establece la resolución de la OEA, siendo el primer traspié internacional que Hugo Chávez sufre en su derrotero por expandir la revolución bolivariana a fuerza de billetera y petrodólares.

Más allá de la interpretación de los hechos y de los principios en juego, respecto a si la destitución de Zelaya fue un golpe o una transición democrática, lo cierto es que la crisis desenmascaró el problema real: la mayoría de los hondureños rechaza vivir en un país con un modelo chavista de gobierno.

Esta, es en realidad, la primera derrota internacional de Chávez. A nivel nacional, Chávez solo perdió en diciembre de 2007 de un total de 18 procesos electorales en 10 años, muchos de ellos forzados y con sospechas de fraude. Incluso Chávez se las ingenió para “matar” políticamente a quienes le ganaron algunas elecciones, por eso el alcalde Caracas, está ahora haciendo una huelga de hambre para que le restituyan sus poderes, y el gobernador del Zulia, está exiliado en Perú, perseguido como tantos otros disidentes.

Chávez ganó elecciones, pero ha destruido a los poderes públicos, ha desbandado a los sindicatos, intimidado a los partidos políticos, comprado a las Fuerzas Armadas, luchado contra la Iglesia, perseguido a medios y periodistas. En Venezuela nada se mueve si no es a su voluntad, claro está, todo dentro de un marco legal y jurídico creado a medida por dos poderes totalmente adictos. Una democracia sin contrapesos ni pluralidad y diversidad, no es democracia.

Chávez estuvo pataleando todos estos días, incluso en conjunto con Rafael Correa, Daniel Ortega, Evo Morales y Raúl Castro, quienes con el sarcasmo y el cinismo que les caracteriza, pidieron a la OEA restablecer la democracia en Honduras, la que ellos no practican en sus casas. Es más, hablaron de la Carta Democrática, la que utilizan como papel higiénico y Chávez, con total desparpajo, pide que en Honduras se cumpla con la resolución de la OEA que le daba 72 horas, mientras en su país jamás ha cumplido con los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y con las decisiones de la Comisión, ambos organismos pertenecientes a la OEA.

La conveniencia política es mucha, por eso se entiende cómo estos países que en las reuniones de Trinidad y Tobago y de San Pedro Sula despotricaron y descalificaron a la OEA, sean ahora quienes se llenen la boca clamando por democracia.

Chávez está muy incómodo porque en Honduras se vio la primera y concreta medida en contra de la propagación de su revolución. Hasta ahora venía sorteando escollos, como la oposición que tuvo Zelaya de la dirigencia opositora y de los medios de comunicación cuando decidió ingresar al ALBA. Ya en aquella oportunidad, Chávez, quien se autoproclama no intervencionista en los asuntos de otros estados, calificó a los opositores de Zelaya y a los medios como “pitiyanquis” y “lame cu…” del imperio.

Esta noche, después de que en días pasados dijo que derrocaría a Micheletti con la fuerza militar, dijo que no era intervencionista y volvió a la carga contra Estados Unidos. Se cuidó de acusar directamente a Barack Obama – sabiendo que el presidente estadounidense es más popular que él en Venezuela mismo – pero sí avanzó en contra “de los varios Estados Unidos”, algunos de los cuales estarían detrás del golpe. Aunque no elaboró, la prensa propagandística de su régimen ya anduvo circulando información esta semana de que el golpe de Estado en Honduras era una estrategia del Pentágono para comenzar a socavar su hegemonía en la región.

Chávez está incómodo. Teme que el ejemplo de Honduras pudiera expandirse por otros países en donde él cree que tiene todo a su favor. Y él sabe que las apariencias engañan.

julio 02, 2009

El insulso Insulza y el injerencista Chávez

¿Qué le pasa a la OEA? ¿Qué le pasa a su secretario general? José Miguel Insulza ha llevado a la organización a un alto grado de desprestigio después de que buscó, apoyó e influenció a todos los gobiernos del área para que respaldaran el ingreso a la institución de una de las dictaduras más largas de la historia en el mundo.

Fue una medida política, de la que pudo convencer a los gobiernos, pero no pudo hacerlo con la gente de a pie, que más allá de las ideologías, reconoce que en Cuba no existe libertad y no le gustaría ir a vivir a “ese paraíso”

¿Es éste insulso personaje, el más idóneo para hablar de democracia y para negociar con el gobierno de Roberto Micheletti la restitución de Mel Zelaya? después de defender a un régimen como el de La Habana o no haber dicho nada a Hugo Chávez quien en días pasados expresó que invadiría Honduras para derrocar al gobierno. Parece que el tema de la no intervención es solo una vara aplicada a algunos países, particularmente los de izquierda.

Insulza, a quien se le acusa de buscar su reelección apoyado por Chávez y los gobiernos parte del sistema ideológico del ALBA, ¿es la persona idónea para negociar en Honduras, siendo que el golpe contra Zelaya se debió a su alianza entretejida con Chávez en los últimos años?

Seguramente cuando mañana Insulza sea recibido por Micheletti, tratando de negociar que se cumpla con la resolución de que se restituya a Zelaya, el secretario general de la OEA tendrá que soportar los vítores de miles de hondureños que apoyan al nuevo gobierno.

Mientras tanto, quien provocó todo este desbarajuste, Hugo Chávez, sigue mirando de lejos y acusando a los medios de comunicación de haber dado el golpe en connivencia con los militares y los demás poderes del Estado – ya que no puede acusar a Obama y al “imperio” que se desvinculó de todo – además de felicitar a Cristina de Kirchner quien acompañaría eventualmente a Zelaya a su regreso.

Pero lo más cómico de todo, es que hoy Hugo Chávez, fiel a no ir a ningún lado donde no pueda ser protegido por la inteligencia venezolana o cubana, dijo que no acompañaría a Zelaya, aunque aclaró que “yo quisiera ir, pero no debo, por la más elemental prudencia”. (¿¿??)

Más allá del destino de la crisis, lo cierto es que el conflicto ha desnudado que hay grandes movimientos en el continente que no quieren que Chávez se entrometa en sus asuntos internos, a pesar de que abra su billetera de par en par. Chávez declaró que su injerencia en Honduras es falsa, pero los hondureños lo desmienten gritándole masivamente en las calles.

junio 29, 2009

Zelaya, la víctima

Como era previsible y natural, la comunidad internacional reaccionó en contra del golpe de Estado que destituyó a Manuel Zelaya. Las nuevas autoridades que asumieron tras la destitución de Zelaya, fueron torpes en no calcular la avalancha internacional de opiniones que los hechos provocarían.

Incluso varios gobiernos - a sabiendas de que Zelaya era quien estaba dando continuos “golpes” con medidas anticonstitucionales como un llamado ilegal a un referendo para buscar su reelección presidencial - quedaron con las manos atadas ya que nunca podrían avalar una destitución, que a todas luces y por sus formas, se mostró como un golpe de Estado.

Lo increíble de esta historia, es que ahora, quien había mostrado actitudes anti democráticas y anti constitucionales, terminó siendo avalado como un gran demócrata a quien le usurparon el poder por pura casualidad. Las formas en cómo se procedió, como recalqué en el blog de ayer, fue la gran equivocación.

Hoy Zelaya, la víctima, fue vitoreado en conjunto por presidentes como Rafael Correa, Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega quienes se han llenado la boca de democracia como si la practicaran en sus países; y como presidentes como Felipe Calderón, Alvaro Uribe o Barack Obama, que no tuvieron otra salida que alinearse a la izquierda por un principio de institucionalidad.

Escuchar hoy a personajes como a Fidel Castro condenar un golpe de Estado, a Raúl Castro sancionar la falta de democracia, a Hugo Chávez hablar de invadir Honduras y a Daniel Ortega invocar la Carta Interamericana fue una experiencia tan fascinante como haber pasado sin pagar entrada al Ringling Borthers.

Equivocados: fondo y forma

Las reacciones en el mundo entero no se hicieron esperar apenas se supo que el presidente Manuel Zelaya fue destituido por el Congreso hondureño o que se le dio un golpe de Estado, como prefirieron llamarlo otros. En todos lados se condenó y seguramente a partir de este lunes las organizaciones intergubernamentales verán de qué forma aplicarán medidas o castigos.
Más allá de las argumentaciones que se escucharon durante el día - especialmente en el Congreso y del nuevo presidente Roberto Micheletti, quien prometió que continuará con el proceso electoral hacia noviembre – sobre que no se trató de un golpe de Estado, sino de una transición democrática de constitucionalmente deponer el Presidente de su cargo por incumplir con la ley y la Constitución, lo cierto es que las autoridades hondureñas se han equivocado.
Es probable que en el fondo la cúpula política hondureña haya tenido razones valederas en contra de Zelaya, quien en la última semana desacató órdenes de la Justicia que le prohibía realizar una encuesta este domingo con la que quería palpar el sentir de los electores para acrecentar sus intenciones sobre la reelección presidencial. Sin embargo, lo que estuvo equivocado, fue la forma en que se produjeron los hechos, un Presidente detenido por los militares y expulsado hacia Costa Rica.
La forma, más que un proceso democrático debido que debería seguir juicio político y otros esquemas que deben estar fijados por ley, se vio plenamente como un golpe de Estado, aspecto que ningún otro gobierno o institución internacional puede hacerle la vista gorda y dejar de condenar.
Si bien una gran cantidad de personas, de líderes y dirigentes detestaba la forma en que Zelaya estaba atropellando al país, da la sensación que esa gente pudiera estar enfrentándose a un caso similar a lo que sucedió con Hugo Chávez en abril de 2002, quien fue restituido al gobierno luego de un golpe de Estado injustificado.
Creo que los hondureños tienen todo el derecho, apegándose a la legislación y a la Constitución – como en cualquier otro país – de destituir a un Presidente por las razones ilegítimas e ilegales que hubiera en juego; pero se deberían haber cuidado las formas, pensado en las apariencias, ya que la opinión pública internacional desconocía todos los elementos y solo puede juzgar los acontecimientos a la luz de un golpe de Estado.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...