enero 23, 2014

Celac cambia democracia por paz en Cuba


No puedo estar más de acuerdo con el periodista Andrés Oppenheimer que en su reciente columna del The Miami Herald/ El Nuevo Herald de Miami criticó la realización de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) en Cuba la próxima semana, pero aún más que los líderes latinoamericanos que ahí se reúnan no intentarán siquiera acercarse a la cumbre paralela no oficial que está organizando la disidencia.

Varios líderes se excusaron sobre que simplemente estarán ahí en visita oficial y que, por tal motivo, cumplirán con la agenda oficial, es decir que no tienen previsto ningún acercamiento con los disidentes y periodistas independientes ni mucho menos se les antojaría tratar de visitar a presos políticos. Todo esto para no ofender a los hermanos Castro.

De por sí, que la reunión se realice en La Habana y de que el dictador Raúl Castro sea su presidente, ya es síntoma de la grave hipocresía que reina en América Latina, cuando uno considera que la CELAC tiene como objetivo la promoción de la democracia. Justamente por  faltarle a ese país la democracia y no poder hacer gala de ninguno de sus atributos, el gobierno dictatorial, con su desvergonzado uso de la propaganda, impulsa una agenda abstracta traída de los pelos: Que América Latina sea declarada zona de paz.

Se trata de una cortina de humo que busca comprar tranquilidad para el régimen, tratando de neutralizar cualquier eventual declaración incómoda y sorpresiva sobre la promoción de la democracia.

Obviamente una sinrazón para las Damas de Blanco que están buscando, y sin éxito, una entrevista con el secretario General de la OEA, José Miguel Inzulza y para Elizardo Sánchez, director de la local Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que ya advirtió que agentes de la seguridad del Estado están rondando los domicilios de los disidentes y advirtiéndoles sobre represalias en caso de que quieran acercarse a los mandatarios extranjeros.


Una vez más, la CELAC servirá para legitimar y comprar más tiempo a la dictadura familiar más larga de América Latina. Una desacertada cumbre que será una de las desvergüenzas más increíbles que contendrán los libros de historia en el futuro próximo.

enero 20, 2014

El mayor reto de Francisco

Desde que fue elegido al trono de Pedro, el papa Francisco no dejó nada al azar, ni siquiera los problemas más complejos por los que renunció Benedicto XVI.

Con firmeza comenzó a limpiar las finanzas del banco del Vaticano, destituyendo a cardenales corruptos; con misericordia redefinió el pecado con aquella frase “¿Quién soy yo para jugarles?”, amparando a homosexuales, divorciados y mujeres empujadas al aborto; y con determinación renovó la misión católica con obispos de a pie, recreando una Iglesia humilde y misionera, tal el legado de Cristo y sus apóstoles.

Por esa mezcla de seguridad y jovialidad, donde convergen los espíritus de la Madre Teresa y Juan Pablo II, la prestigiosa revista Time lo valoró como la persona del año en 2013, argumentando que le bastaron menos de nueve meses para posicionarse como líder mundial y que la Iglesia recobre la confianza de fieles y no católicos.

A pesar de sus logros y confianza acumulada, Francisco tiene un gran reto por delante, que nada tiene que ver con temas doctrinarios y morales como el celibato, la ordenación de la mujer o la manipulación de las células madres, sino con cuestiones más carnales y de índole criminal, como el abuso de menores.

El jueves, por primera vez en la historia, el Vaticano debió sentarse en Ginebra en el banquillo de los acusados ante la Comisión de los Derechos del Niño de Naciones Unidas. Debió responder por decenas de miles de casos de abusos infantiles, a manos de curas pedófilos, cuyos crímenes, perpetrados en parroquias, escuelas y orfanatos, quedaron en la impunidad encubiertos por la jerarquía eclesial.

Los crímenes de este tipo no son nuevos en la Iglesia, lo único nuevo es la decisión para combatirlos. El papa emérito, Joseph Ratzinger, fue el primero en tomar al toro por los cuernos. Declaró tolerancia cero contra esos delitos, convocó un simposio, publicó una guía interna anti abusos y pidió a los obispos que denuncien a los pederastas ante la justicia ordinaria.

Francisco le siguió determinado. En julio de 2013, creo un reglamento jurídico del Vaticano endureciendo las penas para casos de abusos y en diciembre anunció la creación de una comisión para luchar contra la pederastia, con el objetivo de que la Iglesia jamás vuelva a mirar hacia otro lado.

Sean O’Malley, cardenal de Boston, y miembro del grupo de ocho cardenales asesores directos de Francisco, explicó que los próximos sacerdotes y religiosos que trabajarán con niños deberán tener antecedentes legales y psiquiátricos intachables. Este cardenal, que tuvo la misión de limpiar de pederastas a tres diócesis estadounidenses, vendiendo edificios para pagar indemnizaciones a las víctimas, sentenció que se tratará a los pederastas como lo que son, criminales, poniéndolos a disposición de la justicia ordinaria y no en manos de sus autoridades.

Hasta ahí la Iglesia parece transitar el camino correcto. Sin embargo, lo que miles de víctimas reclamaron este jueves en Ginebra es que el Vaticano deje de hablar y comience a hacer, que resuelva el pasado y que no permita que sus autoridades continúen protegiendo a criminales como si se tratara de simples pecadores.

Aunque se ponderó la actitud comprometida de la Iglesia de participar de la reunión, víctimas y organizaciones de derechos humanos denostaron que los obispos representantes, Silvano Tomasi y Charles Scilcluna, respondieran con evasivas. Que no dieran cifras sobre abusos denunciados, que no hagan responsable al Vaticano por el encubrimiento y que opten por la consabida respuesta de que Roma no es responsable por sacerdotes y obispos, quienes, como cualquier ciudadano, deben responder por sus acciones ante la justicia de sus respectivos países.

Puede que la respuesta sea correcta, política y legal, pero ni es adecuada ni coherente con la misericordia manifestada por Francisco, a quien en este terreno fangoso, se le pide justicia y castigos concretos. Existe sed de justica por los delitos anteriores y Francisco debe buscar la forma de apagarla.

Como en cualquier disciplina, la Iglesia nunca estará exenta de delincuentes y corruptos, pero no puede omitir su responsabilidad, debe actuar. La percepción de impunidad, ya sea judicial o eclesiástica, es la peor enemiga de Francisco y su mayor reto.

enero 18, 2014

Obama, Snowden y el olvido por Assange

En el discurso de ayer sobre la reforma al sistema de espionaje, Barack Obama nombró por primera vez, en forma oficial, varias veces a Edward Snowden, quien se atribuyó la tarea de denunciar al mundo las prácticas poco saludables de la Agencia Nacional de Seguridad en materia de vigilancia y recopilación de datos de ciudadanos y líderes mundiales a través del internet y de escuchas telefónicas clandestinas.

Antes de las denuncias de Snowden, las otras denuncias que habían impactado al mundo, habían sido las de Julian Assange, que publicó en su sitio de Wikileaks filtraciones obtenidas del soldado Bradley Manning. Se trataba de documentos clasificados que denunciaban estrategias poco convencionales en las guerras de Irak y Afganistán, torturas, cárceles clandestinas de la CIA, apoyo de aliados y una tonelada de datos embarazosos para la diplomacia estadounidense, advirtiéndose su propensión a los chismes sobre líderes extranjeros.

En aquella época, Assange se mostró como un adalid de la verdad, una especie de Robin Hood de las informaciones, robándosela a los ricos en beneficio de los pobres. Pero en realidad, aquella información solo sirvió para conocer que debajo de las piedras también corre el agua, algo que siempre se sospechaba, pero no para que un gobierno tan poderoso como el de EE.UU. tuviera que cambiar de rumbo.

El gobierno solo sintió vergüenza pero no se amilanó para lograr que Assange quede encerrado en la embajada ecuatoriana de Londres, aislado, sin dinero ni poder. Tampoco parece que el gobierno británico escuchará a Rafael Correa por su petición para un salvoconducto que le permita a Assange llegar a Quito como héroe mundial. Assange fue olvidado.

En realidad, comparable a las denuncias de Snowden, lo de Assange fue información de tercera. Le guste o no al gobierno estadounidense, así trate de sacar a Snowden de Rusia o atraparlo en su próximo destino para juzgarlo como al soldado Manning, sus denuncias lograron que Obama recapitule y busque con reformas aplacar las críticas y las vergüenzas que recopiló en el mundo entero.

Si bien Obama dijo que EE.UU. no recapitulará a su derecho de seguir espiando para evitar que se dañen los intereses de sus ciudadanos frente a posibles ataques terroristas, anunció una serie de medidas más balanceadas para que la vigilancia no desvirtúe el principio constitucional del derecho a la privacidad.

Entre esas medidas, se necesitará más supervisión del Congreso, más legislación, más permisos judiciales, menos espionaje automático a datos de los ciudadanos en internet y nada de investigar mediante escuchas telefónicas clandestinas a líderes aliados, como Angela Merkel o Dilma Rousseff.

Más allá de que la reforma no es la más apropiada o efectiva, las denuncias de Snowden han ayudado a poner las cosas en perspectiva. A diferencia de las denuncias de Assange, las de Snowden se ven como importantes, ya que han logrado cambios considerables que de ninguna forma se hubieran logrado sin ellas.


De todos modos, vale hacerse la pregunta con la intención de no minimizar el aporte de Assange: ¿Hubiera Snowden tenido el coraje de denunciar a sus antiguos empleadores de no haber sido por la iniciativa de Wikileaks?

enero 16, 2014

Maduro y las telenovelas como chivo expiatorio

El presidente venezolano Nicolás Maduro, como varios de sus colegas latinoamericanos en los últimos años, no ha encontrado mejor excusa o chivo expiatorio para el grave problema de la inseguridad, que acusar a los medios de comunicación, en particular a la TV y sus telenovelas, por fomentar la violencia y los antivalores en la sociedad.

La ocurrencia de Maduro sería anecdótica y para no tener en cuenta si se trataría solo de una excusa para justificar la falta de acción y planificación de su gobierno en materia de seguridad. Pero el riesgo es que durante el gobierno chavista, tras la acusación del oficialismo contra los medios en el mismo sentido, se han creado leyes y decretos para imponer sanciones y censurar a los medios. Justamente, la ley de Responsabilidad Social sancionada por Hugo Chávez en 2004, bajo las mismas argumentaciones actuales de Maduro – crear un sistema de protección de la niñez ante la promoción de la violencia provocada por la radio y televisión – sirvió para cerrar televisoras, como RCTV y decenas de cables, así como cientos de radios, no para proteger a los niños sino blindar al gobierno de las críticas.

Existen estudios para uno y otro sentido sobre la mala influencia en la conducta de los niños por parte de la televisión y los videojuegos, pero de ahí hacerlos responsables de la inseguridad ciudadana hay un trecho muy largo. Si así fuera, EE.UU. debiera ser el país más inseguro y peligroso del mundo debido a la mala influencia de Hollywood con cientos de nuevas películas que hacen escuela diaria sobre violencia, escándalos, conspiraciones y terrorismo.

El peligro del argumento de Maduro es que ya ha dado instrucciones a la ministra de Comunicación y al Consejo Nacional de Telecomunicaciones para que revise la programación de las televisoras, acusándolas de antemano de crear inseguridad y generar violencia por la trasmisión de telenovelas, acusándolas de fomentar “antivalores de la muerte, culto a la droga, culto a las armas, culto a la violencia”.
De esta forma Maduro trata de expiar los pecados de su propio gobierno y de su predecesor que poco pudieron hacer en materia de seguridad, convirtiendo a Venezuela en uno de los países más violentos de la región con 79 asesinatos cada cien mil personas. Según la ONG, Observatorio Venezolano de Violencia, 25.000 asesinatos se produjeron en el país durante el 2013.
Es que si bien Maduro puso énfasis en la pacificación en su discurso este miércoles ante el Congreso, su atención sobre el tema de la inseguridad no ocurrió hasta el asesinato de la actriz y ex miss Universo, Mónica Spears y su esposo, crimen que levantó indignado a muchos sectores de la sociedad venezolana.

Como siempre y por todo concepto, tanto Maduro como el chavismo, son muy astutos en echarle la culpa a los demás de las deficiencias, ineficacia, omisiones y manipulaciones de su gobierno. Así es el imperio, el capitalismo, los burgueses, la oligarquía, los diplomáticos estadounidenses, los comerciantes inescrupulosos, quienes tienen la culpa de los males de Venezuela.


En realidad, más allá de la ineficiencia de su gobierno para controlar la seguridad, el orden en las cárceles o de dotar a la justicia y las fuerzas de seguridad con recursos humanos y técnicos, Maduro es responsable directo en materia de inseguridad por varios motivos. Ha armado a un grupo nacional de autodefensa que en cualquier momento puede desviarse como está sucediendo con los grupos paraestatales mexicanos de Michoacán; ha incentivado y justificado a las turbas a saquear comercios y supermercados como castigo por el alza de precios y mantiene un discurso irracional y polarizante contra la oposición y cualquier individuo que no simpatice con su gobierno.

Maduro, en lugar de echar culpas a los demás, debería estar mirando muy de cerca lo que pasa fuera de las ventanas del Palacio de Miraflores y actuar en consecuencia. Es que Caracas se ha convertido en la segunda ciudad más violenta del mundo, después de la hondureña San Pedro Sula, de acuerdo el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.

Esta ONG mexicana informó que Caracas está segunda en una clasificación de las 50 ciudades más violentas del mundo, con 134 asesinatos en 2013 por cada cien mil habitantes. San Pedro Sula tiene una tasa de 187 homicidios y Acapulco es tercero con 117. En el informe, que incluye a 50 ciudades con al menos 300 mil habitantes, se encuentras 43 ciudades de América Latina, además de tres de Sudáfrica y cuatro de EE.UU., entre ellas 16 de Brasil, nueve de México, seis de Colombia, cinco de Venezuela, dos de Honduras y una de El Salvador, Guatemala, Jamaica, Haití y Puerto Rico.
Entre las críticas que la ONG hace a los gobiernos por la manipulación de datos en materia de seguridad, sobre el de Maduro es bien concreto: “Ha demostrado que no le interesa la transparencia y la rendición de cuentas, sino el ocultamiento o la propaganda, muchas veces basada en mentiras”.
Según esta ONG, en 2013, el gobierno anunció una reducción del 17% de los asesinatos comparado al año anterior, pero demostró que “en las morgues siguió aumentando el número de ingreso de cadáveres”.

enero 14, 2014

Hay que instruir a los políticos

Muchas veces la política tiene poco de arte y mucho de artimaña, pese a que es definida como el arte del poder público en busca de un fin social trascendente o el oficio de la negociación en procura del bien común. Sobran ejemplos de servidores públicos que aprovechan la plataforma para conseguir favores personales, en detrimento de beneficios colectivos.

El fin noble de la política no solo es desvirtuado por los engaños, la corrupción y las pujas de poder. También por mentiras, revanchas y mezquindades, producto de la ineptitud de aquellos que entran a la arena sin preparación alguna o mínima.

Varios casos ocurridos esta semana ejemplifican ese tipo de actitudes. Solo después del asesinato de la ex Miss Universo venezolana, Mónica Spear, y de su esposo frente a su hijita de 5 años, el presidente Nicolás Maduro, convocó por primera vez a todos los gobernadores del país para consensuar un plan nacional de seguridad ante el crimen creciente que, hasta ahora, ocultaba o no admitía.

La actitud de Maduro fue por conveniencia. Esperó al asesinato de una celebridad para salir de su modo defensivo. Más allá de los problemas estructurales, la violencia en el país es incentivada por una verborragia oficial que ampara a ladrones y criminales, y por el empoderamiento de milicias urbanas – grupos de autodefensa armados – que crean mayor violencia y quitan la autoridad a fuerzas legales de seguridad, como ocurrió con grupos paramilitares en Guatemala y Colombia, y con los escuadrones de la muerte en Brasil.

Puede que el crimen de Spear (siete delincuentes ya fueron detenidos) sea el punto de inflexión para promover más seguridad, aunque la actitud de Maduro demuestra que los casos de celebridades tienen más privilegios que los ciudadanos comunes, afectados por un 92% de impunidad.

En EE.UU. el escándalo de la semana perteneció al gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, quien hasta hoy sonaba como la figura más fulgurante de los republicanos para recuperar la Presidencia en las elecciones de 2016. Según correos electrónicos y mensajes de texto, se descubrió que desde la oficina de Christie se ordenó tomar represalias contra un alcalde demócrata del estado de  Nueva York, porque no le dio su respaldo en la anterior elección. La táctica fue un embotellamiento de tránsito provocado intencionalmente en un puente que une a los dos estados. En este caso, la actitud podría tener consecuencias graves más allá de lo político, ya que el caso se investiga como delito por abuso de autoridad y negligencia criminal, por haber puesto en riesgo a los ciudadanos.

En todos lados se cuecen habas. No se puede esperar que todas las decisiones políticas sean correctas o aceptadas socialmente, ya que a veces se requieren decisiones impopulares pero convenientes. La diferencia estriba cuando estas se toman con fines electorales, desde la inauguración oportuna de obras antes de una elección – atentado a la inteligencia de los ciudadanos – hasta la que fue denunciada por el exministro de Defensa estadounidense, Robert Gates, que puso a la Casa Blanca patas arriba. En su libro de memorias, Gates acusó a Barack Obama de anteponer sus intereses políticos y electorales sobre los nacionales, criticando el manejo políticamente conveniente que hizo de la guerra en Afganistán.

La política es una de las pocas profesiones u oficios que no requiere de preparación o instrucción para poder ejercerla. Si bien no debería existir una carrera profesional de político porque privaría el principio democrático de participación e inclusión sin distinción de niveles sociales ni privilegios, tendrían que existir requisitos mínimos, más allá de la exigencia de la declaración jurada de bienes.

Negociación como habilidad; ética y conducta moral; capacitación en liderazgo, presupuesto, gerencia y legislación e historia política comparadas, podrían ser disciplinas importantes para los jóvenes que tengan vocación y capacidad de servir. Esto, sumado a procesos de selección y filtros más rigurosos promovidos por los partidos, podrían incentivar el ingreso a la política de personas más capaces y honradas.

Hacer de la política una artimaña menos personal y pasional, y una profesión más preparada, responsable y fiscalizada, ayudaría a que los ciudadanos comiencen a recuperar la confianza perdida.

enero 11, 2014

Nueva plataforma para el mundo de las ideas

Las últimas incursiones de los magnates del internet en proyectos periodísticos de gran envergadura demuestran que los medios de comunicación y el periodismo no desaparecerán como pronosticaban los agoreros de siempre. Sin embargo, esto no quiere decir que no se tengan que buscar nuevos modelos de negocio y periodísticos para que estas dos disciplinas sigan siendo útiles, relevantes y ofrezcan valor agregado a las audiencias.
Desde la incursión de los inventores de Google, Amazon y Facebook en los medios impresos, hasta la expansión de marcas tradicionales como The New York Times  y El País de España y las más noveles como la cadena televisiva Al Jazeera y The Huffington Post en varios idiomas, ahora surge un nuevo medio, que si bien no es revolucionario, anima a concentrar la idea de líderes mundiales y locales, pensadores, premios Nobel y ciudadanos ordinarios, pero a una escala global.
Se trata de TheWorldPost, una nueva plataforma digital promovida y creada por el filántropo estadounidense Nicolas Berggruen, presidente del Instituto de Gobernanza y de la afamada Arianna Huffington, que después de años de haber empezado un blog sobre los intríngulis políticos de Washington, creó y consolidó uno de los medios digitales de mayor influencia en el mundo: The Huffington Post.
Según el filántropo, el nuevo portal que será lanzado durante el Foro Económico de Davos este mes, dará cabida a columnas de líderes prominentes, desde Barack Obama al Dalai Lama o de Angela Merkel a Bill Gates, tratando de que el nuevo sitio de cabida al pensamiento plural y diverso del mundo, de Occidente a Oriente; aunque sin desconocer a pensadores más anónimos y también sirviendo de plataforma para el pensamiento de ciudadanos ordinarios.
Lo importante de la idea es que nace con el pensamiento global de Berggruen de atrapar en un mismo sitio la “aldea global” y con la estrategia periodística y comercial de Huffington, de encontrar un nuevo nicho informativo que, de tan obvio, pasó desapercibido para otros innovadores.

Y cuando todos pensaban que los medios y periodistas podrían ser la nueva especie en extinción detrás de la fortaleza del internet, esta nueva apuesta informativa demuestra todo lo contrario. La plataforma digital está abriendo cada vez más espacios para que el periodismo se consolide. Lo más importante es que se ha disipado completamente la idea de que haya medios que concentren el poder de las ideas. Proyectos como TheWorldPost demuestran que la pluralidad y diversidad de las ideas priman y dominan, para el beneficio de todos.

enero 10, 2014

Resolución para 2014: Combatir la miseria en América Latina

Erradicar la miseria debería ser la resolución más relevante del 2014 para que América Latina alcance todo su potencial. La tarea es titánica porque no solo se necesitan planes sociales, empleos e infraestructura para el desarrollo, sino también promover la honestidad, en consideración que la corrupción afecta principalmente a los pobres.

Los vientos están a favor. China promete comprar más en Latinoamérica en los próximos años; la presidente brasileña, Dilma Rousseff, dijo que sacará de la miseria a 40 millones de compatriotas este año; mientras que el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, prometió combatir la pobreza con decisión, lo que son buenas noticias ya que entre ambos países aportan la mayor cantidad de indigentes del continente.

Lo más importante, quizás, es que emergió un líder en la región que está creando mayor conciencia sobre este problema - pobreza y corrupción - lo que no han podido hacer hasta ahora informes y estudios. Justamente la nueva visión que está contagiando este líder - la de poner a los pobres como los protagonistas de todas las reformas de políticas públicas - es lo que le ha valido al papa Francisco ser declarado Persona del Año por la revista Time.

Su contagio no deviene por su condición de ser el primer Papa latinoamericano, sino porque predica con el ejemplo. No solo habla de caridad, solidaridad y compasión para con los más vulnerables, sino clama porque se hagan reformas para combatir la corrupción, como él las ha hecho para limpiar al Vaticano de los corruptos.

Es que la manipulación electoral de los gobiernos, el soborno para la construcción de obras públicas o el enriquecimiento ilícito de los poderosos, no atentan contra los ricos, sino contra los pobres. La corrupción crea brechas cada vez mayores entre ricos y pobres, ya que disminuye en estos últimos su capacidad de inserción y participación en la sociedad.

El problema de la corrupción es que se suelen diferir fondos de proyectos públicos a fortunas personales, deteriorándose las instituciones del Estado. Y en ese deterioro, los más afectados son los servicios, como el caso de la salud, la educación, el acceso a energía, cloacas o agua potable, servicios que terminan convirtiéndose en privilegios lejanos para los pobres. Esta ecuación se desprende del informe del Banco Mundial, “La voz de los pobres. ¿Hay alguien que nos escuche?”, donde también se establece una relación profunda entre corrupción y falta de acceso a la información pública.
América Latina sigue siendo una región altamente corrupta. 

En gran parte, esa cultura se debe a la cultura del secretismo o la falta de transparencia con la que se manejan sus gobiernos. Desde manipular índices económicos como los gobiernos de Cristina Kirchner o Nicolás Maduro, hasta negarse a ofrecer declaraciones juradas como en Ecuador o utilizar dineros públicos como si fueran propios en Nicaragua.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos señala que cualquier política dirigida a obstaculizar la información sobre las tareas estatales, tiene el riesgo de promover la corrupción. Por ese motivo, y en plena coincidencia con el Banco Mundial y el PNUD, reclama que se debe propiciar el acceso a la información de los sectores más empobrecidos, ya que es la única forma de permitir su participación activa en el diseño de políticas públicas que afectarán sus vidas.

En columnas anteriores advertía - citando el estudio Panorama Social de América Latina 2013 de la CEPAL y el de Transparencia Internacional - que la corrupción y la pobreza van de la mano. Los países más desarrollados son los menos corruptos y los de mayor corrupción albergan la mayor cantidad de pobres.

En Latinoamérica hay 164 millones de pobres y 68 millones de personas viven en la miseria, según el estudio Panorama Social de América Latina 2013 de la CEPAL. La mayoría de ellos vive en países con los mayores índices de corrupción.

Los políticos y líderes de la región deben asumir que la corrupción es el mejor aliado de la pobreza y la antítesis del desarrollo. Así que cuando hablen de políticas públicas para combatir la pobreza, la prioridad debe estar puesta en promover la honestidad y la transparencia de la gestión pública, más que en incentivar programas de asistencia y/o prácticas clientelistas. 

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...