El cambio de política
editorial de la televisora venezolana Globovisión y la amenaza del presidente Nicolás
Maduro de exigir el retiro de la señal de CNN en Venezuela, así como las nuevas
leyes en la ciudad de Buenas Aires y en Córdoba que prohíben al gobierno de
Cristina Kirchner abusar de la libertad de prensa, demuestran el papel
relevante de los medios privados comerciales en una democracia.
Así como en Ecuador y
Nicaragua, los gobiernos de Argentina y Venezuela no han tenido vergüenza para
atacar a los medios y periodistas críticos, aduciendo su carácter mercantilista,
corrupto y desestabilizador. Leyes que violan preceptos constitucionales de no
legislar en contra de la libertad de prensa, persecución judicial y el acoso
económico para debilitar a los medios y quedarse con su propiedad, ha sido
norma constante.
Más allá de los abusos, el
problema es que estos gobiernos han tenido éxito para confundir al público
sobre el rol del periodismo independiente en la sociedad, destruyendo una
incipiente cultura sobre libertad de prensa que comenzó a gestarse con las
nuevas democracias. Que existan medios y periodistas malos como en cualquier otra
disciplina es normal, pero de ahí a justificar ataques contra la crítica, el
disenso y la opinión, no es más que una contradicción al mandato gubernamental.
Ante la confusión, valga
recordar por qué son necesarios los medios privados en un ambiente en que los
políticos, en general, los consideran imprescindibles para la democracia cuando
son oposición y una amenaza cuando están en el gobierno. El caso del prócer estadounidense
Thomas Jefferson, sirve de ejemplo. Cuando resistía el poder colonial del rey
Jorge III de Inglaterra, dijo preferir periódicos a gobiernos, hasta que fue
presidente y, harto de las críticas, condenó reiteradamente a la prensa.
Aquel estilo “jeffersionano”
de tensión entre medios y gobiernos, fue natural en la evolución de la prensa
en las Américas, desde que era subsidiada y servía como vocera de partidos
políticos, hasta que se benefició con la irrupción de las tecnologías de la
comunicación que antecedieron al internet, como el telégrafo, las imprentas
para periódicos, la radio y la televisión, haciendo más barata y rápida la
confección y distribución de noticias.
Aquella masificación informativa
y el desarrollo tecnológico introdujeron la publicidad y las suscripciones, lo
que permitió a los medios tener rentabilidad y ganar independencia despegándose
de subsidios y favores gubernamentales. Ello permitió mantener la operación
compleja y cara de producir noticias, aumentar la profesionalización y, por
contrato social, convertirse en un “cuarto poder” para fiscalizar a los tres
poderes públicos, exigiéndoles rendición de cuentas frente a los ciudadanos,
los verdaderos dueños del Estado.
Engañar sobre que los medios
privados no deben ser rentables como predican Rafael Correa, Daniel Ortega y
Evo Morales, o que comunicar la verdad es solo posible a través de los medios estatales,
es solo un justificativo para agrandar sus aparatos de propaganda y beneficios
electorales.
En el caso de Venezuela el
acoso económico contra Globovisión mediante multas, presión contra anunciantes
privados y amenazas de no renovación de la licencia de operación, es un ejemplo
más de un modelo malversado y reiterado que busca imponer dueños allegados al
gobierno para silenciar la crítica y neutralizar la independencia.
En Argentina, las nuevas
leyes de protección a la libertad de prensa impulsadas en Buenos Aires y Córdoba,
prohíben al gobierno nacional que en esas jurisdicciones continúe con su
política de destrucción de medios privados. Pese a la polémica, se trata de
medidas extraordinarias para que se cumpla con la Constitución, un documento
que aunque acomodan y reforman los políticos a su gusto, no tiene otro
propósito que imponer límites y controles al gobierno para que no pueda cometer
abusos contra las libertades individuales y sociales, incluidas las de prensa y
expresión.
Aunque todos los gobiernos se digan respetuosos de la libertad de prensa, solo existe plenamente en aquellos países donde, desde el poder, se incentiva la abundancia de medios privados comerciales y se respeta que puedan operar con libertad e independencia, dentro de un modelo de rentabilidad razonable.
2 comentarios:
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