No puedo estar
más de acuerdo con el periodista Andrés Oppenheimer que en su reciente columna
del The Miami Herald/ El Nuevo Herald de Miami criticó la realización de la
cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) en Cuba
la próxima semana, pero aún más que los líderes latinoamericanos que ahí se
reúnan no intentarán siquiera acercarse a la cumbre paralela no oficial que
está organizando la disidencia.
Varios líderes
se excusaron sobre que simplemente estarán ahí en visita oficial y que, por tal
motivo, cumplirán con la agenda oficial, es decir que no tienen previsto ningún
acercamiento con los disidentes y periodistas independientes ni mucho menos se
les antojaría tratar de visitar a presos políticos. Todo esto para no ofender a
los hermanos Castro.
De por sí, que
la reunión se realice en La Habana y de que el dictador Raúl Castro sea su
presidente, ya es síntoma de la grave hipocresía que reina en América Latina,
cuando uno considera que la CELAC tiene como objetivo la promoción de la
democracia. Justamente por faltarle a
ese país la democracia y no poder hacer gala de ninguno de sus atributos, el gobierno
dictatorial, con su desvergonzado uso de la propaganda, impulsa una agenda
abstracta traída de los pelos: Que América Latina sea declarada zona de paz.
Se trata de una
cortina de humo que busca comprar tranquilidad para el régimen, tratando de
neutralizar cualquier eventual declaración incómoda y sorpresiva sobre la promoción
de la democracia.
Obviamente una sinrazón
para las Damas de Blanco que están buscando, y sin éxito, una entrevista con el
secretario General de la OEA, José Miguel Inzulza y para Elizardo Sánchez,
director de la local Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación
Nacional, que ya advirtió que agentes de la seguridad del Estado están rondando
los domicilios de los disidentes y advirtiéndoles sobre represalias en caso de
que quieran acercarse a los mandatarios extranjeros.
Una vez más, la
CELAC servirá para legitimar y comprar más tiempo a la dictadura familiar más
larga de América Latina. Una desacertada cumbre que será una de las desvergüenzas
más increíbles que contendrán los libros de historia en el futuro próximo.
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