Jorge
Lanata ha puesto al gobierno argentino en la posición que menos le gusta: a la
defensiva.
Hasta
ahora, el gobierno siempre se las había ingeniado para estar en la cresta de la
ola, mal o bien, pero siempre en su función de crear agenda pública. En esa
ofensiva informativa y con propaganda – que incluye la ley de medios, la compra
mediante testaferros y la discriminación en la pauta publicitaria para acallar
a periodistas - Cristina Kirchner logró que los medios (los otros agentes que
pueden crear conversación pública - estuvieran a la defensiva y, sobre todo, dejar
de lado las denuncias sobre corrupción que afectan a varios funcionarios de su
gobierno, incluido el Vicepresidente.
El
periodista Lanata a quien en un parte oficial el gobierno acusa de “sicario
mediático”, es decir de periodista asesino, es quien domingo tras domingo viene
denunciando casos específicos de corrupción gubernamental. Su última denuncia
tiene que ver con un viaje de la Presidente a las islas Seychelles considerado
por el gobierno (hasta que tuvo lugar la visita) un paraíso fiscal, en el que
estaría radicada la compañía Aldyne,
la que, según Lanata, habría servido al empresario Lázaro Báez para ocultar la
ruta del dinero ilegal del kirchnerismo.
El
gobierno reaccionó fuerte contra Lanata, descalificándolo como periodista y
tildándolo de estar a sueldo y a disposición del mejor postor. En un comunicado
oficial de la Casa Rosada, se acusó a Lanata de ser un “sicario mediático”,
mientras que Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia, tuvo menos
tiempo para eufemismos y lo acusó directamente de ser un “asesino mediático” y
de “extorsionar” a sus fuentes.
Como
sucede en muchos casos, el gobierno insistirá en destruir la reputación del
periodista y del medio – Canal 13, parte del Grupo Clarín – para desviar la
atención sobre los casos de corrupción. Mientras tanto, Lanata seguirá a la
ofensiva y seguramente, como depositario de confianza de quienes quieren atacar
al gobierno, debe estar recibiendo numerosas denuncias de mucha gente que no
quiere o se anima a dar la cara.
Ante
esto, Lanata tiene el desafío de investigar para corroborar toda la información,
además de seguir investigando hechos nuevos.
Parrilli,
dentro de todos sus exabruptos, dijo algo importante, sobre que el “resto de los periodistas”, son
como “lobitos parlanchines” porque “repiten lo que él dice”.
Esto denota que es necesario que
haya más periodistas y más medios que investiguen y traten de verificar lo que
denuncia Lanata o que descubran nueva información. Un periodismo menos adicto a
los comentarios y más enfocado en descubrir e investigar, cumplirá mejor con su
misión en democracia.
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