julio 02, 2009

El insulso Insulza y el injerencista Chávez

¿Qué le pasa a la OEA? ¿Qué le pasa a su secretario general? José Miguel Insulza ha llevado a la organización a un alto grado de desprestigio después de que buscó, apoyó e influenció a todos los gobiernos del área para que respaldaran el ingreso a la institución de una de las dictaduras más largas de la historia en el mundo.

Fue una medida política, de la que pudo convencer a los gobiernos, pero no pudo hacerlo con la gente de a pie, que más allá de las ideologías, reconoce que en Cuba no existe libertad y no le gustaría ir a vivir a “ese paraíso”

¿Es éste insulso personaje, el más idóneo para hablar de democracia y para negociar con el gobierno de Roberto Micheletti la restitución de Mel Zelaya? después de defender a un régimen como el de La Habana o no haber dicho nada a Hugo Chávez quien en días pasados expresó que invadiría Honduras para derrocar al gobierno. Parece que el tema de la no intervención es solo una vara aplicada a algunos países, particularmente los de izquierda.

Insulza, a quien se le acusa de buscar su reelección apoyado por Chávez y los gobiernos parte del sistema ideológico del ALBA, ¿es la persona idónea para negociar en Honduras, siendo que el golpe contra Zelaya se debió a su alianza entretejida con Chávez en los últimos años?

Seguramente cuando mañana Insulza sea recibido por Micheletti, tratando de negociar que se cumpla con la resolución de que se restituya a Zelaya, el secretario general de la OEA tendrá que soportar los vítores de miles de hondureños que apoyan al nuevo gobierno.

Mientras tanto, quien provocó todo este desbarajuste, Hugo Chávez, sigue mirando de lejos y acusando a los medios de comunicación de haber dado el golpe en connivencia con los militares y los demás poderes del Estado – ya que no puede acusar a Obama y al “imperio” que se desvinculó de todo – además de felicitar a Cristina de Kirchner quien acompañaría eventualmente a Zelaya a su regreso.

Pero lo más cómico de todo, es que hoy Hugo Chávez, fiel a no ir a ningún lado donde no pueda ser protegido por la inteligencia venezolana o cubana, dijo que no acompañaría a Zelaya, aunque aclaró que “yo quisiera ir, pero no debo, por la más elemental prudencia”. (¿¿??)

Más allá del destino de la crisis, lo cierto es que el conflicto ha desnudado que hay grandes movimientos en el continente que no quieren que Chávez se entrometa en sus asuntos internos, a pesar de que abra su billetera de par en par. Chávez declaró que su injerencia en Honduras es falsa, pero los hondureños lo desmienten gritándole masivamente en las calles.

Dolorosa libertad de prensa en Honduras

A juzgar por el atropello contra la libertad de prensa, los periodistas y los medios de comunicación, se puede afirmar que en Honduras sí hubo un golpe de Estado el domingo cuando se destituyó al presidente Manuel Zelaya. Esta, la libertad de prensa, es una de las primeras víctimas que llevan implícito los cortes constitucionales, así como el debilitamiento de otros derechos individuales y sociales.

Más allá de si se justificaba o no para el pueblo y las autoridades hondureñas expulsar al Presidente o sobre la discusión de si se trató de un golpe de Estado o de una destitución apegada a las leyes, lo cierto es que el nuevo gobierno censuró a periodistas y medios de comunicación, como en el caso de los medios radioeléctricos, particularmente, entre ellos las cadenas internacionales Telesur y CNN Internacional, así como la agencia AP. Si bien las restricciones fueron duras en las primeras 48 horas, también es un poco exagerado hablar de un “apagón informativo” como algunos grupos defensores de derechos humanos y de defensa de la libertad de prensa hicieron ver, como si se hubiera tratado de otro Irán.

Prueba de que no fue así, es que los sitios de internet de noticias más importantes del país, prácticamente todos los periódicos, no tuvieron ningún tipo de censura. Se informó minuto a minuto, sin censura previa, y los medios o la comunidad internacional no se vieron forzados a informarse a través de Twitter, Facebook o YouTube como sucedió tras la crisis y la férrea censura en Irán.

También se deben dejar de lado por mentirosas y chabacanas las acusaciones de Hugo Chávez quien desde el principio – como no pudo culpar a Barack Obama ni al imperio de estar detrás del golpe – responsabilizó a “los medios oligarcas” de ser los intelectuales atrás de la escena. Los medios hondureños, principalmente los diarios independientes, ya están acostumbrados a los insultos de Chávez, como cuando les calificó de “pitiyanquis” y de “lame cu…” después de criticar al gobierno de Zelaya por alinearse a la iniciativa ideológica del ALBA.

Vale aclarar que si bien no hay excusa para restringir la labor de la prensa en ningún momento y bajo ninguna circunstancia, tampoco se puede pecar de ingenuidad y pensar que durante el gobierno de Zelaya la libertad de prensa era absoluta. El Canal 8 fue cerrado por las nuevas autoridades porque no se trataba de un canal público, sino de uno que fue utilizado por el gobierno de Zelaya, con los dineros de los hondureños, como un medio al servicio propagandístico.

El gobierno de Zelaya también se ha caracterizado, y fue denunciado, por utilizar la publicidad oficial para castigar y premiar a los medios, corrompió a numerosos periodistas que estaban en planilla, y cometió continuos atropellos contra medios y periodistas por el solo hecho de que disentían y fiscalizaban su labor.

Lo que sí es censurable, es que entre tanta confusión y sin saber a quien echarle la culpa en el tumulto, mucha gente parece avivada y azuzada para volcarse en contra de los medios y acusarlos de golpistas. No hay un medio de comunicación en Honduras que no haya estado o todavía esté de alguna forma – la empresa en sí, sus editores, periodistas o fotógrafos – siendo amenazado, agredido, violentado, maltratado o malinterpretado por una u otra posición que forman parte de la profunda polarización que afecta a la sociedad.

Lamentablemente, la libertad de prensa termina siendo un elemento muy doloroso para muchos, pero muy necesaria para mantener a la democracia a flote. Y al nuevo gobierno le cabe preservarla.

junio 30, 2009

Elecciones anticipadas para Honduras

¿No sería oportuno adelantar las elecciones presidenciales en Honduras para sacar al país de una crisis que parece encaminada a profundizarse? ¿Sería muy descabellado?
De repente, el nuevo presidente Roberto Micheletti y el depuesto Mel Zelaya – quien dijo que quiere terminar su período y prometió que no buscaría reformar la Constitución para perpetuarse en poder – podrían consensuar una salida institucional y adelantar las elecciones, que de todas maneras están a la vuelta de la esquina, programadas para noviembre. Ambos dijeron querer lo mejor para el país, y creo que ese sentimiento, cuando los ánimos se calmen es lo que en realidad todos quieren, excepto que ahora, unos y otros, quiere tener su razón.

En realidad, estamos ante dos posiciones polarizadas e irreconciliables: La mayoría de los hondureños en Honduras y muchos exiliados pareciera que apoyan a Micheletti, dicen que no fue un golpe de Estado porque los militares solo hicieron respetar la Constitución y se manifiestan concretamente en contra de Zelaya y de quienes consideran su promotor, Hugo Chávez. Mientras tanto, la comunidad internacional insiste en que se trata de un golpe de Estado, que Zelaya debe ser restituido, a la vez que se están buscando los castigos para hacer recapacitar al nuevo gobierno.

Hoy, por ejemplo, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo se sumaron al movimiento contra el nuevo gobierno, argumentando que suspenden créditos y ayuda financiera al país, a la vez que los organismos intergubernamentales analizan aislar al país.

La situación se pondrá tensa este jueves si es que Zelaya realmente piensa ingresar al país, acompañado de Rafael Correa, Cristina de Kirchner e Insulza. Parece ser una bravuconada, si uno realmente entiende que para entrar al país, un avión necesita los permisos necesarios o por lo menos los del aeropuerto para poder aterrizar. Más aún, las nuevas autoridades parece que lo esperarían con órdenes de captura, por lo que se entiende que hasta el momento, Zelaya está utilizando argumentos y propaganda a su favor.

Hay en todo esto, además de mucha confusión y polarización sobre las dos posiciones más visibles, una increíble dosis de hipocresía que molesta y mucho. No se puede entender que después de que muchos gobiernos que hasta hace una semana eran fuertemente críticos de la OEA y que se pasaban constantemente la carta democrática por el traste, se revistan ahora de grandes demócratas y de poner a la OEA en una posición que nunca le dieron y que nuca tuvo.

El solo anuncio de que pudiera haber elecciones anticipadas podría ayudar a descomprimir esta tensión natural que se ha creado el domingo con el golpe y mucho tiempo antes con todos los “golpecitos” constitucionales que Zelaya venía pegando.

junio 29, 2009

Zelaya, la víctima

Como era previsible y natural, la comunidad internacional reaccionó en contra del golpe de Estado que destituyó a Manuel Zelaya. Las nuevas autoridades que asumieron tras la destitución de Zelaya, fueron torpes en no calcular la avalancha internacional de opiniones que los hechos provocarían.

Incluso varios gobiernos - a sabiendas de que Zelaya era quien estaba dando continuos “golpes” con medidas anticonstitucionales como un llamado ilegal a un referendo para buscar su reelección presidencial - quedaron con las manos atadas ya que nunca podrían avalar una destitución, que a todas luces y por sus formas, se mostró como un golpe de Estado.

Lo increíble de esta historia, es que ahora, quien había mostrado actitudes anti democráticas y anti constitucionales, terminó siendo avalado como un gran demócrata a quien le usurparon el poder por pura casualidad. Las formas en cómo se procedió, como recalqué en el blog de ayer, fue la gran equivocación.

Hoy Zelaya, la víctima, fue vitoreado en conjunto por presidentes como Rafael Correa, Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega quienes se han llenado la boca de democracia como si la practicaran en sus países; y como presidentes como Felipe Calderón, Alvaro Uribe o Barack Obama, que no tuvieron otra salida que alinearse a la izquierda por un principio de institucionalidad.

Escuchar hoy a personajes como a Fidel Castro condenar un golpe de Estado, a Raúl Castro sancionar la falta de democracia, a Hugo Chávez hablar de invadir Honduras y a Daniel Ortega invocar la Carta Interamericana fue una experiencia tan fascinante como haber pasado sin pagar entrada al Ringling Borthers.

Equivocados: fondo y forma

Las reacciones en el mundo entero no se hicieron esperar apenas se supo que el presidente Manuel Zelaya fue destituido por el Congreso hondureño o que se le dio un golpe de Estado, como prefirieron llamarlo otros. En todos lados se condenó y seguramente a partir de este lunes las organizaciones intergubernamentales verán de qué forma aplicarán medidas o castigos.
Más allá de las argumentaciones que se escucharon durante el día - especialmente en el Congreso y del nuevo presidente Roberto Micheletti, quien prometió que continuará con el proceso electoral hacia noviembre – sobre que no se trató de un golpe de Estado, sino de una transición democrática de constitucionalmente deponer el Presidente de su cargo por incumplir con la ley y la Constitución, lo cierto es que las autoridades hondureñas se han equivocado.
Es probable que en el fondo la cúpula política hondureña haya tenido razones valederas en contra de Zelaya, quien en la última semana desacató órdenes de la Justicia que le prohibía realizar una encuesta este domingo con la que quería palpar el sentir de los electores para acrecentar sus intenciones sobre la reelección presidencial. Sin embargo, lo que estuvo equivocado, fue la forma en que se produjeron los hechos, un Presidente detenido por los militares y expulsado hacia Costa Rica.
La forma, más que un proceso democrático debido que debería seguir juicio político y otros esquemas que deben estar fijados por ley, se vio plenamente como un golpe de Estado, aspecto que ningún otro gobierno o institución internacional puede hacerle la vista gorda y dejar de condenar.
Si bien una gran cantidad de personas, de líderes y dirigentes detestaba la forma en que Zelaya estaba atropellando al país, da la sensación que esa gente pudiera estar enfrentándose a un caso similar a lo que sucedió con Hugo Chávez en abril de 2002, quien fue restituido al gobierno luego de un golpe de Estado injustificado.
Creo que los hondureños tienen todo el derecho, apegándose a la legislación y a la Constitución – como en cualquier otro país – de destituir a un Presidente por las razones ilegítimas e ilegales que hubiera en juego; pero se deberían haber cuidado las formas, pensado en las apariencias, ya que la opinión pública internacional desconocía todos los elementos y solo puede juzgar los acontecimientos a la luz de un golpe de Estado.

junio 27, 2009

Tosudez de Zelaya

Simpatizo con la opinión de quienes en este blog votaron (350 personas a las 11:30 pm de este sábado) en contra de la “cuarta urna”. El 80 por ciento votó en contra de que el presidente hondureño Manuel Zelaya se salga con la suya este domingo en la encuesta, prosiguiendo sus planes para la reforma constitucional y la reelección presidencial para noviembre.
No queda nadie en Honduras que le haya dicho que no: la gente, las instituciones, la Iglesia, los militares. Sin embargo, el presidente Zelaya sigue con sus planes y obligando a la gente a que vote a su favor en la encuesta.
Parece que en América Latina estamos condenados a tener democracias mediocres, en la que los presidentes y los políticos quieren perpetuarse sistemáticamente en el poder. Hay pocos países que se han salvado de los aires reformistas y reeleccionistas. ¡Qué poco valor tienen las Constituciones! Cada chitrulo que sube al poder la quiere cambiar a su favor.
Debería haber una ley internacional o algún mecanismo que prohíba a los políticos reformar las constituciones. Con tantos cambios que a las pobres se les hace en todos los países, lo que en realidad están buscando los políticos es tener legitimidad para gobernar a su gusto y placer. Estamos rodeados de dictaduras constitucionales.
Este domingo, si Zelaya se sale con la suya, después de que los demás poderes del Estado declararon ilegal su encuesta, estaremos siendo testigos de una nueva dictadura constitucional.

Irán, Facebook y Twitter

A pesar de una férrea censura y bloqueo contra la prensa, el gobierno de Irán no pudo impedir que miles de ciudadanos, fortalecidos por las nuevas tecnologías de la comunicación, generaran una ola de e-mails, mensajes de texto, fotos y videos aficionados para denunciar ante el mundo un proceso electoral manchado de fraude y sangre.
El internet, las redes sociales y la telefonía móvil, desde su uso en Teherán, demuestran que su fortaleza es crear opinión, contagiar y sumar objetivos en comunidades virtuales sobre situaciones políticas difíciles.
Pero aunque Facebook, Twitter, YouTube y los blogs permitieron sustituir a los medios tradicionales cuando el régimen de los Ayatolas decidió “apagarlos”, la verdad es que toda la inmensa capacidad de información del ciberespacio no puede suplantar la capacidad de los periodistas profesionales para interpretar, investigar, cuestionar y contextualizar procesos tan complejos como el iraní.
Esta experiencia en Persia demuestra que ambas formas de comunicación, la individual-cibernética y la social-mediática, no son excluyentes, sino cada vez más complementarias. De ahí que la censura iraní inteligentemente se enfoque contra las dos al mismo tiempo, sin distinción. A los periodistas de las agencias internacionales los expulsa, no les renueva sus visas, les impide salir de sus oficinas y sólo cubrir las marchas progubernamentales. A los particulares, les corta señales de telefonía celular, prohíbe mensajes de texto, piratea y filtra el contenido de páginas de internet, mientras disminuye la capacidad de banda ancha para que no puedan trasmitir fotos y videos.
La diferencia entre ambas formas de comunicación, es que la individual-cibernética es más hábil para burlar la censura, siendo imposible controlar todo su contenido. A pesar del rigor gubernamental, los iraníes que apoyan al candidato opositor y reclamante Mir Hosein Musav tras las elecciones del 12 de junio, usaron y utilizan servidores en el extranjero para evadir controles locales y mensajes por twitter para difundir textos e imágenes.
Pero estas maniobras en el ciberespacio para burlar a un régimen y generar un resquicio de libertad, provoca polémicas. Se corre el riesgo, por ejemplo, de justificar la piratería y los ataques cibernéticos en contra del gobierno iraní y la página web del propio presidente autocrático Mahmud Ahmadineyad, acusado de perpetuarse con votos fraudulentos. Entonces, valen las preguntas: ¿Hay una censura mala y otra buena? ¿Se puede justificar el espionaje cibernético para atacar a los “malos”, pero criticarlo cuando es en contra de los “buenos”? Y, por otra parte, ¿cuán responsables son Google, Microsoft y Yahoo por proveer herramientas a gobiernos despóticos con los que censuran el internet?
Estas preguntas, claro está, no excusan a un régimen opresor como el iraní que castiga y encarcela a periodistas, blogueros y disidentes por igual, que amenaza con aplicar pena de muerte a quienes provoquen disturbios o denuncia a otros gobiernos por permanentes conspiraciones desestabilizadoras.
La crisis política iraní nos enseña cuanto recelo guardan los gobiernos autocráticos contra la libertad de información y cómo se desquician para censurar y controlar. Un ejemplo similar al de Irán es Cuba. El régimen de los hermanos Castro no solo mantiene presos a periodistas y disidentes que opinen diferente al gobierno o prohíbe a reporteros independientes y extranjeros su libre movilización por el país; sino, que además, practica una aguda cibercensura contra la telefonía celular y el acceso a internet, aspecto que le valió la peor calificación de la organización Freedom House en su informe de abril. El gobierno cubano, según ese análisis, es el mayor censor del mundo, comparándolo a China, Túnez e Irán, donde también se prohíbe, bloquea y filtra todo tipo de mensajes.
Dos enseñanzas optimistas emergen de esta experiencia de censura informativa: Primero, que las nuevas formas de comunicación ciudadanas son eficientes para penetrar y derruir sistemas cerrados; y si bien los avances tecnológicos pueden también ser diseñados para ejercer controles, por su masividad, anonimidad y velocidad, no podrán a la larga, generar otra cosa más que espacios de libertad. Segundo, teniendo en cuenta que una sustantiva cantidad de mensajes a veces no implica mejor calidad en la comunicación sino mayor caos informativo, se hace cada vez más necesario contar con medios tradicionales y periodistas profesionales que nos digieran y “traduzcan” la realidad.

Tensión entre la verdad y la libertad

Desde mis inicios en el periodismo hasta mi actual exploración en la ficción, la relación entre verdad y libertad siempre me ha fascinado. S...