La nueva Ley de Comunicación
de Ecuador es lo que el presidente Rafael Correa siempre quiso durante su Presidencia:
el desmantelamiento de los medios privados e independientes y la neutralización
de la crítica a su gobierno.
Ecuador se convierte en otro
país donde la libertad de prensa y de expresión queda totalmente manipulada, donde
la arrogancia de los políticos le dan viso de legalidad a lo ilícito, donde hacen
ver que lo malo es bueno, que el disenso es pecado, que la expresión y el
derecho a la expresión es contrario a lo establecido como principios esenciales
para los derechos humanos y para la democracia.
Varios son los componentes
de la ley que establecen la censura. Por un lado, las trabas a la crítica en
forma directa con lo que la ley denomina “linchamiento mediático”, es decir que
la crítica o su exageración podrá ser considerada un delito, algo muy peligroso
en un país donde el presidente Correa está acostumbrado a perseguir la crítica
mediante acciones judiciales y, además, donde acusa a la prensa de ser corrupta
y mercantilista por el solo hecho de informar, denunciar u opinar sobre
corrupción.
La ley crea además un ente
regulador de los contenidos de los medios a través de un órgano establecido por
miembros del gobierno, por lo que es evidente que quitarán la esencia más
importante de la expresión: la libertad.
Pero tal vez lo más
pernicioso es que la ley establece cupos para la creación de medios o para
entregar las licencias de operación. Especifica que el 33% de los medios serán
públicos, otro 33% comunitarios y el resto se otorgarán a medios privados,
desnaturalizando así el significado de la libertad de prensa en una democracia,
poniéndola al servicio del Estado, en este caso del gobierno.
Los medios privados son los
únicos que permiten que haya verdadera libertad de prensa en una democracia. El
Estado, si así fuera, no necesita 33% por ciento de medios públicos, de por sí
una exageración y una exaltación inapropiada del gobierno, que todo lo reduce a
propaganda, no a información. Con el peligro, además, de que podrá otorgar el
33% de medios comunitarios solo a aquellas asociaciones o personas que
comulguen con el gobierno.
Esta ley es una intromisión moralmente
indebida en la libertad de prensa.