noviembre 02, 2013

Periodistas se defienden en la CIDH, por ataques de Kirchner y Correa

Los gobiernos de Cristina Kirchner y Rafael Correa han hecho de los medios de comunicación y de sus propietarios la razón de su existencia. Los acusan de ser los poderes económicos y políticos, los verdaderos opositores, a los que califican de vendepatrias, conspiradores, golpistas y desestabilizadores. Además,  los hacen  responsables de la desigualdad, de la opresión, de incentivar la inseguridad y de desconocer a las autoridades.

En su estrategia de achacar todos los males a los medios - el único “enemigo” en pie, después de que degradaron y se apoderaron de las estructuras institucionales - se han cuidado de atacar a los periodistas, a quienes consideran víctimas de los medios privados, desalmados y monopólicos. Su táctica de pegar a los de arriba y minimizar el impacto entre los de abajo, así sean periodistas, indígenas, maestros u obreros, tiene el claro propósito de desinflar su colchón electoral.

Pero son tantas las agresiones y campañas de desprestigio que estos gobiernos y sus estructuras oficialistas le han pegado a los periodistas, a los de a pie, así como también lo hicieron gobiernos de ideologías diametralmente opuestas como los de Hugo Chávez, Carlos Menem, Alberto Fujimori o Augusto Pinochet, que los periodistas empezaron buscar refugio y a ejercer sus derechos fuera del país.

Esta semana, grupos de periodistas argentinos y ecuatorianos participaron de las audiencias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para denunciar los atropellos a la libertad de expresión y de prensa en ambos países. La crítica contra los gobiernos no es tan solo por las campañas de desprestigio que sufren, sino por las trabas para hacer periodismo y las que se imponen a los ciudadanos, a quienes se niega su derecho de acceder a información pública.

Los periodistas denunciaron la censura que implica la Ley de Comunicación en Ecuador, las demandas judiciales con millonarias indemnizaciones que les llueven desde el poder político, las campañas de desprestigio con afiches, denuncias y juicios públicos, todo ello con el ánimo de censurar y generar autocensura.

También denunciaron el cepo publicitario en Argentina impuesto por la Secretaría de Comercio a los supermercados y la forma en que el gobierno utiliza fondos públicos para beneficiar a los medios que le son afín y la falta de una ley de acceso a la información pública que obligue al gobierno a ser transparente.

Obviamente, las respuestas de los gobiernos no se hicieron esperar y fueron previsibles. Rafael Correa, desde Moscú, dijo que las denuncias de los periodistas y de miembros de la sociedad civil ecuatoriana ante la CIDH era solo una “payasada”. Mientras tanto, la embajadora argentina ante la OEA, Nilda Garré, calificó a los periodistas – Joaquín Morales Solá y Magdalena Ruiz Guiñazú entre otros prestigiosos e independientes - de "voceros de grupos monopólicos que resisten los avances democráticos".


Las presentaciones de ambos grupos tuvieron en sus países una cobertura desigual. Muchos periodistas se sintieron representados pero otros los criticaron por victimizarse, desde una óptica muy parecida al oficialismo. En realidad, esto muestra que si algo “bueno” han logrado con su estrategia de desprestigio estos gobiernos, es que también han dividido y polarizado al gremio periodístico.

octubre 31, 2013

Maduro y su cuento en Halloween

El increíble presidente Nicolás Maduro sigue a las andanzas tratando de endiosar a Hugo Chávez, pero aunque su cuento coincide con el día de Halloween, hay que tener en cuenta que su treta, por jocosa que aparente, lleva implícito el peligro de seguir disminuyendo los espacios de democracia.

Esta vez dijo que se vio la cara del ex comandante en un túnel en construcción del metro de Caracas, algo parecido a las grutas donde aparecen vírgenes y santos de la devoción católica. Una forma de tratar de elevar la figura de Chávez a nivel de veneración religiosa que se suma a las “apariciones” más recientes del fantasma, a quien ya hizo reencarnar en pajarito, en las caras de los pobres y en la de todos los caraqueños que deambulan por ahí; sin contar aquella vez que propuso embalsamar al ex presidente para que lo gozaran las generaciones venideras.

En esta nueva saga de cuentos de Halloween, Maduro no es muy creativo. Ahora le sumó la denuncia y el escarnio de lo que él considera la “trilogía del mal” encarnada por Henrique Capriles, María Corina Machado y Leopoldo López, políticos de la oposición a quienes acusa de conspiración contra su poder y estar detrás del desabastecimiento, la crisis de seguridad, la crisis energética y cualquier otra crisis sin dueño.

Al tiempo que Maduro hacía aparecer por obra y gracia la imagen del rostro de Chávez en el metro, Caracas amaneció con afiches con las caras de los tres opositores bajo el título de “Trilogía del Mal” y con las leyendas siguientes: “Reconócelos. La trilogía del mal”. “Te quitan la luz. Te quitan la comida. Te quitan la paz. Basta de violencia”.

Maduro no es nada creativo. Sin poder acusar a los medios de comunicación, ya que muchos de ellos han sido “domesticados”  por medio de golpes y golpes durante más de una década, a Maduro no le queda otra que denunciar y desprestigiar a quienes le pueden hacer sombra a sus sueños cubano revolucionarios.

Copiado del manual del desprestigio de Hugo Chávez, que machacaba contra los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, calificativo que endilgaba a las canales televisivos Globovisión, Televen, RCTV y Venevisión, Maduro ahora insiste contra la trilogía del mal, habiendo cambiado a los medios por los opositores, aunque siempre con la misma intención de expiar pecados, acusar a los de todo mal y destruir cualquier espacio de crítica.


Pero no hay que tomar estos lemas a la ligera ni creerse que se trata solo de cuentos de Halloween. Tanto fue lo que Chávez hizo contra los medios y la libertad de prensa, que hoy a aquellos cuatro jinetes se los puede ver cerrados, comprados o domesticados. Es obvio que Maduro insistirá contra la “trilogía del mal” y contra cualquier otro líder opositor que aparezca, y como quedó demostrado con los “cuatro jinetes” no se trata solo de una táctica electoral, sino de una estrategia para neutralizarlos de por vida.

octubre 29, 2013

Privacidad en la web: No hay que por bien no venga

En las últimas décadas, EE.UU. fue el gobierno que más batalló para que uno de sus inventos, el internet, sea libre, gratuito y neutral; además de haber luchado a brazo partido contra gobiernos que siempre trataron de controlar la web, como los casos de China, Saudi Arabia, Cuba, Vietnam, entre tantos otros.
Actualmente, debido al programa masivo de vigilancia electrónica y de telecomunicaciones adelantado por la estadounidense Agencia Nacional de Seguridad, que ha puesto en vilo la seguridad y privacidad de los usuarios particulares en la net, dos países, cuyos líderes, empresas y ciudadanos han sido víctimas de esa prácticas, están proponiendo cambios al modelo actual de internet y promoviendo resguardos para la privacidad.
Casi en despecho por el espionaje sufrido, las líderes de Brasil y Alemania, Dilma Rousseff y Angela Merkel, están tratando que las Naciones Unidas sea el páramo para contener el espionaje indiscriminado por parte del gobierno de Barack Obama, a través de una resolución que deberá debatirse en el comité de Derechos Humanos de la Asamblea General de la ONU. El texto que ya está ganando adeptos entre países amigos y enemigos de Washington por igual, incluye la propuesta de Rousseff de que el internet sea regulado por un cuerpo de Naciones Unidas y que el Alto Comisionado por los Derechos Humanos de la organización confeccione dos informes anuales sobre la vigilancia indiscriminada y la violación de los derechos humanos, así como que incluya recomendaciones de buenas prácticas para los gobiernos.
Obviamente, un internet gobernado por un cuerpo de Naciones Unidas no es buena idea, desde que el Comité de Derechos Humanos estuvo liderado por países como Cuba, China o Libia que en los últimos 50 años no se caracterizaron por la defensa de esos derechos. Podría suceder que países que siempre han querido controlar a los usuarios del internet, pudieran ahora estar justificados para poder hacerlo.


Sin embargo, el tema de informes y condenas al tema de la violación a la privacidad, sería un aporte considerable para denunciar los atropellos que se comenten en la web y a través de esta. Después de todo, por ir en contra de sus propias convicciones y por mal usar el internet, EE.UU. podría estar logrando lo que siempre estuvo buscando, que se denuncien las violaciones a la libertad, seguridad y a la privacidad en el internet. No hay mal que por bien no venga, dice el dicho que fácilmente se aplica a esta situación.

octubre 27, 2013

Obama y su propaganda

Barack Obama se parece a ciertos presidentes latinoamericanos que hacen de la propaganda el único método de comunicación. No solo ofrece información interesada, sino también manipula, esconde y silencia aquella que no quiere que el público sepa.

Como si estuviera en plena campaña electoral, Obama sigue usando Twitter y Facebook y sitios oficiales de internet para agradar a sus seguidores y criticar a sus oponentes. Y como parte de esa tarea propagandística, también espía a medios de comunicación y procesa a delatores y periodistas. Una estrategia que un reciente informe del Comité para la Protección de Periodistas, calificó de “guerra agresiva” contra la prensa.

Lejos de cumplir su promesa de hacer de la transparencia el eje de su gobierno, Obama está acusado de retacear información a los periodistas, clasificar documentos en forma indiscriminada y mantener un programa de vigilancia electrónica sin precedentes. Las consecuencias son devastadoras: genera autocensura entre periodistas e inhibe a fuentes y funcionarios de proporcionar información, de la misma forma que sucede con Cristina de Kirchner, Rafael Correa, Daniel Ortega o Nicolás Maduro.

Los funcionarios tienen razones para esquivar a la prensa. Debido al “Programa contra Amenazas Internas”, los empleados del gobierno federal estadounidense deben vigilar la conducta de sus colegas para evitar filtraciones, mientras de aquellos que se sospecha de pasar datos a los periodistas, son investigados y hasta sometidos a detectores de mentiras. Es que en EE.UU. todo cambió con Set/11-2001. De repente todo se volvió súper secreto, se crearon nuevos organismos de inteligencia y la Ley Patriótica amplió los poderes del gobierno autorizando programas de vigilancia electrónica para detectar amenazas terroristas.

Esa estrategia permitió a Obama procesar a seis empleados gubernamentales y a dos contratistas, uno de ellos Edward Snowden, por filtrar información clasificada, acción penalizada por la Ley de Espionaje, que se había usado solo en tres oportunidades desde que entró en vigencia en 1917.

El gobierno de Obama no solo limita la información, también persigue a posibles delatores y a sus fuentes, adoptando medidas similares a la de gobiernos autoritarios y dictaduras. Por ejemplo, a la prestigiosa agencia estadounidense AP, el Departamento de Justicia espió e incautó secretamente llamadas y textos de periodistas sobre un posible atentado en Yemen en 2012, en momentos que el gobierno aseguraba que no existían amenazas terroristas.

Actualmente, el gobierno está detrás de Glenn Greenwald, el periodista de The Guardian, por haber publicado información que le filtró Edward Snowden, sobre el masivo programa de vigilancia contra otros líderes mundiales, empresas y ciudadanos extranjeros. Y todo parece que Obama tendrá que seguir disculpándose como lo hizo en estos días con la presidente Dilma Rousseff, la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente de Francia, Francois Hollande, ya que Greenwald, en la reciente asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, dijo tener listos “otros bombazos noticiosos” sobre Argentina, Venezuela y Canadá, que desnudarán aún más el masivo sistema de vigilancia clandestino.

Greenwald ya no seguirá revelando información desde The Guardian. Lo hará desde un sitio de noticias nuevo que creó junto al fundador del portal de subastas Ebay, Pierre Omidyar, con la intención de apoyar a periodistas a que divulguen  información sobre el gobierno. Una buena movida, que obligará a Obama a ser tan transparente como prometió y a no usar la excusa de la seguridad nacional, ya que se puede comprobar que la información revelada no puso nada ni a nadie en riesgo.

Ante las quejas del mundo, a EE.UU. le resta rectificar sus políticas. El Departamento de Justicia está obligado a reformas que le obliguen a tener órdenes judiciales para requisar archivos y solo hacerlo a quienes sean sospechosos de crímenes. Obama, por su parte, tendrá que acatar la ley que él promulgó para proteger y motivar a los informantes e impulsar la sanción de la postergada ley federal de protección de fuentes para periodistas. Ambas son indispensables para que el gobierno termine con la caza de brujas, sea más transparente y limite su acción propagandística. 

octubre 26, 2013

Si Bush hubiera espiado

Son muchos los males que se le achacaron a George W. Bush durante su presidencia; y con razón. Aquella fecha fatídica para EE.UU., “Setiembre 11 de 2001”, cambió prácticamente todo en el país y en el mundo, especialmente la forma de hacer política.

A Bush se le condenó por errores inmensos, entre ellos, por haber adelantado una guerra en Irak justificada por armas de destrucción masiva que nunca se encontraron. Por la apertura de la guerra en Afganistán, la violación de los derechos humanos en el extranjero por parte de militares estadounidenses, por la apertura de la cárcel de Guantánamo, por no haber encontrado a tiempo a Osama Bin Laden y hasta por la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera por falta de regulaciones a la banca nacional.

Bush terminó deshecho y, pese a todos los errores de Barack Obama, ni siquiera puede soñar con hacer declaraciones críticas porque la gente y el periodismo le contestarán que no tiene derecho a nada. Seguramente que en su época, en la que defendió los intereses de los estadounidenses a como  diera lugar, también se espió, pero nunca se supo a ciencia cierta o, más bien, los delatores e informantes, como Bradley Manning y Edward Snowden, recién aparecieron en estos últimos años.

La prensa estadounidense, en general, así como la academia en especial de las grandes universidades, son demasiado liberales, y por eso el escándalo de espionaje masivo llevado a cabo por la Agencia Nacional de Seguridad del presidente Barack Obama contra usuarios de internet, empresas y líderes del mundo entero, pasa por debajo del radar en este país.

Claro que distinto sería si se hubiera descubierto que el responsable, en vez de Obama, habría sido Bush. La prensa lo habría asaltado sin pudor y con pasión. Ahora, en cambio, las exigencias a Obama son tibias y muchos defienden su validez cuando se excusa de que el espionaje es necesario por razones de seguridad nacional y para defender los intereses de los estadounidenses.


Con Bush no habría habido contemplaciones. De repente a Obama le quedan unos pocos años más de presidencia para que la prensa y el público reaccionen, en consideración de que este programa de vigilancia que denunció el ex contratista Edward Snowden, es uno de los mayores escándalos provocado por EE.UU., comparable a la ilógica invasión de Irak.    

octubre 22, 2013

Conslusiones de la SIP en Denver

“Los 14 periodistas asesinados en Latinoamérica durante el último semestre – una de las cifras más altas de los últimos 20 años –, la confiscación secreta de archivos de llamadas a reporteros de The Associated Press por parte del Departamento de Justicia de Estados Unidos, así como el acaparamiento de medios de comunicación por parte de gobiernos autócratas, la aprobación de la Ley Orgánica de Comunicación de Ecuador y la persistente carencia de acceso a la información pública en varios países fueron, entre otros, los mayores escollos para la libertad de prensa en el hemisferio occidental durante el último semestre.”
”La asamblea anual de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), realizada del 18 al 22 de octubre en Denver, Colorado, condenó  el asesinato de 14 periodistas; tres en México, dos en Brasil, dos en Colombia, dos en Guatemala, dos en Haití y uno respectivamente en Ecuador, Honduras y Paraguay. Expresó también su total rechazo a la prescripción de 17 casos de asesinatos de periodistas (cinco en Colombia y 12 en México) por considerar que la impunidad y la acción de poderes judiciales débiles o sometidos son los motores generadores de la violencia.
”También durante este período tres periodistas debieron de abandonar Colombia y Honduras por amenazas y dos periodistas extranjeros fueron expulsados por el gobierno de Nicaragua.
”La SIP compartió la preocupación de organizaciones estadounidenses afines sobre el rumbo de la libertad de prensa en este país, sacudido por las revelaciones de espionaje contra periodistas e individuos. Así lo transmitió el presidente de The Associated Press (AP), Gary Pruitt, al manifestar ante la asamblea cómo el temor a la vigilancia gubernamental ha generado autocensura entre algunas de sus fuentes.
”La organización de la prensa hemisférica insistió que el Congreso de EE.UU. sigue mostrando resistencia a tramitar una ley de protección a la reserva de la fuente que evite el encarcelamiento de periodistas e instó al Departamento de Justicia a cumplir a cabalidad con las recomendaciones presentadas por delegaciones de la SIP que visitaron Washington, D.C. en los últimos años.
”Se observa con preocupación el acceso limitado a la información pública, un escollo para el trabajo periodístico en países como Ecuador, Honduras, El Salvador, Panamá, Uruguay y Venezuela, entre otros, mientras tanto en algunos países se carece de leyes de acceso a la información e impera una cultura gubernamental de secreto en la que, como ejemplo, los presidentes y funcionarios públicos de Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Panamá y Venezuela, se niegan a ofrecer entrevistas o conferencias de prensa.
”La libertad de prensa también se vio afectada por la coacción económica en diversas formas, como la adquisición masiva de medios de comunicación por parte de los gobiernos, ya sea directamente o a través de personas afines a los mismos en Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Argentina, para convertirlos no en medios de función pública sino que en herramientas de propaganda partidista e ideológica. Esta coacción se manifiesta también con actitudes de discriminación en la pauta de publicidad oficial contra medios independientes.
”En Venezuela, la discriminación oficial llega a la no autorización de divisas para la importación de insumos que no se fabrican en el país, como el papel. En el caso de Argentina, se registró una presión oficial a los avisadores para ocasionar perjuicio económico a esos medios. Otra herramienta restrictiva en Argentina, la ley de medios, está a la espera de un fallo de la Corte Suprema de Justicia que puede receptar los principios internacionales en la materia.
”Asimismo, en países como Colombia, Panamá y Brasil, entre otros, se aprecia una creciente industria de juicios y demandas judiciales como forma de acoso a los medios de comunicación.
”En Ecuador se constituyó la forma más severa de censura con la vigencia, a partir del 25 de junio, de la Ley Orgánica de Comunicación que crea dos instituciones del Estado, un consejo y una superintendencia, que sirven para controlar y censurar los contenidos de los medios, además de obligar a estos a autorregularse.
”En Cuba, como lo especificó Yoani Sánchez, las reformas económicas en esa nación no han ido acompañadas de un mejoramiento de la libertad de prensa que, por el contrario, se ha visto agravada por una represión constante y detenciones arbitrarias de periodistas.
”Finalmente, la Asamblea General reiteró varias veces la necesidad de enfrentar los embates de los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA), en su empeño por debilitar el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, en particular la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la cual es blanco de ataques permanentes.
”La Asamblea General destacó que durante este período la SIP ha apoyado el fortalecimiento del sistema interamericano mediante gestiones directas con jefes de Estado y representantes diplomáticos ante la Organización de Estados Americanos (OEA).”

octubre 20, 2013

América opaca según informes SIP

Las amenazas a la libertad de prensa en las Américas son cada vez más intensas y sofisticadas, pero tan grotescas como siempre. Así lo estoy comprobando en esta reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa que se celebra este fin de semana en Denver, Colorado.

Un dato sobresale y contrae el corazón. Catorce periodistas han sido asesinados en este último semestre en Brasil, Guatemala, Haití y Paraguay, entre otros países, por denunciar los abusos del poder político y económico o tocar los intereses de los narcotraficantes, abusos e intereses que muchas veces van de la mano. La violencia se incentiva por el alto grado de impunidad, producto de poderes judiciales débiles, ineficientes o subyugados al poder, lo que permitió que 17 casos de asesinatos de periodistas prescribieran en Colombia y México después de 20 años sin justicia.

No poder resolver la corrupción, la inseguridad y la miseria es un problema que aqueja a gobiernos de todas las ideologías. Pero varios de ellos, en especial en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina, prefieren culpar a los medios privados, a los que acusan de ejercer oposición política y estar enquistados en las oligarquías que golpean las puertas de los cuarteles.

El discurso anti medios y sobre que la democracia sería mejor sin ellos, como repite Rafael Correa, es bueno y convincente, pero solo una treta para acallar y restarle credibilidad a la prensa. Si estos gobiernos no creerían en los medios, no estarían comprándolos a través de testaferros o allegados como sucede con Nicolás Maduro, Correa, Evo Morales y Cristina Kirchner o con familiares como hace Daniel Ortega en Nicaragua. El grave problema de que posean medios, es que los convierten en vehículos de propaganda, para apoyar actos políticos, cambios constitucionales y procesos electorales que les permitan eternizarse en el poder.

Además de la compra directa, los gobiernos también siguen acosando a la prensa con otros mecanismos económicos de vieja data con la intención de que los medios mueran por sí solos, como producto de sus equívocos financieros, y así los presidentes pueden salvar sus apariencias democráticas. En muchos países los medios menos críticos son favorecidos con publicidad oficial, no así los díscolos, creando problemas de competencia desleal.

En Argentina el gobierno incentiva a los supermercados a crear un boicot publicitario y en Venezuela se retacea divisas a los periódicos para que no puedan comprar papel y otros insumos que no se fabrican en el país, por lo que varios ya debieron dejar de publicarse. Mientras tanto, en Brasil, Colombia, Panamá y Perú, los funcionarios públicos acusados de corrupción han encontrado más fácil hacer que los medios se autocensuren luego de demandarlos judicialmente con indemnizaciones millonarias, que responder a la justicia por sus fechorías.

Pero de todas, la peor amenaza contra la libertad de prensa y la democracia, es la cultura del secreto que todavía persiste en todos los países de las Américas. La excusa de la seguridad nacional sigue siendo las más usada como lo demostró el gobierno de EE.UU.  El presidente Barack Obama, quien había prometido transparencia al principio de su mandato, es el que más abusó en clasificar información y en procesar a delatores del gobierno, pese a una ley que protege a quienes denuncian irregularidades en la administración pública. La inseguridad pública fue la excusa para la vigilancia indiscriminada, en una versión similar a la que se utilizó durante la Guerra Fría.

En El Salvador y Paraguay, pese a leyes y órdenes judiciales que obligan a la transparencia, los mismos legisladores niegan dar información sobre sus patrimonios, salarios y asesores, como si trabajaran en el sector privado. No todos los países tienen leyes de acceso y transparencia; pero donde existen, como en Canadá, cada vez con mayor facilidad se impone el sello de “información clasificada” a documentos gubernamentales, para negar su difusión.

Esta opacidad, de negar información a los ciudadanos tras solicitudes legales o no ofrecerla a los periodistas, ni siquiera en conferencias de prensa, es sin dudas el mayor irrespeto a la ciudadanía, una forma eficiente de gobernar de espaldas que, lamentablemente, suele pasar inadvertida.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...