Más allá de las
diferentes interpretaciones exitistas que el gobierno argentino de Cristina
Kirchner y la oposición hagan sobre los resultados de las elecciones primarias
del domingo - una votación obligatoria que solo tuvo el interés de sondear la
opinión del voto anterior a las elecciones legislativas de octubre – lo evidente
es que el kirchnerismo obtuvo la menor cantidad de sufragios en sus 10 años en
el poder.
Los resultados no
pueden tomarse a la ligera, como lo hizo la presidenta Kirchner, quien prefirió
inclinarse a resaltar que es la fuerza minoritaria con 29% del electorado,
frente al 26.2% del peronismo disidente y el 21.1% conseguido entre radicales y
progresistas y el 6.5% de los conservadores; y quien dijo poco sobre que su
fuerza política perdió en 14 de los 24 distritos del país.
Además, si la
tendencia sigue así hacia octubre o se profundiza, debido a que el testarudo gobierno
nacional difícilmente querrá reacomodarse o reconocer que debe hacer un viraje,
perderá las mayorías absolutas en Diputados y el Senado, dificultándose su
intención de reformar la Constitución con el objetivo de que Cristina pueda
volver a ser reelecta.
Pero nada puede
descartarse en política y muchos menos con el peronismo en Argentina. La baja
popularidad de Néstor y Cristina hace cuatro años atrás – con menos del 25% de
la intención del voto - que presagiaba el derrumbe del kirchnerismo, de golpe y
porrazo, debido a la muerte de Néstor, a los ingresos siderales por el alto
precio de las materias primas que permitieron al gobierno moverse con facilidad
y crear mediante “muñequeos” políticos varias alianzas para acercar a
disidentes, hicieron que Cristina ganara las legislativas y luego arrasara en las
presidenciales con más del 54% de los votos.
Aquel 54%
fue un porcentaje de ensueño comparado al 29% que consiguió el kirchnerismo el
domingo a través del partido oficialista Frente para la Victoria. Aunque esta
vez fue un magro resultado, no se puede desestimar, ya que los demás resultados
están todavía muy divididos. Entre partidos peronistas escindidos del poder lograron
el 26.2% de los votos, la Unión Cívica radical aliada a varios partidos de
centroizquierda alcanzó el 21.1%, mientras que los conservadores, nucleados en
el PRO, la Propuesta Republicana, alcanzaron el 6.5%, lo que hizo soñar a
muchos políticos de la Capital Federal.
La mirada
hacia futuro de los peronistas está puesta ahora sobre Sergio Massa, actual
intendente de la localidad de Tigre, que hasta hace unos meses se consideraba
kirchnerista, y quien obtuvo en la elección para diputados de la provincia de
Buenos Aires el 35% de los votos, seis puntos más que el candidato principal
por el kirchnerismo.
Además de
Massa, habrá que observar en los próximos meses el juego y tablero político – considerando
también las elecciones en serio de octubre venidero – para ver quienes se
perfilan como líderes capaces de poder disputar las presidenciales y desbancar
un modelo que ya llegará a su madurez (y tal vez decadencia) con 12 años de
gestión.
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