Quiero contarles sobre los procesos creativos de esta nueva historia sobre la verdad, la libertad y el miedo al futuro. Es mi nueva novela y espero publicarla cuando se sincronicen los planetas (las editoriales) o cuando se me acabe la paciencia y decida autopublicar -- Los contenidos de mi blog Prensa y Expresión están en el archivo. Blog por Ricardo Trotti
noviembre 13, 2013
noviembre 12, 2013
Disciplinando a los críticos
La Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH) siempre fue caja de resonancia de los abusos de
poder y la falta de justicia en América Latina. Sin embargo, paradójicamente, quienes
acuden a ella suelen transformarse en víctimas de sus propias denuncias.
Esta vez les tocó el turno a
periodistas argentinos y ecuatorianos. Desde sus gobiernos les llovieron todo
tipo de insultos después que denunciaron ante la CIDH que son perseguidos por
sus críticas, opiniones y denuncias, como fue el caso de Magdalena Ruiz Guiñazú
y Joaquín Morales Solá, quienes actuaron en representación de un grupo de
colegas.
La embajadora argentina ante la OEA,
Nilda Garré, en vez de neutralizar las denuncias con la posición del gobierno,
prefirió descalificarlos, acusándolos de “victimizarse”, de ser “voceros de
grupos monopólicos que resisten los avances democráticos” y de orquestar campañas
contra las políticas nacionalistas en Latinoamérica. Todo esto, después de
que por años, la CIDH le negara una audiencia a los periodistas ante las
presiones del gobierno.
Este arrebato en contra de
quienes fueron a denunciar violaciones a los derechos humanos, se dio,
paradójicamente, al mismo tiempo que el gobierno de Cristina Kirchner anunciaba
con bombos y platillos, el descubrimiento de “listas negras” de la última
dictadura. Y mientras se daban los nombres de los más de 300 artistas,
intelectuales y periodistas que los militares consideraban blancos debido a sus
denuncias y posición política, el gobierno tomaba represalias contra los
denunciantes actuales, como el caso de Ruiz Guiñazú, a quien le cayeron
inspectores de la AFIP, buscando pruebas por ingresos pasados.
El mensaje fue muy claro. Aunque no existe la burda censura directa,
los insultos y los inspectores buscan intimidar para generar autocensura. Una
forma de disciplinar a periodistas, críticos y díscolos; de la misma forma que
se persigue económica, legal y judicialmente a muchos medios y empresas
privadas por no plegarse a los designios del gobierno.
La misma actitud la asumió el presidente
ecuatoriano, Rafael Correa. Arremetió contra un grupo de periodistas que lo
denunció ante la CIDH por violaciones directas a los derechos humanos e
intimidar con acciones judiciales e insultos públicos que suelen terminar en
agresiones. Correa, más allá de que sus funcionarios no acudieron a la
audiencia, la calificó de “payasada” y de “una más de los perdedores de las
elecciones y la burocracia internacional”.
En ambos casos, se trata de un doble estándar de
estos gobiernos. Sus democracias se construyeron, en parte, gracias a las
denuncias que las víctimas de las dictaduras pudieron hacer ante organismos
internacionales. Fue justamente una misión de la CIDH a Argentina en 1979, la que
despertó la reacción internacional contra la dictadura militar, que por aquel
entonces, estaba empecinada a mejorar su imagen externa con el eslogan de “Los
argentinos somos derechos y humanos”, pretendiendo enmascarar las graves violaciones
a los derechos humanos.
En el caso argentino es
obvio que no se puede comparar la persecución en dictadura a las de este
gobierno. Entre 1976 y 1983 desaparecieron 93 periodistas y cientos debieron
exiliarse. Pero por menos grave que sean las violaciones ahora, no tiene por
qué coartarse el derecho de quienes quieran denunciarlas o se consideren
víctimas de opresión.
El caso ecuatoriano es aún
más grave. Correa, enojado por informes sobre derechos humanos desfavorables a
su gobierno, no solo protesta, sino que lideró una campaña internacional contra
la CIDH, acusándola de “brazo del imperialismo” y amenazando con la renuncia de
su país a esa jurisdicción. Algo que concretó Nicolás Maduro, quien prefirió
sacar a Venezuela del sistema interamericano, antes que responder por graves
atentados a los derechos humanos cometidos en su período y en el de su
antecesor.
Estos gobiernos, como el argentino y el
ecuatoriano, que se autocalifican de campeones de los derechos humanos, en
lugar de admitir errores o investigar las denuncias, prefieren perseguir y disciplinar
a sus críticos con tal de que haya una sola verdad, la oficial. Siempre, con
una actitud marcadamente defensiva, prefieren atacar a quienes hacen preguntas
o denuncias, a tener que rendir cuentas como les exige su mandato.
noviembre 07, 2013
Dilma Rousseff y el escupir hacia arriba
Error de cálculo o le salió el tiro por la culata son los modismos que
se pudieran aplicar al incidente que tuvo que sortear la presidente de Brasil,
Dilma Rousseff, quien después de despotricar contra el gobierno estadounidense
por sus actividades de espionaje, debió salir a dar explicaciones sobre las que
realizó su país años atrás.
Después de que Edward Snowden denunció el programa masivo de espionaje
del gobierno de EE.UU. contra presidentes y países aliados y enemigos, todos
los gobiernos se rasgaron las vestiduras, aunque de a poco los diarios de cada
país están ventilando las operaciones de inteligencia de sus propios gobiernos,
las que por razones de seguridad, soberanía o contrainteligencia, siempre
existieron.
Así tuvo que salir Rousseff después de que el diario Folha de S. Paulo
denunciara que el gobierno brasileño, especialmente durante la presidencia de
Lula da Silva, espió a diplomáticos y funcionarios estadounidenses, rusos,
iraníes e iraquíes en dependencias diplomáticas de ese país en Brasilia.
Claro que Rousseff dijo que no se trataba de espionaje como tal, sino
que calificó esas actividades con el eufemismo de actos de “contrainteligencia”,
respaldados por la legislación vigente. Algo similar a lo que el gobierno de
Barack Obama dijo: Actividades lícitas, destinadas a combatir el terrorismo y
proteger a sus ciudadanos.
Rousseff quien ahora busca junto con Alemania que el internet sea
regulado por una comisión de Naciones Unidas, en respuesta a cómo EE.UU.
utilizó el internet en operaciones de espionaje, dijo que no se puede comparar
lo que hace EE.UU. de lo que hizo Brasil.
Es probable que no se puedan comparar las acciones de espionaje de
Brasil contra las demás potencias, debido principalmente a las facilidades que
las altas tecnologías les permiten. Sin embargo, más allá de los avances
tecnológicos, esta denuncia contra el gobierno de Brasil demuestra que el
espionaje es una actividad de siempre y de todos, y que solo denunciarla contra
otros y sin medir las palabras ni tampoco hacerse responsable, puede resultar
en un escupitajo hacia arriba.
noviembre 05, 2013
Ayer como hoy, Ortega sigue siendo el rey
El presidente nicaragüense, Daniel
Ortega, no tiene ni empacho ni vergüenza para tratar de consolidar su
monarquía. De joven pasó su vida a punta de pistola para derrotar las mismas
actitudes que tenía su colega de otrora, el dictador Anastasio Somoza, y él es
ahora quien quiere consolidarse en el poder con una reforma constitucional sin
obstáculos.
Ortega ha hecho posible su
presidencia gracias a un fallo de 2011 de la acólita Corte Suprema que le
permitió su tercera aventura política vedada por la Constitución. Ahora
impedido por otra nueva reelección y acabados los permisos judiciales, su
partido presentó una reforma constitucional que le permitirá, como lo logró
Hugo Chávez en su época, gobernar a perpetuidad burlando varios contrapesos
democráticos.
A fuerza de propaganda,
clientelismo y alianzas con militares, curas y empresarios, y una oposición
débil y en minoría en el Congreso, nadie tiene dudas que Ortega conseguirá
reinar hasta que su salud se quebrante. A diferencia de los triunviratos de la
época sandinista, Ortega ahora gobierna en solitario o bajo la sombra de su
compañera sentimental y espiritual, su esposa Rosario Murillo quien comanda la comunicación
de su régimen, que como estrategia de popularidad no solo mantiene las misiones
sociales y de adoctrinamiento en los barrios, sino también fue artífice de las
tácticas de propaganda de los últimos años para realzar el sentido nicaragüense
de la nacionalidad, la unión y el patriotismo.
Esa estrategia propagandística
de pan y circo, Ortega incluyó el negociado sorpresivo este año con un
empresario chino para crear un segundo canal interoceánico en las Américas para
una eventual competencia al Canal de Panamá, y unas relaciones borrascosas que
creó con Costa Rica, Panamá, Honduras y Colombia, países a los que disputó ríos,
mares e islas.
Ortega no tiene esa vocación
externa de dividir territorios con vecinos, cuando se trata de cuestiones
internas. Sus familiares están cada vez más empotrados en el poder y en las
empresas, mientras tanto sus hijos, como príncipes herederos, se están quedando
con los medios de comunicación y todo aquel proyecto que sirva para blindar
políticamente al régimen.
noviembre 04, 2013
Más que de un fallo, se trató de una falla judicial
No porque una ley se apegue a la Constitución tiene que ser buena. El
gobierno interpreta que la ley de medios es la panacea democrática porque la
Corte Suprema la avaló. En algunos países la pena de muerte y el aborto son principios
constitucionales, pero no por ello son buenos.
Es loable regular los espacios para que nadie concentre ni medios ni
opiniones, para que la crítica y el disenso sean plurales y diversos. Pero no
es bueno que se restrinjan espacios independientes y que, en cambio, el
gobierno pueda entrometerse en los contenidos de los medios privados, sin
límites de tiempo, para cadenas nacionales de “trascendencia institucional” o espacios
de “interés relevante” que seguirá usando para hacer propaganda.
No es bueno que la misma ley permita al Estado concentrar medios, así
sean públicos o comunitarios, a sabiendas que no existen públicos (de todos),
sino gubernamentales (para el beneficio del oficialismo) y que los comunitarios
terminarán en manos de aquellos que se alineen con el gobierno.
Que los funcionarios digan que existe plena libertad de prensa, no es
verdad. Los medios sí pueden criticar, pero sufren consecuencias y represalias.
La ley de medios nació selectiva, tiene en su ADN el método de la revancha
política, y aunque ahora el blanco es Grupo Clarín, podrá luego activarse contra
cualquier otro medio considerado opositor. Un calificativo que reciben quienes
critican al gobierno, así sean consultoras privadas que intentan medir la
inflación real o fiscales que investigan la corrupción en altas esferas del
poder.
La ley no es tan mala, pero por su ADN, existe desconfianza en cómo se
aplicará. El fallo supremo de 392 páginas es prolífico en señalar el irrespeto
del gobierno en materia de medios, por lo que no ofrece garantías de que habrá
equidad en su aplicación. La sentencia infiere que hay medios públicos que no
son tales, que el gobierno concentra medios y usa fondos públicos para comprar
medios y voluntades, condena que la publicidad oficial se utilice para
discriminar a los críticos y favorecer a los acólitos, y reclama que no existen
normas para obligar al gobierno a dar acceso a la información pública, mientras
pone en dudas que garantice la libertad de expresión, principio constitucional.
Esta ley vino acompañada de la ofensa y el desprestigio. La presidente,
su predecesor y sus funcionarios enjuiciaron en Plaza de Mayo a periodistas y
medios críticos mientras que su eslogan de “Clarín miente” sirvió de fondo en
canchas de fútbol y en zoquetes de beneficencia para niños africanos. El
escarnio público, con el fin de generar miedo y autocensura, siempre fue
intención del kirchnerismo, como de otros ismos que le antecedieron.
El gobierno supo identificar a su enemigo y polarizar. Muchos
distraídos creen que Clarín es monopolio, que el éxito o sustentabilidad
económica es degradante e ilícita o que La Nación y Perfil son cómplices y
antidemocráticos por haber expandido sus negocios y las críticas. Los más
cautos entienden que defender a Clarín, no es defender sus pecados, sino a
otros medios que en el futuro pueden ser víctimas de una aplicación política y
no técnica de la ley.
Es que cuando los gobiernos se ensañan contra los medios privados e
independientes, es síntoma de que ya lo han hecho o harán con otras estructuras
de poder. Venezuela es ejemplo. El ex presidente Hugo Chávez se ensañó por años
contra los “cuatro jinetes del Apocalipsis” en referencia a las cadenas televisivas
Globovisión, Venevisión, RCTV y Televén. Tras la sanción en 2004, la ley de
medios, destinada para crear “espacios democráticos”, sirvió para cerrar RCTV,
neutralizar Globovisión mediante su compra por allegados al chavismo, y para
domesticar los informativos de Venevisión y Televén.
Aunque tras la derrota electoral algunos vaticinen que el kirchnerismo
ya está en retirada y que Clarín podrá seguir defendiéndose en los tribunales, la
sentencia del máximo tribunal no fue buena. Por no ser concluyente y permitir
interpretaciones varias, se trató de un gesto político, perdiéndose otra
oportunidad para crear jurisprudencia en favor de la libertad de prensa.
noviembre 02, 2013
Periodistas se defienden en la CIDH, por ataques de Kirchner y Correa
Los gobiernos de Cristina Kirchner
y Rafael Correa han hecho de los medios de comunicación y de sus propietarios
la razón de su existencia. Los acusan de ser los poderes económicos y políticos,
los verdaderos opositores, a los que califican de vendepatrias, conspiradores,
golpistas y desestabilizadores. Además, los
hacen responsables de la desigualdad, de
la opresión, de incentivar la inseguridad y de desconocer a las autoridades.
En su estrategia de achacar todos
los males a los medios - el único “enemigo” en pie, después de que degradaron y
se apoderaron de las estructuras institucionales - se han cuidado de atacar a
los periodistas, a quienes consideran víctimas de los medios privados, desalmados
y monopólicos. Su táctica de pegar a los de arriba y minimizar el impacto entre
los de abajo, así sean periodistas, indígenas, maestros u obreros, tiene el
claro propósito de desinflar su colchón electoral.
Pero son tantas las
agresiones y campañas de desprestigio que estos gobiernos y sus estructuras
oficialistas le han pegado a los periodistas, a los de a pie, así como también
lo hicieron gobiernos de ideologías diametralmente opuestas como los de Hugo
Chávez, Carlos Menem, Alberto Fujimori o Augusto Pinochet, que los periodistas empezaron
buscar refugio y a ejercer sus derechos fuera del país.
Esta semana, grupos de
periodistas argentinos y ecuatorianos participaron de las audiencias de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para denunciar los atropellos a la
libertad de expresión y de prensa en ambos países. La crítica contra los
gobiernos no es tan solo por las campañas de desprestigio que sufren, sino por
las trabas para hacer periodismo y las que se imponen a los ciudadanos, a
quienes se niega su derecho de acceder a información pública.
Los periodistas denunciaron
la censura que implica la Ley de Comunicación en Ecuador, las demandas
judiciales con millonarias indemnizaciones que les llueven desde el poder
político, las campañas de desprestigio con afiches, denuncias y juicios
públicos, todo ello con el ánimo de censurar y generar autocensura.
También denunciaron el cepo
publicitario en Argentina impuesto por la Secretaría de Comercio a los
supermercados y la forma en que el gobierno utiliza fondos públicos para beneficiar
a los medios que le son afín y la falta de una ley de acceso a la información
pública que obligue al gobierno a ser transparente.
Obviamente, las respuestas
de los gobiernos no se hicieron esperar y fueron previsibles. Rafael Correa,
desde Moscú, dijo que las denuncias de los periodistas y de miembros de la
sociedad civil ecuatoriana ante la CIDH era solo una “payasada”. Mientras
tanto, la embajadora argentina ante la OEA, Nilda Garré, calificó a los
periodistas – Joaquín Morales Solá y Magdalena Ruiz Guiñazú entre otros
prestigiosos e independientes - de "voceros
de grupos monopólicos que resisten los avances democráticos".
Las presentaciones de ambos
grupos tuvieron en sus países una cobertura desigual. Muchos periodistas se
sintieron representados pero otros los criticaron por victimizarse, desde una
óptica muy parecida al oficialismo. En realidad, esto muestra que si algo “bueno”
han logrado con su estrategia de desprestigio estos gobiernos, es que también
han dividido y polarizado al gremio periodístico.
octubre 31, 2013
Maduro y su cuento en Halloween
El increíble presidente Nicolás Maduro sigue a las andanzas tratando
de endiosar a Hugo Chávez, pero aunque su cuento coincide con el día de Halloween,
hay que tener en cuenta que su treta, por jocosa que aparente, lleva implícito
el peligro de seguir disminuyendo los espacios de democracia.
Esta vez dijo que se vio la cara del ex comandante en un túnel en
construcción del metro de Caracas, algo parecido a las grutas donde aparecen
vírgenes y santos de la devoción católica. Una forma de tratar de elevar la
figura de Chávez a nivel de veneración religiosa que se suma a las “apariciones”
más recientes del fantasma, a quien ya hizo reencarnar en pajarito, en las
caras de los pobres y en la de todos los caraqueños que deambulan por ahí; sin
contar aquella vez que propuso embalsamar al ex presidente para que lo gozaran
las generaciones venideras.
En esta nueva saga de cuentos de Halloween, Maduro no es muy creativo.
Ahora le sumó la denuncia y el escarnio de lo que él considera la “trilogía del
mal” encarnada por Henrique Capriles, María Corina Machado y Leopoldo López,
políticos de la oposición a quienes acusa de conspiración contra su poder y
estar detrás del desabastecimiento, la crisis de seguridad, la crisis
energética y cualquier otra crisis sin dueño.
Al tiempo que Maduro hacía aparecer por obra y gracia la imagen del
rostro de Chávez en el metro, Caracas amaneció con afiches con las caras de los
tres opositores bajo el título de “Trilogía del Mal” y con las leyendas
siguientes: “Reconócelos. La trilogía del mal”. “Te quitan la luz. Te quitan la
comida. Te quitan la paz. Basta de violencia”.
Maduro no es nada creativo. Sin poder acusar a los medios de
comunicación, ya que muchos de ellos han sido “domesticados” por medio de golpes y golpes durante más de
una década, a Maduro no le queda otra que denunciar y desprestigiar a quienes
le pueden hacer sombra a sus sueños cubano revolucionarios.
Copiado del manual del desprestigio de Hugo Chávez, que machacaba contra
los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, calificativo que endilgaba a las canales televisivos
Globovisión, Televen, RCTV y Venevisión, Maduro ahora insiste contra la trilogía
del mal, habiendo cambiado a los medios por los opositores, aunque siempre con
la misma intención de expiar pecados, acusar a los de todo mal y destruir
cualquier espacio de crítica.
Pero no hay que tomar estos lemas a la ligera ni creerse que se trata
solo de cuentos de Halloween. Tanto fue lo que Chávez hizo contra los medios y
la libertad de prensa, que hoy a aquellos cuatro jinetes se los puede ver
cerrados, comprados o domesticados. Es obvio que Maduro insistirá contra la “trilogía
del mal” y contra cualquier otro líder opositor que aparezca, y como quedó
demostrado con los “cuatro jinetes” no se trata solo de una táctica electoral,
sino de una estrategia para neutralizarlos de por vida.
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