agosto 22, 2013

Globovisión: Televisión domesticada

En momentos en que en muchos países crece la cantidad de televisoras para dar una oferta informativa más plural y diversa, como el caso de Al Jazeera America en EE.UU., en una nota en el diario español El País de Alfredo Meza sobre las últimas renuncias de periodistas de la televisora Globovisión en Venezuela, se acierta en el título, al decir que “La televisión venezolana inicia su definitiva domesticación”.
Si bien el proceso de domesticación de medios de comunicación se inició con Hugo Chávez - cerró medios a rolete y abrió nuevos espacios noticiosos de propaganda gubernamental - es a partir de los últimos meses con Nicolás Maduro, que el gobierno desplegó su estrategia de hostigamiento y presión económica. Una táctica más sutil que las medidas que llevaron al cierre directo de RCTV y centenares de otros medios, pero igualmente de contundentes. Los medios que son desbaratados económicamente, no tienen la fortaleza para ser independientes y de ahí su triste final: vender al mejor postor, casi siempre testaferro o amigo del oficialismo.
La televisora de noticias Globovisión, la que más espacio ofrecía a la oposición, pasó por la misma crisis. Después de un profundo hostigamiento económico, uno de sus dueños mayoritarios, Guillermo Zuloaga, aceptó la opción de vender. Sus nuevos dueños, quienes habían prometido desde el arranque un espacio plural, diverso y equilibrado, hicieron todo lo contrario plegándose a una política de no indagar y criticar al gobierno.
Debido a esa política de acercamiento al oficialismo, son varios los periodistas que decidieron renunciar. La renuncia más resonante de todas fue la del periodista Leopoldo Castillo, quien conducía el programa “Aló, Ciudadano”, desde hacía 12 años. Otros cinco periodistas renunciaron este martes: Roberto Giusti, María Elena Lavaud, María Isabel Párraga, Román Lozinski y Gladys Rodríguez.
Estas seis renuncias son parte de 18 desde que en abril Globovisión cambió de mando. Al despedirse de sus audiencias, los cinco periodistas enviaron un comunicado que sintetiza la nueva política editorial de Globovisión: “Con pleno y absoluto conocimiento de causa, tenemos que alertar a la población venezolana: Globovisión es moral, ética y periodísticamente inviable”.
El chavismo, sus funcionarios y, en especial, Maduro, Diosdado Cabello y André Izarra, quienes comandan la estrategia de la homogeneidad informativa que pedía Chávez, están ahora de parabienes. El sueño controlar a todos los medios y periodistas, sin importar qué tipo de tácticas se utiliza, es cada vez más realidad.

Globovisión ha sido domesticada y toda Venezuela pierde.

agosto 20, 2013

Cristina a la defensiva

Jorge Lanata ha puesto al gobierno argentino en la posición que menos le gusta: a la defensiva.

Hasta ahora, el gobierno siempre se las había ingeniado para estar en la cresta de la ola, mal o bien, pero siempre en su función de crear agenda pública. En esa ofensiva informativa y con propaganda – que incluye la ley de medios, la compra mediante testaferros y la discriminación en la pauta publicitaria para acallar a periodistas - Cristina Kirchner logró que los medios (los otros agentes que pueden crear conversación pública - estuvieran a la defensiva y, sobre todo, dejar de lado las denuncias sobre corrupción que afectan a varios funcionarios de su gobierno, incluido el Vicepresidente.

El periodista Lanata a quien en un parte oficial el gobierno acusa de “sicario mediático”, es decir de periodista asesino, es quien domingo tras domingo viene denunciando casos específicos de corrupción gubernamental. Su última denuncia tiene que ver con un viaje de la Presidente a las islas Seychelles considerado por el gobierno (hasta que tuvo lugar la visita) un paraíso fiscal, en el que estaría radicada la compañía Aldyne, la que, según Lanata, habría servido al empresario Lázaro Báez para ocultar la ruta del dinero ilegal del kirchnerismo.

El gobierno reaccionó fuerte contra Lanata, descalificándolo como periodista y tildándolo de estar a sueldo y a disposición del mejor postor. En un comunicado oficial de la Casa Rosada, se acusó a Lanata de ser un “sicario mediático”, mientras que Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia, tuvo menos tiempo para eufemismos y lo acusó directamente de ser un “asesino mediático” y de “extorsionar” a sus fuentes.

Como sucede en muchos casos, el gobierno insistirá en destruir la reputación del periodista y del medio – Canal 13, parte del Grupo Clarín – para desviar la atención sobre los casos de corrupción. Mientras tanto, Lanata seguirá a la ofensiva y seguramente, como depositario de confianza de quienes quieren atacar al gobierno, debe estar recibiendo numerosas denuncias de mucha gente que no quiere o se anima a dar la cara.

Ante esto, Lanata tiene el desafío de investigar para corroborar toda la información, además de seguir investigando hechos nuevos.

Parrilli, dentro de todos sus exabruptos, dijo algo importante, sobre que el “resto de los periodistas”, son como “lobitos parlanchines” porque “repiten lo que él dice”.


Esto denota que es necesario que haya más periodistas y más medios que investiguen y traten de verificar lo que denuncia Lanata o que descubran nueva información. Un periodismo menos adicto a los comentarios y más enfocado en descubrir e investigar, cumplirá mejor con su misión en democracia.

agosto 18, 2013

“¡Espías go home!”

Crecí mirando un grafiti en un tapial de mi casa, sobre la calle Perú casi esquina Iturraspe, que leía: “¡Fuera yanquis de Vietnam!”. Era un repudio del grupo clandestino Ejército Revolucionario del Pueblo, que por aquella época combatía la dictadura de Juan Carlos Onganía y protestaba por todo contra el gobierno estadounidense.

El mismo sentimiento antiamericano se sintió esta semana en Brasil y Colombia durante la visita del canciller estadounidense, John Kerry. Esta vez la repulsión no se debió al involucramiento de EE.UU. en alguna guerra, sino por el espionaje de comunicaciones telefónicas y electrónicas que, a nivel mundial, afecta tanto la privacidad de los ciudadanos, como la soberanía de los gobiernos.

Mientras los presidentes Juan Manuel Santos y Dilma Rousseff exigían explicaciones a Kerry, centenares de manifestantes gritaban “¡espía go home!”, lo que denota la desconfianza que cosechó el gobierno de Barack Obama tras las filtraciones del ex contratista de la CIA, Edward Snowden, ahora exiliado en Rusia. Una credibilidad que ya venía a la baja desde que el soldado Bradley Manning filtró millones de documentos a Wikileaks, con infidencias sobre el tratamiento espinoso que EE.UU. dispensa a países amigos y enemigos por igual.

Esa desconfianza externa no es tan grave para Obama, como las suspicacias que generó a nivel interno, donde perdió popularidad y terreno político de cara a futuras elecciones legislativas. Frente a los electores, todos usuarios de internet y telefonía, no le resulta fácil justificar la excesiva invasión de la privacidad, como el único método eficiente para neutralizar ataques terroristas.

De ahí que la semana pasada, para retomar la confianza del público, Obama anunció mayor control, transparencia y límites para los programas de vigilancia. Dijo que revisará la Ley Patriótica que ampara el espionaje, reformará las atribuciones de un tribunal que en forma secreta lo autoriza y dará a conocer el tipo de tecnología utilizada. “No basta que el presidente tenga confianza en la legalidad de estos programas, es necesario que el pueblo también lo tenga”, dijo.

Sin embargo, lo que parece incongruente con todas las críticas que el gobierno recogió a nivel externo e interno, es que tanto Obama como Kerry solo pidieron disculpas, pero reafirmaron que EE.UU. continuará con el hábito de recopilar información en aras de la seguridad nacional y global.

En Brasil y Colombia, Kerry se aseguró en explicar en voz alta que EE.UU. no es el único país que espía en el mundo, una tarea bien aceitada por todos los gobiernos la que se ha hecho más fácil desde la irrupción del internet y las redes sociales, donde los usuarios vienen desnudando sin tapujo sus intimidades.

Es fácil advertir que todos los gobiernos espían. No solo por denuncias como la que hizo el diario brasileño O Globo en estos días. Afirmó que Brasil participó de una red de 16 bases de espionaje operadas por EE.UU. interviniendo millones de llamadas de teléfonos y correos electrónicos. Sino también, porque periódicamente, en la prensa y redes sociales de Argentina, Colombia, Perú y Venezuela, los servicios de inteligencia filtran videos y grabaciones clandestinas que dejan en aprietos a personajes públicos, ya sean periodistas, opositores o funcionarios indeseables.

La actitud de Obama de querer mayor transparencia en los sistemas de vigilancia, a través de un sitio digital que explique la tecnología empleada y la creación de un ente de activistas civiles que monitoree posibles abusos, aparenta ser solo un cambio cosmético, de formas, ya que en el fondo, los programas de espionaje persistirán.

Obama debe entender que el problema del espionaje indiscriminado, tal como ahora está concebido, no radica en su transparencia, sino en su existencia misma. A nivel externo, merma la credibilidad en países amigos que ven en EE.UU. a una potencia intervencionista, mientras que a lo interno, la invasión de la privacidad se observa como acto de intimidación que degrada la confianza del público en el sistema político.

A nivel global, Obama trajo la esperanza de cambio en las relaciones internacionales tras la presidencia polémica de George W. Bush., pero la frase “¡Espías go home!” demuestra el lamentable retroceso de esa expectativa. 


agosto 17, 2013

Correa y el cínico plan del Yasuní

La tira venezolana de dibujitos animados “Isla Presidencial”, en la que acaba de debutar Nicolás Maduro con su inseparable pajarito en el que se reencarnó el “comandante”, tendrá fino material para que los náufragos se vayan de ahí. Podrán llevar sus desopilantes aventuras al Parque de Yasuní, la reserva de petróleo y reserva mundial de la biósfera en la Amazonía ecuatoriana, a la que ahora Rafael Correa está dispuesto  a explotar porque no consiguió que la comunidad internacional le regalara 2.700 millones de euros o 3.600 millones de dólares para respetar el medioambiente.
La propuesta de Correa aparentaba una genialidad de la inteligencia y el sentido común, pero en realidad se trata de una transferencia de responsabilidad ética a la comunidad internacional que él no quiere asumir. Es decir, pura demagogia y un jugueteo político para encaramarse en la agenda pública internacional, con un dejo de vanidad que seguro que le habrían llevado a pensar que merecería el Premio Nobel de la Paz, como aquel conseguido por el ex presidente estadounidense Al Gore, cuando arrancó el galardón tras un documental de concientización sobre el calentamiento global.
La idea de Correa, no obstante, sonaba buena y pomposa. Por su amor a la humanidad, al planeta Tierra, promovió el Plan del Buen Vivir, no explotar las reservas petroleras del yacimiento del Yasuní, a cambio de un fondo internacional de 3.600 millones de dólares como indemnización previa al Ecuador, para que se pudiera combatir la pobreza y miseria internas a cambio de no ensuciar el aire del planeta con las emanaciones provocadas por la exploración y explotación de crudo.
Correa tuvo un duro golpe. Al cierre de tiempo de su propuesta, solo recogió 13.3 millones de dólares de los 3.600 en cuestión. El fracaso de la gestión no solo se debe a lo demagógico del plan, sino también a la falta de credibilidad de Correa a nivel internacional. Podría decirse  que la diferencia entre lo solicitado y lo recibido es un buen plebiscito de su función y, en especial, de su credibilidad internacional, la cual se fue a la bancarrota cuando hace dos años demandó a periodistas y directivos de El Universo por 40 millones de dólares porque no le habían gustado que lo criticaran.
Ahora Correa se enfrenta a su público interno y a demostrar si realmente tiene esa vocación ética de no explotar el Yasuní por los peligros medioambientales, entre ellos los de mermar la biodiversidad que según estudios alcanza a 100 mil especies de insectos, 121 reptiles, 598 aves, 3.000 especies de plantas y 150 anfibios.  Pero vanidoso, demagógico y desafiante como es, Correa ya está hablando y empezando a hacer campañas de propaganda  para explotar el lugar, pues dice que Ecuador necesita inversiones por arriba de los 70 mil millones de dólares para combatir la pobreza y brindarle igualdad de condiciones a los más vulnerables.
En Ecuador, según sondeos, los ecuatorianos están por arriba del 90% en contra de la exploración, pero seguramente Correa encontrará la forma de culpar a esa gente de no querer asistir a los pobres y ordenará, con su acostumbrado sesgo autoritario, a que empiece la exploración del parque. Ya dijo  este jueves, cuando anunció el fin de la propuesta, que la culpa de su malogrado plan es del mundo, al que calificó de hipócrita. Seguramente, la próxima culpabilidad se la echará a los fascistas, corruptos y asesinos ecuatorianos que no quieren que se explote el Yasuní porque detestan a sus pobres conciudadanos.
Seguramente que la tira cómica de la “Isla Presidencial” tiene mucho material. Así como Correa, se prevé que Cristina Kirchner pida al mundo que le regale 5.000 millones para no criar más ganado y así evitar el peligro medioambiental que representa las emanaciones de dióxido provocado por el estiércol. Lo mismo sucederá con Evo Morales, cuyo fondo servirá para no producir más carne de pollo y así evitar que se propague la homosexualidad por el mundo.

Correa demostró con su demagógico plan que sigue siendo tan cínico como siempre.     

agosto 15, 2013

Venezuela: ¿opositores o disidentes?

Las elecciones son la expresión máxima de la democracia, legitimización del sistema político y del sentido de nación y Estado. En Venezuela parecen ser todo lo contrario. Han servido, como las últimas, para el fraude y deslegitimizar al gobierno nacional y para perseguir a los opositores, como parece ser el objetivo de cara a las elecciones municipales del 8 de diciembre próximo.

Los dichos de Nicolás Maduro y la asamblea de legisladores de esta semana, muestran que el régimen venezolano está incrementando insensiblemente la presión contra cualquiera persona que se anima a desafiar al régimen. Semana tras semana, desde Disodado Cabello hasta Maduro o la fiscal nacional, con la aparente consultoría de los cubanos de inteligencia sembrados por doquier, lanzan acusaciones e investigaciones contra sectores a los que califican por ser disidentes.

La estrategia de fondo, sin embargo, enmascara un objetivo más profundo: mostrar que los opositores no son opositores, sino disidentes políticos de un régimen que es concebido como único, desvirtuándose así el papel legítimo del opositor en un sistema democrático, cuya característica esencial es la inclusión de las minorías y la convivencia de la pluralidad y diversidad de vertientes políticas y de opinión.

Hay para el público en general una imperceptible diferencia entre ser opositor y disidente, pero un gran abismo cuando se miran esos papeles dentro de regímenes autoritarios, como el de Venezuela, cuyo partido gobernante tiene al oficialismo de Cuba como estandarte. Las democracias tienen oposición, los regímenes autoritarios disidentes.

Maduro pidió, como Hugo Chávez lo consiguió numeras veces y una vez por 18 meses, poderes especiales para dictar leyes por decreto y gobernar a sus anchas. La excusa hoy es acabar con la corrupción, pese a que existe toda la legislación habida y por haber en esta materia pero que rara vez se aplica contra los funcionarios y amigos del régimen. La estrategia es simplemente mostrar mano dura, demostrar que la oposición es corrupta y pasarle factura a su máximo exponente, Henrique Capriles, quien todavía desconoce a Maduro como presidente, hasta doblegarlo.

Ahora la pelota de la corrupción se la han arrojado a uno de sus colaboradores más cercanos de Capriles en la gobernación de Miranda, Oscar López, a quien incluso el régimen optó de tildarlo de homosexual y maricón, un tiro que le salió por la culata. 

En esa vorágine descalificadora con insultos de todo tipo nadie se salva, da lo mismo que Cabello asegure que Capriles es un “fascista asesino”, que a Miguel Henrique Otero, director del diario El Nacional, lo traten de callar inventándole deudas y pleitos judiciales del pasado o multas por haber publicado fotos de una morgue con cadáveres amontonados o que se también se coaccione económicamente al Grupo 6to Poder para que algún comprador testaferro del gobierno (como sucedió con Globovisión) se quede con otro medio más.

La mejor forma de medir el autoritarismo de un gobierno es por la forma en la que trata a sus contrincantes. Si los trata bajo las reglas del debate, el disenso y la negociación, es obvio que habla de oposición. Si no los escucha, descalifica y persigue, los convierte en disidentes.

   

agosto 13, 2013

Doble lectura electoral en Argentina

Más allá de las diferentes interpretaciones exitistas que el gobierno argentino de Cristina Kirchner y la oposición hagan sobre los resultados de las elecciones primarias del domingo - una votación obligatoria que solo tuvo el interés de sondear la opinión del voto anterior a las elecciones legislativas de octubre – lo evidente es que el kirchnerismo obtuvo la menor cantidad de sufragios en sus 10 años en el poder.
Los resultados no pueden tomarse a la ligera, como lo hizo la presidenta Kirchner, quien prefirió inclinarse a resaltar que es la fuerza minoritaria con 29% del electorado, frente al 26.2% del peronismo disidente y el 21.1% conseguido entre radicales y progresistas y el 6.5% de los conservadores; y quien dijo poco sobre que su fuerza política perdió en 14 de los 24 distritos del país.
Además, si la tendencia sigue así hacia octubre o se profundiza, debido a que el testarudo gobierno nacional difícilmente querrá reacomodarse o reconocer que debe hacer un viraje, perderá las mayorías absolutas en Diputados y el Senado, dificultándose su intención de reformar la Constitución con el objetivo de que Cristina pueda volver a ser reelecta.
Pero nada puede descartarse en política y muchos menos con el peronismo en Argentina. La baja popularidad de Néstor y Cristina hace cuatro años atrás – con menos del 25% de la intención del voto - que presagiaba el derrumbe del kirchnerismo, de golpe y porrazo, debido a la muerte de Néstor, a los ingresos siderales por el alto precio de las materias primas que permitieron al gobierno moverse con facilidad y crear mediante “muñequeos” políticos varias alianzas para acercar a disidentes, hicieron que Cristina ganara las legislativas y luego arrasara en las presidenciales con más del 54% de los votos.
Aquel 54% fue un porcentaje de ensueño comparado al 29% que consiguió el kirchnerismo el domingo a través del partido oficialista Frente para la Victoria. Aunque esta vez fue un magro resultado, no se puede desestimar, ya que los demás resultados están todavía muy divididos. Entre partidos peronistas escindidos del poder lograron el 26.2% de los votos, la Unión Cívica radical aliada a varios partidos de centroizquierda alcanzó el 21.1%, mientras que los conservadores, nucleados en el PRO, la Propuesta Republicana, alcanzaron el 6.5%, lo que hizo soñar a muchos políticos de la Capital Federal.
La mirada hacia futuro de los peronistas está puesta ahora sobre Sergio Massa, actual intendente de la localidad de Tigre, que hasta hace unos meses se consideraba kirchnerista, y quien obtuvo en la elección para diputados de la provincia de Buenos Aires el 35% de los votos, seis puntos más que el candidato principal por el kirchnerismo.

Además de Massa, habrá que observar en los próximos meses el juego y tablero político – considerando también las elecciones en serio de octubre venidero – para ver quienes se perfilan como líderes capaces de poder disputar las presidenciales y desbancar un modelo que ya llegará a su madurez (y tal vez decadencia) con 12 años de gestión.

agosto 11, 2013

La política de invocar a Dios en vano

Nunca fue fácil dividir religión de política. En Latinoamérica, así como muchos púlpitos son usados como tribuna, también los mítines políticos se utilizan para manipular imágenes y sentimientos religiosos con fines electorales.

La religiosidad popular siempre fue mayor tentación para los políticos, tanto para hacer propaganda, como para congraciarse con el pueblo. Ejemplos de esa manipulación suelen verse en toda campaña electoral, sin distinción de ideologías. Desde las visitas habituales de candidatos mexicanos a la Basílica de Guadalupe, hasta el uso común de crucifijos al lado de imágenes de Sandino en las asambleas de Nicaragua.

Son usuales esas contradicciones políticas de criticar y abrazar la religión al mismo tiempo. En Argentina, después de que el gobierno nacional reprochó y puso en dudas la elección de Jorge Bergoglio al frente de la Iglesia Católica, su imagen se aprovechó en la campaña que el domingo desembocará en elecciones primarias, con un afiche que muestra al Papa saludando a Cristina Kirchner y a su precandidato principal a diputado nacional. Y aunque el gobierno argumentó que no tenía intención de hacer propaganda, el slogan debajo de la foto que invita a no dejar que “la esperanza se apague”, demuestra todo lo contrario.

Patrones comunes de manipulación religiosa para uso del discurso político se viven en Venezuela y Nicaragua. El presidente Nicolás Maduro, conocido por tratar de imitar el carisma de su predecesor, Hugo Chávez, utiliza a menudo imágenes religiosas para asociar al ex presidente y a la ideología del chavismo, en un intento por lograr popularidad, que con la sola práctica política no le alcanza.

Esta semana, en un acto para conmemorar la muerte de Chávez hace cinco meses, Maduro, al mejor estilo Francisco, dijo que el “Cristo redentor se hizo carne, se hizo nervio, se hizo verdad en Chávez”, argumentando, sin timidez alguna, que el comandante vino en misión a la Tierra para ayudar a los desprotegidos y humildes.

Es la esposa del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, quien mayor manipulación hace de la religiosidad popular y sus símbolos. Rosario Murillo, por obra y gracia de las divinidades de la política, cambió los colores insignia de la revolución sandinista de la Nicaragua atea de 1979, el rojo y el negro, por el fucsia, reflejo de su misticismo. Un color con el que mandó a pintar varios edificios públicos, por el que el régimen actual se ganó el mote de “revolución rosa”.

Aunque muchos políticos consideran saludable para la democracia mantener la división entre Estado e Iglesia, existe gran contradicción cuando manipulan el mensaje religioso como estrategia política y electoral. Es que el uso de la religiosidad popular en la propaganda política, viola, además, el mandamiento de no invocar el nombre de Dios en vano. 

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...